"Aquí yace, tuvo suerte. Nació con el destino de andar por la vida, lejos."
No hay forma de escribir y abordar el cine de Llinás, sin sentir que uno queda en deuda o no le hace del todo justicia a lo vasto y generoso que muchas veces suele ser su cine. Aún así, me aventuraré a hacerlo.
No dejo de sentir la sensación de que al ver "Historias extraordinarias", es como si estuviéramos viendo un "La flor 0", y no porque en "La flor" se haya perfeccionado lo que acá se expone hablando estrictamente de la "forma" (técnica y narrativa [con un aura muy noir gracias a la propuesta estético/fotográfica muy oscura y con gran poder visual]) que básicamente las aborda de la misma manera, sino porque simplemente esta dura mucho menos que "La flor", pero aún así dura mucho para la media de las películas hoy día (confieso que tuve que verla en dos partes, dos días seguidos).
Y es que la película no es larga sólo por capricho de Llinás o la extensión de los capítulos; es larga porque Llinás apremia al desarrollo detallado y meticuloso de la película y las historias que en ella convergen, historias extraordinarias en lugares más bien comunes y cotidianos.
Hay una deliberada economía de recursos, que hacen aún más creativa, efectiva e irreal la propuesta cinematográfica de Mariano, que sin duda evidencía la naciente forma de hacer cine a mediados de la década pasada en Argentina, y de cuyo proyecto se desprenden nombres como Laura Citarella (haciendo labor de productora general, asistente de dirección y trabajo en arte), Juan Minujin y Santiago Mitre.
Acá vemos un rompecabezas más parecido a una novela que a una película. Avanza, regresa, repite, cambia la perspectiva, inicia una historia, luego en medio empieza otras, algunas las termina, otras no. Las vidas de los tres personajes principales (narradas a tres voces) se entrelazan, pero no de la forma que uno creería o creemos que se nos sugiere todo el tiempo, siendo así testigos de un cine de infinitas lecturas, de infinitas posibilidades. Lleno de aventuras, misterios, intriga, reflexión, paranoia, amor, recuerdos, una música riquísima; y vida. En esta película, hay de todo.
La mayor virtud de esta película, es que Mariano manifiesta que el cine argentino es tan grande y vasto como sus hermosos paisajes provincianos y sumamente cinematográficos.
Mis partes favoritas, la historia derivada de “X” en el capítulo "Lola Gallo", porque me recordó a "Los asesinos" de "La flor" por la cadencia narrativa y la canción que se repite en bucle y que no spoilearé pero que revelaré en decir que es una pieza de Roberto Carlos. Y también la conclusión en el viaje de “Z” en el capítulo "El tesoro", sobre todo por el peso y poder del monólogo que hay en este.

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