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martes, 7 de enero de 2020

A rainy day in New York.


Para los frecuentes de este blog sabrán que siempre que escribo sobre alguna película de Woody Allen, (o sobre Woody Allen en general) ya sea al principio, en el desarrollo del texto, o al final, menciono lo poco objetivo que me vuelvo cuando escribo precisamente sobre él. El por qué, por muchas razones que a lo largo de este análisis iré mencionando pertinentemente, pero por ahora empiezo diciendo la principal: es mi director de cine favorito.

No hay un cine en el que yo vea mi vena de soñador empedernido tan reflejada como en el cine de Woody Allen, hay una linea en las historias de este hombre que son muy afines a mis gustos de siempre: la literatura, el arte, los amores complicados, el jazz, el fatalismo, y justo en su última película no es la excepción.

Cuando apareció el trailer de A rainy day in New York yo honestamente me sentí un poco asustado, si bien todas sus películas, incluso las muy malas (que las tiene, por ejemplo To Rome With Love, la cual a pesar de la muy cómica aparición de Woody Allen actuando, la película es insufrible) tienen un encanto en particular, esta en preciso se sentía muy decantada al refrito; pero a pesar de que si está plagada de muchísimas referencias a películas de su filmografía, el desarrollo y trama de esta tiene mucho valor, lo comento luego de una breve sinopsis:


Gatsby (Timothée Chalamet) es un joven que no encuentra lugar en el mundo, bohemio de mejores tiempos que no conoció, amante de la música de piano de bares, apostador muy afortunado, y enamorado de una joven del sur ex-reina de belleza juvenil. Un buen día en el que su novia Ashleigh (Elle Fanning) le da la noticia de que recibe la oportunidad de entrevistar a un director de prestigio para una tarea de su carrera, al cual ambos aman, y del que fue la primera película que vieron juntos, es que Gatsby se ilusiona con un día completo al lado de su amada en la ciudad que él tanto ama, en la que él creció, pero los problemas empiezan a salir una vez que ellos están en la ciudad y estos los mantienen siempre lejos el uno del otro, entre la familia de Gatsby de la cual huye porque de saber que está en la ciudad lo harían acudir a una de las fiestas de su madre que tanto odia, (a la cual termina yendo con otra mujer, [no les quiero revelar mucho de la trama] lo que detona en una confesión de su madre que lo hace descubrir que es más parecido a su madre de lo que él creía) los enredos en que se mete Ashley por conseguir la dicho entrevista y las tentaciones que aparecen en ese camino, (y es curioso como Allen da "forma" a estas tentaciones en los pilares fundamentales para la realización de una película: director, guionista, actor) añadamos ese elemento que hace el cine del neoyorquino tan exquisito: el oscuro objeto del deseo.



Y menciono la cuestión del "oscuro objeto del deseo" al final porque acá quizá se da de una manera muy particular, una que luego Woody Allen muestra muy pocas veces, pero lo hace, y esta es la del rechazo ante lo que nos asusta/atrae de esta persona.

En esta ocasión se muestra a través del encantador personaje de Chan (interpretado por Selena Gomez, que si bien no es la gran interpretación, es encantador, muy contrario al personaje de Ashleigh, que de igual manera no hay una gran interpretación o encanto de Elle Fanning, pero porque así tenía que ser ese personaje) cuyo primer encuentro con Gatsby es en la filmación de una película independiente de un amigo suyo de la preparatoria, le pide interpretar a un personaje que besa al personaje de Chan, entonces él le cuenta que fue novio de su hermana, a lo que ella contesta que lo recuerda muy bien, y que su hermana le contó siendo ella una adolescente todo lo que vivió con él. Dicho eso, el primer encuentro no es muy afortunado y tal parece que la química no es muy buena, así que los besos no salen como el director esperaría, pero es justo, cuando empieza a llover en la ciudad, y la luz crea una atmósfera muy característica en la cual cualquiera caería rendido de amor por quien se tiene enfrente, y es entonces que el beso sale. Ambos toman su distancia y se van por caminos separados, Gatsby está sumido en la depresión porque sus planes de pasar y mostrar a su amada la ciudad que él tanto ama y lo hizo ser como es, se truncan, y eso hace que a los lugares que vaya termine encontrándose con Chan, algo que sin darse cuenta, ya estaba predestinado, escrito, y si el espectador es muy perspicaz, hasta leído; (desde compartir una canción, una habitación, un secreto, el montaje de un escenario, de una situación) y dicho esto, vayamos al trabajo de Allen detrás de la cámara.

La película no es para nada perfecta, hay cierto errores que si bien no son muy graves, para algunas pupilas si pueden ser muy perceptibles, como problemas en la edición y la continuidad en ciertas escenas y situaciones. Las actuaciones son muy medianas, porque en realidad no son personajes muy demandados, (los personajes del director interpretado por Liev Schreiber, y el del guionista interpretado por Jude Law me parecen muy buenos, por la cuestión de la "manipulación" en el medio) si tienen en algún punto de la película protagonismo o no, tiene que ver con un factor en particular que es muy importante a destacar, porque quizá sea lo mejor de la película: la iluminación.

El trabajo que viene haciendo Vittorio Storaro desde su primera colaboración con Allen, (A rainy day in New York es su tercera colaboración. La primera, la maravillosa Café Societyla segunda, Wonder Wheel) le ha dado a sus películas una distinción bien especial; la calidad irrefutable de quien hiciera la fotografía de películas como Apocalipsys Now, El último tango en París, o El último emperador, no es por si sola lo mejor, el sello distintivo de su trabajo acá es que le da a las historias de Allen, esta conexión entre director-fotógrafo que sabe entender e identificar Storaro, resalta las historias de Allen en las que juntando su amor por el cine romántico de la edad dorada de Hollywood, y sus historias siempre ambientadas en el pasado, la presencia de la luz fría para representar la soledad o los planos generales, a la propia New York en su esencia, y la luz cálida para destacar el calor y el amor, sobretodo en los personajes femeninos, como se hiciera tan famoso y mítico el esplendor de actrices como Ingrid Bergman o Marlene Dietrich. La calidez, el brillo y los destellos sutiles de luz que utiliza para enfatizar y resaltar el sentimiento y la belleza sin que se sienta jamás un "encantamiento", aunque por supuesto lo hay, pero es tan bella esta sugestión que no nos interesa, caemos rendidos ante la belleza no sólo de este oscuro objeto del deseo, sino de todo lo que se construye alrededor de la trama en esta historia del viejo Woody, que esperemos, ya con sus 84 años, nos siga dando muchas películas más.

Una vez tocado el punto del cine romántico de la época dorada de Hollywood, cabe destacar como Allen profesa su amor una y otra vez por Casablanca, y en esta película no es la excepción, (ya lo había hecho en Sueños de un seductor, divertidísima película (escrita y protagonizada por él, no dirigida) sobre un crítico de cine (les digo, no puedo no verme reflejado) que luego de ser abandonado por su esposa, empieza a seguir los consejos de su única amiga y de un imaginario Rick Blaine para conquistar mujeres, y al final termina enamorándose de su amiga; y en una segunda oportunidad, actuando en la película de John Turturro: Fading Gigolo, evocando a ese maravilloso final de Casablanca) sin hacer algún spoiler que les pueda arruinar la experiencia, sólo diré que ese final, que en muchas formas hace muy similar a esta película con Magia a la luz de la luna, con otras películas también hay ciertos guiños y referencias, como La otra mujer, Midnight in Paris, Celebrity, Manhattan, Annie Hall; (que en este caso yo no sabría decir que tan bien sale librada Diane Keaton, porque creo, al menos dada mi lectura, en la escena en la que Gatsby y Ashley por fin pueden estar juntos, y este la deja, [La película es quizá un ejercicio que ejemplifica en cierta forma aquella frase de Mark Twain que tratando de parafrasear dice algo así como: "La única forma de saber si amas u odias a alguien es viajando con él". Si bien en la película no termina odiando a su pareja, si se da cuenta que no es lo que busca por las diferencias que se hacen más visibles a raíz de ese día que viven tan fuera de su rutina y cotidianidad] se podría decir es un insulto a ella) pero sobretodo con Magia a la luz de la luna, y que en el final hace una reinterpretación de lo que a Woody le hubiera gustado que le pasara a Rick Blaine, aunque esto no nos hubiera dado a Casablanca.

Y sobre el asunto de Woody Allen a raíz de la discusión sobre el tema del #metoo y Amazon (que a mi parecer fue un gran error que Chalamet se cerrara por si sólo tan de tajo una puerta que podría ser de gran beneficio para él, pues quizá sea la mejor actuación que le he visto [además obviamente de Call Me By Your Name]) es algo sobre lo que yo no hablaré, porque me parece, lo hace de manera más que excelsa Fernanda Solórzano, en uno de los mejores textos que yo leí el año pasado, (ya se que chale con mi amor por Fernanda Solórzano, pero no es de gratis, para mi es la mejor crítica de cine que tenemos en México) de modo que lo que yo pueda comentar está de más. El texto se los comparto para finalizar.


https://www.letraslibres.com/espana-mexico/revista/woody-allen-tras-la-tormenta




sábado, 17 de diciembre de 2016

Midnight in Durango. (O la necesidad de mi soledad por estar sola.)



"La noche era fría y cálida, no se como se han podido conjugar durante años y años estas dos sensaciones pero es verdad lo que dicen, la mejor manera de llegar a Durango es por carretera, y no hay mejor mes para para viajar y disfrutar por completo de la ciudad que el mes de diciembre."



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No revelaré la hora en que estoy escribiendo esto, sólo les diré que es muy temprano (o como muchos mal dirían, muy tarde) pero del día siguiente a la fecha que se registra esto. salí de mi casa con el pretexto que iría al cine y me vería con una vieja amiga de la ciudad que me vió nacer, crecer y volver a nacer; Durango. Así que llegué en taxi hasta el cine que está en el "bulevar" Francisco Villa, (no diré el nombre del complejo, los que son de Durango sabrán muy bien a qué cine me refiero) ya estando ahí creo que empecé a sentirme más feliz, comencé a ser yo mismo, y con esto no pretendo decir que en compañía de los demás (mi familia) no sea feliz o no sea yo mismo, es sólo que simplemente cuando estoy solo o viendo a extraños mi lado creativo empieza a trabajar, a emerger, empieza a crear historias con gente que veo pasar. (soy como Woody Allen, claro visto desde un punto muy bizarro) Por eso la necesidad de siempre estar caminando y estar en contacto sólo con mi cerebro y mi imaginación. En fin, después de estar paseando un rato por la plaza comercial en cuestión y entrar a buscar alguna buena película con la cual regresar a casa, salí a caminar y tomé rumbo hacia la central de camiones.

No importa que estación del año sea o que tan dura esté la situación de la seguridad en Durango, siempre tener una larga caminata nocturna entre sus bulevares y calles iluminadas será un gran placer. Siempre me he preguntado el porqué del miedo de ciertas personas por las caminatas nocturnas, me imagino que se debe a que ni siquiera de día las hacen. Recuerdo que sólo una vez sufrí un percance cuando tenía 19 años, (justo unas semanas antes de haberme mudado de Durango) y fue mientras iba en camino por el estacionamiento de la plaza que ya les mencioné a tomar mi camión. Durante casi un año caminaba el trayecto desde esa plaza hasta mi casa (muy cerca del Instituto Durango) y nunca me pasó nada, y justo unas semanas después de que empecé a tomar el camión que me dejaba más cerca a mi casa (a espaldas del IMSS, y caminaba prácticamente nada en comparación a mis pasadas caminatas) me asaltaron y me quitaron mi celular. Supongo que las personas huelen tu intención, incluso tu origen, y sin duda alguna mucha de mi esencia huele a un caminador, a un nómada. A un caminador que sin duda alguna uno de sus más grandes amores siempre será el poder caminar por esta ciudad. Un caminador jamás correrá peligro.

Así que mi soledad me permitió sólo por esta ocasión hacer lo que yo quisiera, lo que más me placiera, podía, no sé; visitar viejos amigos, hacer nuevos, sentarme a beber en algún extraño pero rustico y bohemio bar, encerrarme en un burdel; podía hacer lo que yo quisiera, así que decidí hacer algo que hace años quería hacer. En algún loco sueño que tuve hace muchos más años de lo que pudiera recordar estaba yo con una vieja amiga que me hizo escribir hermosos versos y magníficas y significativas historias aun sin saber ella que era la protagonista de cada una de ellas, entonces estábamos ella y yo caminando en altas horas de la noche por el casco histórico de la ciudad. (cuando aún no existía Paseo Constitución y el Corredor y el Puente de Analco hace cerca de ocho años) Pero cómo de ese sueño ya habían pasado varios años y con ellos la otra protagonista al igual que yo había emigrado de tan hermosa nocturna ciudad, tuve que conformarme con bailar con la mujer más hermosa que me pude haber encontrado.

Una vez que llegué a la camionera pude haber tomado el camión colectivo como en mis años de más juventud y solía trasladarme en la ciudad cuando salía del trabajo o simplemente cuando salía a algún lugar, nunca tuve un vehículo propio y para ser honesto con ustedes creo que jamás lo tendré, no es una cuestión de dinero, se los aseguro, aunque tampoco puedo presumir de tener tanto; pero creo que siempre he tenido en mi ser un alma vieja atrapada a la cual le gustan las largas caminatas, no importa si esta significa dar dos o tres vueltas al mundo. Así que como la noche era joven, pero ya estaba presente en el viento frío, decidí trasladarme de la camionera a un viejo hotel que ya hacía años que quería conocer en taxi. Era un señor mayor, cerca de los 50, su nombre era Ramiro, me preguntó de donde venía, (muy amablemente, como me había recogido en la camionera creyó que iba llegando de viaje, así que decidí seguirle la corriente) le dije que de La Paz, pero que yo era nacido en Durango; entonces me preguntó que qué me llevaba de nuevo a la tierra nacida, entonces yo le comenté que regresaba por una fiesta familiar además de que era una escala para viajar a otro lugar y escribir para mi trabajo, entonces él me preguntó que si yo era un escritor, entonces riéndome yo le dije que en realidad para mí la escritura era como un juego porque al parecer yo era el único que se divertía leyéndome y haciéndolo, además anexe que nunca lo vería como mi trabajo porque a partir de ese momento me empezaría a aburrir, entonces él me dijo que no me preocupara, que seguramente ese viaje me serviría de mucho para escribir algo realmente digno de leer, y fue entonces cuando nació esto. Como veinte minutos después (porque el tráfico realmente estaba muy pesado, rara cosa en Durango, al menos por lo que yo recordaba) llegamos al hotel, el señor me deseo suerte y yo le agradecí dejándole el cambio por la tan amena plática, el hotel era el Plaza Catedral, situado justo a un lado de la Catedral, no esta por demás recordarles (aunque estoy seguro ya lo saben) del gran amor que siento por este recinto, y en realidad no es porque sea muy creyente de la iglesia o porque ahí fue mi graduación, siento un gran amor por este lugar porque además de que soy un amante de la historia y todos estos inmuebles viejos que albergan tantos secretos -e historias-, también lo llevo muy marcado en mi porque es el símbolo por excelencia de esta "Mí" ciudad, como La estatua de la Libertad para Manhattan, o El Coliseo para Roma, o el Big Ben para Londres, o la Torre Eiffel para París. Entonces llegué a recepción, pregunté si había habitaciones disponibles pues no había hecho reservación alguna, al momento de planear el viaje había decidido que todo sería al azhar, nada sería planeado esta vez, me dejaría llevar.

La suerte me acompañaba en esta ocasión pues afortunadamente había una habitación disponible, y para mi fortuna con vista al Corredor Constitución, y por consecuencia a la Catedral, y aunque el precio era un poco más elevado a la habitación normal, no dude en pedirla, me dieron mi llave y una joven me llevó hasta mi habitación, en el pasillo me encontré con una bella joven, no era extranjera supuse por su tes entre morena y blanca y su español exquisito, no les puedo negar que esta madrugada mientras escribo esto le dediqué uno que otro verso, pero ella no es la protagonista esta vez en esta historia, ella vendría siendo como la chica del cabello rojo que aparece en toda historia y que es especial, pero que no pasa más de un lindo recuerdo y dos o tres capítulos muy importantes y placenteros y que nos saca un poco de la historia. Entonces llegué a mi habitación y la joven que me acompañó me dijo que si se me llegaba a ofrecer algo de información turística o cualquier cosa no dudará en pedírselo, que las veinticuatro horas había gente en la recepción y que ella también estaría ahí, yo le agradecí y le dije que quizá no haría falta, pues la verdad; y con algo de orgullo le dije que esa ciudad la conocía como la palma de mi mano, y era verdad. entonces entré al baño, me enjuagué la cara, dejé mi chamarra y la pequeña libretita que destiné para este viaje como bitácora de vuelo y salí del lugar, al fin sólo sería una noche, la mitad de esta pretendía no pasarla ahí, y la otra mitad pretendía no dormir y estar escribiendo, (esto) de modo que sólo sin ver para atrás salí a volver a hacerle el amor a las luces de esta ciudad. La primera parada fue en un viejo y amigo lugar, el siempre acogedor Café Madrid, la verdad es que en los años de mi juventud y estudio, o sea en la preparatoria, sólo llegué a ir un par de veces, pero el lugar siempre fue un hito, era una tradición entre la comunidad rockera de Durango, así como el Iguana en Dolores del Río cuando aun existía; de modo que el volver a entrar al mismo sitio exactamente igual como hacía 8 años, (casi o prácticamente igual) fue como si el tiempo jamás hubiera pasado y mis amigos aún siguieran en casa o con sus novias y yo esperará a alguien de la banda. Estando ahí ninguna cara me fue familiar, había algo de gente pues es (era) viernes, pero si había un par de mesas solas, los veía platicar y me hacían recordar a mi en años mejores rodeado de mis amigos en alguna fiesta a la que habíamos sido invitados casi de última hora o cualquier acontecimiento importante familiar como el que me hacía regresar después de casi dos años de no estar en esas calles. Los miraba y sonreía mientras bebía mi cerveza, "Corona" de un cuarto como le gustan a mi hermano, -llevaba un pequeño papel y escribía no se que en él con una pluma- mis amigos de la infancia no eran personas que les gustara salir a lugares así, además de que porque siempre andábamos en camioneta y sus gustos musicales no eran iguales a los míos, fue la razón por la cual durante años yo tampoco saliera tanto; y aunque aún no soy de salir mucho a centros nocturnos (de hecho no salgo a ningún centro nocturno o antro) el gusto por encontrar bares y cafés en los cuales estar, ya sea escribiendo o no, acompañado o no; se ha vuelto uno de esos placeres que me han hecho disfrutar la vida de una manera sin igual. El "Madrid" y las tres cervezas que me bebí me dejaron satisfecho, a la hora de irme la música empezaba a ponerse de lujo; Soda Stereo y el buen Gustavo Cerati hacían acto de presencia, pero aun así tuve que dejarlos, ya he aprendido demasiado de los grandes. Caminé por constitución rumbo hacía la Iglesia de Santa Ana, Pasaban las diez y media, la noche seguía siendo joven, como las personas que deambulaban la ciudad, la noche ahora era territorio de los jóvenes, y la verdad no se que hacía yo ahí, supongo que he adquirido desde muy joven el Síndrome de Picasso, ese que dice que cuando uno es joven, es joven para toda la vida, aunque mi aspecto personal, más por elección que por imposición genética, dijera lo contrario.

La verdad siempre lo he dicho y lo seguiré diciendo hasta el día en que muera; no hay mujeres más bellas sobre la faz de la tierra que las mujeres de Durango; Veía pasar, o mejor dicho, me veían pasar tanta mujer hermosa, que en verdad por unos minutos llegué a sentir celos por todos los hombres de esta ciudad, aunque segundos después sentí enojo conmigo mismo al caer en cuenta que yo hace años fuí ellos y aún así me dejé ir, -precisamente yo había sido el que me había ido-. Seguí caminando dibujando en mi mente ese sueño loco e imaginando como sería ver al cruzar alguna calle a esa vieja amiga y reconocernos mutuamente como Harry reconoció en la biblioteca a Sally (jamás les podré negar la gran influencia que tiene el cine en mi) y todo esto pasaba mientras en mi cabeza (o mejor dicho en mi reproductor de música con una manzana) se reproducía una y otra vez "Las luces de esta ciudad" de División Minúscula, la canción para mi desde el día en que me fuí de esta ciudad. Llegue a la iglesia de Santa Ana, entré y me senté en una de sus bancas mientras contemplaba todo el sitio, tuve que sacar mi celular y tomar algunas fotos; a pesar de que como ya les he dicho no soy muy creyente; me sentía en paz. Salí al cabo de un rato del lugar y la plaza estaba en frente, había un poco de gente, jóvenes en su mayoría pero no eran solamente ellos, había una que otra pareja mayor, amantes cobijados por los árboles y las bancas, y una que otro espíritu solitario con su propia historia queriéndose escribir, espíritus como yo. Recordaba que años atrás había un señor que vendía elotes y era muy conocido por lo bueno que era en prepararlos, me preguntaba si aún se pondría a vender en ese lugar, o si aún viviría. empecé a caminar por la plaza y al cabo de darle una vuelta completa me senté en una banca.


Me levanté y emprendí el camino de regreso, caminaba y la canción ya había cambiado desde hacía un rato, ahora era el turno de "Año Nuevo" también de División Minúscula, seguía caminando viendo a tanta cara como me era posible, -tratando de adivinar o inventar su historia, como es costumbre para mi- aunque esta noche no pretendía llevar a nadie conmigo al hotel, si deseaba con todas las fuerzas de mi alma ver una cara conocida, saberme aún en casa, poder seguir creyendo que esa aún era mi ciudad como siempre lo pregonaba en las redes sociales cada vez que tenía la oportunidad o cada vez que escuchaba o sabía algo de mi tierra. quizá ver a una vieja amiga e invitarla a bailar, pero todo parecía indicar que la noche y la ciudad y mi computadora ya tenían destinado para mi el ponerme a escribir esto, empezaba a caer en cuenta que me había convertido en un turista en mi propia ciudad. Llegué a la Catedral y aunque ya pasaban de las once de la noche, aun no quería regresar, compré un café en la heladería de la esquina, "Gelato" y al salir (aunque no quería hacerlo pues deseaba sentarme a beber agusto y no en solitario mi café) cambié la lista de reproducción de mi reproductor y empecé a escuchar una exquisita selección de Jazz hecha para la ocasión, la primera canción en turno fue: "Parlez-moi d'Amour" alguna vez ya había compartido con ustedes el gran amor que tengo por esta melodia y como para mi es la perfecta canción para hacer el amor, pero bueno no recordaremos eso en esta ocasión. Canciones como esta extraídas de bandas sonoras de películas más que nada del siempre genio y amado por su servidor Woody Allen y canciones de Armstrong, Fitzgerald, Sinatra, Miller y muchos más. Seguí caminando por Constitución pero ahora al lado contrario para dirigirme al maravilloso y lleno de enamorados Puente de Analco, llegué a este y no puedo negarles que al llegar me volví a enamorar, me volví a enamorar de esta ciudad, creo que mi destino siempre ha estado marcado y he nacido para enamorarme de las ciudades, -y de volver a la que me vio nacer- como alguna vez lo dijo Cortázar y yo también ya se los he compartido en más de una vez, las ciudades son como esas mujeres ajenas e inalcanzables de las que te enamoras perdidamente y nadie te puede quitar ese amor jamás, incluso puede ser un amor compartido con otras "mujeres", pues las ciudades como las mujeres, ninguna es igual. Así es que caí en cuenta que las mujeres en mi vida no han estado conmigo más de doscientas paginas, cuando fui más joven hubo algunas, (porque aunque no lo crean si hubo algunas) pero ninguna duro tanto, ninguna llegó para quedarse, pero con las ciudades como Durango, aunque yo me haya ido, siempre volveré, y aunque no sea para quedarme, ella sabe, al igual que yo que siempre regresaré y volveré a hacerle el amor como a ella le gusta, recorriéndola vena por vena y así volveré a escribir de ella como de toda mujer que se ha cruzado en mi camino, ya sea durante una relación, durante tres años, durante toda la vida o solo unos minutos en el camión o los segundos que dure una mirada, siempre volveré a esta ciudad porque yo soy de ella y ella siempre será mía. La verdad el regreso al hotel no es digno de contarse, estaba hipnotizado por una idea y todo lo que ahora están leyendo ahora, escuchaba Heaven de mis íntimos amigos Ella y Louis y deseaba estar bailando con alguien en ese preciso momento, ahí en medio de la calle, pero como siempre, esto tendrá que ocurrir en otra historia que escriba una de estas noches, aunque no sea en Durango, pues como dijo mi maestro Ernest Hemingway, y como yo también se los he dicho muchas veces a ustedes: "Nunca escribas sobre un lugar mientras sigas estando en él" Ahora, después de haber llegado hace cerca de dos horas al hotel, creo que merecido tengo dormir, y aunque dije que no llevaría a nadie esta noche a mi cama, la Catedral y la luna sin que yo me diera cuenta hasta estar sobre la cama, ambas se han metido por la ventana.




lunes, 11 de abril de 2016

Waves....


El mar te quiebra, y vuelves a renacer. Pero como las olas, jamás vuelves a ser el mismo, jamás vuelves a ver la vida como lo era antes.

El agua también cae del cielo, pero esa ya no importa más. Ya no soy tan joven, lo sé; y ya no hay tiempo en mi vida para la nostalgia y la melancolía, lo he asumido. Ya no reconozco ni mi voz.


Ya no suenan las canciones de mamá, tampoco suena Tu y Yo o Tu Sonrisa, ya no estás tú, ni siquiera sé si estoy yo, quizá soy lo que quedó de mi, quizá soy lo que el mar me dice que soy, o lo que no soy. Sigo buscando, sigo buscándome, sigo buscándote.
































sábado, 5 de diciembre de 2015

Siempre empezó a llover....



Siempre empezó a llover
en la mitad de la película,
la flor que te llevé tenía
una araña esperando entre los pétalos.
       
Creo que lo sabías
y que favoreciste la desgracia.
Siempre olvidé el paraguas
antes de ir a buscarte,
el restaurante estaba lleno
y voceaban la guerra en las esquinas.
       
Fui una letra de tango
para tu indiferente melodía.










Autoría: Julio Cortázar





















martes, 24 de noviembre de 2015

Midnight In Paris y la ilusión del loco romántico empedernido.


2011.

Año en que la AMPAS vuelve a otorgar otro premio a Woody Allen y otro año que los vuelve a desairar, pero con que película se los ha ganado esta vez. Déjenme hablarles de mi amor por Medianoche en París.

Con Midnight In Paris, Woody Allen lleva a la realidad que nos permite plasmar la ficción, el sueño de todo escritor de novelas románticas amante de la literatura americana de la generación perdida y los años veinte, ya que nos lleva con los ojos como si fuéramos nosotros mismos, como si fuera nuestra historia la vida de Gil Pender, un americano que viaja con su novia Ines y los padres de ella a la eterna y bella ciudad de la luz mientras sigue trabajando en su primera novela con la que sueña por fin alejarse de las compañías de cine que ruegan por sus historias y sus guiones, y mientras escribe sin querer mostrar aun sus adelantos por no creer que nadie pueda juzgar lo que con tanto amor ha hecho, pasea por la ciudad mientras se embriaga de esa felicidad que sólo la lluvia en esta ciudad puede brindar, cierto día mientras se reúnen en una muestra de vinos franceses con una pareja de amigos de Ines que también están en la ciudad, ellos deciden que quieres ir a bailar cuando salen del lugar, pero Gil insiste que quiere ir a dormir así que se va caminando hasta el hotel mientras Ines se va a bailar. Así que mientras Gil camina perdido por la ciudad, algo ebrio, sin poder hablar con nadie que lo entienda, y sin llegar a su hotel, le da la medianoche en una vieja calle al pie de unos escalones. Cuando las campanas de la medianoche suenan, un viejo Peugeot con un grupo de jóvenes bastante animados llegan hasta donde está él y le dicen que los acompañe a la fiesta, cosa que después de que Gil les expone que se ha perdido y que está algo ebrio decide acompañar a aquel grupo de franceses de los cuales sólo algunos hablan inglés, así que después de recorrer a una París que él no se ha dado cuenta es más vieja de lo que era hace algunas horas, y después de varias copas de Champagne llegan hasta una casa donde la gente que concurre ahí viste de manera muy peculiar, como si se tratara de una fiesta de época, también al llegar Gil nota que al piano hay un pianista bastante diestro que no sólo interpreta las canciones como si fuera el compositor, sino que además es muy parecido a este, en eso llega a interrumpir su razonamiento profundo una mujer bebiendo preguntándole si se encuentra bien, pues lo ve como perdido, -por decirlo de alguna manera para no parafrasearla-, y él le dice que sólo un poco, entonces Gil le pregunta que si ella es Americana, ella le dice que es de Alabama, Gil le dice que es de California, entonces ella le pregunta que a que se dedica, y Gil le responde que es escritor y que está trabajando justamente en una novela, entonces hace llamar a su acompañante que estaba platicando en ese momento con alguien más, entonces ella lo presenta y le dice de donde es, y el joven se presenta como Scott Fitzgerald, entonces Gil le dice que que coincidencia que tengan los mismos nombres de los escritores, ellos preguntan que los mismos nombres de que escritores, entonces Gil les dice que igual que Scott y Zelda Fitzgerald, entonces ellos le dicen que ellos son los únicos Scott y Zeda Fitzgerald entonces Gil un poco aturdido por las coincidencias de la noche y las bebidas que había tomado les dice que sólo hace un rato miraba al pianista y que le creyera o no, él lo había visto en viejas partituras de música, entonces ella le dice, que Cole era un genio que escribía las canciones más hermosas del mundo, y que si ella quisiera podría escribir también pero que su único y verdadero talento era beber, a lo que afirma Scott, entonces Gil les dice que es imposible que él hubiera escrito esas canciones, pues eran demasiado bellas, entonces Scott le pregunta que de que trata su novea, a lo que Gil después de hacer un esfuerzo por contestarle, acabo por sólo cuestionarles donde es a donde se a metido, entonces Scott le pregunta que si no conoce al anfitrión, así que Scott le dice que esa es una pequeña fiesta que han hecho para Jean Cocteau, entonces Gil les dice que si eso es una especie de broma, entonces Zelda les dice que quizá él se siente aburrido, y que ella también lo está, así que convence a Scott para que salgan de ahí, junto con Porter -que era su amigo íntimo- y su acompañante, entonces Scott le pregunta a Gil que si los acompaña, sin el saberlo a conocer a la gente más exquisita y más fascinante que pudiera conocer, una época que nos ha marcado a tantos aun casi un siglo después y de la que no volvería a ver al mundo tan fría y tan esperanzado a la vez como él solía verlo.

Así que mientras deambulan Gil y compañía (y nosotros con ellos) por las calles de un viejo París -que dicho sea de paso fue recreado en España- en los que conocen los lugares más íntimos y prohibidos de aquellos tiempos, que conoce a Ernest Hemingway -mi maestro- en un mítico bar de aquel París, a Geltrud Stein, a Pablo Picasso, a la encantadora Adriana de la que queda perdidamente enamorado, a Buñuel, a Dalí, a Man Ray, a Matisse, y a tantos artistas más mientras cada noche a la media noche brinca y se asoma en más de una época mientras su presente deja de ser cada vez más relevante y lo que creía importante deja de serlo para darle la oportunidad a las sorpresas que esa ciudad deba de darle ya sea en el pasado que todos soñamos o en el presente al que tarde o temprano todos debemos de regresar, sin duda con este filme Woody Allen a recuperado a mucho de su público que con los años lo habían abandonado tras dejar de filmar en su adorada Manhattan y a otros cuantos a los que nos adentra a estos mundos tan de él en los que uno lo que busca más que la magia, o la fantasía o esos mundos tan encantadores, o ese misterio que también se le da muy bien y del cual también sabe explotarlo, lo que uno busca en realidad de los filmes de Allen es ese amor, que muchas veces no llega como uno lo espera.


Por acá pueden encontrar encontrar el dialogo de esta escena




Acá podrán encontrar mi versión de esta escena










Cada quien interpreta a la vida a través de su arte

La elección de "cast" fue perfecto.



Lea Seydoux <3