-¿Y nosotros?
-Debes saber en tu interior que
en cuánto nos vayamos, todo cambiara.
-Si, podría... mejorar.
-Y a pesar de la separación
física entre esta casa y yo, me la llevaría conmigo. La sentiría constantemente
estando juntos. Y empezaría a echarle la culpa a nuestro amor de esa angustia.
Y entonces, aun estos, aun estos 4 días maravillosos, empezarían a parecer un
sordido error.
-Francesca, ¿crees que lo nuestro
es algo que le sucede a todo el mundo? ¿Lo que sentimos el uno por el otro?
Hemos dejado de ser dos personas separadas. Y hay gente que lo busca toda la
vida y jamás lo vive. Otras ni siquiera piensan que existe. ¿Quieres decirme
que...? ¿Quieres decirme que esto es lo correcto? ¿Renunciar a esto?
-La vida depende de nuestras
decisiones. No lo comprendes. ¿No lo ves? Nadie comprende que cuando una mujer
decide casarse y tener hijos en cierta forma comienza una vida, pero también,
hay otra que se acaba. Se construye una vida llena de detalles y hay que parar
y permanecer estable para que los hijos puedan moverse. Y cuando ellos se van,
se llevan consigo la vida de detalles. Entonces tratas de seguir, pero ya se te
ha olvidado la inspiración porque nadie te la había preguntado. Ni tú misma.
Pero nunca te imaginas, nunca te imaginas que podrías llegar a sentir un amor
así.
-Pero, ¿ahora que lo tienes?
-Pues ahora, quiero tenerlo para
siempre. Quiero tenerlo toda la vida, como te quiero ahora, pero si nos vamos
lo perderemos. Y no puedo esfumar toda una vida para comenzar otra. Sólo puedo
tratar de sujetarnos a los dos dentro de mi. Tienes que ayudarme.
Se hace un largo silencio
mientras los dos de pie, él la abraza y ella llora.
-No nos pierdas, no renuncies.
Puede que te sientas así, puede que no. Puede que sea porque estás en esta
casa. Tal vez mañana. Cuando vuelvan sera diferente, ¿no es posible?
-No sé.
-Mira, estaré aquí unos días más.
Podemos hablar de nuevo. No hay que discutirlo ahora.
-Robert. No. No hagas esto.
-No quiero despedirme ahora. No
tenemos que decidir esto. Tal vez cambies de opinión. Tal vez nos encontremos y
cambies de opinión.
-¿Si? Pues si eso sucede tendrás
que decirlo tú porque yo no puedo.
Ahora la despedida es definitiva,
ella llora y él la besa antes de separarse de ella y se levanta de la mesa.
-Esto te lo voy a decir una
vez.Nunca se lo he dicho a nadie. Pero esta certeza sólo se siente una vez en
la vida.
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