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viernes, 17 de mayo de 2019

El amor después de medio día: el amor después del amor, o lo que Woody Allen siempre nos ha querido decir.




l'amour l'après midi es el último de los seis cuentos morales del sublime director Eric Rohmer, que a mi me ha parecido el más poético de todos.

La película nos narra prácticamente los pensamientos de Frédéric, un hombre joven con aparente éxito laboral que está felizmente casado. Sus pensamientos son narrados mientras vemos su día a día y como lidia con estos lapsos de crisis de identidad existenciales y emocionales, y como estos se ven estrujados aun más cuando llega una visita que no tenía contemplada en su vida, se le presenta ese oscuro objeto del deseo del que tanto nos habló Buñuel y el mismo Allen en la figura de Chloe, una exnovia de su mejor amigo que es tan problemática como inestable, con la cual él mismo dice llevaba una relación cordial, pero la cual nunca le gustó. Es justo cuando sus encuentros con ella se dan justo en la hora del día en que le vienen estos pensamientos existenciales, que es cuando está alejado de su casa, que empieza a ser una figura imprescindible en su vida, tanto el uno para el otro, y es justo que por la naturaleza de la misma Chloe que es tan distinta a la de su esposa que le parece tan adictiva su presencia, pero es justo al desenlace, cuando uno quiere que se de el encuentro deseado entre estos dos, porque simplemente es antinatural que no se de un encuentro entre dos personas con tanta química entre si, cuando la magia de Rohmer aparece.

La película es extraordinaria por muchas particularidades en concreto, una de mis partes favoritas es el final del prólogo, justo antes de que aparezca Chloe, cuando Frédéric está en la terraza del café y mientras cuenta como a veces se imagina que tiene un medallón con el cual puede hacer que ninguna mujer se le resista (la escena con él en la calle y la cámara haciéndole un close-up es sublime) todas las mujeres que pasan frente al café son actrices que actuaron con Rohmer en algunos de los cuentos pasados. La mayoría de los personajes protagónicos de los seis cuentos son personajes que atraviesan por una crisis existencial o emocional, pero siempre se les ve tratando de aliviar su sufrir a través del arte, ahí encuentran refugio y a la vez solución. También la forma en que justo cuando se busca este alivio a los pensamientos, a esa necesidad de libertad de lo que se conoce llega una mujer que es la antítesis de la que ya se tiene o se estaba buscando, la búsqueda de lo que no se tiene habitualmente nos hace valorar lo que ya teníamos, y en este caso no es la excepción, es como en las películas de Woody Allen que siempre al buscar una mujer que no era la que se tiene uno termina encontrando la felicidad con la segunda, o termina sin ninguna, pero en este caso con Rohmer es distinto, justo cuando parece Frédéric sucumbir a los deseos que antes tenía y por los cuales abogaba una libertad, a pesar de decir lo mucho que amaba a su esposa y lo mucho que la desea después del nacimiento de su segundo hijo, incluso mucho más que cuando la conoció, incluso descubriéndose confeso de que quizá hace mejor pareja con Chloe, es el gesto más insignificante el que lo hace volver con su mujer, con sus hijos, a la hora en que jamás les había dado su atención, cuando sin saberlo más los necesitaba, en esas horas en que las calles de la gran ciudad llevan montones de gente sin dirección y de quienes jamás sabremos nada sobre sus vidas y que a veces quisiéramos saber por simple curiosidad. La crisis en su vida se disuelve con el amor real, no del deseo ni de la necesidad de querer todo romantizar.

Lo fascinante de las películas del también critico y escritor Eric Rohmer, es que son tan universales que nos hacen pensar en esa necesidad de identidad y de libertad que el arte nos puede dar, la dirección que necesita nuestra vida, está en el cine vivo de la Nueva Ola Francesa, tan real, quien diga que esto sólo es variedad burguesa e intelectual, no sé en que planeta vive, o que tiene en la cabeza.














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