domingo, 11 de diciembre de 2022
Pinocchio: una historia de padres imperfectos e hijos imperfectos.
martes, 8 de noviembre de 2022
"El reino de dios" de Claudia Sainte-Luce: juegos de niños, dolores que nos hacen crecer.
"Ir y volver" de José Permar: fondos que llegan al corazón, formas hechas con el corazón.
miércoles, 2 de noviembre de 2022
"Chronique d’une liaison passagère" del director Emmanuel Mouret es una comedia romántica que encarna en una historia muy particular lo mejor de cineastas como Woody Allen y Eric Rohmer, pero con una mirada muy distinta y muy propia de este director. Temas que quizá serían muy ríspidos o tabús en otras culturas como la infidelidad, para los franceses son tomados de manera muy natural y objetiva sin la necesidad de caer en el melodrama barato como suele caer comúnmente el cine hollywoodense. Se nota cuando el concepto de la fidelidad y el amor abarcan y retratan cosas más concretas y reales, esta manera "open mind" que tienen los franceses para las relaciones amorosas permite mostrar este tipo de historias con mucha propuesta, y son rigurosos sin caer nunca en alguna clase de prejuicio y sin la necesidad de ciertos clichés que en otros cines (no sólo Hollywood) son más como una situación para provocar el chiste fácil que terminan cayendo en situaciones sin sentido.
La película, que empieza como una comedia en toda su esencia desde el principio, de a poco va tomando forma y sentido de manera muy orgánica, que conforme la situación y desarrollo va desembocando en un drama amoroso que es naturalmente orquestado por personajes congruentes, (que por supuesto es gracias a la gran interpretación del actor y la actriz protagónica, que tienen una química que salta de la pantalla) que son fuera de la norma (mostrar abiertamente en fondo y forma un personaje masculino que acepta y se sabe un personaje torpe, sensible y con un lado femenino muy desarrollado) y que tienen un encanto que es cobijado por un ensamble hablando en su forma técnica con elementos como los lugares donde se encuentran, (que casi al final de la película se nos muestran como si fueran un personaje más [un elemento muy "Before" de Linklater], justo antes de ese final muy "Annie Hall") la fotografía y como la colorización y el diseño de producción son parte de la misma narrativa sutil y delicada, que además tiene en muchos sentidos la idea del cine que defendía y ejemplificaba Rohmer, como la forma de utilizar la música, todo en un contexto si bien más contemporáneo, se siente esa esencia de un regla de cine que no caduca.
Una película realmente encantadora, en la que las pláticas entre sus protagonistas, que oscilan entre trivialidades, absurdos, y complejidades; arrebatan al espectador varias risas y sonrisas, y unas cuantas lágrimas y suspiros.
El norte sobre el vacío.
viernes, 21 de octubre de 2022
Micro-críticas.
martes, 11 de octubre de 2022
50 (o dos ballenas que se encuentran en la playa): cuando dos niños tristes se encuentran.
Oaxacalifornia, el regreso: registro del viaje de los que heredan la identidad.
jueves, 29 de septiembre de 2022
Las colonias.
Blonde: la dualidad de las estrellas.
jueves, 22 de septiembre de 2022
Comala: viaje al descubrimiento del patrón que se rompe.
¿Hasta que punto es válido o sano que el documental trasgreda en la autonomía de las personas en pos de encontrar la verdad o descubrir algo que se quiere encontrar? ¿Es sano involucrar a personas que quizá no saben la dimensión de lo que el autor quiere exponer en su trabajo? Esta y muchas preguntas más surgen cuando uno ve un trabajo tan abierto como el de Gian Cassini, un trabajo trasgresor y valiente en las mismas proporciones, pero también en muchos sentidos muy necesario.
No hay que ser un iluminado para entender el título del documental de Gian y su relación con lo que el expone en este, Gian se embarca en un viaje con muchas latitudes para encontrar la verdadera identidad que tenía su padre muerto, aún cuando este ya la intuía, y en este viaje empieza cuestionando a las personas más cercanas a él, en primer lugar a su abuela materna, en segundo a su madre, y en tercero a su media hermana, y la forma en que Gian las va cuestionando puede hacer creer al espectador que este es un trabajo en el que el realizador sólo cuestiona y no se involucra para quizá no perder la objetividad, pero muy pronto Gian desaparece esa barrera de no involucrarse, y lo hace en maneras que otro realizador o los críticos más cuadrados podrían cuestionarle, pero la forma en que Gian se embarca y del cual por supuesto rasga muchas cosas internas como ser humano, no hace que uno piense que la objetividad se va para ver sólo un documental impregnado de melodramatismo y crítica de la guerra antidrogas que orquesto el funesto gobierno de Calderón, el documental de Gian explora y expone mucho más.
La forma en que Gian se involucra en el viaje para encontrar la identidad de su padre toca varias latitudes, y con estas un retrato y espectro de los lugares como de las personas con las que se cruza, y Gian pocas veces pone un filtro para aligerar su realidad, su identidad y su carga, Gian hace un retrato honesto y fidedigno de las causalidades que hacen ser a las personas como son, tanto por el contexto socio-político y socio-económico del lugar en donde viven.
En el mismo sentido que Gian recorre y hace todo este viaje desmenuzando en muchos sentidos la historia de su familia, y en consecuencia de la propia y entender por qué es como es, Gian se hace el personaje protagónico del documental, y en el vemos el peso de los errores que él piensa cometió por su inexperiencia y su juventud, pero realmente vemos una catarsis no sólo en él, al estar con las personas que tanto su padre como su hermano muerto ya no pueden estar por este halo de violencia y machismo del que jamás se pudieron desprender, sino también a las personas a su alrededor, como lo es el caso de sus sobrinos y el de su abuelo paterno, y otros personajes que prefiero no mencionar para que ustedes mismos los descubran.
Una de las cosas más brillantes del documental, o sino más brillantes, sí de gran valor para su servidor; es el hecho de que la forma en que todo está retratado, hace aún más creíble el discurso que se construye, con cámara en mano y una grabadora que aún en sus pericias hacen que el espectador conecte con todo el viaje de Gian, pero no con esto trato de decir que no haya un montaje o una narrativa que proponga Gian, más bien todo lo contrario, aún con lo modesto de la producción, que seguramente si obtuvo algún apoyo se destinó más a los viajes que a los grandilocuentes equipos de filmación, hay un ojo bastante interesante en cuanto a creatividad se refiere.
El final del viaje se da con la madre de Gian, que siempre negó saber la naturaleza de su expareja, siendo cuestionada por el propio hijo con una carta en la que ella le dice al padre de Gian que ya no sabe que decirle al Gian niño, entonces en este cuestionamiento ella le pregunta que qué cree que lo hizo no ser como su padre, en este punto el documental, el propio Gian, la madre y seguramente más de un espectador nos rompemos, sabiendo que el amor de la familia, y principalmente el de nuestra madre, nos salva y refugia de todos los males, sean del mundo exterior o de la propia familia.
jueves, 8 de septiembre de 2022
L'événement: detenerlo o dejarlo seguir.
Una de las películas que había esperado mucho tiempo para poder ver es la pasada ganadora del Festival Internacional de Cine de Venecia (conocido por los cinéfilos adeptos a los festivales de cine europeo clase A, la Biennale), una película francesa que, contra todo pronóstico de que una vez más la ganadora fuera una película hollywoodense como había pasado años anteriores, venció y sin lugar a dudas me parece tiene todos los méritos no sólo para que lo haya hecho, sino para que haya sido una de las películas más sencillas, desgarradoras y por supuesto de las mejores del 2021.
La premisa de la película dirigida por la realizadora Audrey Diwan (Mais vous êtes fous, 2019) no es muy distintas a otras películas que, sobre todo en los últimos años han explorado el tema del aborto y el desarrollo de una mujer cuando este se ve comprometido por un embarazo no planificado, incluso la película tiene paralelismos realmente brillantes y hermosos con la también extraordinaria Never rarely sometimes always de Eliza Hittman (Beach Rats, 2017; It Felt Like Love, 2013), sobre todo en la mirada detallista de ambas directoras, aunque con su lenguaje cinematográfico bastante distintivo entre ambas, así como el contexto histórico/social de las mujeres principales en la historia.
En la Francia de 1963, Anne, una estudiante destacada de letras de 23 años, ve su vida truncada cuando se da cuenta que está embarazada de una relación pasajera que tuvo con un joven que conoció y con el que tuvo encuentros amorosos en un hotel. A partir de este momento Anne agota todas las opciones y alternativas que tiene por investigar quien puede detener su embarazo, algo que le resulta realmente difícil pues en ese tiempo el sólo hablar de este tema podía llevarte a la cárcel, pero aún así Anne sigue con su objetivo, pues no desea traer al mundo un bebé al que quizá pueda odiar. Y es a partir de ahí que vemos a Anne hacer todo lo que está en sus manos para poder abortar, incluso atentar contra su propio cuerpo, y más adelante contra su propia vida, pero es un continuo echarse el mundo encima, un mundo que no la delata, pero tampoco la apoya, porque en el fondo muchos de ellos entienden su dilema.
Si bien en Never rarely sometimes always todo es más sugestivo, en la película de Audrey es más directo, más cercana la impresión de todo lo que pasa Anne, que es maravillosamente interpretada por Anamaria Vartolomei, que logra transmitir todo el calvario de esas semanas de incertidumbre, la desesperación, la angustia y agonía. Y lo brillante en la narrativa impuesta por Audrey, que es meticulosa, mesurada y muy sencilla, es que el tema está desde los primeros cinco minutos de la película, pero ver el proceso de Anne, sus dificultades y como va sorteando todo, es lo que da el ritmo y la fuerza a la historia, no el desenlace en si, que también es reivindicador en muchos sentidos.
Como lo dije al principio, con una historia bien contada, contextualizada en su tiempo, y con un trabajo de arte muy correcto, esta película sencilla, con un tema por demás importante, logra una de las mejores películas del 2021, y una de mis favoritas vistas este año, con la mirada y la voz de una directora que, además siendo periodista, sin duda que se documentó para dar aún más veracidad a su ficción que muchas mujeres vivieron en esa época, y que no estuvieron para contarlo.
Nope: los malos milagros.
Entre los años 2015 y 2018, cuatro directores entregaron sus óperas primas en el cine norteamericano, que desde el momento en que se revelaron las primeras críticas, más del 80% de estas vaticinaban el surgimiento de nuevos directores que vendrían a poner el cine de horror/terror en una nueva era en la que se apremiaba a historias bien contadas y desarrolladas, y a sus directores como parte de una nueva generación de realizadores creativos y vanguardistas.
The witch de Robert Eggers, Ex Machina de Alex Garland, Heredity de Ari Aster, y Get Out de Jordan Peele; y los cuatro directores con su segunda película confirmaron lo que se pronosticaba desde sus óperas primas, historias bien desarrolladas, todos siguiendo de alguna forma el género del horror/terror, pero explorando otros temas y corrientes que responden más a los temas que les preocupan y que les gustan, así como su sello visual y creativo muy distintivo, y al día de hoy ya casi todos con su tercera película (sólo Ari Aster sigue en producción de esta), desde mi punto de vista, dos siguen confirmando que ya no son una promesa, sino que son la voz cantante de este nuevo cine, si bien hollywoodense al fin y al cabo, si están al al margen de lo que la big industry sigue vendiendo en sus blockbusters de verano, los dos que para mí aún tienen esa valía intacta son Alex Garland y Jordan Peele, que es de quien escribiremos, así como de esta tercera entrega.
(No incluyo a Robert Eggers porque, a pesar de que sus dos películas predecesoras son portentosas, para mí su Hombre del norte deja mucho que deber, ya que es una película de épica bastante predecible, y que sólo tiene dos o tres momentos realmente brillantes en todos los sentidos, pero de eso a más, creo que no está a la altura de los otros dos)
Y empiezo diciendo que para mí esta película de Peele es su tercera entrega, no sólo porque sea su tercer largometraje como director, sino que es para mí la tercera parte de una trilogía bien definida de sus película que sin duda alguna tienen un lazo en común a la que yo he bautizado como la trilogía de los vicios norteamericanos, en las que se exponen temas muy diversos, pero todos en realidad conectados por el fuerte problema de racismo que hasta el día de hoy sigue azotando la vida norteamericana. Y en esta película no es la excepción, pero como suele suceder en el cine de Peele, aunque las condiciones de desarrollo y supervivencia para este grupo de personas venidas a hacer menos es complicado y severo, siempre logran de alguna forma el final feliz gracias a la hermandad entre ellos, y en Nope no se vuelve a mostrar.
Hay muchas líneas de interpretación y de lectura para esta película, y giran muchos temas y contextos alrededor de ella que trataré de apremiar en palabras muy breves y concisas. El primer tema traído a la mesa es el de la escena inicial, con el programa de Gordy, en el que se suscita un "evento desafortunado" en el que el chimpancé del programa se vuelve loco y ataca a todos los miembros de elenco, excepto a un chico asiático que se esconde. Si bien el evento se toma como un "acontecimiento paranormal", que es congruente con el contexto de la película, el subtexto de esta apertura no es más que la de un grupo segregado y discriminado, que llega a un límite y atenta contra quien lo tiene sometido en contra de su voluntad; y esto es un guiño más que claro a El planeta de los simios, o incluso a Joker. El hecho de que no ataque al niño asiático es también de alguna manera la confirmación de esta idea, ya que sólo ataca a los blancos opresores, no al niño que también es visto como carne fresca que le gusta a la audiencia, y no más, que luego este chico tiene un subtexto completamente diferente seguida la trama, ya como una persona que adapta y acepta la forma de vida norteamericana, sintiéndose un "elegido".
Se expone también el culto por las imágenes perfectas, que se manifiesta cuando quieren capturar la imagen de esta "presencia paranormal" y en la que se expone que las imágenes imperfectas pueden ser catalogadas como "falsas", pero cuando se dan cuenta que la tecnología puede llegar a ser obsoleta en ese sentido, se cae en la experiencia de este camarógrafo con su equipo que podría atravesar una guerra y salir ilesa, pero en este personaje también cae de alguna manera la voz de la experiencia con su desafortunado desenlace y sus últimas palabras, que también podrían interpretarse de dos formas, este "no estamos preparados para esto" bien podría ser el negarnos conocer los misterios más ocultos de nuestro universo, o también el auto sacrificio para conocer aún más las entrañas de lo sobrenatural, sabiendo o creyendo que es en los equipos obsoletos que sólo necesitan mecánica y luz para funcionar, que se pueden desmitificar verdades que "otros" se empeñan en ocultarnos, aún cuando sea con imágenes imperfectas que no son controladas por un ordenador y el Internet.
La película conforma aún más el amor que Peele se empeña en mostrar entre las comunidades minimizadas, reprimidas o menospreciadas por el sistema social, político y judicial de los Estados Unidos (incluso por el sistema cultural, y para muestra, el hecho muy poco mencionado sobre Eadweard Muybridge), y como la hermandad entre ellos es el que los hace seguir adelante, con vida, sin bajar los brazos, con sus complejidades y su riqueza cultural, que va mucho más allá del gusto por la música rap y vestir jerseys de la NBA, incluso se ve con el personaje de Angel.
La película en cuestiones técnicas es un portento, una fotografía más que sublime del extraordinario y muy experimentado Hoyte Van Hoytema, que da la atmósfera que Peele quería para el argumento, los espacios abiertos son espectaculares, y los cerrados son apabullantes, la escena de los monos inflables marcando la pista, es una clase magistral sobre desplazamiento de cámara, no como la cosa horrenda hecha en The gray man. El cast es de una altura impresionante, y por supuesto hay que poner sobre todos ellos al extraordinario Daniel Kaluuya, que hay que decirlo logra hacer un personaje muy distinto al hecho en Get Out, y me parece esta actuación no se debe olvidar en mucho tiempo, aunque no vaya a figurar en ninguna premiación en este departamento.
Quizá como dato final me parece es pertinente hablar de esta "presencia paranormal", y como se asocia su comportamiento con el de un ser vivo, más en concreto, con el de los animales, ahora la pregunta sería: ¿esta es la actitud de un animal marcando su territorio, o de un animal defendiéndose luego de tanto ataque, acoso y acecho de los humanos que lo ven como un espectáculo?. Ahora reformulo la pregunta: ¿Esta es la actitud de un animal, o la actitud de un ser más evolucionado que se da cuenta que todo está mal?
miércoles, 31 de agosto de 2022
Breve comentario sobre "Crimes of the future"
Hay una clara diferencia que no puede engañar al público que conoce la obra de ciertos directores, cuando realizan una película por encargo, una película con un guion bien trabajado (cuando hablamos de directores que no escriben sus películas), y las obras que estos directores realizan por amor al cine, o del género que los hizo querer ser directores de cine. Los ejemplos más recientes, curiosamente se han manifestado en directores longevos y consagrados, como Vorhoeven con Benedetta, Ridley Scott con Alien Covenant, y ahora el rey del horror corporal; David Cronenberg con Crimes of the future.
La simple línea argumental en la que muchos resumirían la película sería que es una película sobre las mutaciones y mutilaciones que se realizan las personas en el futuro, y como estas las hacen experimentar tal placer (y dolor) que es lo que sustituye al sexo. Pero la película profundiza en temas aún más complejos y relevantes que van más por eso que todos los realizadores expresan en sus obras cumbres, y es sobre la forma en que ellos no sólo realizan, sino cómo perciben el arte en su máxima y más clara esencia.
La subversión en que impregna el horror atmosférico más que un horror orquestal (el ejemplo más claro de este horror es a mi parecer Nosferatu) disfraza de alguna manera la clara intención de Cronenberg por hacer un discurso que entrelaza un juego que mezcla humor negro y no deja de jactar los vicios del arte moderno (o mal llamado "arte abstracto") como de la crítica, como de los imitadores (o plagiadores), como de los gobiernos mediadores; y cómo estos se manifiestan en ciertos personajes, que se disfrazan de "buenos".
Hay un discurso también que elabora de manera más que brillante Cronenberg sobre la forma natural en que el ser humano se adapta a su entorno cuando se son relegados o diferenciados sólo por las prácticas que no encajan en la norma, o que no encajan en las conductas que el orden mundial establece como "normales" para el control de las masas, y como los subversivos (en este caso, los come plásticos que en muchos sentidos podrían ser la figura del artista perseguido en tiempos modernos por gobiernos autoritarios) son los parásitos, cuando el ser humano por naturaleza es evolutivo y cambiante, en consecuencia de sus propios actos, o los actos de los poderosos (un claro ejemplo: Hiroshima, 1945).
Prácticas de arte y experimentación que, sin ser socialmente aceptadas, no implican un riesgo para quienes mueven los hilos mundiales, como en la obra de Cronenberg podrían ser los artistas del cuerpo, pero los come plástico, que en realidad jamás quisieron hacer daño a nadie más que se les dejara vivir con su condición de vida diferente, son perseguidos y aniquilados. Los libres se someten a formas de placer para disfrazar el dolor, y la última escena, además de ser un homenaje hermoso a la obra cumbre de Carl Theodor Dreyer, es la expresión máxima de satisfacción ante el hambre que provoca la falta de libertad y romper las cadenas que nos someten a placeres falsos que no son más que placebos, como tantos ejemplos podemos dar de los tiempos que nos acontecen.