Producciones "La Vieja Escuela" Presentan:

lunes, 30 de septiembre de 2019

La historia negra del cine mexicano.




¿Cómo entrelazas la historia que originó el hecho de que el espectador mexicano no vea el cine que se produce en el país, con tu historia personal, y el personaje que une estas dos historias y que siendo parte de tu familia lo descubres muchos años después? Esta es la premisa que presenta y desarrolla Andrés García Franco con La historia negra del cine mexicano.


Documental del 2016 que narra la historia de Miguel Contreras Torres, uno de los directores pioneros de nuestro cine, quien es el tío abuelo de Andrés García Franco, al que descubre siendo muy niño por un libro que encuentra en su casa, ese libro era El libro negro del cine mexicano. En el documental revisa su filmografía que abarcó desde el cine mudo, hasta el cine sonoro realizando 56 películas en su carrera. Pero es luego de que en 1950 denuncia públicamente al empresario William O. Jenkins por el monopolio que ejerce al ser dueño de todas las salas de cine del país donde primero se enriquecía exhibiéndo las grandes películas mexicanas llevándose la mayor parte de las ganancias, y después de la Segunda Guerra Mundial, programando sólo las películas norteamericanas (como nueva manera que utilizan los norteamericanos por colonizar el mundo) haciendo que esto en un principio hiciera que el cine de oro mexicano fuera al declive, y en consecuencia Contreras Torres fuera enterrado en el olvido, difamado y tachado de loco, al grado de que ni siquiera su familia quería hablar de él.


Lo valioso del documental más allá de conocer esta historia que con mayor o menor detalle muchos amantes del cine mexicano conocemos, es el modo en que Andrés la cuenta, y como a la par entrelaza su historia propia en algún momento, y porque este trabajo se siente un relato personal (sobretodo en ese gran prólogo, [y que de alguna manera me recordó al documental de Luna Marán, Tío Yim] y en el epílogo, pero de ese hablamos a mayor detalle más adelante). Para empezar, podríamos empezar diciendo que a pesar de ser un documental que basó su realización en un método científico en la investigación para abarcar completamente todo lo que Andrés quería representar en el mismo, utiliza el material de archivo de tal manera en la que haciéndole tributo a lo utilizado, le rompe cierto protocolo, formalismo y respeto al mismo, utilizándolo tan libremente como si fuera de él (y como no sentirlo de él después de todo el tiempo que le llevó buscarlo, encontrarlo y mirarlo, así como todo cinéfilo siente tan suyas las películas que lo han marcado en la vida y que le han llevado años invertidos de su vida buscando, viendo, y reviendo), se da tal libertad que a mi parecer el documental no se puede encasillar o catalogar, y eso además de ser valioso y valorado, se agradece. Lo modifica digitalmente (como un artesano) para darle animación, hacer hablar a los fotogramas que se muestran, y colorear algunas escenas de los fragmentos de películas que nos muestra. Hablando de las películas que nos muestra, Andrés narra básicamente la película en los fragmentos que no son testimonios o recreaciones actuadas, con las películas del mismo Contreras Torres, trece de ellas para ser exactos, y ver como hace que estas compaginen con el discurso que se va narrando, es verdaderamente un privilegio de observar. Además del como se nos cuenta la historia con la narrativa empleada por Andrés, el aprender detalladamente la lucha que libró Contreras Torres ante el poder en aquellos años, el gran director que éste fue, su vida personal y familiar, el como se formó en Los Ángeles, codeándose con los más grandes exponentes del cine mudo en los primeros años de la cinematografía mundial como D.W. Griffith y Josef von Sternberg, y todas las figuras que trabajaron con él, como los hermanos Soler, es extraordinario (además de conocer que la primera película de Mario Moreno antes de ser Cantinflas, fue dirigida por él, donde además ya se descubría un pequeño germen que años después le daría la gran fama mundial).

Además de ver el documental, fue muy gratificante escuchar una charla con el director sobre el proceso de elaboración del documental y todo lo que este le demandó, además de otros temas que se tocaron referente directa o indirectamente con el documental en poco menos de dos horas, esto antes de ver el documental, la charla que sostuvo con los asistentes que estuvimos en el Cineclub Tropical después de ver el documental, y una corta plática que sostuve con él, en la que yo sin saberlo, hasta después de ver el documental, hablamos sobre eso que él retrata en el epílogo, con los cines de barrio de nuestra infancia (al menos los que tenemos más de 30 años) cerrados o convertidos desde un estacionamiento, hasta una iglesia cristiana; y la importancia que vuelven a tener los espacios públicos, al aire libre y los cafés para el refugio de los espectadores de cine que buscan encontrar otras expresiones fuera de lo que establece el sistema o la norma. En otras palabras, ver como la exhibición vuelve a los lugares donde se originó.

Quizá lo único que a mi me resulta un enigma es el saber como hubiera sido ver este documental de manera menos apresurada y ver ciertos pasajes descritos o narrados con más detalle, y haber visto como el mismo Andrés lo comentó, una película con media hora más de duración, diciendo exactamente lo mismo, y estando en el departamento de edición todo el tiempo, y no cumpliendo funciones de productor. Y no podría cerrar este texto sin reconocer al gran reparto de especialistas con el que cuenta este documental.

(En la parte en la Jorge Ayala Blanco que dice que cuando las personas le cuestionan porque invierte tanto tiempo en escribir sobre películas que nadie va a ver, él les responde que precisamente por eso lo hace, me vi plenamente identificado con él)

Al final (además del episodio personal que vemos de Andrés, que si bien no fortalece o aporta en nada al argumento del documental rigurosamente a la vista de algunos espectadores, si nos hace verlo desde un punto de vista honesto del propio realizador, y estas cuestiones valientes, yo; más desde un enfoque cinéfilo que desde un enfoque crítico, siempre agradezco, como ese final tan abrupto que tanto me encanta mencionar de Lady Bird), el documental nos platea que hoy día nosotros vivimos una batalla muy similar a la que Contreras Torres en su tiempo, al igual que unos pocos (entre ellos, José Revueltas) que denunciaron y lucharon contra ella, en menor o mayor escala, y la vivimos en la era en la que pareciera teniendo mayor acceso a películas gracias al Internet, se pretende desde regular el tráfico de información en la red, cierre de sitios "ilegales" y dañinos para el consumismo, y servicios streaming que nos imponen una forma de vivir y consumir acorde a las normas que quieren implementar los gobiernos poderosos del mundo (aunque claro, no se pueden satanizar del todo estos sitios, pues contenido de calidad tienen, aunque sea un mínimo porcentaje de todo su catálogo, al final de cuentas los consumidores eligen lo que quieren consumir), nos es momento de levantar la voz y exigir a instancias culturales y gubernamentales que se apoye a proyectos que buscan contar historias diferentes, a cineastas que buscan hacer del documental una herramienta socialmente útil para la sociedad y formadora de audiencias más abiertas a encontrar verdadera retroalimentación en el cine, y a cineastas que buscan contar por primera vez una historia a través del cine; eso se debe exigir desde mi punto de vista, películas con temas ligeros y actores reconocidos, esos se pueden financiar por otros medios y simplemente darles otros estímulos menos significativos, es a los otros proyectos, que la gente no ve en el cine simplemente porque el hoy duopolio que maneja las salas de cine en México, malinchista, y quizá más voráz que el del personaje tan macabro y polémico que fue el señor Jenkins el siglo pasado, no quiere que veamos, como el documental de Andrés, a esos se les debe apoyar con una ley que ampare su financiamiento, una mayor distribución y exhibición en salas de cine además de la que se les pueda dar en festivales (aunque también debemos cuestionar el hecho de que los grandes festivales del país inviten a producciones extranjeras y a las nacionales las someta a un proceso de inscripción o registro), de ahí que siempre que tenga la oportunidad de comentar, mencionar, celebrar, aplaudir y agradecer el trabajo tanto de Cedecine y los distintos cineclubes que conozco (no sólo de la ciudad donde vivo ahora mismo, sino de todos los que he conocido y conozco en diferentes lugares de la república) por crear estos encuentros con realizadores, poder disfrutar estos documentales que nos hacen crear conversación y reconocer que organizados como sociedad sin apoyo del gobierno se pueden hacer cosas para movilizar esta rueda participativa que nos permita crear y tener un mejor lugar para vivir, y en consecuencia, un mundo mejor para vivir, y alimentar a mi alma cinéfila cada vez con más fuerza; siempre que pueda hacerlo, lo haré.

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