Johnny (Joaquín Phoenix) es un periodista radiofónico cuyo reportaje emblemático es en el que entrevista a niños y jóvenes de todo Estados Unidos sobre su preocupación por el futuro. Una noche luego de trabajar en Detroit, habla por teléfono con su hermana Viv (Gaby Hoffmann) de quien se había distanciado, ella le dice que tiene que ayudar a su esposo Paul(Scoot McNairy), y debe viajar de Los Ángeles a Oakland, ahí es donde aparece la figura de Jesse (Woody Norman), hijo de Viv y sobrino de Johnny. Así que Johnny se encarga de cuidar a su sobrino, y al mismo tiempo que lo cuida, lo va conociendo, y se van conociendo, y así emprenden un viaje de ternura, curación, amor, salvación, en el que converge el pasado de Viv y Johnny, el presente de Jesse, y el futuro de lo que vivimos y quizá ya no recordaremos.
Este hermoso drama catártico dirigido por Mike Mills (Beginners, 20th Century Women) centra su trama básicamente en la resiliencia que surge y se crea entre dos personas que, sin conocerse, y con los lazos sanguíneos que los unen, y que están deseosos de amor y empatía. El guion de Mills es como una cebolla, es una historia llena de capas, un trabajo muy ambicioso que por momentos quiere y pretende atender muchas situaciones complejas como la relación entre Johnny y Viv, la situación que los hizo distanciarse (tanto la de la madre de ambos, como la del esposo de Viv), los testimonios y los viajes de Johnny, y la relación entre Jesse y Johnny; y aunque muchas veces todo se conecta, otras veces puede resultar confuso y lento para algunos espectadores, pero si se tiene la paciencia necesaria, y uno cae en la hipnótica y apabullante actuación de Joaquín Phoenix, la paciencia no será problema.
Phoenix no sólo muestra el gran actor que es, sino que también hace que uno quiera ser como el personaje que interpreta, un tío amoroso y temeroso de no estar a la altura de la situación, vemos muchas veces representar perfectamente la frustración y la catarsis de ver que quizá él cumple el rol de su hermana con su madre, y viceversa. Por sobre todas las cosas, me impresionó y me gustó el paralelismo que hay entre este personaje y el de Theodore de Her, pues hay muchas situaciones que son muy similares, como el día en la playa, o ese mensaje final dicho en voz alta, el cual es para mí uno de los finales más bellos visto en los últimos años.
Las actuaciones del pequeño Woody y Gaby Hoffmann (y la de Phoenix, claro está) son realmente impecables, incluso dignas de nominaciones. La química entre Joaquín y Woody es por demás mágica, y Mills hace que a través de la fotografía (un espléndido y sofisticado blanco y negro a cargo de Robbie Ryan), esas imágenes que aparentan no tener lazos con los testimonios tanto de los jóvenes entrevistados como de las reflexiones de Johnny sobre todo lo que vive y observa, y que es una especie de terapia; son los que dan la fuerza dramática, y en consecuencia hacen que esta película, además de que se sienta íntima cual lo expresan los fragmentos de los libros que leen a Jesse (y que por los temas y las formas, también encuentro canales de comunicación con la obra de Valeria Luiselli) hagan de esta película una obra realmente emotiva.
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