jueves, 6 de junio de 2019
Micro-críticas (II)
Enemy.
Tuvieron que pasar más de tres años para que me pudiera animar a volver a ver esta película de Dennis Villeneuve que tantas cosas movió en mi interior, como casi todo lo que ha hecho el canadiense.
Una obra llena de enigma, misterio, perfección; que si acaso existe otro mundo, seguramente José Saramago está más que feliz porque se haya hecho una película que retratara tan fielmente su novela.
La hora y media que dura la película (otra prueba más de que se puede hacer una película perfecta en 90 minutos o menos, además del cast minimalista con el que cuenta) en la que uno se somete a los juegos y enredos del director con una perspicacia descomunal, uno se involucra aunque no quiera, uno quiere saber que es lo que está viendo, si a la misma persona teniendo alucinaciones, si son extractos del pasado y presente de esa persona sin que se nos diga deliberadamente salvo con las habituales "mijagas de pan" que los directores como Villeneuve o Nolan dejan dentro de la trama para hacernos conectar todo en una segunda, o tercera, o cuarta visualización y nos digamos: "por supuesto, ahí estaba todo"; y si en realidad son dos personas a la vez, y qué es lo que representa al final de cuentas la esposa.
No digo más, Enemy es una película que no importa cuantas veces la veas, siempre te hará estremecer.
La Flauta Mágica.
Ingmar Bergman decide ya siendo considerado el gran maestro de cine que es, hacer una película para la televisión sueca de la ópera homónima compuesta por Mozart, y tal es su impacto y su calidad que ese mismo año, contra los planes para los que se tenía destinados a la cinta, se estrena en cines de los paises escandinavos, pero vayámonos por partes, ¿qué hace de esta película una extraordinaria puesta en escena para el cine y el teatro?
Ingmar Bergman atina en empezar la película como se empezaría la ópera en el teatro, primero viene la obertura, miestras esta se da, y seguido a esta, vemos algo que muy parecidamente vimos en la segunda parte de la cinta Sola en la Playa de Noche (de la que escribí un poco en el pasado texto de micro-críticas, el que pueden consultar justo aquí) Bergman nos hace vernos a nosotros mismos, vemos los rostros e impresiones de los espectadores antes de empezar la obra, (en donde incluso lo podemos ver a él) su vista se centra principalmente en una pequeña de pelo rubio. (Supongo como preambulo y referencia de que lo que vamos a ver es como si se viera una especie de magia a través de la mirada inocente, como lo es la de la niñez, algo que no sería la primera vez que Bergman no hace notar, son muchas la películas del sueco en las que nos somete a la vista o las vivencias propias de él en la niñez).
Acto seguido toda la trama se da exactamente como en la ópera, como en una obra de teatro, sólo que visto desde un lugar privilegiado, la vemos desde el escenario, no desde fuera de este, en primera persona, vemos la magia del teatro en toda su esencia desde la comodidad y la intimidad que nos brinda el cine. Todo transcurre justo como en una obra, incluso el entretiempo (en el cual vemos justamente lo que hacen los actores en este tiempo [también podemos ver una presencia extraña la cual no sabría como catalogar]) y justo el final es como se da en una obra de teatro.
Este ejercicio de Bergman resulta muy interesante, valioso, y me parece, aun que hay muchos intentos de acercar a ambas disciplinas, teatro y cine, en un amalgamiento funcional, nadie lo ha logrado como lo hizo Bergman, al menos hasta donde yo he descubierto dentro del cine.
Hiroshima Mon Amour.
¿Cómo recordamos al amor de nuestra vida 14 años después de haberlo perdido?
Quizá esta sea la interrogante que define y marca la trama de esta fundamental obra cinematográfica, que bien podría definirse como un pilar más que imprescindible en la historia del cine.
La película tiene un inicio más que trepidante con una serie de imágenes que bien uno podría catalogar en un principio a la película como parte de esas películas experimentales que entrelazan narración de una charla que sin saber cual es su procedencia, importancia, y fin, resaltan y a la vez concuerdan con una serie de imágenes reales de Hiroshima luego de aquel fatídico 6 de agosto de 1945. Luego de esta extraordinaria introducción del filme, conocemos a los seres de los que provienen estas palabras, una actriz francesa que trabaja en una película sobre la guerra, pero que habla de la paz mundial en Hiroshima, y un arquitecto japonés fue militar, con el que luego de pasar la noche, y hablar sobre un amor que tuvo 14 años atrás en plena guerra, en su natal Nevers (sobrenombre que al final le pone su amante japonés). Es luego de varios encuentros que tienen en menos de 24 horas que vemos como a ella le afectó aquel romance con el soldado alemán, y como este revive en la figura de un hombre completamente distinto, pero que la hace revivir de alguna manera en su más íntimo ser.
Alan Resnais hace con esta película una de las obras más celebradas y memorables de la Nueva Ola Francesa. Una película que cuenta con matices no sólo experimentales como ya lo hemos mencionados, sino dramáticos, narrativos y visuales que es uno de esos trabajos que hacen que una o dos escenas de su trama se te queden grabadas en el subconsciente y en el colectivo de imágenes que sólo el buen cine te pueden crear en el recuerdo. (Para mi quizá la escena más fuerte de esta, sin contar por completo por supuesto toda la introducción, es la escena donde la niña en Nevers se despide de su amigo alemán)
Emmanuelle Riva y Eiji Okada son más que extraordinarios en escena, una prueba más de que menos es más, cuando se sabe lo que se quiere decir, que si los franceses sabrán de eso.
Las Puertas de la Eternidad.
La última película realizada por el director de la celebrfadísima "La escafandra y la mariposa", y también pintor Julian Schnabel sobre la vida del pintor Vincent van Gogh, bien podría ser llamada con toda justicia una de las mejores películas de los últimos dos años, pero vayámonos por partes, a que viene este comentario mio tan impertinente, ahora se los explico.
Schnabel hace a bien retratar a van Gogh desde una perspectiva tan diferente al pintor holandes, que nadie jamás lo había hecho, cual es esta perspectiva: la real. Y cómo se define esta perspectiva, retratando al mismo tiempo al artista, al hombre, y aún más importante: al enfermo en sus últimos días de vida, algo que nadie más había hecho.
Primero hablemos de las diferentes formas que Schnabel emplea para retratar su película visualmente. Vemos en las tomas empleadas una liberación de lenguaje, un desprendimiento y una visión tan poco ortodoxa que al principio sin saber si te molesta o no, no te hace quitar la vista de la pantalla. Luego al ver como es que se va desarrollando todo, una vez que Schnabel nos muestra sus intenciones, y nos muestra al van Gogh que quiere que conozcamos, no al artista consagrado, o el artista que poco era comprendido en su época (algo que otros trabajos ya nos habían mostrado) el director nos muestra el por qué era una especie de excluido y rechazado. Nos muestra su mirada, sus miedos, sus demonios; pero también somos testigos de su liberación y de su conexión con la naturaleza, (en este tratado la edición juega un papel más que primordial, y es de una manufactura impecable) y lo vemos de una manera tan real, porque es como si viéramos a Vincent realmente, y esto es gracias al más que extraordinario trabajo del estupendo actor Willem Dafoe.
Dafoe no se conforma con darnos un Vincent que hable sólo el lenguaje de la película (la película al ser mayormente una producción norteamericana, se tenía que hablar en inglés, pero aún así vemos pequeños diálogos en francés) nos muestra realmente el retrato de una persona que padece de sus facultades mentales, una persona que realmente la pasaba mal cuando no podía pintar, pero la película no sólo va de él, mucha importancia tiene su hermano, la única persona en el mundo que realmente creía ciegamente en el talento de su hermano como artista y que sabía que tarde o temprano sería reconocido, a pesar de lo que van Gogh dijera sobre ser un artista para las personas del futuro. Theo van Gogh refleja la otra linea argumental de la película que es desarrollada de una manera magnífica, la de la real hermandad, la de los lazos que hacen a los hombres hermanos, es una muestra extraordinaria de lo que pasa de igual manera, pero planteado en diferente circunstancia en Camille Claudel 1915. (tal era la conección entre Vincent y Theo que fueron enterrados juntos). Hay muchas cosas en esta película, y todas son abordadas con la importancia adecuada, que esto no se logra si no es por el magnífico guion escrito por Schnabel y por el extraordinario Jean-Claude Carriére, que nada más hay que ver la etapa francesa de Buñuel para darse cuenta del extraordinario guionista que es.
A mi me da mucha pena que hoy día a Dafoe, como el gran actor que es desde hace ya más de 20 años, no se le reconozca como tal por la industria de su país, que el reconocimiento y prestigio en Europa y los amantes del séptimo arte como tal, ya lo tiene desde hace años. (Para ser claros y andar sin rodeos: aún no me puedo creer que no se le haya dado el oscar a mejor actor y en su lugar se lo hayan dado a una nula actuación de un tipo que ni siquiera cantó en su película) Mi parte favorita no es una sino varias, y esta es donde Schnabel nos ponía en la cámara la mirada dañada de van Gogh, (desde luego reconocer el trabajo en la fotografía de Benoit Delhomme) y ni que decir de la música de Tatiana Lisovskaya. Sublime, por supuesto es una película que estará en el conteo final de mis películas favoritas del año. También resulta curioso que la idea de esta película se diera a raíz de unos dibujos que hizo Vincent y que fueron descubiertos hace apenas pocos años.
Extraños en el paraíso.
Para hablar de esta película seré sincero y breve con ustedes: película que yo veo de Jim Jarmusch, ya sea nueva, o que vaya descubriendo, es película que me maravilla, que disfruto, que me fascina, que me vuelve loco, pero creo que de todo lo que he visto del hombre canoso oriundo del estado de Ohio, esta se ha convertido en mi película favorita.
Es inevitable ver la clara referencia del cine francés sobre Jarmusch en esta película (y con justa razón, para quien mo lo sepa, Jarmusch se decide a la realización de cine luego de una estancia en París cuando estudiaba Literatura Inglesa en Columbia [su intención era ser escritor y poeta]). Pero déjenme hablarles de la película, lo haré tan brevemente que ni siquiera notarán mis palabras.
La película comprende una serie de cortas escenas que claramente se hilan y empiezan con la visita que recibe Willie, un hombre que vive en Nueva York y que pareciera ser más un vago que cualquier otra cosa, al que le gusta sólo jugar y apostar, por parte de su prima que viene de Hungría llamada Eva. Al principio su relación es un poco complicada, (alguien más recordó a As Tears go By de Wong Kar-Wai) en la que no hablan mucho, y si lo hacen es para estar en desacuerdo, entonces aparece un tercer personaje: Eddie, quien es el complice de andanzas de Willie, entonces este trata de integrar a Eva al grupo (en apariencia este queda prendado de ella, pero jamás se define como tal esta situación) pero Willie no termina por acceder. Es cuando Eva se va con su tía, que Willie se arrepiente de no haber pasado más tiempo con ella, entonces tiempo después de su partida, y luego de una buena noche en el juego, convence a Eddie de ir a visitarla a Cleveland, para posteriormente llevarla de vacaciones a Miami, en donde un final inesperado se dará.
La cinta, como todas las de Jarmusch, nos muestran a personajes que muestran ni más ni menos que reacciones y emociones reales, nada se siente sobrepuesto, exagerado o sobreactuado, hay gritos y exaltos donde debe de haberlos, no más. La banda sonora de la película integrada por una sola canción, la ostentosa I Put a Spell on You interpretada por Jay Hawkins es más que sublime y perfecta para la sensación de vacío y soledad en nuestro trio de personajes, que sólo una vez se ve acompañado por la adorable tía de Willie y Eva (una de las actrices no profesionales que aparecen en las películas de Jarmusch). La peculiar fotografía, el modo en que retrata los barrios bajos de Nueva York, (cual postal vieja que nos hace recordar estas casonas viejas de ladrillo con carteles de lámina viejos anunciando a las marcas de refrescos que se veían aún en los primeros años de los 90's por las calles que haciendo un esfuerzo podemos recordarlos también en blanco y negro) y el montaje extraordinario de la cinta. Otra prueba más de lo que se puede hacer con muy poco, en menos de 90 minutos, este era el Jarmusch joven con su segunda película apenas. Cómo pasa el tiempo en los buenos directores de cine. Aaunque siendo claros, Jarmusch siempre ha tenido el pelo blanco.
La Librería.
Película del 2017, la última estrenada por Isabel Coixet; (digo estrenada porque ya tiene lista su última, llamada "Elisa y Marcela", que seguramente tendrá su estreno en alguno de los festivales europeos en próximos meses) es una película que en apariencia sólo sería disfrutable para los amantes de los libros y la literatura, y en una primera instancia pareciera que así es, si uno se deja engañar por la primera parte de la película, si uno no deja que la cosa avance más allá; pero si se le da la oportunidad, uno pronto se da cuenta que la película es mucho más, es una película que tiene un gran desarrollo y que es congruente con su discurso, el discurso de la directora, y con la vida misma, pero detallemos más.
Isabel Coixet es una directora que jamás le ha gustado vendernos cuentos de hadas, historias con finales felices y ese tipo de cosas; si bien no es una directora autoral (como quizá si lo sea más Lucrecia Martel) es una directora que en todas sus películas nos ha mostrado la parte más frágil del ser humano, las, más que pruebas, condiciones con las que tiene que vivir en la vida, condiciones que al final tienen sus consecuencias, o más que eso, se desenlace final irremediable. (Por cuenta propia, podría mencionar "Mi Vida sin Mi", "La Vida Secreta de las Palabras" y "Nadie Quiere la Noche", esta última con la extraordinaria y amada mía Juliette Binoche)
En esta película nos muestra como Florence Green, una mujer joven que perdió a su marido en la Segunda Guerra Mundial, 14 años atrás (alguien más pensó en "Hiroshima Mon Amour") llega al pueblo inglés pesquero de Hardborough, donde compra una casona vieja y decide poner una librería, en recuerdo a su marido (pues fue justo en una librería dónde se conocieron) y su avidez a la lectura, pero aún no la ha abierto cuando ya empieza a tener problemas con su decisión, y el problema viene por parte de Violet Gamart, la mujer más poderosa del pueblo, quien busca hacerse de la casa para hacer un centro de artes para alimentar su propio placer ególatra. Y así como esta mujer encontrará aliados a base de sus influencias para llegar a su cometido, Florence también encuentra fieles adeptos a su causa, aún sin ser adeptos a la lectura, y sin ser hostigados por Florence para que lo sean. Entre sus aliados encontrará a Edmund Brundish, un hombre solitario que vive en una mansión a las afueras del pueblo, el cual nunca sale de este lugar, una relación que empieza de manera epistolar, luego toma una especie de conexión incluso más fuerte que el amor. Al final la película termina como debe de terminar, con el fuerte e influyente aplastando o desplazando al débil luego de hacerle perder una vez más algo que amaba, pero indudablemente dejando huella en el alma de las personas que siguen el camino en esta vida, de la única manera que puedes tocar el alma de dicho ser.
La película tiene un ritmo y una sensibilidad que es imposible no caer a sus pies. Como ya lo dije, en un principio, el discurso que se da por parte de la narradora acerca de los libros, y lo que son estos para Florence y el señor Brundish, hacer que un lector de cabecera como su servidor la disfrute, no más, pero ya en el segundo acto, el ver en la trama el conflicto y su desarrollo van haciendo que uno sienta la mano bien educada de la directora más que experimentada. Hay cosas bien valiosas que a mi parecer está a bien recalcar y celebrarle a la Coixet, como el proyectar y exponer el recuerdo del marido difunto de Florence de manera borrosa, que luego esto se reafirmaría con el discurso de ella diciendo que aún puede recordar la voz de su marido leyéndole poemas, [pero no su rostro]. Tiene algunos errores en la edición de ciertas escenas y secuencias que hay que ser muy quisquilloso para darse cuenta de ellas, pero como lo digo, hay que ser muy detallista para descubrirlas. (Como la escena en la playa, y las tomas magistralmente tomadas básicamente a la nada para enlazar ciertas escenas no tienen propuesta alguna, pero tampoco molestan en lo absoluto). Por lo general está bien llevada, y aunque algunos acercamientos y primeros planos a mi me llegaron a causar cierto ruido, la verdad es que la película en lo general es atinada.
La música en general es encantadora, no es tan dominante y presente, y es bellísima, las actuaciones son buenas. Emily Mortimer es una actriz que a mi me gusta mucho, (la recuerdo en particular en trabajos como "La Isla Siniestra", "Hugo" y Match Point") y si bien este no es su mejor papel a mi parecer, si es un encanto verla en pantalla. Billy Nighy siendo Billy Nighy es un deleite.
El final de la película tiene mucho de los finales de sus películas, aunque no sea una autora nata.
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Me gusta esta sección de microcríticas (no ten micro, ja)
ResponderBorrarDe todas estas sólo vi La Flauta mágica. El resto me las anoto
Abrazo!
Je, es verdad Frodo, esta ocasión no salieron tan micro.
BorrarMe da gusto que mis textos te hagan querer buscar otro cine, cine diferente.
Abrazo de vuelta hasta el otoñal cono sur.