lunes, 1 de julio de 2024
"El Editor -Versión Final-", o la atinada congruencia de morir en tu lenguaje.
lunes, 29 de abril de 2024
Las cosas donde ya no estaban: como se ven los amores veinte años después.
miércoles, 3 de mayo de 2023
"Ain´t them bodies saints", de David Lowery.
viernes, 21 de enero de 2022
C'mon C'mon
domingo, 30 de agosto de 2020
Fendas
Fendas ("Rendijas" en portugués) es una película del realizador Carlos Segundo co-producida por Brasil (Aun filmes, Casa da praia y O sopro do tempo) y Francia (Les valseurs), que ha logrado ser selección oficial en varios festivales muy importantes de cine (fuera de los de Clase A, pero de igual manera muy importantes) como la Mostra de Sao Paulo (Brasil) el FID de Marsella (Francia) el Cinequest (EUA) y ahora en el VLAFF (Canadá), entre otros.
La película trata sobre Catarina, una científica dedicada al campo de la física cuántica, que luego de que le notifican de la veterinaria que su gato a desaparecido, se nos empieza a mostrar su vida cotidiana. Parece ser una mujer joven que vivió algún tiempo en Francia y que tiene poco tiempo viviendo en esa pequeña ciudad de Brasil, ya que no conoce a mucha gente, y no conoce mucho las historias y los lugares alrededor. Ella realiza una investigación sobre los espacios sonoros escondidos en las variantes de la luz, para hacer esta investigación, utiliza videos que ella va grabando y documentando de su vida, de su día a día, de su cotidianidad, y los altera, modifica, y expande para tratar de traducir y decodificar estos sonidos que ella asegura son un mensaje, no sabe de donde, ni de quien, pero ella está segura que tienen un por qué. Mientras ella sigue con su investigación, y se aísla aun más en sus pensamientos y soledad, a la vez que las pocas personas con las que tiene contacto en la misma proporción que les parece raro y la sienten solitaria, la comprenden, es que luego de reflexiones con ella misma, sobre pérdidas en su vida, las que ya tuvo y las que vendrán ("mi cuota de ausencias en esta vida ya se agotó"), es que luego de grabar en el muelle, recibe un mensaje que lo cambia todo, a raíz de este los mensajes no dejan de llegar, y ahora Catarina sabe de dónde pueden venir, del pasado, de una dimensión distinta a la nuestra, no lo sabe aún con certeza, pero ahora los escucha; ahora sólo toca esperar si ella tendrá el valor de atender esos llamados.
La película es una especie de suerte no sólo por el género que atiende, que es una clase de ciencia ficción muy intimista e introspectiva, con un alto grado de existencialismo, sino por cómo aborda el tema desde una postura me parece poco explorada, y el tema puntual y central que toca sobre los canales de comunicación que puede encontrar una persona con un duelo alargado, pero también hay una cosa que llama mucho la atención por sobre las otras sin demeritarles o robarles atención alguna, sino por lo contrario, las enriquece aún más: la extraordinaria ejecución para llevarla a la puesta en escena.
Todo lo relacionado con el departamento visual es impecable, la fotografía, el diseño de producción, las tomas, los encuadres, los planos secuencia con cámara al hombro, la composición de cada cuadro, todo está yo diría milimétricamente medido, es por demás deslumbrante e impecable. Y si bien el campo visual es el más presente, el campo sonoro, que también juega un papel importante en cuanto a su manufactura, que es más que excelsa, es el más importante de todos.
Hay tres puntos en los que la mirada del realizador se enfoca, y me parecen llevan mucho el hilo conductor de la narrativa en la película. Por un lado, está el tema de la arquitectura, está por demás presente, y además mostrada de una manera omnipotente, hay tanta importancia en esta, y en gran escala (algo muy parecido a la presencia que tiene en Columbus, pero utilizada para expresar cosas totalmente diferentes), que cuando vemos al personaje de Catarina en estos lugares, se ve por demás disminuida, atenuando aún más la metáfora de su soledad, y de sus reflexiones y monólogos internos. El asunto de Catarina es otro muy completo y complejo (estupenda la actuación de la actriz Roberta Rangel), hay una mirada especial en ella, siempre que se le ve sola, y que no está en algún lugar en torno a la arquitectura del lugar, se le ve en primeros planos, hay un elemento erótico en el contexto de la soledad que me parece se muestra muy sutilmente y está muy bien tratado por el realizador (en este punto me recuerda en algo a la película noruega Thelma). Y el tercer punto va enrollado más en el sentido de las pláticas, tres pláticas que sostiene Catarina con una colega y su único estudiante; son pláticas que se extienden y que usan un sólo plano para desarrollarse, hay un tratamiento de discurso, actuación y guion que se ve demás trabajado, y aunque, como ya lo comenté, son muy extensas, funcionan perfectamente con toda la trama misma, una manera muy distinta a la planteada, y por supuesto también muy bien ejecutada, en la película previamente analizada: Panamá, en la que las extensas pláticas se hacían más dinámicas en cuanto a lo que la cámara proponía
Un asunto más para terminar, que quizá para muchos no será importante, pero que a mi siempre me gusta enmarcar de manera muy especial y celebrada, es la capacidad de directores que arriesgan mucho contando historias diferentes, con un tratamiento distinto desde la ejecución y el género, y que aunque visualmente imponen, no se conforman con realizar películas que sólo se miren bien, sino que trabajan bien sus libretos, y además logran sacar extraordinarios trabajos en menos de 90 minutos, eso es algo que muy pocos pueden manejar, a pesar, de como ya comenté poco antes; esta en particular tiene secuencias muy largas con diálogos extensos y escenas inmóviles. De verdad es un trabajo por demás admirable en este aspecto.
Y finalizo comentando que el final, con el canal de comunicación del más allá o de un tiempo pasado, que hacen a Catarina de algún modo sentir cerca a los que ya no están, el regreso y presencia de una persona real en su vida, y saber que quizá supo antes que nadie de la ausencia de su alumno; hacen que ese "otro" mensaje que llega de una persona de este plano, de este tiempo, o eso quiere creer, que al menos es una persona viva, real (algo muy parecido a lo que expone la película animada Your Name, pero en un tono y un "recurso" totalmente distinto) nos regala una parte epistolar extraordinaria, antes de que ella decida soltar todo en su plano presente, al que los demás se sujetan, para seguir buscando en las hendiduras de la luz y del tiempo.
"Para algunos, el tiempo es cronológico. Para otros, crónico."
martes, 18 de agosto de 2020
Sanctorum.
Sanctorum es una película del director mexicano Joshua Gil, estrenada el año pasado en festivales de cine tanto mexicanos como internacionales. (Por ejemplo, cerró la semana de la crítica del festival de Venecia)
La película habla de como una pequeña comunidad de campesinos en la zona serrana de Oaxaca, enclavado entre un majestuoso bosque, tiene que sobrevivir trabajando la tierra para el crimen organizado, sembrando marihuana; tienen que velar por su comunidad, por su familia, y además enfrentarse por un lado, a los malos tratos de las gente que los despoja de sus tierras, y las autoridades que los trata como delincuentes, y no es luego de una matanza a cargo de los "dueños" de las tierras, que dejan a un niño huérfano, que los restantes de esa comunidad liderados por un maestro que habla de idealismos a los niños que aún quedan entre ellos, que decide emprender la huida y confrontar a la autoridad que viene por ellos a toda costa como si fueran los malos de la historia. Pero la película no es tratada como una ficción sin redención, el director nos propone una "solución" distinta: ¿qué pasaría si los difuntos y los ancestros de estas comunidades orquestaran el fin del mundo por los malos tratos que han tenido que soportar durante tantos y tantos años?
La película es, para mí una obra que hay que considerar, indudablemente, como una película muy aparte (para bien) dentro de las producciones mexicanas de al menos los últimos diez años, las razones son más de una y acá les comentaré sólo algunas. La valía y la apuesta arriesgada de la película empieza desde el idioma, la película casi en su totalidad está hablada en lengua mixe, y con no actores, una de las cosas más arriesgadas, y a la vez más atinadas; pues esto hace, por una parte, hacer que el espectador entre desde un principio en un mundo y una zona del país que es muy poco conocida y explorada, tan poco conocida y explorada es, que las autoridades no les brindan la seguridad que esas pequeñas comunidades necesitan, para el gobierno es más fácil darlos desde antes por criminales, que como victimas, si de algo son culpables, como se menciona en la misma película, es de "saber trabajar la tierra y tratar de sobrevivir". Si el idioma ayuda, como ya lo mencioné, para que desde un principio uno entre y se involucre en la historia, la forma en que se utiliza la luz en toda la película crea un efecto aún más impactante. Hay un empleo de esta tan apabullante, que raya en los extremos de la sobreexposición y la subexposición, que uno empieza a identificar, pero jamás de manera manipuladora, el contraste y la división entre el mundo de los vivos y el de los muertos, la realidad de los que sufren el embate por los hombres que los rodean, y ese mundo de los muertos del que ellos son conscientes, por las creencias milenarias que los acompañan desde que nacen, pero que nosotros podemos ver.
Muy pocas películas mexicanas contemporáneas han llegado por una parte, a crear una película de fantasía tan deslumbrante visualmente hablando (esto por supuesto atiende tanto a la forma en que fotografía tanto los paisajes majestuosos de los bosques, como son tratados los efectos especiales), como tan llena de simbolismos, pocas películas llegan a un realismo mágico digno de una obra apocalíptica escrita incluso por el mismo García Márquez, en una historia que prácticamente tiene de todo (como las escenas de la esposa difunta del maestro). Quizá algunos mencionarían a películas como Vuelven de Issa López, o El sueño del Mara'akame de Federico Cecchetti, (películas que a mí particularmente no me resultan tan bien logradas, o tan redondas como la de Joshua Gil), o incluso Belzebuth de Emilio Portes, o Post Tenebras Lux de Carlos Reygadas (de la que es innegable recordar en la escena del niño buscando a su mamá y las luciérnagas, otro guiño que más de uno asociará al cine de anime japonés. Incluso en las primeras escenas donde hablan un par de parejas, una de ancianos, y una de jóvenes, sobre señales a manera de premonición; en las que vino a mi mente la magnánima obra del húngaro Bela Tarr, El caballo de Turin), pero creo que la película de Joshua, como ya lo mencioné en un principio, está más allá, y si está más allá, es por la propuesta tan valiente que va más allá de como narrar y plasma la historia en la pantalla, sino de la historia tan potente que narra.
La película no se anda en ningún momento por las ramas, como dirían coloquialmente; es fuerte, es directa, (tan fuerte y directa es que nada más hay que ver las escenas que grabaron en los plantíos) habla de frente y fuerte tanto a la violencia como a los que la ejecutan, ya sea del bando que sea. Retrata la lucha de estas comunidades que desde siempre, han tenido que verse sometidos por la gente de las ciudades, la gente de las armas, la gente del dinero y del poder, con tal de defender su patrimonio, su riqueza, su tierra, sus costumbres, y eso se ha hecho más visible y evidente gracias a películas y documentales que muestran las formas en que el gobierno y el crimen organizado operan, como Laberinto Yo'eme de Sergi Pedro Ros, El guardián de la memoria de Marcela Arteaga, incluso el tema de la discriminación a los pueblos indígenas es retratado (en una índole e intimista, cabe aclarar) en Tote_abuelo de María Sojob, y otros tantos más, vemos como o son desplazados, o esclavizados, o exterminados, por muy dura que se escuche esta palabra.
Tan fuerte y desolador es el panorama que nos presenta la película, porque es un reflejo de la realidad; que nos dice desde el poster de la misma, frase que viene de la parte final de la película: "El fin del mundo se acerca. El tiempo de la humanidad ha terminado". Quizá yo rescataría, como conclusión final, algo que dijo el director cuando presentó la película en Morelia el año pasado: “La gran hipótesis del proyecto tiene que ver con tratar de hablar con el capo mexicano, con la criminalización. La población (rural) tiene que encontrar cómo sobrevivir con otro producto que no sea maíz o café porque ya no pagan como debe ser. Posiblemente el fin del mundo sea mejor de lo que estamos viviendo.”
A mí la tesis que me queda al final es: "Que nos ayuden y nos protejan nuestros muertos, porque los vivos, o no pueden o no quieren."
martes, 28 de julio de 2020
Poker de ases: cine policiaco de cuatro latitudes.
*Título inspirado en las publicaciones habituales sobre cartas del blog argentino "Frodoblog". Las sinopsis de las películas analizadas son sustraídas del portal Filmafinitty.
Hacía tiempo que un texto no me rondaba tanto la cabeza hasta poder convertirlo en lenguaje, y es que hace mucho no me inquietaba el hecho de escribir un texto bajo el siguiente método: investigar y tener un concepto en general de las obras a exponer, incluso si eso significaba tener que verlas más de una vez al día, y no sólo escribir bajo mi criterio.
En el cine, el género policiaco ha sido muy destacado, a la par del cine de gánsteres, cuya historia podría remontarse, sino de manera conjunta, si de alguna forma entrelazada o simultánea en los años 30's. Ambos géneros nos ha revelado grandes directores de cine, a los que hemos visto explotar al máximo su potencial, ya sea en toda su obra o en algunas de sus mejores películas, como el caso de Howard Hawks, Martin Scorsese, Brian de Palma, Takeshi Kitano, Alfred Hitchcock, entre muchos otros.
Años posteriores de haber visto la luz este género, y demás géneros en los primeros años de desarrollo del cine como un arte completo, dio como resultado que en siguientes décadas, se diera el surgimiento de nuevos géneros a raíz de la base del género policiaco (como el western en los años 60’s, o el mayor: el film noir por allá en los años 50's) y las innovaciones tanto técnicas como una mayor libertad no tan cerrada a las estructuras narrativas creadas por el hollywood clásico antes de la generación de los años 70's, derivó a que directores crearan obras de gran importancia tanto artística, técnica, y narrativamente.
Tanto
la última década del siglo pasado, y lo llevado del siglo XXI, no podía
quedarse atrás con todo lo aprendido y expuesto por los pioneros no sólo del
género, sino del arte cinematográfico en las décadas pasadas. Cada día hay
menos restricciones en cuanto al "fondo y forma" en el arte. Es así que,
partiendo de esa premisa, he optado por tomar este género como pretexto
perfecto para, al hablar de cuatro magistrales películas desde puntos quizá
menos explorados, pueda exponer a su vez, el trabajo de sus cuatro directores,
entre los cuales, al menos en estas cuatro películas, encuentro similitudes muy
valiosas (este comentario quizá en el ramo estético, más que en el narrativo),
a pesar del espacio geográfico que los separan, y de no ser todas producciones
de la big industry.
Seven,
David Fincher, 1995.
El
veterano teniente Somerset (Morgan Freeman), del departamento de homicidios,
está a punto de jubilarse y ser reemplazado por el ambicioso e impulsivo
detective David Mills (Brad Pitt). Ambos tendrán que colaborar en la resolución
de una serie de asesinatos cometidos por un psicópata que toma como base la
relación de los siete pecados capitales: gula, pereza, soberbia, avaricia,
envidia, lujuria e ira. Los cuerpos de las víctimas, sobre los que el asesino
se ensaña de manera impúdica, se convertirán para los policías en un enigma que
les obligará a viajar al horror y la barbarie más absoluta.
De los cuatro directores a mencionar y analizar en esta cuarteta de propuestas policiacas, acá está, por una parte, el representante de Hollywood (y, dicho sea de paso, lo mejor del mejor Hollywood), y el director que mejor conoce este género, puesto que más de una de sus películas se mueve en este, y de una manera, cabe destacar; magistralmente lograda.
Dicho lo anterior: ¿por qué mi elección por esta película? La razón quizá se deba por la importancia que Fincher da, además de al género cinematográfico como tal, a la importante presencia que da a sus personajes en sus diferencias y similitudes, y así como a la psicología en ellos, algo que más delante seguiría explorando en su filmografía, sino nada más hay que echarle un ojo a la muy adelantada a su tiempo Fight Club.
Si bien la patología del psicópata al que estos dos detectives van buscando la huella (que cabe decir, es magníficamente interpretado por Kevin Spacey), es siempre la parte medular de lo que los dos detectives exponen, dudan, presentan, exploran y explotan; se nos sugiere todo el tiempo, cual delgada es la línea de los pensamientos entre los dos lados de la moneda. Vemos cómo cada detective a su manera, da con el pensamiento del perpetuador, ya sea a tiempo, o de manera tardía. Es interesante también ver las dos versiones de la figura del responsable que investiga este tipo de casos. Por un lado, tenemos la cara de la moneda nueva, llena de energía, que no le importa quebrantar una que otra regla, con tal de llegar al final (ese final que el personaje jamás habría creído al principio del caso), en cambio la cara de la moneda más madura, con la serenidad de los años, y quizá con el peso de lo perdido, o de lo que sabe, hay que sacrificar en aras de una buena carrera, o de dedicarse en cuerpo y alma a la profesión; trata de hacer ver a su contraparte lo que tiene y que puede perder, al grado de ver que, quizá la cara madura valora y aprecia más las cosas que el otro tiene y que quizá él tuvo y no valoró, o no disfrutó tanto cuando las tuvo.
Dentro
de la filmografía propia del director, esta película no sólo es identificable
por el género, que como ya he mencionado antes, no es desconocido para él,
basta ver títulos como “Zodiaco” y “La chica del dragón tatuado” (otra cosa a
señalar del director es que, por lo general dirige guiones adaptados, rara vez
trabaja con guiones originales (una de las excepciones es precisamente esta
película), y siempre se ha servido de guionistas bastante destacados como Eric
Roth, Aaron Sorkin y David Koepp), para ver que este género le ha servido para
apuntalar una forma muy libre de narrativa al contar historias que siempre son
sugerentes desde un punto de vista “frenético”. Sus planos, sus secuencias,
incluso sus texturas a la hora de plasmar en escena, hacen que al momento uno
sepa cuando está viendo una película de David Fincher (aunque los otros
directores a exponer, tengan, al menos en sus películas policiacas, algo de
esta estética), una lectura que va más allá de su paleta de colores y su
tendencia a su opaca y oscura esencia.
El
secreto de sus ojos, Juan José Campanella, 2009.
Benjamín
Espósito es oficial de un Juzgado de Instrucción de Buenos Aires recién
retirado. Obsesionado por un brutal asesinato ocurrido veinticinco años antes,
en 1974, decide escribir una novela sobre el caso, del cual fue testigo y
protagonista. Reviviendo el pasado, viene también a su memoria el recuerdo de
una mujer, a quien ha amado en silencio durante todos esos años.
La introducción para analizar esta película del argentino Juan José Campanella, la cual no es para nada mi favorita en su filmografía, pero si debería a la vez afirmar que estamos ante su mejor obra; es un dato que a mí me parece intrascendente, pero que a muchos cinéfilos les parece importante: esta película le dio a Argentina su segundo Oscar como Mejor Película Extranjera, y un reconocimiento internacional a su director, el cual hoy día trabaja para la industria norteamericana por el lado de la creación de series de televisión.
A mi parecer la película trasciende, y de allí que me haya interesado colocarla en esta cuarteta, sobre obras de cineastas como Bong Joon-ho y Amat Escalante, es el hecho de que además del género en cuestión, entrelaza dos géneros, o corrientes muy interesantes, ambas muy ad-hoc con la historia que adapta J.J. Campanella y su co-guionista Eduardo Sacheri, el autor de la novela homónima en la que se basa dicho guion; y estas son el recurso de la narración del tiempo pasado, y quizá lo que hizo que Campanella quisiera hacer esta película: el romance no culminado.
El lazo que hace que el espectador se enganche en un primer punto con la película es la pareja actoral (la cual hizo su primera aparición con Campanella en la bella comedia romántica “El mismo amor, la misma luna”), lo cual resultaría poco trascendente si la película fuera mediocre, pero la obra de Campanella es muy digna.
La investigación
del caso por parte de los dos agentes, la ayuda que representa el personaje de
Soledad Villamil, el desenlace del compañero de Espósito y la decisión del
padre de la víctima; son elementos que bajo la muy bien orquestada construcción
del relato, y todo lo referente a cuestiones técnicas y de producción (la
recreación de época es sublime), dan a esta película un sello inequívoco de la
gran calidad que J.J. Campanella había mostrado en sus pasadas películas, casi
todas con el apoyo del formidable actor, y en cierto grado, contribuyente
responsable del éxito de esta película, Ricardo Darín; pero quizá la seriedad
del género como tal, cosa que Campanella no había mostrado antes en sus otras
películas (aunque, dicho esto, ya había tenido una nominación a premios
importante con “El hijo de la novia”) dentro del género de la comedia
romántica, fue hasta esta película que se el mundo volteó a ver el gran cine
que se hace en Argentina.
Prisoners,
Denis Villeneuve, 2013
Keller
Dover se enfrenta a la peor de las pesadillas: Anna, su hija de seis años, ha
desaparecido con su amiga Joy y, a medida que pasa el tiempo, el pánico lo va
dominando. Desesperado, decide ocuparse personalmente del asunto. Pero, ¿hasta
dónde está dispuesto a llegar para averiguar el paradero de su hija?
El caso de Villeneuve es en verdad muy peculiar por un par de motivos: en primer lugar, el hombre mientras aún realizaba sus películas en Canadá, daba ciertos guiños en sus películas al género, sin ser este es verdadero centro de la trama, o mejor dicho, esto no era en realidad lo que brillaba de ellas (todas muy destacables, cabe aclarar, al igual que esta), pero elijo la mencionada película porque, compartiendo el comentario con una de las personas que más sabe de cine que conozco, y buen amigo además, diré que “es una película que gusta hasta al menos cinéfilo”; y no en el sentido más simple o despectivo de la expresión, hay que ser muy buen director para que una película tan buena, y a la vez tan propositiva, guste a todo los diferentes espectadores que tiene este arte.
Muchos pensarán que el gran trabajo de Villeneuve en esta película viene desde la elección del cast, y es verdad. No sólo está compuesto por actores, además de mediáticos, muy talentosos; desde un Hugh Jackman irreconocible, al igual que actores de renombre como Jake Gyllenhaal, Viola Davis, Maria Bello, Terrence Howard, Dylan Minnette, hasta un Paul Dano excelso. Todo el cast parece estar elegido a la medida, sin fallo alguno. Aunado a eso, los personajes están escritos y desarrollados de manera brillante en el estupendo guion realizado por Aaron Guzikowski con total maestría, algo que las otras películas mencionadas no carecen, pero que no se nota de manera tan trascendental como en esta.
La
película cuenta con tantos factores a resaltar y analizar, que cabría decir que
más que del género policiaco, esta película es una película de suspense
(de allí que su nombre en Latinoamérica fuera Intriga), con momentos
brillantes en los que incluso se nos da notas de terror, pero lo más importante
de esta película sin lugar a dudas es el cuestionamiento que nos plantea: hasta
qué punto la victima deja de serlo para, en aras de encontrar la verdad y la
justicia, se convierta en victimario.
Fallen
Angels, Wong Kar-Wai, 1995.
Leon
Lai es un asesino a sueldo cansado de su trabajo que se plantea dejarlo.
Michelle Reis es una prostituta que, además de buscarle los encargos, le hace
el trabajo sucio a Leon. Pero ella vive apasionadamente enamorada de él, aunque
nunca se hayan conocido en persona. Lai conocerá a una mujer, Karen Mok, con la
que comenzará una relación. Ésta, con el tiempo, coincidirá con Reis y les
preparará una cita en la que Lai le confesará sus deseos de retirarse. Reis,
sintiéndose rechazada, le preparará un último trabajo. Intercalándose con esta
historia nos encontramos con un joven mudo, Takeshi Kaneshiro, que viviendo con
su padre tiene una difícil existencia debida a su deficiencia física. Sus días
transcurren entre los dispares trabajos nocturnos y servir de consuelo a una
joven engañada por su novio.
Para Wong Kar-Wai, a pesar de ser conocido por todo cinéfilo que su obra brilla y destaca por película como In the modo for love, 2046, o The Grandmaster, películas más románticas, dramáticas e históricas que de orden policiaco; el género no le es para nada desconocido al autor hongkonés.
Habría que empezar a hablar de su obra como guionista. Antes de ser director de cine, Kar-Wai escribió alrededor de cincuenta guiones para televisión y cine, la gran mayoría para películas sobre policías y criminales, un género muy prolífero en China en la década de los 80’s. Y si esto fuera poco, su ópera prima también es del género policiaco/criminal, la muy conocida As tears go by, no sólo por el hecho de llevar el mismo nombre que la conocida canción de los Rolling Stones, sino por haber sido una ópera prima que llegó a la selección oficial en su momento, y que muchos compararon de manera valiosa y no despectiva, con la fantástica Mean Streets de Martin Scorsese.
En esta hay muchos de los sellos insignia de este magnífico autor: su amor por el bolero, la estupenda y extraordinaria estética y fotografía que es capaz de crear Christopher Doyle, las historias cruzadas (al estilo de Chungking Express), el romance, y la incógnita de saber si el romance se da o no.
Las secuencias de acción son muy particulares en las películas de Kar-Wai, y es algo que muchos críticos alaban, sobre la sobreexposición gráfica, y casi obsena de los realizadores occidentales, y es que dichas secuencias efectuadas por Kar-Wai dan enfoque al acto más que al detalle, se presentan de manera pausada en la que la musicalización, como perfecta acompañante y no como detonante, amalgaman las sensaciones que están producen, aun cuando no se ve a detalle nada; algo que resalta, destaca, y que no tienen en común comparados con los gráficos vacíos y bien enfocados del cine hollywoodense. El cine de Kar-Wai en más de un aspecto es una clase magistral de los importante que es la estética sobre la pretenciosidad buscada a través de la pureza técnica.
Al igual que las demás películas comentadas, que cabría decir es lo que más similitud muestran entre sí, es la libertad que su realizador le da a un género muchas veces encasillado cuando se refiere a las producciones de encargo o de producto, y es la versatilidad que hay tanto en la forma libre de narración, por muy estructurada o convencional que parezca, hasta la importancia estética y su sombría textura en la puesta y en la trama. Películas que reafirman que, un buen director es capaz de realizar buenas producciones, y narrar buenas historias, sin importar el género que sea, y más si es un género tan importante y longevo como la historia misma del cine.
viernes, 12 de junio de 2020
Right now, wrong then: el sutil arte de un magnánimo director.
Antes de empezar a escribir este texto, mi idea era escribir sobre la película mencionada en el título, pero una vez que meditaba sobre lo que escribiría con ciernes en esta publicación, me di cuenta que basándome en ella, bien lo podría utilizar para profundizar aún más en la filmografía del que seguro es uno de los directores surcoreanos más importantes de lo que va del siglo. En el caso particular de su servidor, para mí es el más importante, por encima de los muy mediáticos y galardonados Park Chan-wook y Bong Joon-ho (que aunque si a esas vamos, el cineasta a comentar tiene más galardones en diferentes festivales del mundo de la serie A hasta la C), por supuesto que me refiero a Hong Sang-soo.
Hong Sang-soo bien podría ser una especie de Woody Allen coreano, no por los temas ni las formas que emplea en su cine, sino por lo prolífero que es desde que está en activo en este arte, pues en los 24 años que tiene en el mundo del cine, ha realizado 26 trabajos audiovisuales. Y si bien, no hace categóricamente una película por año como Woody Allen, hay años en los que hace hasta tres película en uno, de ahí que quiero partir de un año en particular que es clave para que por fin el cine del coreano sea más visible de las grandezas que el circuito de festivales le ha dado: el 2017.
miércoles, 13 de mayo de 2020
"Tote (abuelo)" de María Sojob, y las formas del documental mexicano.
Una constante que yo he comentado y expuesto mucho, tanto aquí, como en otros sitios en los que escribo, en las oportunidades que he tenido de escribir sobre óperas primas, es que se da mucho el hecho de que las directoras y directores nóveles decidan retratar una historia que raye en lo personal, algo que represente un tema muy importante en sus vidas, sobretodo en el documental. En el cine de ficción, también se da, pero no con tanta frecuencia como en el documental donde quizá además, es la manera en que mejor se plasma, y llega al espectador lo que el o la realizadora querían expresar. Tote (abuelo) de María Sojob es un buen ejemplo de esto.
Documental dirigido y narrado por María Sojob, que en momentos de reflexión en los que la cámara documenta pasajes y sitios comunes ya sea en su vida presente, o su pasado, ya sea recordado o sin recordar, incluso en un pasado antes de ella pero que pertenece a la historia en su familia, expone las preocupaciones por la perdida de su identidad luego de haber abandonado su comunidad y las formas en que se diferencian las formas de demostrar el amor y el cariño entre la gente tzotzil y la gente de la ciudad.
Para recuperar la idea de su identidad, de su historia, y quizá camino a comprender las maneras de su familia por comunicar el afecto entre sus integrantes, literalmente entramos al documental como la directora entra a ese camino de terracería para encontrarse con su abuelo, un hombre mayor que se dedica a su tierra, a su ganado, y a tejer sombreros. Mientras vemos a este hombre tejer, María muestra sus pláticas con él de manera presente, no sólo como si fuera un interrogatorio, o mientras las personas delante hablan y la cámara registra (como lo hace con gran destreza Everardo González en la reciente Yermo, con un discurso que entrelaza historias de personas en distintos desiertos en el mundo, en donde vemos sus testimonios y costumbren con poderosas imágenes poéticas de estos sitios y una música más que excepcional), sino más en forma de una plática de una nieta con su abuelo queriendo saber sobre la vida de este. En esta parte vemos planos y encuadres convencionales bien ejecutados, muy parecidos a los que recurre Olivia Luengas en Lejos del sentido (documental por demás bellísimo, valioso y necesario sobre la enfermedad de su hermana y las cosas que atraviesan en familia por ello, haciendo de éste un relato de amor, que no se centra en una crítica directa al sistema de salud pública en México, aunque claramente la hay sutilmente, y muy bien empleada), pero hay más cosas en el trabajo de María.
La plática/testimonio del abuelo, revela la aún más dura discriminación que vivían las comunidades indígenas del sur de nuestro país hace cincuenta años, con un relato que involucra piedras y la historia de San Cristóbal de las Casas. entrelaza los lapsos de plática con su abuelo con momentos propios de reflexión y pláticas con su madre (que nunca se muestra en pantalla) y cómo los testimonios del abuelo y de la madre, nos dan versiones de una misma realidad desde la perspectiva de dos personas: primeramente, la del abuelo que fue obligado a trabajar y no estudiar, y que con todo y que fue un hombre duro con sus hijos, les dio estudio y todo para que no les faltara nada, y la manera en que él se enfoca en ello, en cambio la madre de María, aunque reconoce el hecho de que la hayan dejado seguir estudiando y salir de la comunidad, siendo ella aún una niña, recuerda la parte dura de su infancia, a esa le da más peso, y así María dice no recordar que su mamá o su papá le hablaran en la lengua de su comunidad (de hecho esto se manifiesta de igual manera en la forma en que María se comunica con su abuelo y con su madre: con él habla tzotzil, con ella español), ni palabras de amor por parte de ella, sólo las pláticas de lo que las mujeres en su tiempo, y tiempos antes de ella, como su abuela fallecida (hay un par de apariciones de la esposa de su abuelo, que le dan el toque puntualísimo de humor al documental), tenían que sufrir, pero también reconoce que su mamá aún con esta manera de querer, no con palabras, pero si con hechos, con estar presente, la hicieron la mujer que es, y que a pesar de vivir en la ciudad, y aprender las maneras de querer de la ciudad, quiere enseñar a sus dos hijas, a quienes dedican este trabajo, ambas maneras de querer, y no olvidar sus raíces, hablándoles todo el tiempo en tzotzil, como sus pláticas con su abuelo, en el que ella encuentra su historia, y él encuentra, a pesar de no creerlo en un principio, a una aprendiz.
La innegable similitud, tanto por el tema como por el ejercicio que raya entre el ensayo y lo inmersamente personal, que une a Tote (abuelo) a documentales como Tio Yim de Luna Marán y La danza del hipocampo de Gabriel Domínguez, y en la que radica no sólo una especie de cine para comunidades, sino que es un cine que representando a comunidades en específico dentro de la riqueza cultural en nuestro país, es dirigido y encaminado con un mensaje por demás universal: el amor por la familia y la historia detrás de nuestra propia existencia.
Traigo a colación estos trabajos, además de los motivos ya mencionados, porque gracias a ellos, y no por otras grandes películas de otras cinematografías, o películas de ficción, es que encuentro la forma en que yo concibo o veo la manera más loable de hacer cine y narrar historias a través de este arte: haciendo que el discurso expresado en la narración sostenga a la película, al tiempo que la pantalla nos muestra otro discurso, y esto se expresa en Tote (abuelo) en los lapsos en que María reflexiona sobre sus memorias, sobre sus propias inquietudes de identidad, al igual que lo hace Luna Marán, y en el caso de La danza del hipocampo el ejercicio es aún más rico, porque toda la película se sostiene de esta manera. Olivia Luengas hace lo propio en Lejos del sentido, cuando al principio nos muestra con una pantalla en negro distorsionada los sonidos que su hermana escucha en sus ataques, para que casi al final Olivia, de una brillante manera cinematográficamente hablando, los represente. Incluso, mientras escribo esto, recuerdo el extraordinario cortometraje documental Espasmos de la memoria dirigido por la paisana Jackelyn González, cuya manera de realización es precisamente esta: el discurso que se da a través de la narración y el discurso que se da a través de la imagen, y como estos por lapsos pueden estar unidos, o no, y enriquecer dos lenguajes, una experiencia, y también de alguna manera saber, que si bien la imagen en el audiovisual es imprescindible, si la idea y la experimentación lo quieren, pueden prescindir de ella, o al menos en una idea convencional o perfecta.
Decía Hitchcock que si una película es buena, se puede ir el audio y aún así entender perfectamente lo que está ocurriendo en pantalla, yo opino que lo mismo pararía si la cosa fuera al revés: que la imagen se fuera de la pantalla y nos quedáramos sólo con el discurso expuesto en el audio, eso podría sostener el discurso de un buen documental.
domingo, 22 de marzo de 2020
Charlas de cinéfilos #3
J: -Acá filmaron algunas escenas de "Los Misterios de la Fe", ¿cierto?
A: -Si, aquí en este multifamiliar.
E: -Acá también se grabó una parte de esta película en la que sale Omar Chaparro y este otro comediante que se parece a él, con Karla Souza.
J: -Si sé cual dices. No recuerdo su nombre.
E: -Yo tampoco, que por cierto no sabes el show que se hizo con eso, se les salió de control, luego el director estaba arrepentido de haber elegido este lugar para grabar, pero sacaron la escena. Y es que luego si da el aspecto de ser un multifamiliar de la Ciudad de México.
A: -Y es curioso que lo diga señor porque muchas veces suelo elegir lugares muy parecidos a la Ciudad de México sabiendo que es una de las ciudades que menos me gusta.
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E: -Este puente tiene un aspecto muy parecido a los que hay en la Ciudad de México. De hecho estaba pensando utilizarlo en uno de mis siguientes cortos, pero ya me lo ganó señor.
A: -Todavía no está listo el corto, así que usted puede utilizarlo primero si estrena antes que yo.
[...]
J: -Hace un rato que "A" mencionaba sobre los lugares parecidos a la Ciudad de México en los que han filmado, este puente peatonal a mí me recuerda mucho a uno que aparece en la película de "Te Prometo Anarquía".
A: -Es otra cosa que es muy recurrente en mi, tener cosas en común con películas que no me gustan.
J: -Justo me pasa lo mismo, los dos "experimentos audiovisuales"* que tengo me resultan muy parecidos a lo que hace Terrence Malick, sabiendo que es un director que no me gusta nada.
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J: -Interesante el recorrido que ha tenido Angelica, ¿no? Nacida en Ciudad de México, residente durante muchos años en Guatemala y Los Ángeles, muy similar al andar de Julio Hernández Cordón, que es nacido en Guatemala, y vivió en Los Ángeles y después en la Ciudad de México donde estudió en el CCC. Hablando de las conexiones. Y ahora filmando un cortometraje con los Cinéfagos.
A: -Ya sé. No le gustó mucho nuestro trabajo a Julio cuando lo conocimos.
J: -¿En serio?
E: -Si. Lo tuvimos en un taller de como hacer cine de bajo presupuesto.
A: -Nos dijo que nuestro corto era demasiado "vanguardista"* [...] íbamos preguntando a la gente en el ex-cuartel dónde estaba Pancho Villa, puesto que Doroteo Arango es una de las figuras, mejor dicho, la figura que yo más admiro, de ahí que hice "Mi General"
J: -Pues mira que no esperaría un comentario como ese de Julio, en vista de sus primeras películas, como "Gasolina" y "Hasta el sol tiene manchas".
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*Entrecomillo las palabras que tienen el asterisco porque no recuerdo en realidad las palabras que se dijeron en ese preciso momento, pero seguro son algo muy parecido a las que escribo. En general la transcripción es como yo la recuerdo, igual y algo cambié u omití, pero traté de ser lo más fiel. En el primer entrecomillado escribo "experimentos audiovisuales" porque no me atrevo a decir que lo que yo he realizado hasta ahora sean cortometrajes, pero eso espero ya dentro de muy poco corregir.
jueves, 6 de febrero de 2020
El lamento de los cetáceos de cristal.
El pasado jueves 30 de enero en el recinto de la Alianza por la lengua Francesa de La Paz, tuvo su presentación el libro Charlas de café, vol. III, de la editorial jalisciense Proyección Literaria.
La presentación del libro tuvo lugar en La Paz, debido a que uno de los muchos autores que aparecen en la magnífica compilación (la mayoría de la ciudad de Guadalajara) es un reconocido artista multidisciplinario radicado en nuestra ciudad: Daniel Olimón.
Autodidacta en más de un sentido, aunque no se jacta de una virtud omnipotente, sino que sabe apreciar y hacer mención a quien le ayudó a pulir su arte, Daniel Olimón colabora en este libro con su extraordinario poemario El lamento de los cetáceos de cristal, pero plus adicional a esto, porque muchos se preguntarán: ¿Por qué escribir sobre un poema en un espacio dedicado al cine? En primera, porque todo arte se conecta, y la poesía y el cine han tenido una relación desde siempre muy estrecha. Mencionar sólo algunos ejemplos destacados de cómo el cine y la poesía han comulgado en ese espacio oscuro que de repente se llena de luz e imágenes en una pantalla frente a nosotros y nos hace entrar a una dimensión de la cual no sabemos qué o quién saldrá, vendrían a mi mente a bote pronto títulos como Canciones de segundo piso de Roy Andersson, El lado oscuro del corazón de Eliseo Subiela, o la más contemporánea Paterson de Jim Jarmusch. Y en segunda, por la presentación del cortometraje inspirado en el poemario de Daniel Olimón.
Alejandro Savant, escritor y músico además de realizador audiovisual, adaptó los primeros dos cantos del poemario y realizó a mi parecer un extraordinario trabajo en el que sintiendo en primera lectura, la esencia del poema con ese vigor que Daniel Olimón impregna en sus letras, a base de experiencia personal (esto lo digo como suposición) como los más grandes poetas, también podemos encontrar un gran valor interpretativo del autor audiovisual sobre la lectura dada al poema, y la comprensión y el sentir de la obra. En pocas palabras: vemos pulcro la esencia del poema, en un trabajo completamente autoral de quien lo adapta a su arte. Otra lectura dada y también un valor agregado que hay que reconocerle a Alejandro Savant, es la capacidad de mostrar al autor no como el realizador del poema detrás de la presentación, sino en su esencia pura, la humana, la real; la que no sólo se debe mostrar como el artista, en pocas palabras: muestra al autor, no sólo a la creación del artista. Si bien todo artista, es artista de tiempo completo, su vida está llena también de otros complementos: familia, rutinas, lo que permite que el arte nos hable, y eso aún es más presente en los artistas independientes como Daniel Olimón.
El trabajo de ambos artistas es muy respetado, y es indispensable a mi parecer no dejar pasar la oportunidad de exhibir, mostrar, dialogar y divulgar desde nuestra trinchera, por muy pequeña que esta sea, las expresiones artísticas que tienen lugar en nuestra península. ¿Son buenas o malas? Eso cada espectador lo deducirá. Por lo pronto, conociendo la obra de ambos artistas, yo sólo puedo brindar por el valor arrojado que tienen ambos al mostrar arte diferente, que no se limita en experimentar, que es pasional, un arte que te mueve cosas, un arte que es digno de admirarse, al menos desde mi percepción.
Acá les comparo el cortometraje en cuestión.
Ficha técnica del cortometraje:
Título: El lamento de los cetáceos de cristal
Duración: 3:12
Productora: Imaginecosmos
Dirección, adaptación y edición: Alejandro Savant
Asistente de dirección y fotografía: Itzú Martínez
Idea original y productor: Daniel Olimón
Actuación: Abril Picos (ella) y Daniel Olimón (él)