Producciones "La Vieja Escuela" Presentan:

domingo, 21 de julio de 2024

War pony: ponys queriendo ser caballos de guerra.



War Pony bien podría ser interesante sólo por dos datos que ahora les doy: película acreedora a la Cámara de Oro en Cannes hace un par de años, y co-dirigida por la actriz Riley Keough. Pero una vez que hemos tenido la oportunidad de poder verla, ha hecho que su servidor tenga la necesidad de escribir porque no sólo me parece una de las películas más interesantes y valiosas desde su estreno hasta el día de hoy, sino que además me parece inconcebible que en todo este tiempo ningún festival de cine en México la haya podido traer. 



A los 23 años, Bill solo quiere hacer algo de provecho. Ya sea extrayendo gasolina con un sifón, repartiendo mercancías o criando caniches, está decidido a abrirse camino hacia el ‘sueño americano’. Mientras tanto, Matho, de 12 años, está ansioso por convertirse en un hombre. Desesperado por contar con la aprobación de su joven padre, toma una serie de decisiones impulsivas que pondrán su vida patas arriba, sin que el muchacho tenga las herramientas necesarias para lidiar con las duras realidades del mundo de los adultos.



Primordialmente siento que debería de escribir sobre los jóvenes. Uno de los grandes valores de la propuesta de Gina y Riley, es que no tratan a las infancias y juventudes que comprenden su reparto, con delicadeza o con “pincitas”, incluso cuando la gran mayoría son no-actores, o actores naturales como le gusta llamarles a muchas personas. Hay una declaración desde el principio por parte de las directoras en el que nos dicen de manera muy sutil: “míralos, ellos son igual que tú, tienen los mismos problemas. Quieren más cosas, ganar algo de dinero, ayudar a su familia, también se emborrachan y están expuesto a las drogas todo el tiempo”. Pero al mismo tiempo, exponen de manera impecable, justo las consecuencias que traen las decisiones tomadas de manera impulsiva a esta edad, tanto a sus cercanos y familias, como al contexto particular de la comunidad en la que viven. 






(Comentar que la introducción de la película es, además de atinada; brillante y hermosa. La única vez en la que literalmente se hace una referencia sobre la naturaleza del contexto social de la reserva nativa en la que viven sus personajes)


Podríamos decir que Matho es lo que en su momento quizá fue Bill, por eso cuando esté tiene la oportunidad de ayudarlo lo hace, y Bill podría ser lo que Matho será una vez que la vida le haga entender que no tendría porque repetir el mismo patrón de su padre. En ese sentido ambos son un reflejo de los problemas a los que se enfrentan las minorías y sociedades relegadas, siempre al acecho del sistema consumista y capitalista de un país que quiere unificar todo (sobre todo hablando de los jóvenes), vestirlo de la misma manera, y en el acto enterrar la historia multicultural y diversa de los que estuvieron antes, y si no siguen el patrón, no sólo los excluye y vulnera, sino que los orilla a las violencias.


Otro elemento muy bien elaborado por ambas directoras, y que a su servidor le resultó realmente fascinante; es los simbolismos que se manejan y manifiestan a través de los animales nativos. El bisonte (o ñu) como advertencia del peligro en la vida si no hay un cambio de dirección, los perros como símbolo de unión, discordia y amor; entre otros que representan la muerte, las intenciones incesantes de crecer (como pequeños ponys queriendo correr a la par de los caballos más grandes a su generación), y por supuesto los guajolotes, como símbolo de justicia. 


Técnicamente si bien no es tan deslumbrante, es justo lo que la hace aún más congruente con su fondo, su para qué, y su discurso: nos muestra a través de una fotografía sencilla, luminosa cuando el sol pega desde el alumbramiento en el oriente y la hora dorada en el poniente, y con una oscuridad plagada de sombras y una paleta de color si bien no fría, si con tonos marrones/ocres; que esa es una visión muy cercana a cómo se percibe la vida real, justo con esos encuadres que proponen desde el trabajo fotográfico. 



Es así que desde una mirada como la de Gina que ya tiene una voz y pleno uso de la cámara para desentrampar situaciones complejas entre las diferencias y contradicciones de la naturaleza humana, y una Riley que sin duda alguna le ha aprendido a quienes la han dirigido (muchos atribuyen su salto a la dirección a Andrea Arnold, sobre todo por el retrato a las juventudes, y su experiencia en “American Honey” a quienes muchos asocian similitudes, cuando la verdad yo veo más similitudes con “Scenes from the suburbs” de Spike Jonze) pero que sobre todo se nota su compromiso y responsabilidad social con las comunidades nativas de Norteamérica; el espíritu animal de las juventudes norteamericanas resulta ser un ejercicio que pareciera ser una radiografía universal de la naturaleza genética de una generación que sufre cambios constantes, todo el tiempoun tanto incomprendidos por sus gustos, sus aspiraciones, su rebeldía y su música; y que al igual que muchos de nosotros, y desafortunadamente la mayoría no tienen la capacidad de recordarlo, van aprendiendo en el proceso, a prueba y error. 


Breve comentario sobre The dead don’t hurt.





Las consecuencias de querer ser libre y luchar por las causas justas, la injusticia y corrupción americana, y la búsqueda de la justicia divina a través de la paz y el perdón.  



La condición narrativa que recurre a contar la historia en dos diferentes momentos temporales de los personajes principales, se debe sobre todo al recurso narrativo de dotar a la historia y la trama de un dinamismo pauso, y lo hace de una manera acertada. Acá también hay que dar mérito al montaje que a mí parecer, remedia algunos tropiezos y huecos en el guion y en lo fotográfico, aunque debo decir que a nivel composición hay un trabajo extraordinario que resalta lo que tiene en sus paisajes a través de planos generales. Los encuadres no son los más exquisitos, pero encuentra una belleza coloristica y en la composición y lo que hay en su delimitación. La iluminación en las escenas de oscuridad, son sensibles, exquisitas, perfectas.


La película no redefine al western como algunos exagerados afirman en sus análisis, pero sí que lo propone y muestra tratando de darle y buscándole una nueva cara desde una perspectiva clásica, pero no la convencional, y lo más interesante es que ambos tratamientos detectados tanto en fondo y forma se plasman respetando identidades. 


En ese sentido, sí que la historia de Mortensen recuerda a Ford, a Hudson, incluso a Chaplin; pero también recuerda a Melville, a De Sica y a Kurosawa, por mencionar a algunos. 


Hay elocuencia en el contexto histórico, no hay presencias anacrónicas que obedezcan sólo a corresponder tendencias de contenido contemporáneas a nuestro tiempo, con o sin apreciaciones de calidad. 


Aún con ello, me parece mucho metraje para lo que en la historia se cuenta. Incluso yo diría que le sobran cosas, como los recuerdos oníricos de Vivienne, que dicho sea de paso, que buen papel tiene todo el reparto, y aunque algunos pierden peso o se olvidan, los de Mortensen y Kryeps brillan todo el tiempo, aún cuando la trama los separa y segmenta su historia. 


Al día de hoy, es el final más hermoso que he visto en lo que va del año. Y es de destacar que Mortensen protagonice, dirija, escriba, produzca, y además; haga la música tan hermosa que acompaña toda la historia. Sobre todo esa pieza final. 

martes, 9 de julio de 2024

Tierra II: El documental de una película y un director en crisis haciendo su película (autoral).



Así como me gusta en demasía el cine de Trueba (Jonás), Sang-soo, Pereda, incluso su compatriota Piñeiro, con quienes por supuesto hay cosas símiles tanto en fondos como en formas; el cine de Fabio me esta gustando en demasía. 

(Incluso y en gran medida, con y por sus guiños/homenajes a cinematografías como la de Allen, Tarantino y Cassevetes)

Hay una lógica total en el hecho de sentir sí al cine en su naturaleza, pero sobre todo hablando del documental y los ejercicios de metacine; como multiversos de nuestra (a veces) abrumadora realidad. Y eso es lo que es esto: una película de cómo se hace una película, dentro de una película.

Un juego de liberación para su protagonista/director de una forma muy relajada (incluso con humor), sin tantos artilugios, incluso se siente una especie de aura irónica/sarcástica muy sutil, de las pericias y dificultades de hacer cine independiente en Latinoamérica, sobre todo si eres un chaval/pibe que pasa por crisis existenciales y amorosas que se quieren plasmar en una realidad alternativa a través de un guion, algo así como Alvin en Annie Hall

Los “detallitos” en el sonido, la gran mayoría siento yo, están de manera premeditada, son completamente deliberados. La cuestión del B/N y fotografía a color es interesante para jugar con la percepción de espectador y obligarlo un poco a meterse de lleno a la trama e identificar ¿qué es real?, ¿qué es ficción?

Tres cosas que me encantaron de sobremanera: la anécdota que une a Tierra II y a Las cosas… (además del factor caminatas), descubrir que mi guion sobre la fiesta en el museo no es tan descabellada, y tiene un paralelismo en Argentina; y los actores: Andrés, Paula (encantadora), el propio Fabio (que qué buen actor resultó ser) y las otras personas reales. 

Hay riquelmismo, Cortázar, Hemingway, y otros elementos más que me hacen entender que sí o sí iba a terminar fascinado con esta película. Como (casi) siempre que termino de ver una película de Jonás, en mi mente sólo dominaba un pensamiento: “este es el tipo de película que me gustaría hacer con mis amigos”. 



domingo, 7 de julio de 2024

Carmen





Carmen es una película australiana y ópera prima del coreógrafo y exbailarín francés Benjamin Millepied, cuya propuesta desde lo independiente, pero también desde lo alternativo y las propuestas narrativas no-convencionales, termina por ser arriesgado, pero atinado y potente.


La sinopsis de la película, sugerente y nada reveladora; arroja lo siguiente:

Una mujer joven e independiente se ve obligada a huir de su casa y a cruzar ilegalmente la frontera donde conoce a Aidan, un infante de marina. Cuando los dos se ven envueltos en un enfrentamiento, Carmen y Aidan se ven obligados a escapar juntos.


Si bien la película se inspira muy libremente de la ópera de George Bizet, y con todos elementos que predisponen paralelismos con la figura mitológica del propio nombre; hay un discurso sobre la redención de dos personajes buscando su lugar en el mundo, el lugar que les permita ser quienes son, que se da desde una huida; ella, huyendo del destino fatídico que le depara en su lugar de origen; él, huyendo de los fantasmas de su pasado que lo atan a una naturaleza violenta que constantemente está en lucha con su sensibilidad y una percepción que sin saberlo cuando se conocen, ambos comparten. La película también guarda una especie de redención feminista muy armónica y orgánica, sin necesidad alguna de forzar discursos, sino planteándolos de maneras sutiles. También otro subtexto que se dibuja y es interesante la manera en que se aborda, son los motivos de la migración a raíz de las diferentes formas de violencia, y su tratamiento de este de una manera poco convencional.




Hay un aura rebosada de un lenguaje que está llena sí de una poesía que sólo es perceptible cuando uno está en constante contacto con la poesía, pero también hay toda una carga simbólica que si resume, pero también acentúa la historia y lo que proyecta hacía afuera del ser, pero que refleja como un espejo hacia los adentros del alma, como el niño de la pistola y el hombre del destino que, dependiendo de la perspectiva con que se mire; puede ser bueno o malo.

No hablar de lo que a nivel producción hace la película, me parece sería un total desacierto, pues hay muchos elementos que hacen muy rica la propuesta sí a nivel visual, pero también a nivel sonoro. Partiendo de la fotografía y todos los elementos que la comprenden, hay una economía de recursos, pero también una prudencia que hace más potente la historia, pocos elementos hablando una especie de lenguaje de señas, hacen que uno sienta aún más todas esas emociones que se acentúan con las pocas palabras empleadas, pero también con lo sonoro y musical. Una iluminación sugerente que con una propuesta a nivel composición muy sencilla, crean cuadros surreales característicos y que quedan en el imaginario cuando la narrativa así lo sugiere, pero también momentos muy reales cuando la poesía es desde el movimiento corpóreo y la lucidez de la luz del día.




No sólo las interpretaciones de Paul Mescal y Melissa Barrera son extraordinarias, él representando lo tieso de la virilidad que se moviliza, y ella manifestando lo etéreo de su naturaleza intempestiva femenina que se mueve entre dos realidades (esto se manifiesta de manera perfecta en la danza de la feria que incluso se le puede dar una connotación a las danzas de las mujeres sabias y sus rituales de antaño a las que muchos llamaban de manera despectiva brujas), quizá las mejores de su carrera, sobre todo en el caso de la mexicana, pues el actor irlandés ya nos tiene habituados a dar actuaciones extraordinarias; pero también hay mucha riqueza en la aparición de personajes claves interpretados de maneras brillantes por Rossy de Palma, Elsa Pataky y Nicole da Silva, dando como resultado en todo lo anteriormente mencionado, un complemento más que perfecto. Un musical muy atípico que respeta naturalezas, contextos, fondos, formas y lenguajes culturalmente propios de la historia.




Sin duda, Carmen me parece es una de esas películas comprendidas por pocos, que a los ojos si bien no correctos, pero algo educados, puede ser un oasis en medio del desierto. El arte que habla desde el alma para sobrevivir y escapar a la tragedia, y en este sentido, también en que se aborda el tránsito hacia la muerte.

lunes, 1 de julio de 2024

"El Editor -Versión Final-", o la atinada congruencia de morir en tu lenguaje.





Edzna M.H.

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La verdad es que, debo confesar antes que todo, que este es el análisis que más me ha costado escribir, no sólo por el acto mismo de escribir sobre un proyecto del que pertenezco en muchos sentidos, sino por la acción que ha resultado para mí desprenderme de todos los modos posibles para poder escribir para todo aquel que vaya a leer este texto, de manera objetiva y crítica, y no bajo una influencia subjetiva que bien podría desprender en cualquier instante mi lado más sensible y personal, de modo que apreciable lector, tenga usted total certeza que las palabras que desemboquen aquí, por muy imposible que a usted le parezca, no llevan ninguna influencia personal de por medio.
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Cada ser humano tiene una concepción propia de cómo percibimos la vida y la realidad, la mayoría de las veces, esta es un reflejo de nuestras experiencias, de nuestro diario vivir, de lo que vemos, leemos, escuchamos, son reflejo del lugar donde vivimos, las personas con las que interactuamos y a lo que nos dedicamos, así creamos nuestro propio lenguaje, con sus códigos de lo que comunicamos o queremos comunicar, incluso cuando la comunicación se hace con los silencios. ¿Por qué la muerte de una persona puede ser más vistosa que otra? ¿Qué influye para que esto sea así? ¿Puede en un último acto el destino darnos una tregua y hacer nuestra muerte un poco menos dolorosa e insignificante? Esta es de alguna manera, la lectura que hago en primera instancia de "El Editor -Versión Final-".


Marcos, un editor de videos y películas independientes, trabaja diariamente editando hasta largas horas de la noche, hasta que en una ocasión sufre una convulsión que lo hace perder la consciencia. Al despertar descubre que su forma de percibir la vida ha cambiado de tal manera que ahora todo lo vive y lo ve de la misma manera que un montaje cinematográfico.
Entre cortes y efectos especiales, Marcos establece una confrontación contra su propio subconsciente para poder controlar su percepción del tiempo y sus emociones más profundas.


El cine de bajo presupuesto, o cine de guerrilla como es conocido por muchos (que nunca serán lo mismo que el cine independiente, para todos esos confundidos), es un cine en el que evidentemente hay que otorgar concesiones que los "puristas" del cine no permiten, sobre todo en los departamentos técnicos. Pero si hay algo debe de caracterizar a este tipo de cine para que resalte como una gran obra, incluso por encima del cine industrial; es el tener una historia bien pensada, con un guion que permita al pequeño crew la lectura fácil para no chocar con el autor de la misma, para que la historia conecte armónicamente y se sienta genuina. Y en este punto me parece que Alejandro Savant, director de la película, lo hizo correctamente, incluso con un guion moldeable que nos deja por sentado una de las grandes máximas dentro del cine para mí: el guion es sólo una guía, la verdadera película se crea en el montaje, y esta película por supuesto que es eso, tanto por el nombre de la misma, como por la naturaleza de la historia, que permitía que muchas cosas que no estaban controladas al cien por ciento en cuanto a la producción, equipo técnico y a la continuidad se refiere, se integraran a la historia de manera natural, teniendo una obra totalmente congruente con lo que quería transmitir, y aunque hay lapsos en los que claramente se sienten elementos en el montaje que, más que ser parte de la narrativa, están para solucionar problemas; me parece que la forma en que estos se emplean, es completamente efectiva. 

Me parece que Alejandro se toma la osadía que muy pocos realizadores se han permitido, algunos de esos pocos han sido de esos que han marcado un antes y un después en la historia del cine; y esta osadía radica en involucrar al espectador al máximo en el sentido de la historia. Él obliga y hace al espectador involucrarse en la narrativa, en más de un sentido a adentrarse a la historia, aún cuando quizá no comprende muchos de los elementos y conceptos que hay en esta, pero que los hace sentir antes que comprender, los obliga a emocionarse antes que entender, y eso lo logra perfectamente.

También hay mucho de valentía y valor en crear una obra en la que todo es conciso y directo con lo que él quiere exponer, y no andar con rodeos o por las nubes, esto está más que demostrado en como transcurre la relación entre los dos personajes principales, Marcos y Michelle, nos muestra las fases más importantes en su historia, sin hacer algún detenimiento innecesario, incluso en la misma naturaleza de lo que le pasa a Marcos. A esto muchos le podrán dar lectura como falta de construcción de personajes, yo diría que es mostrar lo que el realizador quiere mostrar, hacerlo de manera correcta, nada más.

Algo que me pareció brillante es como la evolución afectiva entre Michelle y Marcos está marcada a lo largo del metraje bajo un concepto de espacio bastante interesante. Casi es imperceptible, no se nota; y es tanto sutil como hermosa (acaso planeada por el evidente hemisferio más desarrollado del director que es el creativo, acaso creada por sí misma de forma fortuita). Cuando se conocen, en palabras que el crítico colombiano Juan Carlos González utilizó para describir a “In the mood for Love”: <<apenas y se tocan>> al final de su primera cita, pero conforme vamos viendo su interacción y su continua convivencia, esta distancia se va acortando, siendo la secuencia de los juegos mecánicos el más claro ejemplo; hasta verlos en la mágica escena del atardecer buscándose constantemente para no separar siquiera una extremidad de su cuerpo y mantener el tacto, hasta el momento que Marcos con su condición agravada, decide salvarla del sufrimiento e impone la distancia abismal, en ese momento se corta la larga secuencia de su evolución de estar juntos. 

Todos los miembros del cast lo hacen de manera correcta, son creíbles porque todo en la historia permite que las acciones de los personajes sean congruentes, y esto me parece que lo logra de manera magistral sobre todo con el que para mí es el personaje más importante de la película: Michelle.

Si bien Alejandro es quien escribe el personaje, me parece que no se le puede dar todo el crédito de la creación de este, pues me parece la creación como tal termina cayendo sobre los hombros de la actriz que lo interpreta, que toma como base las características e indicaciones de Alejandro, y demás elementos en el set para crear a este personaje tan lleno de vida. Evidentemente hay un trabajo más que limpio en Abril Ortiz a nivel interpretativo, y a mi parecer su actuación es de lo mejor que he visto en los últimos dos años. Logra transmitir toda esa naturalidad y ese amor que va germinando de a poco en la mirada de ella hacia Marcos, y me parece que lo que si es un logro completamente del director, es en cómo el foco se centra en ella cuando aparece en la vida de Marcos, haciendo de este no sólo el hombre que vive y muere dentro de su lenguaje, sino también el espectador por naturaleza de la magia que Michelle le viene a inyectar a su vida.

El personaje de Marcos, como ya lo comenté antes, es un personaje que se construye y se le da sentido en el montaje, en donde Alejandro saca el mayor provecho a las partes en que desde mi punto de vista más crítico y objetivo, el interprete no llega a los puntos dramáticos e interpretativos que debía llegar, pero también hay que decir que hay muchas escenas en las que muestra dotes histriónicos que me parece dan a Marcos una identidad muy particular, y lo hacen un personaje tan rico como complejo, y eso si hay que agradecérselo no sólo al actor y al director, sino también a Itzú Martínez, la asistente de dirección, que también en más de una ocasión fungió como coach actoral; y a la propia Abril Ortiz que por su Michelle, Marcos se convirtió en una especie de personaje réplica de lo que el otro desarrollaba, facilitando mucho el trabajo interpretativo del actor que le dio vida. 

Para mí lo más maravilloso del cine de Alejandro Savant siempre van a ser estos símbolos que hay en sus trabajos, hay una especie de vorágine vertiginosa que crea conceptos a través de imágenes que parece que no se ven, o que con mirada objetiva no se logran apreciar, pero que quedan en el subconsciente como mirar con el rabillo del ojo; como si los hubiéramos imaginado o soñado, pero que definitivamente están ahí plantados deliberadamente por él y que sabe que crearán un impacto en el espectador, que se quedarán inconscientemente y sin darse cuenta, como lo puede ser una chica mordiendo una manzana, la mirada nerviosa de un hombre mirando a una mujer, una melodía que no te deja de acompañar aún pasados días de la proyección.

Más allá de la valentía de Alejandro al hacer una película totalmente independiente y con un mínimo crew, y que me parece crea quizá su mejor obra al momento; debo decir que seguramente él está consciente de todo lo que se puede mejorar, y que no tengo la mejor duda lo hará en su siguiente trabajo. Más allá del amor que le tengo a este proyecto, y para este punto dejaré la objetividad que me había empeñado a seguir al principio del texto, debo decir que esta película de amor y sacrificio, es un proyecto que se logró realizar enteramente por amor a la historia que nació de su director, y que salió adelante gracias al amor por un proyecto, y por un grupo de amigos que no querían hacer otra cosa más que hacer cine por amor a este; y si me permiten el comentario más personal que me voy a permitir hacer, esas son las historias y ese es el cine que para mí vale la pena de ver, y que logra traspasar el tiempo.