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jueves, 29 de septiembre de 2022

Blonde: la dualidad de las estrellas.





"Blonde" de Andrew Dominik, era sin lugar a dudas una de las películas más esperadas de este año por muchas razones particulares, que si porque la película era financiada, producida y distribuida por Netflix, que si porque saldría con clasificación R, que si porque iba a ser protagonizada por Ana de Armas y muchos auguraban que no iba a estar a la altura de la figura que encarnaba; pero con todo eso la película se estrenó en la Biennale, y aunque en el festival su recepción fue por demás "animosa", ahora ya estrenada en la plataforma con más suscriptores en el mundo, las críticas la han venido poniendo en el lugar que yo considero debe de tener, el de una película con cosas bastante brillantes, pero otras bastante penosas, y desde ya para mí una de las grandes decepciones del año.

La fidelidad de la película, o la trama de la película, con la vida de la propia Marilyn Monroe, se puede poner en tela de juicio desde el principio, si tomamos en cuenta que el guion que escribe el propio Dominik está basado en la novela de Joyce Carol Oates, y no en una biografía como tal; pero lejos de ese terreno, que no tendría que ser un problema si la película tiene un desarrollo y un discurso coherente, la película no se defiende por sí misma, pues es errática y fallida en más de un sentido, ahora me explico.




Quizá lo más pertinente sería empezar hablando de las cosas que realmente son buenas y brillantes de la película, porque hay muchas cosas que se rescatan de esta, y son las cosas que podrían haber hecho de ésta una de las mejores películas del año, pero que por cuestiones que después trataré de plantear, no se logra. Podríamos empezar partiendo del hecho que a todas luces brilla como lo mejor de la película: las actuaciones. Sin duda alguna todos los personajes y actores son realmente apabullantes, hay un trabajo realmente intenso en cuanto lo que cada personaje debía transmitir e interpretar, todos son una pieza en el engranaje para que este reloj camine a buen puerto, en el de las actuaciones me refiero, por supuesto. Si bien Ana de Armas por momentos a mí no me llega a convencer totalmente, la mayor parte de la película si llega a los niveles interpretativos que requería el personaje y las situaciones que estaba viviendo, a diferencia de otros críticos que despotrican en contra de la actriz o del guion que todo el tiempo la tiene llorando y gritando, a mi me parece que está en el tono que debía, aunque con todo lo antes dicho, debo decir que sigo prefiriendo a la Marilyn de Michelle Williams, por el rango histriónico que tiene y muestra la actriz de My week with Marilyn, aunque también hay que mencionar que Ana tiene un parecido físico más próximo a la de Norma Jeane, y que seguramente veremos nominada en todo lo ques e le tenga que nominar, y creo que si hay algo de justicia en ello. Dentro del cast debo de destacar de sobre manera tanto a Adrien Brody como Arthur Miller (qué pedazo de actor es Adrien, descomunal, sublime -por mucho que me cague esta palabra, no hay otro sinónimo para el trabajo del actor-), Bobby Cannavale como Joe DiMaggio, de quien se hace un retrato bastante brutal, y Toby Huss como Whitey, que es el personaje al que se podría asumir tanto el que más apoyó y ayudó a Marilyn, pero también el que de alguna manera si bien no la indujo a los vicios, si es el que no le dice el daño que le están haciendo. Otra cosa que me agradó es como de alguna manera dan lugar y desmitifican algunas cosas de personajes que vivieron cierta etapa de su vida o su carrera con Marilyn, como el personaje de Billy Wilder, que muestran toda la paciencia que tuvo para que su película pudiera salir adelante, aún en el momento en el que Marilyn perdió no sólo la abstinencia y el juicio por la pérdida de su segundo bebé (en la película se plantea la pérdida de un primer bebé, sólo por hacer una película de la que después ella se avergonzaría y que jamás se perdonaría esa pérdida), sino también al hombre que quizá más la amo.

La fotografía sin duda alguna es el siguiente departamento que más destaca de la película, que esta a cargo del joven Chayse Irvin, y que va muy de la mano con lo hecho por el diseño de producción, la dirección de arte (a cargo del veterano Peter Andrus), así como maquillaje, vestuario y decoración. Y la música incidental, que si bien es muy poca (y que uno agradece siempre esos detalles con creces), es muy buena.






Ahora bien, que es lo que hace que la película sea fallida con todas las virtudes comentadas al momento, pues sobre todo, dos cosas que si no están alineadas o bien estructuradas desde la pre-producción, simplemente se te puede caer hasta el mejor argumento de la historia, o si no caerse, si perder el rumbo, y esto es la dirección y el montaje.

Andrew Dominik no tiene el control de lo que quiere plantear en su discurso con lo que vemos en pantalla, o mejor dicho, con lo que el rodó y nos muestra en pantalla, porque una cosa es lo que puede estar en la pantalla, y otra cosa es cómo se nos muestra y, además de ser incoherente, no tiene congruencia con el discurso.

Podría partir por el vicio que le adolece a la gran mayoría de los biopics, y este es el hecho de siempre empezar de una manera súper grandilocuente con un hecho en la vida del personaje/persona retratada, que marca a este como un hito, como algo intocable, y luego seguirlo con sus orígenes, es algo que realmente da hueva, y que creo que va más a un vicio impuesto e implementado por las modas dictadas por las corporaciones, más que por inquietudes artísticas del realizador por explorar la psique del personaje, acá se nota que no se busca eso, sólo se busca impacto inmediato. Debo confesar que lo que más me molesta la película es la manera tan desbordada y jamás justificada de pasar de un formato a otro sólo por el simple hecho de hacerlo, por momento vemos un espectro radial de 4:3, luego pasamos al Widescreen decantado, luego vamos al 16:9 FHD de nuestros días, luego volvemos al 4:3 con textura de 35MM; que eso no tendría nada de malo si hubiera de entrada algo en la película que nos dijera que siempre se quiso jugar con el formato, o al menos que hay un algo de experimental que sea congruente o tenga alguna conexión con la historia en sí, pero no, incluso si la utilidad del recurso del cambio de formatos correspondiera a algo en específico y particular, como por ejemplo la época, la ficción, la realidad, cuando Marilyn es Marilyn, o cuando Norma Jeane es Norma Jeane, pero no, se utiliza de manera irregular, ilógica e incongruente, más como un capricho de que se vea diferente y bonita, pero que no abona ni tiene nada que ver con el desarrollo de la trama. Esta cuestión de Norma Jeane añorando volver a ser alguien fuera del foco y el hastío que le provoca en muchos sentidos y en muchas ocasiones ser Marilyn, se ha explotado en muchas ocasiones, sobre todo en las biopics, y alguien que me parece lo hizo perfectamente, y que además muestra de una manera magistral el como todo el contexto en la obra, tanto en lo técnico como narrativo debe tener coherencia, es Pablo Larraín con Spencer, y si no la han visto y no quieren ver la película completa para comprobarlo, basta con buscar la escena de las perlas y el baño, es el claro ejemplo de esta lucha de una mujer que quiere volver a ser lo que fue.

Si bien el trabajo fotográfico lo alabo por la limpieza de este y lo que propone en términos conceptuales y anímicos con la iluminación y la casi siempre perfecta composición de los planos, hay detalles en el manejo de la cámara, que me parecen en todo sentido una aberración, como cuando DiMaggio llega a casa luego de recibir las fotografías de Norma de mano de sus ex-amantes y la encuentra desnuda, es una cosa sacada de la película de Netflix que ustedes me digan, sobre todo de las estupi-comedias que les encanta producir para tener aún más idiotizados a sus suscriptores, y como este ejemplo hay otros. En términos de montaje debo decir que no todo está perdido, pues hay algunas transiciones que realmente son impresionantes, como la de la cama que se convierte en cascada (no quiero hacer spoilers de más) y el de Marilyn en el avión y su ida al baño, que hablando de esta escena, la parte del vómito, es en verdad de risa, incluso yo he podido hacer una escena de vómito más decente que la de Anita, o incluso en este caso, vuelvo a poner como ejemplo a la extraordinaria interpretación de Kristen Stewart en Spencer.




En resumen, no sé si la presión de Netflix hacia los productores y el director de la película terminó por modificar o hacer que el producto tuviera el sello Netflix hasta en como se hacía (y es que la verdad hay algo en mi que se niega a creer que Dominik esté tan nublado y limitado para haber querido hacer algo así), porque incluso desde su clasificación me parece muy ligera para ser R, pues he visto otras películas con clasificación R que realmente son R, con sexo más explícito y consumo de sustancias que se muestran de manera más literal, y acá me parece que hay un grado de mojigatez, en el que parece sólo se quiere mostrar la vida tan ruda y rápida que vivió Marilyn, y que vaya que si sufrió, y creo que la escena de ella con Kennedy lo confirma. De la cual viene la caída de final de Marilyn con un "supuesto" giro de tuerca que se supone nadie se veía venir (yo si lo veía venir) que tiene que ver con su padre ausente y anhelado, ese que buscó en cada hombre que llegó a su cama, y que termina la película con unas partes desenfocadas realmente horribles, y un final con dos figuras que jamás se entiende por qué, de la rubia más idolatrada del nocivo mundo de las películas de Hollywood.


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