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viernes, 12 de junio de 2020

Right now, wrong then: el sutil arte de un magnánimo director.




Antes de empezar a escribir este texto, mi idea era escribir sobre la película mencionada en el título, pero una vez que meditaba sobre lo que escribiría con ciernes en esta publicación, me di cuenta que basándome en ella, bien lo podría utilizar para profundizar aún más en la filmografía del que seguro es uno de los directores surcoreanos más importantes de lo que va del siglo. En el caso particular de su servidor, para mí es el más importante, por encima de los muy mediáticos y galardonados Park Chan-wook y Bong Joon-ho (que aunque si a esas vamos, el cineasta a comentar tiene más galardones en diferentes festivales del mundo de la serie A hasta la C), por supuesto que me refiero a Hong Sang-soo.

Hong Sang-soo bien podría ser una especie de Woody Allen coreano, no por los temas ni las formas que emplea en su cine, sino por lo prolífero que es desde que está en activo en este arte, pues en los 24 años que tiene en el mundo del cine, ha realizado 26 trabajos audiovisuales. Y si bien, no hace categóricamente una película por año como Woody Allen, hay años en los que hace hasta tres película en uno, de ahí que quiero partir de un año en particular que es clave para que por fin el cine del coreano sea más visible de las grandezas que el circuito de festivales le ha dado: el 2017.

En el año 2017 estrena tres películas de gran maestría, tanto por su discurso, su forma y su simpleza, justo en este orden las películas son: On the beach at night alone, The after day y La cámara de Claire. Esta última bastante peculiar su realización, ya que Sang-soo, sólo con su cámara, con su actriz recurrente, la bella Kim Min-hee, y la experiemntada y muy fan del director coreano, Isabelle Huppert; graba esta película en Cannes, mientras un año atrás presentaba su película Yourself and yours (que de hecho sale en la película como parte de la promoción que se le está haciendo a la película) en un tiempo titánico de cinco días.

El cine del coreano tiene inequívocos signos y sellos de un autor nato, que su arte reside tanto en temas, formas de construcción de un poderoso relato, e inquietudes siempre presentes en el discurso de sus películas. Con esto -como suelo explicarlo cuando hablo de un cineasta fuera de la concepción comercial y normal en las películas norteamericanas- no quiero decir que todas sus películas sean iguales o traten de lo mismo, el arte de ver el cine de Sang-soo es determinar los puntos entre si, en base a pequeñas diferencias en estas, ver por ejemplo que si bien todas sus películas hablando en su puesta son en más de un sentido económicos y minimalistas, desde el cast que conforman no sólo cada escena, sino la película en si (una de las tantas cosas por las que a este cineasta se le considera un alumno destacado de la escuela creada por Bresson y Rohmer por la objetividad y realismo en su cine), como estas giran en planos muy largos con apenas minúsculos movimientos de cámara, con la presencia del zoom para puntualizar en picos dramáticos de los discursos de sus personajes que son tan poderosos en sus expresiones como en los diálogos y la intensidad en estos. Pero vemos por ejemplo que en The after day, la historia en blanco y negro (con rasgos muy similares al cine de Philippe Garrel) de un editor que tiene una relación fuera del matrimonio con su secretaria, quien lo deja y después la vacante es ocupada por una chica que es aspirante a escritora y que recién empieza a trabajar, la esposa del editor arremete contra ella pensando que ella era la amante de su marido, vemos en esta película otro sello en la filmografía del director que corresponde más a la narrativa que a la puesta en escena: la elipsis del tiempo conjugado. En más de una de sus películas podemos ver el constante juego y cambio entre el pasado, el presente y el futuro (como también lo hace en la muy romheriana La cámara de Claire, historia de una chica que es despedida por meterse con un director de cine, que es el esposo de su jefa, y que se queda en Cannes a deambular por sus calles en lo que puede tomar su avión de regreso a Seul, hasta que se encuentra a Claire, que con su cámara, parece arreglar todo. Y en esta película si bien no hay saltos tan drásticos en el tiempo de meses o de días, como en On the beach at night alone, si son presentes, y además definidos, de horas y sucesos), algo que permite y obliga al espectador a no permanecer pasivo e involucrarse aún más con los enredos no sólo de los personajes y sus emociones, sino también con en entendimiento de la historia y su posición en el tiempo.




El arte y la finesa de Hong Sang-soo llega a un tope más que insuperable en Right now, wrong then, ya que pone su postura de realizador en escena, y de alguna manera somos participes de un juego en el cual no sabemos que postura debemos tomar, si la del asombro o la de la indignación, ¿por qué digo esto? Porque en esta película Sang-soo nos dice a la cara: "vean como los estoy <<engañando>> vean cómo entran en mi juego". Ya sea que se lo tomen a bien o a mal, para mí es un verdadero asombro.

La película está compuesta por la historia de un director de cine independiente que llega un día antes a la ciudad en la que va a presentar su más reciente película, mientras deambula por el lugar, llega a un templo y se encuentra con una joven que busca su lugar en el mundo a través de la pintura a la que luego de revelarle su identidad, la invita a tomar un café. Este hombre, que en un principio se presenta a si mismo como una persona que busca poder estar con una mujer, hace todo lo posible para que esa mujer sea esta joven, aún cuando su asistente de dirección está enamorada de él. Es así que vemos como éste par pasa todo el día juntos, él hace todo para estar con ella, incluso mentirle sobre lo que opina de sus pinturas, los vemos platicar, beber, embriagarse, al final de la noche van con unos amigos de ella y es aquí que las cosas terminan mal luego de que resaltan a la luz verdades y detalles que el director había ocultado a la chica sobre su vida. Al día siguiente, él con una resaca de lo bebido el día anterior, desquita su frustración con los espectadores de su película (en una escena muy similar a la del discurso del escritor en Anomalisa), esa es la primera parte de la película, en la segunda mitad es donde viene la magia del artista, el engaño al que nos veremos sometidos.

La segunda parte de la película es exactamente lo mismo, sólo con pequeñas diferencias en los diálogos, la puesta de cámara y movimientos efectuados en ella, vemos una actitud diferente en el personaje del director, y en consecuencia, una actitud diferente en la joven pintora, el engaño está en no saber que determinan a ciencia cierta estos cambios, pero aún así caer y estar absortos con la maravilla de lo que se está generando frente a nosotros, aunque en teoría estemos viendo lo mismo, sin ser lo mismo por minúsculos movimientos articulados tanto por guion y montaje. Estos pequeños cambios hacen que el cometido del personaje del director en la película se realice, quizá no del todo, pero aún así con la honestidad que presenta en la segunda versión, le da una satisfacción de una conexión real.

Hong Sang-soo en su afán de mostrar lo complejo de las relaciones humanas y mostrando como esta complejidad se hace presenta y se puede desmontar en la trivialidad y los juegos rutinarios de las pláticas, nos muestra un cine de prosa que desmantela todo discurso elevado de pretenciosidad y genera con elementos muy básicos y simples -en el buen sentido de la palabra- un cine que muy pocos realizadores en nuestro siglo, puede ostentar poder llegar con una sencillez a esos picos de sensibilidad artística, como lo hace este autor.










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