Producciones "La Vieja Escuela" Presentan:

martes, 28 de julio de 2020

Esto no es Berlín.


La película de Hari Sama (director, escritor, y tío Esteban en la película) que según tendría tintes autobiográficos, se desarrolla durante el año de 1986 en la Ciudad de México, y sigue en particular la historia de Carlos, o charly, un joven de preparatoria que vive su vida como cualquier otro joven de preparatoria de la época, echando golpes con la preparatoria rival, echando desmadre con los amigos, fumando en la casa de su mejor amigo Gera mientras escuchan música de rock y de post-punk. Pero su vida da una completa sacudida a raíz de que la hermana de su mejor amigo, Rita, los invita al Aztec, como pago a un favor hecho por charly a la banda en la que toca, y es en este lugar donde su naturaleza y su cambio en la vida toma cierto rumbo que es el de la experimentación, la mente abierta, rodeados de sexualidad, drogas, arte y todo aquello que marcó aquel año en México.

La propuesta de Hari Sama me parece es muy buena en el aspecto narrativo y estético. Logra a través del recurso de escenas cortas, rápidas y contundentes; ir poniendo en contexto al espectador y esto aligera mucho la trama. La historia como tal ya resulta por si sola atractiva, pero la manera en que Hari la narra, si bien no con una propuesta tan arriesgada, y por momento llegando a caer en sitios comunes, incluso por momentos parecería que decanta, o pone ciertos límites marcados entre el lado bueno y el lado malo que charly tiene, y por qué escoge uno sobre el otro; con el transcurrir de la película esto no llega a tener tanta influencia en la trama ni en la percepción del espectador, y tenemos un discurso sin que se sienta manipulador de ninguna manera, uno agradece en él que no haya dejado nada a media escala, lo que muestra, está bien mostrado, sin inhibición o censura alguna, pero tampoco se siente exhibicionista, todo lo que se ve tiene un porque, está para narrar algo importante de la trama en la película. Hay varias situaciones y relaciones que se narran de manera muy efectiva en la vida de charly, la relación con su madre depresiva, y como esta condición en ella lo lleva a él conocer ciertos medicamentos con los que los jóvenes en el Aztec se drogaban, su relación con su tío, con su hermano, y con muchos de los miembros de aquel peculiar grupo de jóvenes libertinos que se movían entre poesía, super 8, fotografía, y performance en contra del mundial y el trato a la comunidad gay y la falta de apoyo y seriedad por parte de instituciones a un problema que ya en aquellos años empezaba a sonar al rededor del mundo: el SIDA.

(Si bien no toca de manera muy profunda este tema, como si lo hace la francesa 120 latidos por minutos, me agradó mucho más toda la propuesta de Hari sobre la mencionada)

Sin duda, aunque no es muy novedosa su propuesta, o tan rimbombante, a pesar de lo fuerte de su trato, la película bien puede considerarse como una de las mejores películas mexicanas del año pasado, si no me creen, chequen los elogios recibidos en Sundance, Málaga, Munich, Morelia, y véanlo por ustedes mismos en próximos días.



Poker de ases: cine policiaco de cuatro latitudes.


*Título inspirado en las publicaciones habituales sobre cartas del blog argentino "Frodoblog". Las sinopsis de las películas analizadas son sustraídas del portal Filmafinitty.

 


 

Hacía tiempo que un texto no me rondaba tanto la cabeza hasta poder convertirlo en lenguaje, y es que hace mucho no me inquietaba el hecho de escribir un texto bajo el siguiente método: investigar y tener un concepto en general de las obras a exponer, incluso si eso significaba tener que verlas más de una vez al día, y no sólo escribir bajo mi criterio.

En el cine, el género policiaco ha sido muy destacado, a la par del cine de gánsteres, cuya historia podría remontarse, sino de manera conjunta, si de alguna forma entrelazada o simultánea en los años 30's. Ambos géneros nos ha revelado grandes directores de cine, a los que hemos visto explotar al máximo su potencial, ya sea en toda su obra o en algunas de sus mejores películas, como el caso de Howard Hawks, Martin Scorsese, Brian de Palma, Takeshi Kitano, Alfred Hitchcock, entre muchos otros.

Años posteriores de haber visto la luz este género, y demás géneros en los primeros años de desarrollo del cine como un arte completo, dio como resultado que en siguientes décadas, se diera el surgimiento de nuevos géneros a raíz de la base del género policiaco (como el western en los años 60’s, o el mayor: el film noir por allá en los años 50's) y las innovaciones tanto técnicas como una mayor libertad no tan cerrada a las estructuras narrativas creadas por el hollywood clásico antes de la generación de los años 70's, derivó a que directores crearan obras de gran importancia tanto artística, técnica, y narrativamente.

Tanto la última década del siglo pasado, y lo llevado del siglo XXI, no podía quedarse atrás con todo lo aprendido y expuesto por los pioneros no sólo del género, sino del arte cinematográfico en las décadas pasadas. Cada día hay menos restricciones en cuanto al "fondo y forma" en el arte. Es así que, partiendo de esa premisa, he optado por tomar este género como pretexto perfecto para, al hablar de cuatro magistrales películas desde puntos quizá menos explorados, pueda exponer a su vez, el trabajo de sus cuatro directores, entre los cuales, al menos en estas cuatro películas, encuentro similitudes muy valiosas (este comentario quizá en el ramo estético, más que en el narrativo), a pesar del espacio geográfico que los separan, y de no ser todas producciones de la big industry.

 

Seven, David Fincher, 1995.

El veterano teniente Somerset (Morgan Freeman), del departamento de homicidios, está a punto de jubilarse y ser reemplazado por el ambicioso e impulsivo detective David Mills (Brad Pitt). Ambos tendrán que colaborar en la resolución de una serie de asesinatos cometidos por un psicópata que toma como base la relación de los siete pecados capitales: gula, pereza, soberbia, avaricia, envidia, lujuria e ira. Los cuerpos de las víctimas, sobre los que el asesino se ensaña de manera impúdica, se convertirán para los policías en un enigma que les obligará a viajar al horror y la barbarie más absoluta.

 

De los cuatro directores a mencionar y analizar en esta cuarteta de propuestas policiacas, acá está, por una parte, el representante de Hollywood (y, dicho sea de paso, lo mejor del mejor Hollywood), y el director que mejor conoce este género, puesto que más de una de sus películas se mueve en este, y de una manera, cabe destacar; magistralmente lograda.

Dicho lo anterior: ¿por qué mi elección por esta película? La razón quizá se deba por la importancia que Fincher da, además de al género cinematográfico como tal, a la importante presencia que da a sus personajes en sus diferencias y similitudes, y así como a la psicología en ellos, algo que más delante seguiría explorando en su filmografía, sino nada más hay que echarle un ojo a la muy adelantada a su tiempo Fight Club.

Si bien la patología del psicópata al que estos dos detectives van buscando la huella (que cabe decir, es magníficamente interpretado por Kevin Spacey), es siempre la parte medular de lo que los dos detectives exponen, dudan, presentan, exploran y explotan; se nos sugiere todo el tiempo, cual delgada es la línea de los pensamientos entre los dos lados de la moneda. Vemos cómo cada detective a su manera, da con el pensamiento del perpetuador, ya sea a tiempo, o de manera tardía. Es interesante también ver las dos versiones de la figura del responsable que investiga este tipo de casos. Por un lado, tenemos la cara de la moneda nueva, llena de energía, que no le importa quebrantar una que otra regla, con tal de llegar al final (ese final que el personaje jamás habría creído al principio del caso), en cambio la cara de la moneda más madura, con la serenidad de los años, y quizá con el peso de lo perdido, o de lo que sabe, hay que sacrificar en aras de una buena carrera, o de dedicarse en cuerpo y alma a la profesión; trata de hacer ver a su contraparte lo que tiene y que puede perder, al grado de ver que, quizá la cara madura valora y aprecia más las cosas que el otro tiene y que quizá él tuvo y no valoró, o no disfrutó tanto cuando las tuvo.

Dentro de la filmografía propia del director, esta película no sólo es identificable por el género, que como ya he mencionado antes, no es desconocido para él, basta ver títulos como “Zodiaco” y “La chica del dragón tatuado” (otra cosa a señalar del director es que, por lo general dirige guiones adaptados, rara vez trabaja con guiones originales (una de las excepciones es precisamente esta película), y siempre se ha servido de guionistas bastante destacados como Eric Roth, Aaron Sorkin y David Koepp), para ver que este género le ha servido para apuntalar una forma muy libre de narrativa al contar historias que siempre son sugerentes desde un punto de vista “frenético”. Sus planos, sus secuencias, incluso sus texturas a la hora de plasmar en escena, hacen que al momento uno sepa cuando está viendo una película de David Fincher (aunque los otros directores a exponer, tengan, al menos en sus películas policiacas, algo de esta estética), una lectura que va más allá de su paleta de colores y su tendencia a su opaca y oscura esencia.

 

El secreto de sus ojos, Juan José Campanella, 2009.

Benjamín Espósito es oficial de un Juzgado de Instrucción de Buenos Aires recién retirado. Obsesionado por un brutal asesinato ocurrido veinticinco años antes, en 1974, decide escribir una novela sobre el caso, del cual fue testigo y protagonista. Reviviendo el pasado, viene también a su memoria el recuerdo de una mujer, a quien ha amado en silencio durante todos esos años.

 

La introducción para analizar esta película del argentino Juan José Campanella, la cual no es para nada mi favorita en su filmografía, pero si debería a la vez afirmar que estamos ante su mejor obra; es un dato que a mí me parece intrascendente, pero que a muchos cinéfilos les parece importante: esta película le dio a Argentina su segundo Oscar como Mejor Película Extranjera, y un reconocimiento internacional a su director, el cual hoy día trabaja para la industria norteamericana por el lado de la creación de series de televisión.

A mi parecer la película trasciende, y de allí que me haya interesado colocarla en esta cuarteta, sobre obras de cineastas como Bong Joon-ho y Amat Escalante, es el hecho de que además del género en cuestión, entrelaza dos géneros, o corrientes muy interesantes, ambas muy ad-hoc con la historia que adapta J.J. Campanella y su co-guionista Eduardo Sacheri, el autor de la novela homónima en la que se basa dicho guion; y estas son el recurso de la narración del tiempo pasado, y quizá lo que hizo que Campanella quisiera hacer esta película: el romance no culminado.

El lazo que hace que el espectador se enganche en un primer punto con la película es la pareja actoral (la cual hizo su primera aparición con Campanella en la bella comedia romántica “El mismo amor, la misma luna”), lo cual resultaría poco trascendente si la película fuera mediocre, pero la obra de Campanella es muy digna.

La investigación del caso por parte de los dos agentes, la ayuda que representa el personaje de Soledad Villamil, el desenlace del compañero de Espósito y la decisión del padre de la víctima; son elementos que bajo la muy bien orquestada construcción del relato, y todo lo referente a cuestiones técnicas y de producción (la recreación de época es sublime), dan a esta película un sello inequívoco de la gran calidad que J.J. Campanella había mostrado en sus pasadas películas, casi todas con el apoyo del formidable actor, y en cierto grado, contribuyente responsable del éxito de esta película, Ricardo Darín; pero quizá la seriedad del género como tal, cosa que Campanella no había mostrado antes en sus otras películas (aunque, dicho esto, ya había tenido una nominación a premios importante con “El hijo de la novia”) dentro del género de la comedia romántica, fue hasta esta película que se el mundo volteó a ver el gran cine que se hace en Argentina.

 

Prisoners, Denis Villeneuve, 2013

Keller Dover se enfrenta a la peor de las pesadillas: Anna, su hija de seis años, ha desaparecido con su amiga Joy y, a medida que pasa el tiempo, el pánico lo va dominando. Desesperado, decide ocuparse personalmente del asunto. Pero, ¿hasta dónde está dispuesto a llegar para averiguar el paradero de su hija?

 

El caso de Villeneuve es en verdad muy peculiar por un par de motivos: en primer lugar, el hombre mientras aún realizaba sus películas en Canadá, daba ciertos guiños en sus películas al género, sin ser este es verdadero centro de la trama, o mejor dicho, esto no era en realidad lo que brillaba de ellas (todas muy destacables, cabe aclarar, al igual que esta), pero elijo la mencionada película porque, compartiendo el comentario con una de las personas que más sabe de cine que conozco, y buen amigo además, diré que “es una película que gusta hasta al menos cinéfilo”; y no en el sentido más simple o despectivo de la expresión, hay que ser muy buen director para que una película tan buena, y a la vez tan propositiva, guste a todo los diferentes espectadores que tiene este arte.

Muchos pensarán que el gran trabajo de Villeneuve en esta película viene desde la elección del cast, y es verdad. No sólo está compuesto por actores, además de mediáticos, muy talentosos; desde un Hugh Jackman irreconocible, al igual que actores de renombre como Jake Gyllenhaal, Viola Davis, Maria Bello, Terrence Howard, Dylan Minnette, hasta un Paul Dano excelso. Todo el cast parece estar elegido a la medida, sin fallo alguno. Aunado a eso, los personajes están escritos y desarrollados de manera brillante en el estupendo guion realizado por Aaron Guzikowski con total maestría, algo que las otras películas mencionadas no carecen, pero que no se nota de manera tan trascendental como en esta.

La película cuenta con tantos factores a resaltar y analizar, que cabría decir que más que del género policiaco, esta película es una película de suspense (de allí que su nombre en Latinoamérica fuera Intriga), con momentos brillantes en los que incluso se nos da notas de terror, pero lo más importante de esta película sin lugar a dudas es el cuestionamiento que nos plantea: hasta qué punto la victima deja de serlo para, en aras de encontrar la verdad y la justicia, se convierta en victimario.

 

Fallen Angels, Wong Kar-Wai, 1995.

Leon Lai es un asesino a sueldo cansado de su trabajo que se plantea dejarlo. Michelle Reis es una prostituta que, además de buscarle los encargos, le hace el trabajo sucio a Leon. Pero ella vive apasionadamente enamorada de él, aunque nunca se hayan conocido en persona. Lai conocerá a una mujer, Karen Mok, con la que comenzará una relación. Ésta, con el tiempo, coincidirá con Reis y les preparará una cita en la que Lai le confesará sus deseos de retirarse. Reis, sintiéndose rechazada, le preparará un último trabajo. Intercalándose con esta historia nos encontramos con un joven mudo, Takeshi Kaneshiro, que viviendo con su padre tiene una difícil existencia debida a su deficiencia física. Sus días transcurren entre los dispares trabajos nocturnos y servir de consuelo a una joven engañada por su novio.

 

Para Wong Kar-Wai, a pesar de ser conocido por todo cinéfilo que su obra brilla y destaca por película como In the modo for love, 2046, o The Grandmaster, películas más románticas, dramáticas e históricas que de orden policiaco; el género no le es para nada desconocido al autor hongkonés.

Habría que empezar a hablar de su obra como guionista. Antes de ser director de cine, Kar-Wai escribió alrededor de cincuenta guiones para televisión y cine, la gran mayoría para películas sobre policías y criminales, un género muy prolífero en China en la década de los 80’s. Y si esto fuera poco, su ópera prima también es del género policiaco/criminal, la muy conocida As tears go by, no sólo por el hecho de llevar el mismo nombre que la conocida canción de los Rolling Stones, sino por haber sido una ópera prima que llegó a la selección oficial en su momento, y que muchos compararon de manera valiosa y no despectiva, con la fantástica Mean Streets de Martin Scorsese.

En esta hay muchos de los sellos insignia de este magnífico autor: su amor por el bolero, la estupenda y extraordinaria estética y fotografía que es capaz de crear Christopher Doyle, las historias cruzadas (al estilo de Chungking Express), el romance, y la incógnita de saber si el romance se da o no.

Las secuencias de acción son muy particulares en las películas de Kar-Wai, y es algo que muchos críticos alaban, sobre la sobreexposición gráfica, y casi obsena de los realizadores occidentales, y es que dichas secuencias efectuadas por Kar-Wai dan enfoque al acto más que al detalle, se presentan de manera pausada en la que la musicalización, como perfecta acompañante y no como detonante, amalgaman las sensaciones que están producen, aun cuando no se ve a detalle nada; algo que resalta, destaca, y que no tienen en común comparados con los gráficos vacíos y bien enfocados del cine hollywoodense. El cine de Kar-Wai en más de un aspecto es una clase magistral de los importante que es la estética sobre la pretenciosidad buscada a través de la pureza técnica.

Al igual que las demás películas comentadas, que cabría decir es lo que más similitud muestran entre sí, es la libertad que su realizador le da a un género muchas veces encasillado cuando se refiere a las producciones de encargo o de producto, y es la versatilidad que hay tanto en la forma libre de narración, por muy estructurada o convencional que parezca, hasta la importancia estética y su sombría textura en la puesta y en la trama. Películas que reafirman que, un buen director es capaz de realizar buenas producciones, y narrar buenas historias, sin importar el género que sea, y más si es un género tan importante y longevo como la historia misma del cine.


viernes, 24 de julio de 2020

ma chérie


Aún no puedo permitirme llamarte por tu nombre, por miedo a que sepas quien eres, por miedo a que sepas lo que siento yo, pero debo decir que hay una necesidad de escribirte ahora mismo, con una necesidad y unas ansias que hace mucho no había sentido.

No creo que sea casualidad el hecho de que en estos momentos que siento que estoy en la etapa más prolífera creativamente hablando, tú presencia, que realmente tiene poco tiempo en mi vida, sea protagonista de ello, sin querer hacer que esta confesión sea una especie de carga en tu persona, porque no la debe haber, cada quien elige lo que quiere sentir, "uno no elige de quien se enamora, ni elige que cosas a uno lo hieren" dice Jorge Drexler.

Hablando de amor, yo no puedo decirte que estoy enamorado de ti, aunque todo el mundo a mi alrededor que sabe de tu presencia, se empeñen en decir que tarde o temprano terminaré enamorándome de ti. Yo no puedo decir que si o que no, uno no sabe lo que pasará o sentirá luego del tiempo compartido, del contacto, de la conexión, de las piezas; lo único que sé es que te admiro como a muy pocas personas, y sé que la admiración lleva al enamoramiento verdadero, que si sabré yo de eso. Hay algo que siento, pero no sé que es, y eso es intrigante.

Hasta hace unos meses creía que estaba en mi etapa de desapego, de autodestrucción, pero a últimos días, vaya uno a saber si es los primeros tres meses del año, la distancia, el coronavirus, los desvelos, justo cuando menos ha sido el contacto contigo, pero más la presencia en mi pensamiento; siento que estoy más vivo que nunca, quiero estarlo, quiero verte.












miércoles, 22 de julio de 2020

"Músicos" que no me gustan.


Independientemente del género que sean, o que si algunos me parecen en estrictos sentido puritanos, "buenos músicos", simplemente estos grupos, interpretes y demás, no me gustan desde lo que viene siendo su trabajo musical. Acá sólo haré mención, no tiene ni caso mencionar porque su música simplemente no me gusta.


Silverio.
Muy a pesar de lo que diga "su majestad" de las personas a las que no nos gusta su música, quizá sea que no estoy preparado para su música.



Billie Eilish.
A pesar de que creo que al igual que en su momento pasó con Lady Gaga, en el que su estilo estridente opaca la gran calidad de la interprete, sigo sin comprarle su "performance".



Imagine Dragons.
En particular, no soporto esta canción.



Twenty One Pilots.



Maluma.
Y sus respectivos derivados en el género y en sus duetos.



Rosalia.



Dua Lipa.



BTS.



Avenged Sevenfold



Bonus Track: El kommander.
Al igual que lo mencioné con Maluma: y (casi) todos sus semejantes en el género.
*El casi es para que no digan que soy tan intransigente y poco tolerante y completamente generalizante.




lunes, 20 de julio de 2020

Gustos Culposos.


Buscando una forma de cómo empezar a escribir sobre esas películas que me causa un poco de pudor decir que me gustan, que son, incluso algunas; de mis favoritas, y que disfruto mucho ver, me di cuenta que acá puedo encajar perfectamente una frase que le escuché decir alguna vez al actor mexicano Tenoch Huerta, cuando le preguntaban sobre una película que le diera pudor decir que le gustaba porque era mala, a lo que el respondió: "Para mí no es pudor decir que es un gusto culposo porque en realidad es una buena película", y algo así me pasa con la mayoría de las películas que acá enlistaré, porque considero bajo mis estándares críticos que son, sino muy buenas, si con propuestas en algunos aspectos, en todo caso, si las menciono como gusto culposo, es por el género de las películas: La comedia romántica. Pero por si las dudas lo vuelvo a mencionar: la mayoría de las películas en la lista me parecen buenas, pero no puedo hablar por todas.

Sin más entonces, acá les dejo la lista en la que sólo haré mención y dejaré su póster de distribucióm.

Por cierto, a la película que se refería Tenoch Huerta cuando hizo este comentario, era a Loco por Marie.




El mismo amor, la misma lluvia



Una cuestión de tiempo



Serendipity



When Harry met Sally



Dan en la vida real



Click



The big year



Nuestros amantes



Populaire



Armagedon



Bonus track: How I met your mother


jueves, 16 de julio de 2020

Sobre los cambios y la suerte.


Esta publicación quizá sea una de esas publicaciones que menos sentido o más inútiles resulten para el blog, pero aún así no puedo dejarla de escribir.

Trata sobre mi ausencia a últimas semanas en el blog, trata sobre cambios que pasan cuando los tiempos cambian, cuando las personas crecen, y cuando decisiones de terceros (decisiones que aunque duelan, deben tomar tarde o temprano para que ellos estén bien, aunque de momento no se vea tan claro esto) cambian la vida de uno.

Además de atravesar el hecho de ya no vivir con mi familia, familia con la que he vivido prácticamente desde que nací, salvo por algunos lapsos de tiempo no mayores a un año, y siempre teniendo la compañía de al menos un integrante de esta (ya fuera alguno de mis dos hermanos o mi señora madre) por primera vez estoy completamente solo, al menos en este sentido, ya que de una forma u otra, nunca estoy solo.

Quizá de las cosas que más extraño, y que era una de las que más me molestaba, o de las que más me quejaba teniéndolos cerca (ya saben lo que dice el dicho: nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido), es el ruido de mi hermano menor, su corpulenta presencia. Si bien no me puedo jactar de ser una mala persona del todo, y en la medida de lo posible he hecho lo que he querido en la vida, lo que he querido con el corazón, pero tampoco puedo decir que soy el mejor ejemplo a seguir. Con esto quiero decir, en clave de confesión, que no quisiera que mi hermano fuera como yo, yo quiero que él sea completamente feliz, que no se le seque el corazón, como yo lo tengo en cierto grado, y que no se amargue la vida por nimiedades.

La cosa más dura de mudarse, no es el cargar los pesados muebles de un lugar a otro, es convertir un espacio desconocido en un hogar, pasar los primeros días sin dormir sintiendo que invades un lugar que no te pertenece, que fue antes de alguien más, que en ese lugar comieron, rieron, hicieron el amor, vivieron. Recuerdas los ruidos y las texturas del viejo hogar (dice ese otro dicho: uno se acostumbra a todo, incluso a lo malo, al grado mismo de tomarle cariño), recuerdas la sensación de seguridad que te producía escuchar tan de cerca a las personas que viven contigo. Vienen las responsabilidades, los cambios, encomendarse un poco a la suerte, y no soltar viejos hábitos para saber que no estoy del todo solo, que no sentiré la resignación de madurar y cambiar tan fácilmente, o como dirían esas maravillosas letra de Dylan Thomas: "no entres dócilmente en esa buena noche".

Seguimos peleando.




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