Producciones "La Vieja Escuela" Presentan:

Mostrando las entradas con la etiqueta Cine Asiático. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Cine Asiático. Mostrar todas las entradas

miércoles, 1 de febrero de 2023

A short story



Un gato, un espantapájaros, tres bichos raros y una niña; son todo lo que necesitó el joven realizador chino Bi Gan, para crear esta hermosa y conmovedora fábula, que me parece una de las mejores obras realizadas en el 2022, y que ha sido hasta ahora mi película favorita en lo que va del 2023.

Mas allá de los palmares y festivales que tiene el cortometraje de casi 15 minutos de duración (nombrado el mejor cortometraje en Cannes, San Sebastián, el NYFF y en Toronto) la simpleza y toda la magia alrededor de este trabajo tiene como enseñanza, porque las fábulas no funcionan si no tienen una moraleja en su discurso, es que nada está perdido, y ningún esfuerzo es en vano, si lo que quieres dar lo haces desde el corazón.


La metáfora del gato que, queriendo retribuir y recuperar el amor de una niña a la que perdió por su naturaleza de gato, sigue el consejo de un espantapájaros, su único amigo, a quien ayuda a cumplir su único propósito en la vida, que es volar para andar en el aire con sus amigos, esos a los que presuntamente tiene que alejar, al cual libera mediante el fuego. El gato emprende un viaje, vestido con la ropa de su amigo, en busca de tres bichos raros que lo aconsejarán para lograr su cometido. En este viaje de descubrimiento, será puesto a prueba para ver si lo que quiere es digno y genuino, o sólo un charlatán que busca lo tangible, superficial y material de la vida, y en estas pruebas el gato tendrá que desprenderse de cosas, es así que el gato, que piensa ha sido engañado, va al reencuentro de la niña, obsequiándole aquello a lo que su sacrificio fue digno, y ahí es donde aparece la belleza de la vida, eso que aunque tangible, es efímero.


El trabajo de Bi Gan, hace que uno recuerde no sólo a sus dos obras maestras previas, "Kaili blues" y "Largo viaje hacia la noche", y no sólo hablando en el estricto sentido de la palabra de la forma, con un alto contenido de planos generales, una paleta fría y planos secuencias extendidos y deslumbrantes; sino también en el fondo. El lenguaje de la obra que se desenvuelve en el plano onírico, poético e inmersivo, hacen que el espectador tenga la sensación de estar en el más plácido de sus sueños, uno en el que no entiende muy bien lo que pasa, hasta que culmina y llega uno al final del viaje. La pieza musical que sólo incurre en dos breves y bellos momentos, hacen que la experiencia sea aún más potente, sin necesidad de que haya malicia en el trabajo que Bi Gan hace cual mago representando el acto que lo hace llorar.

Una de las cosas que hacen más hermoso y disfrutable el camino que simboliza este cortometraje, es que su realizador hecha mano de las herramientas más nobles, básicas y mágicas con las que los primeros maestros del cine harían de este arte el "arte de los sueños", pues vemos desde el montaje de la cámara en un vagón vestido de habitación sobre las vías del tren y en movimiento, hasta el acto de crear una escena, y todo el discurso en ella reproduciéndola en reversa, algo que las nuevas generaciones tildarán de novedoso e ingenioso (y que en cierta medida por supuesto que lo es) pero que es algo que se utilizaba muy frecuentemente en las primeras películas sonoras, y en el cine mudo por supuesto, esa magia real y tangible que ha venido desapareciendo por la inmediatez y superficialidad de lo virtual, la pantalla verde, el CGI. La verdadera magia del cine que desaparece como las imágenes reveladas en las viejas cintas de celuloide.

Inevitablemente uno recuerda al ver la belleza de la obra de Bi Gan, otras obras maestras de notables directores en el mundo que ven en el cine ese arte de transmitir pensamientos y emociones más que un vehículo para adoctrinar o hacer dinero. Obras de Hayao Miyasaki, Hirokasu Kore-eda, y Wong Kar-wai.

Una historia de pensamientos en la que convergen pasado, presente y futuro, para encontrar la cosa más preciosa del mundo, y darlo a alguien, aunque sea un ser sin rumbo o destino, y no se tenga nada más que dar que la propia voluntad de lo que uno es y a lo que uno es digno por la intención de dar.



miércoles, 16 de marzo de 2022

Drive my car.





Desde mi percepción, siento que el cine asiático, llámese, surcoreano, tailandés, chino, hongkonés, japonés, etc.; es uno de los cines más libres que hay, sino es que el más, y por ende, para mí es el cine más genuino.

Esta breve introducción para hablar de la que es sin lugar a dudas una de las películas más interesantes del 2021, que ha recogido desde su estreno en Cannes un sinfín de premios en festivales y elogios de la crítica especializada, por supuesto hablo de "Drive my car" de Ryusuke Hamaguchi.

Hablo de cine libre cuando hablo del cine asiático porque suele ser un cine cuya narrativa no se somete a los estándares hollywoodenses más arraigados, si bien en la manufactura hay un por qué de cada cosa, ya en la obra no tiene que haber cosas decantadas o preconcebidas como tal. Las obras de cineastas como Lee Chang-dong, Bong Joon-ho, Hong Sang-soo, Apichatpong Weerasethakul o Bi Gan no lo han dejado muy en claro.

Hacer una sinopsis sobre la película me parece quitaría mucho del encanto de la misma, ya que puede resultar muy confusa escribir sobre ella resumiendo cosas vitales del relato, lo cual me parece acá es vital ver lo que el cine de esta región del planeta hace con la narrativa para apreciar la obra, no se puede separar el fondo de la forma, de ahí que este cine nos de, casi siempre, obras realmente dignas de ver y de comentar.

"Conduce mi carro" es desde mi percepción, historias de personas perdonándose por cosas que no hicieron, personas que más que culpables de cometer alguna falta, son víctimas de faltas que otros hicieron con ellos, y que por no poder afrontar esas faltas ni recriminar a sus agresores a tiempo, sienten culpabilidad por lo que sus pensamientos pudieran haber ocasionado o desencadenado, a pesar del amor.

Algunas sub-tramas que a mí me parecieron maravillosas y que también atienden directamente a la forma, es estas relaciones que se tejen de manera muy directa y diferente entre director/actor y entre los mismos actores, háblese en el teatro o en el cine, hay ejercicios muy interesantes que a uno lo atrapan de manera muy profunda. También el elemento de los diferentes lenguajes a los que da cabida el arte, está más que magistralmente planteado en la obra de Hamaguchi, al igual de los paralelismos del protagonista con la obra que está montando, en torno a temas como la traición y el amor.

La parte más poderosa y bella de la película es cómo los protagonistas, van creando un lazo sin palabras, conducidos por el automóvil imperceptible, como lo menciona uno de ellos, y la voz de su esposa muerta. Ese lazo de a poco se va intensificando hasta llegar a esa hermosa parte final, y ese cierre enigmático.

Quizá a mi consideración lo único que tiene en contra la película es su duración, si bien yo no tuve problemas al respecto con esto, más por cómo la forma de alguna manera también acá tiene un protagónico insustituible en forma de un largo prólogo de más de 40 minutos. Pero en las escenas de las lecturas de guion, aunque la mayoría son intensas y con mucho sentido, en algunas uno se llega a desconectar un poco de la situación por la que atraviesa el protagonista principal.

Aún con eso, me parece es una de las películas más bellas del 2021, una expresión más de la cultura e los países asiáticos, en el que se muestra como el respeto es primordial, como las emociones en ellos son contenidas, más no poco intensas, y que cuando estas salen a la luz, (en este punto vemos unas fabulosas actuaciones por parte de todo el reparto) son de la forma más auténtica y sincera que puede haber, y que los lazos que hacen en la vida, una vez hechos, no se rompen jamás.










domingo, 4 de abril de 2021

Apuntes sobre “Days of being wild”.

 


Si tres palabras pueden definir la segunda película de la más que prolífica obra del realizador hongkonés Wong Kar-Wai, y que por supuesto, al ser un autor en toda la extensión de la palabra, se conectan con el resto de su obra, estas serían: desamor, boleros y destino. (Y una hermosísima Maggie Cheung)

 

Si bien la película no goza de la estética y belleza de las películas con las que se le vincula como una trilogía (In the modo for love, 2046), ya están muy claras las bases de su cine que encanta a tanto romántico empedernido. Un ave que vuela ya estando muerta, la triste historia de Su Li-zhen, que justifica el por qué siempre huye, y una introducción al mítico personaje de Chow Mo-wan, hacen de esta película una cita obligada para todo cinéfilo.

 

En esta película Kar Wai, lejos de las demás en las que parece sólo dos o tres personajes son los que llevan el mando de la historia, en esta es capaz de narrar y compaginar las historias de cinco personajes muy importantes, sólo después lo haría de nuevo en la americana Mis noches púrpura, película que si bien no es del todo olvidable (aunque muchos la odien), no tiene el grado de obra maestra como en el resto de su filmografía, donde incluso su última película, The Grandmaster del lejano 2013, sigue siendo fiel a su lenguaje, a su obra, y una clase magistral sobre la importancia de la edición en una película.


Al igual que con la posterior Chungking Express, (que es la única película junto con Fallen Angels y Mis noches púrpura que no son de época) Kar Wai juega con el destino y entrelaza a personajes en escenarios que pareciera no tienen importancia, pero que sin embargo, van revelando detalles que al final son imprescindibles para la historia de cada uno, y que los hacen justificables a sus actos, un elemento que se ve mucho en el cine de Kieslowski, y es algo que seguiría utilizando en sus demás películas Kar Wai, aunque no con tal importancia o notoriedad como esta. La pasión es elemental, más que en Deseando Amar, pero no tanto como en 2046.


martes, 28 de julio de 2020

Poker de ases: cine policiaco de cuatro latitudes.


*Título inspirado en las publicaciones habituales sobre cartas del blog argentino "Frodoblog". Las sinopsis de las películas analizadas son sustraídas del portal Filmafinitty.

 


 

Hacía tiempo que un texto no me rondaba tanto la cabeza hasta poder convertirlo en lenguaje, y es que hace mucho no me inquietaba el hecho de escribir un texto bajo el siguiente método: investigar y tener un concepto en general de las obras a exponer, incluso si eso significaba tener que verlas más de una vez al día, y no sólo escribir bajo mi criterio.

En el cine, el género policiaco ha sido muy destacado, a la par del cine de gánsteres, cuya historia podría remontarse, sino de manera conjunta, si de alguna forma entrelazada o simultánea en los años 30's. Ambos géneros nos ha revelado grandes directores de cine, a los que hemos visto explotar al máximo su potencial, ya sea en toda su obra o en algunas de sus mejores películas, como el caso de Howard Hawks, Martin Scorsese, Brian de Palma, Takeshi Kitano, Alfred Hitchcock, entre muchos otros.

Años posteriores de haber visto la luz este género, y demás géneros en los primeros años de desarrollo del cine como un arte completo, dio como resultado que en siguientes décadas, se diera el surgimiento de nuevos géneros a raíz de la base del género policiaco (como el western en los años 60’s, o el mayor: el film noir por allá en los años 50's) y las innovaciones tanto técnicas como una mayor libertad no tan cerrada a las estructuras narrativas creadas por el hollywood clásico antes de la generación de los años 70's, derivó a que directores crearan obras de gran importancia tanto artística, técnica, y narrativamente.

Tanto la última década del siglo pasado, y lo llevado del siglo XXI, no podía quedarse atrás con todo lo aprendido y expuesto por los pioneros no sólo del género, sino del arte cinematográfico en las décadas pasadas. Cada día hay menos restricciones en cuanto al "fondo y forma" en el arte. Es así que, partiendo de esa premisa, he optado por tomar este género como pretexto perfecto para, al hablar de cuatro magistrales películas desde puntos quizá menos explorados, pueda exponer a su vez, el trabajo de sus cuatro directores, entre los cuales, al menos en estas cuatro películas, encuentro similitudes muy valiosas (este comentario quizá en el ramo estético, más que en el narrativo), a pesar del espacio geográfico que los separan, y de no ser todas producciones de la big industry.

 

Seven, David Fincher, 1995.

El veterano teniente Somerset (Morgan Freeman), del departamento de homicidios, está a punto de jubilarse y ser reemplazado por el ambicioso e impulsivo detective David Mills (Brad Pitt). Ambos tendrán que colaborar en la resolución de una serie de asesinatos cometidos por un psicópata que toma como base la relación de los siete pecados capitales: gula, pereza, soberbia, avaricia, envidia, lujuria e ira. Los cuerpos de las víctimas, sobre los que el asesino se ensaña de manera impúdica, se convertirán para los policías en un enigma que les obligará a viajar al horror y la barbarie más absoluta.

 

De los cuatro directores a mencionar y analizar en esta cuarteta de propuestas policiacas, acá está, por una parte, el representante de Hollywood (y, dicho sea de paso, lo mejor del mejor Hollywood), y el director que mejor conoce este género, puesto que más de una de sus películas se mueve en este, y de una manera, cabe destacar; magistralmente lograda.

Dicho lo anterior: ¿por qué mi elección por esta película? La razón quizá se deba por la importancia que Fincher da, además de al género cinematográfico como tal, a la importante presencia que da a sus personajes en sus diferencias y similitudes, y así como a la psicología en ellos, algo que más delante seguiría explorando en su filmografía, sino nada más hay que echarle un ojo a la muy adelantada a su tiempo Fight Club.

Si bien la patología del psicópata al que estos dos detectives van buscando la huella (que cabe decir, es magníficamente interpretado por Kevin Spacey), es siempre la parte medular de lo que los dos detectives exponen, dudan, presentan, exploran y explotan; se nos sugiere todo el tiempo, cual delgada es la línea de los pensamientos entre los dos lados de la moneda. Vemos cómo cada detective a su manera, da con el pensamiento del perpetuador, ya sea a tiempo, o de manera tardía. Es interesante también ver las dos versiones de la figura del responsable que investiga este tipo de casos. Por un lado, tenemos la cara de la moneda nueva, llena de energía, que no le importa quebrantar una que otra regla, con tal de llegar al final (ese final que el personaje jamás habría creído al principio del caso), en cambio la cara de la moneda más madura, con la serenidad de los años, y quizá con el peso de lo perdido, o de lo que sabe, hay que sacrificar en aras de una buena carrera, o de dedicarse en cuerpo y alma a la profesión; trata de hacer ver a su contraparte lo que tiene y que puede perder, al grado de ver que, quizá la cara madura valora y aprecia más las cosas que el otro tiene y que quizá él tuvo y no valoró, o no disfrutó tanto cuando las tuvo.

Dentro de la filmografía propia del director, esta película no sólo es identificable por el género, que como ya he mencionado antes, no es desconocido para él, basta ver títulos como “Zodiaco” y “La chica del dragón tatuado” (otra cosa a señalar del director es que, por lo general dirige guiones adaptados, rara vez trabaja con guiones originales (una de las excepciones es precisamente esta película), y siempre se ha servido de guionistas bastante destacados como Eric Roth, Aaron Sorkin y David Koepp), para ver que este género le ha servido para apuntalar una forma muy libre de narrativa al contar historias que siempre son sugerentes desde un punto de vista “frenético”. Sus planos, sus secuencias, incluso sus texturas a la hora de plasmar en escena, hacen que al momento uno sepa cuando está viendo una película de David Fincher (aunque los otros directores a exponer, tengan, al menos en sus películas policiacas, algo de esta estética), una lectura que va más allá de su paleta de colores y su tendencia a su opaca y oscura esencia.

 

El secreto de sus ojos, Juan José Campanella, 2009.

Benjamín Espósito es oficial de un Juzgado de Instrucción de Buenos Aires recién retirado. Obsesionado por un brutal asesinato ocurrido veinticinco años antes, en 1974, decide escribir una novela sobre el caso, del cual fue testigo y protagonista. Reviviendo el pasado, viene también a su memoria el recuerdo de una mujer, a quien ha amado en silencio durante todos esos años.

 

La introducción para analizar esta película del argentino Juan José Campanella, la cual no es para nada mi favorita en su filmografía, pero si debería a la vez afirmar que estamos ante su mejor obra; es un dato que a mí me parece intrascendente, pero que a muchos cinéfilos les parece importante: esta película le dio a Argentina su segundo Oscar como Mejor Película Extranjera, y un reconocimiento internacional a su director, el cual hoy día trabaja para la industria norteamericana por el lado de la creación de series de televisión.

A mi parecer la película trasciende, y de allí que me haya interesado colocarla en esta cuarteta, sobre obras de cineastas como Bong Joon-ho y Amat Escalante, es el hecho de que además del género en cuestión, entrelaza dos géneros, o corrientes muy interesantes, ambas muy ad-hoc con la historia que adapta J.J. Campanella y su co-guionista Eduardo Sacheri, el autor de la novela homónima en la que se basa dicho guion; y estas son el recurso de la narración del tiempo pasado, y quizá lo que hizo que Campanella quisiera hacer esta película: el romance no culminado.

El lazo que hace que el espectador se enganche en un primer punto con la película es la pareja actoral (la cual hizo su primera aparición con Campanella en la bella comedia romántica “El mismo amor, la misma luna”), lo cual resultaría poco trascendente si la película fuera mediocre, pero la obra de Campanella es muy digna.

La investigación del caso por parte de los dos agentes, la ayuda que representa el personaje de Soledad Villamil, el desenlace del compañero de Espósito y la decisión del padre de la víctima; son elementos que bajo la muy bien orquestada construcción del relato, y todo lo referente a cuestiones técnicas y de producción (la recreación de época es sublime), dan a esta película un sello inequívoco de la gran calidad que J.J. Campanella había mostrado en sus pasadas películas, casi todas con el apoyo del formidable actor, y en cierto grado, contribuyente responsable del éxito de esta película, Ricardo Darín; pero quizá la seriedad del género como tal, cosa que Campanella no había mostrado antes en sus otras películas (aunque, dicho esto, ya había tenido una nominación a premios importante con “El hijo de la novia”) dentro del género de la comedia romántica, fue hasta esta película que se el mundo volteó a ver el gran cine que se hace en Argentina.

 

Prisoners, Denis Villeneuve, 2013

Keller Dover se enfrenta a la peor de las pesadillas: Anna, su hija de seis años, ha desaparecido con su amiga Joy y, a medida que pasa el tiempo, el pánico lo va dominando. Desesperado, decide ocuparse personalmente del asunto. Pero, ¿hasta dónde está dispuesto a llegar para averiguar el paradero de su hija?

 

El caso de Villeneuve es en verdad muy peculiar por un par de motivos: en primer lugar, el hombre mientras aún realizaba sus películas en Canadá, daba ciertos guiños en sus películas al género, sin ser este es verdadero centro de la trama, o mejor dicho, esto no era en realidad lo que brillaba de ellas (todas muy destacables, cabe aclarar, al igual que esta), pero elijo la mencionada película porque, compartiendo el comentario con una de las personas que más sabe de cine que conozco, y buen amigo además, diré que “es una película que gusta hasta al menos cinéfilo”; y no en el sentido más simple o despectivo de la expresión, hay que ser muy buen director para que una película tan buena, y a la vez tan propositiva, guste a todo los diferentes espectadores que tiene este arte.

Muchos pensarán que el gran trabajo de Villeneuve en esta película viene desde la elección del cast, y es verdad. No sólo está compuesto por actores, además de mediáticos, muy talentosos; desde un Hugh Jackman irreconocible, al igual que actores de renombre como Jake Gyllenhaal, Viola Davis, Maria Bello, Terrence Howard, Dylan Minnette, hasta un Paul Dano excelso. Todo el cast parece estar elegido a la medida, sin fallo alguno. Aunado a eso, los personajes están escritos y desarrollados de manera brillante en el estupendo guion realizado por Aaron Guzikowski con total maestría, algo que las otras películas mencionadas no carecen, pero que no se nota de manera tan trascendental como en esta.

La película cuenta con tantos factores a resaltar y analizar, que cabría decir que más que del género policiaco, esta película es una película de suspense (de allí que su nombre en Latinoamérica fuera Intriga), con momentos brillantes en los que incluso se nos da notas de terror, pero lo más importante de esta película sin lugar a dudas es el cuestionamiento que nos plantea: hasta qué punto la victima deja de serlo para, en aras de encontrar la verdad y la justicia, se convierta en victimario.

 

Fallen Angels, Wong Kar-Wai, 1995.

Leon Lai es un asesino a sueldo cansado de su trabajo que se plantea dejarlo. Michelle Reis es una prostituta que, además de buscarle los encargos, le hace el trabajo sucio a Leon. Pero ella vive apasionadamente enamorada de él, aunque nunca se hayan conocido en persona. Lai conocerá a una mujer, Karen Mok, con la que comenzará una relación. Ésta, con el tiempo, coincidirá con Reis y les preparará una cita en la que Lai le confesará sus deseos de retirarse. Reis, sintiéndose rechazada, le preparará un último trabajo. Intercalándose con esta historia nos encontramos con un joven mudo, Takeshi Kaneshiro, que viviendo con su padre tiene una difícil existencia debida a su deficiencia física. Sus días transcurren entre los dispares trabajos nocturnos y servir de consuelo a una joven engañada por su novio.

 

Para Wong Kar-Wai, a pesar de ser conocido por todo cinéfilo que su obra brilla y destaca por película como In the modo for love, 2046, o The Grandmaster, películas más románticas, dramáticas e históricas que de orden policiaco; el género no le es para nada desconocido al autor hongkonés.

Habría que empezar a hablar de su obra como guionista. Antes de ser director de cine, Kar-Wai escribió alrededor de cincuenta guiones para televisión y cine, la gran mayoría para películas sobre policías y criminales, un género muy prolífero en China en la década de los 80’s. Y si esto fuera poco, su ópera prima también es del género policiaco/criminal, la muy conocida As tears go by, no sólo por el hecho de llevar el mismo nombre que la conocida canción de los Rolling Stones, sino por haber sido una ópera prima que llegó a la selección oficial en su momento, y que muchos compararon de manera valiosa y no despectiva, con la fantástica Mean Streets de Martin Scorsese.

En esta hay muchos de los sellos insignia de este magnífico autor: su amor por el bolero, la estupenda y extraordinaria estética y fotografía que es capaz de crear Christopher Doyle, las historias cruzadas (al estilo de Chungking Express), el romance, y la incógnita de saber si el romance se da o no.

Las secuencias de acción son muy particulares en las películas de Kar-Wai, y es algo que muchos críticos alaban, sobre la sobreexposición gráfica, y casi obsena de los realizadores occidentales, y es que dichas secuencias efectuadas por Kar-Wai dan enfoque al acto más que al detalle, se presentan de manera pausada en la que la musicalización, como perfecta acompañante y no como detonante, amalgaman las sensaciones que están producen, aun cuando no se ve a detalle nada; algo que resalta, destaca, y que no tienen en común comparados con los gráficos vacíos y bien enfocados del cine hollywoodense. El cine de Kar-Wai en más de un aspecto es una clase magistral de los importante que es la estética sobre la pretenciosidad buscada a través de la pureza técnica.

Al igual que las demás películas comentadas, que cabría decir es lo que más similitud muestran entre sí, es la libertad que su realizador le da a un género muchas veces encasillado cuando se refiere a las producciones de encargo o de producto, y es la versatilidad que hay tanto en la forma libre de narración, por muy estructurada o convencional que parezca, hasta la importancia estética y su sombría textura en la puesta y en la trama. Películas que reafirman que, un buen director es capaz de realizar buenas producciones, y narrar buenas historias, sin importar el género que sea, y más si es un género tan importante y longevo como la historia misma del cine.


viernes, 12 de junio de 2020

Right now, wrong then: el sutil arte de un magnánimo director.




Antes de empezar a escribir este texto, mi idea era escribir sobre la película mencionada en el título, pero una vez que meditaba sobre lo que escribiría con ciernes en esta publicación, me di cuenta que basándome en ella, bien lo podría utilizar para profundizar aún más en la filmografía del que seguro es uno de los directores surcoreanos más importantes de lo que va del siglo. En el caso particular de su servidor, para mí es el más importante, por encima de los muy mediáticos y galardonados Park Chan-wook y Bong Joon-ho (que aunque si a esas vamos, el cineasta a comentar tiene más galardones en diferentes festivales del mundo de la serie A hasta la C), por supuesto que me refiero a Hong Sang-soo.

Hong Sang-soo bien podría ser una especie de Woody Allen coreano, no por los temas ni las formas que emplea en su cine, sino por lo prolífero que es desde que está en activo en este arte, pues en los 24 años que tiene en el mundo del cine, ha realizado 26 trabajos audiovisuales. Y si bien, no hace categóricamente una película por año como Woody Allen, hay años en los que hace hasta tres película en uno, de ahí que quiero partir de un año en particular que es clave para que por fin el cine del coreano sea más visible de las grandezas que el circuito de festivales le ha dado: el 2017.

En el año 2017 estrena tres películas de gran maestría, tanto por su discurso, su forma y su simpleza, justo en este orden las películas son: On the beach at night alone, The after day y La cámara de Claire. Esta última bastante peculiar su realización, ya que Sang-soo, sólo con su cámara, con su actriz recurrente, la bella Kim Min-hee, y la experiemntada y muy fan del director coreano, Isabelle Huppert; graba esta película en Cannes, mientras un año atrás presentaba su película Yourself and yours (que de hecho sale en la película como parte de la promoción que se le está haciendo a la película) en un tiempo titánico de cinco días.

El cine del coreano tiene inequívocos signos y sellos de un autor nato, que su arte reside tanto en temas, formas de construcción de un poderoso relato, e inquietudes siempre presentes en el discurso de sus películas. Con esto -como suelo explicarlo cuando hablo de un cineasta fuera de la concepción comercial y normal en las películas norteamericanas- no quiero decir que todas sus películas sean iguales o traten de lo mismo, el arte de ver el cine de Sang-soo es determinar los puntos entre si, en base a pequeñas diferencias en estas, ver por ejemplo que si bien todas sus películas hablando en su puesta son en más de un sentido económicos y minimalistas, desde el cast que conforman no sólo cada escena, sino la película en si (una de las tantas cosas por las que a este cineasta se le considera un alumno destacado de la escuela creada por Bresson y Rohmer por la objetividad y realismo en su cine), como estas giran en planos muy largos con apenas minúsculos movimientos de cámara, con la presencia del zoom para puntualizar en picos dramáticos de los discursos de sus personajes que son tan poderosos en sus expresiones como en los diálogos y la intensidad en estos. Pero vemos por ejemplo que en The after day, la historia en blanco y negro (con rasgos muy similares al cine de Philippe Garrel) de un editor que tiene una relación fuera del matrimonio con su secretaria, quien lo deja y después la vacante es ocupada por una chica que es aspirante a escritora y que recién empieza a trabajar, la esposa del editor arremete contra ella pensando que ella era la amante de su marido, vemos en esta película otro sello en la filmografía del director que corresponde más a la narrativa que a la puesta en escena: la elipsis del tiempo conjugado. En más de una de sus películas podemos ver el constante juego y cambio entre el pasado, el presente y el futuro (como también lo hace en la muy romheriana La cámara de Claire, historia de una chica que es despedida por meterse con un director de cine, que es el esposo de su jefa, y que se queda en Cannes a deambular por sus calles en lo que puede tomar su avión de regreso a Seul, hasta que se encuentra a Claire, que con su cámara, parece arreglar todo. Y en esta película si bien no hay saltos tan drásticos en el tiempo de meses o de días, como en On the beach at night alone, si son presentes, y además definidos, de horas y sucesos), algo que permite y obliga al espectador a no permanecer pasivo e involucrarse aún más con los enredos no sólo de los personajes y sus emociones, sino también con en entendimiento de la historia y su posición en el tiempo.




El arte y la finesa de Hong Sang-soo llega a un tope más que insuperable en Right now, wrong then, ya que pone su postura de realizador en escena, y de alguna manera somos participes de un juego en el cual no sabemos que postura debemos tomar, si la del asombro o la de la indignación, ¿por qué digo esto? Porque en esta película Sang-soo nos dice a la cara: "vean como los estoy <<engañando>> vean cómo entran en mi juego". Ya sea que se lo tomen a bien o a mal, para mí es un verdadero asombro.

La película está compuesta por la historia de un director de cine independiente que llega un día antes a la ciudad en la que va a presentar su más reciente película, mientras deambula por el lugar, llega a un templo y se encuentra con una joven que busca su lugar en el mundo a través de la pintura a la que luego de revelarle su identidad, la invita a tomar un café. Este hombre, que en un principio se presenta a si mismo como una persona que busca poder estar con una mujer, hace todo lo posible para que esa mujer sea esta joven, aún cuando su asistente de dirección está enamorada de él. Es así que vemos como éste par pasa todo el día juntos, él hace todo para estar con ella, incluso mentirle sobre lo que opina de sus pinturas, los vemos platicar, beber, embriagarse, al final de la noche van con unos amigos de ella y es aquí que las cosas terminan mal luego de que resaltan a la luz verdades y detalles que el director había ocultado a la chica sobre su vida. Al día siguiente, él con una resaca de lo bebido el día anterior, desquita su frustración con los espectadores de su película (en una escena muy similar a la del discurso del escritor en Anomalisa), esa es la primera parte de la película, en la segunda mitad es donde viene la magia del artista, el engaño al que nos veremos sometidos.

La segunda parte de la película es exactamente lo mismo, sólo con pequeñas diferencias en los diálogos, la puesta de cámara y movimientos efectuados en ella, vemos una actitud diferente en el personaje del director, y en consecuencia, una actitud diferente en la joven pintora, el engaño está en no saber que determinan a ciencia cierta estos cambios, pero aún así caer y estar absortos con la maravilla de lo que se está generando frente a nosotros, aunque en teoría estemos viendo lo mismo, sin ser lo mismo por minúsculos movimientos articulados tanto por guion y montaje. Estos pequeños cambios hacen que el cometido del personaje del director en la película se realice, quizá no del todo, pero aún así con la honestidad que presenta en la segunda versión, le da una satisfacción de una conexión real.

Hong Sang-soo en su afán de mostrar lo complejo de las relaciones humanas y mostrando como esta complejidad se hace presenta y se puede desmontar en la trivialidad y los juegos rutinarios de las pláticas, nos muestra un cine de prosa que desmantela todo discurso elevado de pretenciosidad y genera con elementos muy básicos y simples -en el buen sentido de la palabra- un cine que muy pocos realizadores en nuestro siglo, puede ostentar poder llegar con una sencillez a esos picos de sensibilidad artística, como lo hace este autor.










miércoles, 13 de mayo de 2020

El Vigilante, de Diego Ros.




Una de las películas mexicanas que yo he esperado ver en los últimos cinco años, luego de que fuera acreedora en el 2017 del Ariel a Mejor Ópera Prima, es la mencionada en el título.


La película va de Salvador, un hombre que una mañana llega a su trabajo en una construcción, donde funge como vigilante, y se entera que encontraron al amanecer una camioneta con un muerto cerca de la construcción, como la persona honesta y responsable que es, notifica a su patrón que la camioneta tiene desde la noche anterior, entonces Salvador es llevado con el policía que toma las declaraciones, y Salvador le dice que su compañero vio llegar a la camioneta la noche antes mientras él hacía su ronda habitual nocturna, este pide interrogar al compañero, pero Salvador le dice que entra hasta la tarde, el policía le da su tarjeta y le pide que lo llame una vez que este llegue. A partir de este momento, van pasando cosas en el lugar, que van llevando en un laberíntico viaje lleno de suspenso durante toda la noche que es narrada a lo largo de la película, y por toda la construcción a Salvador, quien tenía una razón más que especial para no estar en su trabajo esa noche, pero su honestidad y responsabilidad, caras que muy pocas veces se muestran en nuestro cine, y que son necesarias, hacen que no pueda salir, al principio pareciera en contra de su voluntad, pero después se queda por voluntad propia hasta que resuelva todo pendiente, incluso si tiene que jugarse la vida en el acto, cosa que jamás sucede, pues cosas que pareciera pasaban (con un tono surrealista), y que asustarían al más notable agente protagónico del thriller que me mencionen, Salvador logra resolver, para al final, al amanecer poder por fin salir del misterio, y volver a casa justo como llegó, por el mismo sitio, con la noticia que le brinda luz y esperanza después de haber vivido quizá su noche más oscura.


Más allá de la forma en que la ópera prima del novel Diego Ros explora y expone la figura del mexicano trabajador, hay que hablar de la forma en que expone este relato en su conjunto, forma que muy pocas veces ha sido llevada a la pantalla en el cine mexicano de nuestros tiempo (y además, de manera tan brillante), y que en la época de oro, y la misma historia del cine ha tenido tanta notoriedad: le film noir.

Quizá de las cosas que ayudan a que el relato de la película tome la fuerza que toma es el hecho de que el director da un peso muy importante a la forma en que la misma cámara narra los hechos: siempre con una distancia considerable en la que a través de sus "gran planos generales" deja transcurrir las tomas y episodios en los que Salvador transita y recorre toda la construcción buscando pistas, sin mucha interacción o interrupción del director, ya sea en forma de música o montaje innecesario, y que en contraparte, cuando se lleva al plató a Salvador con momentos de reflexión o descubrimiento, literal y figurativamente se le alumbra y a través de "primeros planos" lo vemos iluminarse. Ambas técnicas narrativas, acompañadas de una magnífica fotografía destacada en oscuros (realizada por Galo Olivares. Si, ese que no fue reconocido por su trabajo en Roma), ayudados por la oscuridad de la noche y las luces de la ciudad en el edificio en construcción que destacan las sombras deambulando de Salvador por todo el lugar, y los fuegos artificiales de una noche de 15 de septiembre, y sin dejar de mencionar el gran tiempo y ritmo que acompañan a las escenas, y el doble merito que logra la película en crear un relato tan sólido en menos de 80 minutos, llevan a la película a un estado de gracia en el género, algo que grandes como Hitchcock o Huston llevaron a la perfección, y que como lo comenté al principio, muy pocas veces se ha llevado hoy día a la puesta en el cine mexicano y de manera tan brillante, a pesar de que hoy día, y hace unos años, pareciera teníamos la coyuntura histórica y social perfecta, desafortunadamente,  para plasmar historias a través de este género.

Tener que lidiar con cuestiones personales, de ineptitud por parte de su compañero, con corrupción y amenaza que atenta no sólo su vida, sino posiblemente la vida de los demás, y ver morir a una persona accidentalmente (aunque al principio no pareciera que así era) mientras un nacimiento se daba en otro lado, hacen ver a este hombre como una especie de héroe en nuestros días en que pareciera los héroes son todopoderosos y quieren tener control sobre la vida de los demás (el discurso fascista que siempre reprocharé a las películas de Marvel y DC), este héroe de carne y hueso, real y loable, existe entre nosotros, y sale a trabajar todos los días en pro de su familia, y que su buen trabajo pueda dar seguridad a otras personas, mientras hace el bien, aunque en el acto tenga que mentir quizá para salvar la vida propia en mas de una ocasión, porque conoce lo podrido del sistema.

Si la película funciona, además de las cosas ya mencionadas y que reflejan las buenas decisiones tomadas por su director (con detalles verdaderamente menores para lo que consigue Diego), la película no tendría ningún sentido si no tuviera la actuación de su protagónico, en verdad hay que aplaudir de pie a Leonardo Alonso. El realismo que impregna, pero a la vez con tal presencia, peso y personalidad que brinda a su personaje, hace que no haya reparo en sentir algo fuera de lugar, una verdadera gema entre las actuaciones más destacadas de los últimos años en el cine mexicano, y lo respalda con todo mérito, su premio a Mejor Actor en el Festival Internacional de Cine de Morelia.

Pocas películas logran con una idea tan original, respetando tan magistralmente un género tan valioso en la historia del cine, lo que hace El Vigilante, y que sea una película mexicana, es doblemente satisfactorio. Pero como siempre, hay un negrito en el arroz: ¿Cuántas personas pudieron ver esta película en su estreno en festivales en el 2016? ¿Cuántas personas la pudieron ver cuando en el 2018 tuvo su estreno comercial? ¿Cuántas saben de la existencia de películas tan loables como esta hoy día? Yo, que desde entonces sabía de su existencia, y con la terquedad de buscar y querer ver este cine que representa y tiene calidad y apuesta por otras formas de representar la realidad en ficciones bien logradas, la he podido ver hasta hace unas semanas, 4 años después de su estreno (hay que decir, gracias al Festival Internacional de Cine de Morelia por su magnífica idea de compartir películas a través de su sitio por la contingencia que nos azota hoy día), ¿qué podrán decir muchas personas que al igual que yo viven en provincia y que no conocen de las ofertas que festivales, más que lo que anuncian las carteleras de los dos grandes exhibidores de cine por excelencia del país y las películas hollywoodenses que se anuncian en la televisión?


domingo, 5 de abril de 2020

Un elefante sentado y quieto.


Hu Bo fue un joven cineasta chino que hace un par de años sorprendió al mundo por dos actos que marcaron al cine. El primero, su magnánima ópera prima, el segundo, su suicidio después de haberla terminado.

Dudé mucho si debía escribir o no sobre esta obra, eso fue mientras la veía y corrían las primeras dos horas de la película (la cual dura 235 minutos) pero al terminar de verla supe que había algo detrás de esta cinta y que el director nos decía sobre la realidad en la vida de los que reciben golpes todo el tiempo hasta culminar en una explosión.

La película narra la historia de cuatro personajes que se conectan en algún punto del camino que trazan a escapar de su realidad, de su vida, de su dolor, de su miseria, camino que se ve forzado por un hecho violento, ya sea que lo comenzaran ellos mismos o el azar que siempre se encarga de golpear al menos privilegiado, ninguno de los cuatro al comienzo del día tiene decidido cual será el destino de cada uno, ni que buscan terminar en el mismo lugar, en donde dicen que un elefante se sienta y permanece quieto y en silencio, pero nadie, ni el ser más fuerte, o el más noble, puede estar toda la vida quieto y en silencio buscando aparentar lo que los otros nos piden, o lo que debemos de hacer, llega un punto, en el punto de quiebre, o como la forma anunciada del final, en el que el elefante barrita.

Esta obra para muchos no podrá ser más que una larga película con planos secuencia bien trabajados en los que se muestran cuatro vidas que se ven marcadas por tragedias ya sean provocadas por ellos mismos o el destino, muchas veces ni siquiera provocada por ellos, mismos, sólo el hecho de conocer a un implicado de la miseria, o estar en el sitio equivocado a la hora equivocada. Para esos muchos no será nada que no hayamos visto antes (las películas a las que podría haberme referido no las mencionaré porque no creo sea necesario), pero si la vemos teniendo el antecedente de lo que fue la vida, o mejor dicho, el final del realizador, se puede dar una lectura completamente diferente.

Wei Bu, un joven de bachillerato que por defender el honor de su amigo acusado de ladrón sin querer tumba de las escaleras al brabucón de la escuela; Yu Cheng, un joven ya en los veintitantos que no es más que un vago y que presencia el suicidio de su mejor amigo luego de que este lo descubre con su esposa, y que además de eso tiene que encargarse de quien mandó a su hermano al hospital; Wang Jin, un hombre mayor que busca ser echado de su casa por su hijo y que pierde lo único que amaba y lo mantenía en ese lugar; y Ling, una chica que es arrastrada a ese torbellino por un video obtenido del celular robado y que su madre alcohólica no le muestra ni apoyo ni cariño; son los cuatro ángulos de este cuadrado, ángulos que por momentos podrían notarse como egoístas, mezquinos, egocéntricos, pero nada más alejado de la realidad. Ellos lloran, ellos creen, ellos ayudan, ellos aconsejan, así el destino y los "otros" sigan pateándolos y tirándolos al suelo, pero no pueden tolerar eso todo el tiempo. En realidad el título de la película bien podría ser la metáfora misma de estos personajes de la vida real que reciben golpes y golpes de la vida que siempre es igual, tan siniestra como hermosa, incluso para el más privilegiado, pero que para los que no lo son los ratos de agonía se aletargan, haciendo creer que la mejor salida es la huida, la emprendida en un autobús puede distraer un poco la pena y buscar a un elefante que se sienta y permanece quieto y en silencio, pero tarde o temprano la pena vuelve, no te deja superar, como Wang Jin le dice a Wei Bu, la única salida para estos seres parece ser, como la propia película lo sugiere al principio, como el propio director así lo perpetró, es el suicidio.

La realización de la película me parece por demás magistral, hay un control de la forma y su ejecución que uno se queda deslumbrado, prodigiosos largos planos secuencia en los que se sigue a este grupo de personajes por separado, y en cortos lapsos en par, o con demás personajes de relleno. La atmósfera que se crea a través de su nítida fotografía es una extensión tanto de lo tenso de la sociedad china en diferentes vertientes como el crecimiento en su población o el desmedido desarrollo industrial en varias zonas del país, del problema propio que atraviesan con la crisis climática, y el estado anímico y emocional de los cuatro azotados. De igual manera la presencia de la música es un recurso que deja perplejo hasta al más indiferente o insensible, pocas notas, presencia fugaz, pero que siempre llega en un punto climático, el punto exacto entre salto y salto de personaje, hacen aún más potente el recurso de los planos secuencia, hay una sola parte en la que el recurso falla y se sustituye por una secuencia con muchos cortes en la que se da el encuentro entre Wei Bu y Yu Cheng, encuentro que hace que ambos se den cuenta que bien podrían ser el reflejo del otro, años antes o años después, como Ye Chung se lo decía a Wei Bu en su primer encuentro cuando no sabía que era él. Ese encuentro hace que Ye Chung no pueda llegar al destino deseado, y el amigo ladrón de Wei Bu se una al destino marcado por el realizador.

Tan podría ser la metáfora del elefante la vida de estos personajes que la primera mitad de la película los vemos sometidos por los ataques perpetuados en sus existencias, y que aunque reniegan de la misma, ya lo ven como un estado natural, en lo que, si bien los vemos desplazarse durante todo el día de un lado a otro, en realidad están estáticos, por más que se mueven y hablan, no se mueven de donde están, hasta llegada la segunda mitad en la que de alguna manera hay una explosión de cada uno, hay un revelarse ante sus condiciones, a cada uno le llega de manera diferente, ya sea a través del perdón, a través de un grito desgarrador, a través del hurto, o a través de la propia violencia de quien nos arruina nuestra vida con actos de rechazo cuando deberían de ser de amor. Incluso, si usted así lo quiere interpretar, como a mí se me ocurrió al final, la metáfora del elefante sentado y quieto podríamos ser nosotros mismos, por las cuatro horas que nos deja la película observando el fatídico desenlace que algunas vidas tienen, sólo por no adaptarse a un mundo muy complejo, y en el que no sólo nuestros buenos actos o deseos lo rigen.




miércoles, 22 de enero de 2020

Películas favoritas de los últimos 10 años.



Incendies - Denis Villeneuve - 2010



Shame - Steve Mcqueen - 2011



Amour - Michael Haneke - 2012



Enemy - Denis Villeneuve - 2013



Los insólitos peces gato - Claudia Sainte-Luce - 2013



Güeros - Alonso Ruizpalacios - 2014



Hagen y yo - Kornél Mundruczó - 2014



The lobster - Yorgos Lanthimos - 2015



Nuestra pequeña hermana - Hirokazu Kore-eda - 2015



Te prometo anarquía - Julio Hernández Cordón - 2015



Toni Erdmann - Maren Ade - 2016



Café society - Woody Allen - 2016



Porto - Gabe Klinger - 2016



You were never really here - Lynne Ramsay - 2017



A ghost story - David Lowery - 2017



Columbus - Kogonada - 2017



Faces places - Agnes Varda, JR - 2017



Sueño en otro idioma - Ernesto Contreras - 2017



Burning - Lee Chang-Dong - 2018



Largo viaje hacia la noche - Bi Gan - 2018



Loveless - Andrey Zvyagintsev - 2017



Paterson - Jim Jarmusch - 2016





Con muchas ganas de que también aparecieran: Manchester by the sea - Whiplash - Post tenebras lux - Before midnight - The grandmaster - De tal padre, tal hijo - Foxcatcher - Clouds of sils María - Straight outta compton - El hijo de Saul - Capitán fantástico - Sing street - La luz entre los océanos - Paris puede esperar - Dunkirk - Shape of water - First reformed - Amante por un día - La libertad del diablo - Cómprame un revolver - 22 balas - Sobrevivir a la vida - La vida de los peces - Interestelar - El regalo - Animales Nocturnos - Pájaros de verano - Lady bird - Phantom Thread

sábado, 18 de enero de 2020

Bong Joon-ho: el reconocimiento después del tope artístico encontrado en sus primeras películas.




"Sabemos que no hay competencia [...] Es algo que se crea para vender publicidad de los programas"

He elegido para empezar a escribir estas palabras de Joaquin Phoenix de la pasada ceremonia de los Golden Globe (donde a mi parecer ganó muy merecidamente el globo de oro a la mejor interpretación protagónica en película dramática por Joker) porque me parece son muy puntuales para lo que yo trataré de explicar ahora que escribo sobre el director de cine más destacado no sólo de este año, sino de un cine como lo es el asiático, que desde hace algunos años viene mostrando, como lo dijera el crítico de cine Julio Durán, ser el cine más auténtico de este siglo.

Si algo nos ha enseñado Hollywood (sin generalizar, hay muy buenas y honrosas excepciones) es que son expertos en devorar contenidos para adaptarlos a una "venta general", crear productos a raíz de propuestas diferentes y amoldarlas a sus fórmulas de "impacto", "shock" o de mero consumo (como ahora se propone con una posible serie de la última película del director del que les estoy escribiendo) para así hacer creer que son una industria inclusiva, que busca reconocer el talento "extranjero", cuando en realidad eso es lo más alejado de su propósito principal, que es el dinero fácil, muchas veces deslindado de la propuesta y la creatividad.

Hace algunos años lo vimos con los reconocimientos a los directores mexicanos, que si bien la mayoría fueron con películas dentro de su industria, a estos directores ya se les había reconocido muchos años antes en circuitos de festivales donde realmente se llega a premiar una propuesta más artística, como lo es al final de cuentas el cine en su definición.


Ya habrá oportunidad de escribirles después sobre este magnífico actor.


Esta temporada de premiaciones ha sido aún más particular, porque no se le está premiando solo a un director con una película que no pertenece a la industria de Hollywood, aunque sea un viejo conocido, pues ya hizo una película bastante interesante como lo es Snowpiercer, y una más bajo el sello de Netflix: Okja. Si bien se puede decir con toda certeza que la más reciente película de Bong Joon-ho, Parasite es uno de los grandes logros del año en el cine mundial, para nada podría decir que es mejor que sus películas anteriores, ahora explicaré el por qué.




Son muy palpables, notables y valiosos los motores que mueven el cine del surcoreano: la desigualdad social, una comedia burda y ácida, la identidad de su país y una preocupación por los problemas ambientales, eso es distinguible en sus "producciones famosas", o las más conocidas en occidente (caso muy parecido al de Koreeda, que le llegó la fama y el reconocimiento con sus dos últimas películas, que son muy buenas, pero que para nada es lo mejor de su cine) pero en sus primeras películas ya estaban estos temas, y muy bien desarrollados, como en estas películas, no lo voy a negar, pero el tope artístico cinematográficamente hablando está en esas primeras películas sin lugar a dudas.




Desde su ópera prima, Barking dogs never bite, mostraba la preocupación por la desigualdad social que domina a un país tan pequeño como lo es Corea de Sur, la corrupción en los lados tan polarizados de su sociedad, con sus preocupaciones demográficas, y la desigualdad que aqueja a la mayoría, una mayoría que algunos cineastas surcoreanos han mostrado muy reales y sin prejuicio, con métodos en cuanto a estructura de personajes, han logrado a través de historias y guiones que muestran a dichos personajes cómicos o contemplativos introducir a los "menos afortunados" al mundo de los muy pocos "más afortunados", (como también se diera en la muy grandiosa Burning) y mostrar esta contraposición, para mostrarnos siempre al final, de manera muy real, una catarsis de la vida misma, y que es quizá en lo que falla (lo único en realidad) Parasite a mis ojos.

Y justo hablando de como la catarsis del final por lo general viene de un punto efervescente en el clímax de la película, situado casi al final de la misma, no podría ser mejor ocasión para hablar de la segunda película de Joon-ho, y la que para mí es su obra maestra: Memories of Murder. Esta película, lejos del género de la misma que podría bien definirse como un thriller o una película policíaca, es una mezcla y compendio de géneros que no hacen más que ser el pretexto perfecto para el despliegue artístico de Bong Joon-ho en todos los sentidos, una película que yo podría decir es impredecible en toda la extensión de la palabra. 




Una historia sobre dos policías (en realidad son tres, pero dos son el "foco" en la película) que, siendo muy distintos, tienen que encontrar el canal en común para dar con un asesino en serie que gusta de matar a chicas vestidas de rojo en un pequeño poblado los días de lluvia. Cuestiones como la identidad surcoreana en sus diferentes regiones, la rivalidad entre los de provincia y los de ciudad, los estudiados y los de oficio, que conforme va transcurriendo la película, se van atenuando estas diferencias o encontrando un punto medio. En cierto punto se van cambiando las identidades en más de una forma y en el fondo, en las que nada está dicho, escrito, explícito, todo tiene un subtexto.

Lo que parecía ser en un principio una comedia bien lograda sobre un policía y su compañero y sus métodos para engañar y hacer confesar a sospechosos de los asesinatos hasta que llega el otro policía, termina convirtiéndose en un thriller excepcional. Acá también se ve (al igual que en Parasite) un lenguaje metafórico que a través de una propuesta visual, creaba a través de la cámara y de todos los elementos que hacen una película (llámese diseño de producción, score, fotografía en todas sus ramificaciones) un lenguaje cinematográfico por mucho mejor logrado (a mi parecer) que en Parasite.

Y hablar de The Host sería por mucho hablar de un primer germen de Okja, pero llevado a una propuesta mucho más arriesgada, y mejor lograda, que no se limitaba sólo a la complacencia del tema ambiental, o lo políticamente correcto. En The Host, bajo una propuesta narrativa, estética y artística, logra con una historia muy bella, una sutil pero poderosa crítica al sistema capitalista que consume y arruina todo, de los países neoliberales, de querer hacer con el mundo lo que se les pegue la gana, y la lucha de la identidad de un hombre que lucha contra prejuicios y el valor familiar que tan arraigado tienen los asiáticos. Todo esto encontramos en una película de horror, de monstruos; por si alguien aún duda de que el contenido es más importante que el género.



Sin duda alguna, de que se le reconozca más tarde que temprano a cineastas como Joon-ho, es que esto hará que a partir de hoy muchas personas, la muy minoría si quieren, empezarán a indagar en la cinematografía de este director y descubrirán estas extraordinarias películas de la década pasada que, como siempre lo digo, a título personal, son mejores que las de esta década, pero cada quién se formará su opinión, y como siempre, si así lo desean, estaré abierto para el análisis y debate con amantes del cine a pesar de nuestras diferencias, el cine, tanto realizado, visto, y escrito, es para abrir canales de comunicación, de encuentro, como los formados por los policías de Memories of Murder, como los canales de comunicación en el cine de Joon-ho.


Para este análisis se consultaron los siguientes textos de personas muy admiradas por su servidor:
https://www.tiempodecine.co/web/el-cine-de-bong-joon-ho-movimientos-paradojicos-e-impredecibles/
https://www.letraslibres.com/mexico/revista/parasite-cuando-el-buen-cine-entretiene