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martes, 31 de agosto de 2021

Alejandra, todavía Alejandra: el arte de mostrar el truco.





Julio Hernández Cordón, Alonso Ruizpalacios, Alejandro Jodorowsky, Jan Svankmajer, Truffaut; son sólo algunos directores que han fracturado de alguna manera esa zona segura del cine para mostrarse no sólo a ellos mismos, sino también para mostrar el truco del cine, ya sea de manera directa, confrontando al espectador cara a cara con la obra, o de manera indirecta, con algo más de propuesta creativa. Hago este paréntesis introductivo para hablar del más reciente cortometraje dirigido por Andrei Maldonado, "Alejandra, todavía Alejandra".


El cortometraje nos presenta a Alejandra, una chica alegre a la que sigue la cámara mostrando la rutina de su día a día mientras escucha el horóscopo en su walkman en efecto loop. La vemos interactuar con su entorno, con su persona, con su soledad, hasta que es abordada por una presencia improbable. En la segunda parte, vemos a otra joven de aspecto triste haciendo cosas bastante similares, ambas llaman por teléfono pero, ¿a quién estarán llamando? ¿Por qué nadie contesta? ¿Será acaso tan improbable la presencia de esa persona con la que se encuentra?
¿Será que eso ve la gente triste que está a punto de morir? ¿Será el disfraz? ¿La realidad?¿Quizá el pasado?


El cortometraje se sirve de un sin fin de elementos creativos que hacen toda una experiencia el visualizar este trabajo, los trucos empleados por Andrei no son sólo justificados, sino que además dan testimonio de lo que él quería mostrar a través de la realización de este proyecto.

Partiendo de la forma en que utiliza la fotografía y los movimientos de cámara para dar una especie de estado onírico a la narración y al argumento que se va desarrollando, hace que la lógica que se apodera de la historia tenga total congruencia dentro de sí misma, y sea muy símil a si lo estuviéramos soñando.

Otro de los trucos empleados a la perfección por Andrei, y que me parece además enriquece aún más el lenguaje que él emplea en este corto, es el uso que ejerce de las palabras escritas sobre la pantalla, no sólo da evidencia de la enorme influencia que tiene la figura de Alejandra Pizarnik sobre el cortometraje, sino que además, de alguna manera también da evidencia de la presencia tan importante que tienen las letras en la vida del realizador, acá él da muestra de su presencia de una manera no tan directa, pero si bastante rica y propositiva, sin contar además de la gran presencia que tiene a través de la música, realizada por él mismo.

Con este trabajo deja en evidencia una vez más la importancia más que primordial del personaje femenino en sus trabajos, lo fácil que le resulta a Andrei trasgredir los lenguajes, tanto el cinematográfico como el poético, apropiarse de ellos y reinventar el arte; y sin lugar a dudas y lo más importante, el mejor final de todos sus trabajos hasta ahora. El arte de mostrar el truco del cine y la ficción, Andrei lo deja en manifiesto de una manera aún más directa, pero esa la tendrán que encontrar ustedes mismos, es tan poderoso el resultado de este trabajo que quizá sus ojos no lo percibirán, y si lo perciben, se darán cuenta que para nada demerita el resultado final.

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