Producciones "La Vieja Escuela" Presentan:

viernes, 15 de diciembre de 2023

Anatomy of a fall: ficción Vs. hechos





A últimos años cualquier premiación en el cine es cuestionada por los criterios que tienen los jurados, la crítica, la industria, incluso el público general; y por supuesto la Palma de Oro en Cannes no podría ser la excepción.


Antes de comentar y mencionar el por qué creo yo que la película de Justine Triet se llevó la Palma de Oro de manera justificada, aunque en el estricto sentido de la palabra no crea que es la mejor película de la selección oficial de este año, quisiera compartirles la sinopsis de la misma:



“Sandra, una escritora alemana, vive con su marido Samuel y su hijo ciego, Daniel, en un chalé en medio de los Alpes franceses. Cuando Samuel fallece en misteriosas circunstancias, la investigación no puede determinar si se trata de un suicidio o de un homicidio. Sandra es arrestada y juzgada por asesinato, y el proceso pone su tumultuosa relación y su ambigua personalidad en el punto de mira.”



La película de Justine es un thriller psicológico decantado, con una riqueza y vastedad de capas en su trama y subtramas, que hacen que uno se enganche de la historia, los hechos, y como son mostrados; más allá de los grandes atributos individuales que tiene la película. Pero trataremos de desentramarlos e hilvanarlos para dejar por sentada su gran valía argumentativa. 


De las cosas que a la película le pueden cuestionar, y la validez de su Palma de Oro, está el hecho de que la película narrativamente hablando no tiene mucha propuesta, si uno la mira sin profundidad, podemos creer que estamos ante una película de corte hollywoodense como “A Fer good men” de Rob Reiner, o incluso una “Scent of a woman” de Martin Brest (curiosamente ambas del 92), pero es justamente en este elemento que magistralmente Justine esconde y recurre a elementos que, siendo casi invisibles, proponen algunas de las subtramas que estoy seguro, maravillaron al jurado de Cannes. 


La primera cosa que nota y resalta en la historia, y cómo es contada, es la utilización del zoom narrativamente, algunos creerán que este se emplea sólo cuando se hacen las recreaciones de los hechos del accidente o en la grabación del juicio, pero lo cierto es que no es así, esta forma fascinante de manipulación de ambas caras de la moneda se entrelaza y mueve en ambos mundos: el de la realidad y el de la ficción, de esta forma empieza a formar la fascinante base central y el eje medular del discurso de la película. 


En los tiempos de lo políticamente correcto, la censura y la moralidad de los discursos, el hecho de que una mujer escritora utilice mucho de su vida para crear su obra, y posteriormente juzgarla a través de esta para creer que haya sido capaz de matar a su esposo por resentimiento del padecimiento de su hijo (que es el personaje más racional y metódico a pesar de su padecimiento, y su perro juega un papel primordial tanto al principio como al final), es lo que esconde la verdadera intención de Justine con la película, en ese sentido la cámara y la propuesta fotográfica, nos sumerge, plantea y corrobora la tesis de que toda ficción se alimenta de vivencias, de los recuerdos de quienes son protagonistas de esas vidas (el claro ejemplo está en los actores principales de la película, que llevan los mismos nombres en la ficción y en la vida real), pero tanto la una como la otra, más que ser las causantes de estas, son especies de efectos, como las marcas que dejan las metrallas, como la marca de sangre que salpica después de la caída.


 Pero es justo con este planteamiento que Justine se permite jugar con la cabeza del espectador a través del personaje de Sandra (magistralmente interpretado por la siempre soberbia Sandra Hüller que, para mí firma la mejor actuación de todo el 2023), pues si bien el discurso de su abogado en la última sesión ordinaria del juicio y la confesión de su hijo de la última charla con su padre, todo lo que se muestra en escena de la relación de Sandra y su esposo y que recalca de manera insistente el fiscal abogado (magnifícamente interpretado por el actor Antoine Reinartz), hace que, siquiera por un instante, o incluso pensándola después de concluida la película, el espectador se plantee la posibilidad de que Sandra, en el afán de que su próximo libro sea un hitazo, haya podido perpetuar el acto, aunque los hechos y la ficción digan lo contrario; y aquí es donde Justine ejemplifica de manera discursiva y pone a prueba la mente del espectador. 


Cuestiona nuestra percepción de la realidad y la ficción, como un caso de La invención dde Morel en la era moderna, que va más allá de las causas y consecuencias de un accidente/no-accidente que desvela la problemática vida matrimonial de dos escritores en lados opuestos de la moneda. 

Justine Triet plantea es este thriller psicológico, un maquiavélico y exquisito suspense cuyo discurso central expone que tanto los relatos como los testimonios, o las historias inventadas como las confesiones, pueden servir, o bien para manipular a los demás, o bien para exponer lo mucho que conocemos a los seres cercanos y amados y que un extraño no puede conocer, o lo que los supuestos hechos puedan dictar sobre las convivencias. En esa zona sin fronteras deambula Justine, jugando y retando al espectador a decidir qué pasó. 



viernes, 1 de diciembre de 2023

The killer.





La nueva película de David Fincher, mas que dejarme sentimientos encontrados, hace que me cuestione ciertas cosas como espectador, y que me vengan a la mente ciertas preguntas. 

“The killer” es un thriller en toda la extensión de la palabra, en el que se plantea las consecuencias de un error de un profesional en su área, y la consecución de lo que este tiene que hacer para solucionar esas consecuencias, y vivir en el acto. 

El protagonista, que bien podría ser el perfecto “profesional” de Melville si viviera en el siglo XXI (Fassbender está impecable), me parece funge perfectamente como un alter ego del propio Fincher, un hombre impecable, sistemático y frío en su profesión, en otras palabras: un asesino al que no le tiembla el pulso y el corazón para matar cabos sueltos, pero que sabe distinguir quien es arrastrado como él a la vorágine desatada y que le puede traer problemas futuros. Callado pero con un diálogo interno a todo galope que conduce y narra la película. Pero también nos muestran su lado vulnerable y pasional cuando lo sacan de ese entorno, hay una línea bien marcada (y pensada) entre el profesional y el hombre con una vida cotidiana, con todos los artilugios que lo protegen y de los que hecha mano una vez que sus empleadores desatan la tormenta, por lo que el elemento de una mujer en su vida amorosa funciona perfectamente a la trama. 

La película está meticulosamente hecha. El ritmo, el tono, y esta forma “europea” en que está fotografiada, hace que estética y visualmente sea espléndida.

Algo que muchas opiniones que he leído celebran de la película es la pelea que aparece en ella, pero debo confesar que a mí me parece no sólo lo más horrendo de esta, sino que me parece de lo peor en el cine de Fincher. Se entiende la intención, pero ni me sorprendió ni me gustó. Algunos chistes también me sobraron. 

Dicho lo anterior, si bien la película como digo, es perfecta en muchos sentidos, no es una película que proponga algo nuevo ni en el género, ni en el quehacer cinematográfico, ni en la filmografía de Fincher, incluso podría decir que “Mank” es más propositiva, aunque no roce los grados de perfección de esta película, pero acá es donde yo me cuestiono con la siguiente pregunta: ¿acaso Fincher tiene la necesidad de proponer o demostrar algo con su cine a estas alturas? Yo creo que no. Hace una gran película, que muestra y hace que prevalezcan muchos símbolos de su obra, con una película si bien no pequeña, sí sencilla, minimalista y sin muchas pretensiones en muchos sentidos; y por supuesto, impecablemente hecha.

miércoles, 8 de noviembre de 2023

“Temporada de huracanes” de Elisa Miller.





Antes que todo, debo decir que “Temporada de huracanes” tiene cosas buenas, las cuales no me atrevería a decir que son aciertos o valores, porque la verdad es que soy consciente que no todos tenemos el mismo sentido y criterio al ver una película adaptada de un libro tan poderoso y extraordinario como la novela de Fernanda Melchor que lleva el mismo nombre, pues nuestra lectura se rige por la forma en que nuestro subconsciente interpretó lo que Fernanda magistralmente narra a través de la prosa en literatura. 


Creo que Elisa, al saber que estaba adaptando una historia tan fuerte y cruda como lo es la novela de Fernanda, sabía lo complicado de llevar toda esa potencia y fatalidad a la pantalla, por lo cual sólo tomó las partes de las que podía tener un dominio total, de ahí que creo que su adaptación a libreto cinematográfico es efectivo, más no el correcto; y por supuesto sobra decir que no le hace justicia al contexto y la complejidad narrativa de la historia en que se basa. Ahora lo explico.



Por una parte, siento que la elección del reparto es correcto para una adaptación ligera y en el estricto sentido de la ficción; pero si hablamos en el sentido del realismo en que está descrita la narrativa que impone Fernanda en la novela, no es jamás creíble, salvo por algunos personajes rescatables, entre ellos el de La lagarta, el munra y Brando, siendo estos de alguna manera los más fieles, aunque muchas de sus situaciones se ven acortadas o hechas menos.


Desde mi perspectiva, Elisa retrata de manera, si bien no errónea; si completamente diferente a la percepción que en lo personal a mí me transmitió la novela, pues mientras Fernanda hace un retrato de La Matosa en un espectro/aspecto general, cosa que da toda una atmósfera particular a la historia, Elisa lo hace desde una perspectiva, si bien no más detallista, si a plano cerrado; como lo es la escena inicial, con esta toma contrapicada en la que apenas vemos las cañas, cuando uno tenía que sentir la inmersión y presión de los majestuosos y atemorizantes cañaverales. En cuanto al enfoque de cada personaje, no está definido en la narrativa de Elisa, cuando en la novela Fernanda lo hace en un primer plano preciso y punzante la mayor parte del tiempo, o al menos cuando el campo espectral de La Matosa no los absorbe. 


Si bien dije que Elisa, al saber la complicación de adaptar toda la crudeza de la novela, hace de su libreto algo que pudiera dar entendimiento a la tragedia que absorbe a Luismi y demás personajes en un marco general, uno espera que al menos en toda adaptación cinematográfica de novelas de esta índole, haya realizadores que tengan la valentía y el coraje de cargarse a su productora/distribuidora y crear algo realmente que sacuda y cree una real catarsis en el espectador, que lo pasme y lo haga pensar en la fragilidad de la vida, las deshumanización y la tragedia del estar, en la causalidad que golpea a los más desprotegidos y nobles aún en sus defectos, y errores ya sea por obra u omisión (y las consecuencias de sus actos) como sigue habiendo zonas en nuestro país en las que la gente hace lo que sea por sobrevivir en donde la vida los puso. Y yo creo que Elisa no crea eso con su adaptación, da la sensación de que lo hizo con miedo y con su limitada comprensión de los personajes de Fernanda quizá desde su desconocimiento social, yéndose más por el lado visible de la miseria, en lugar de ahondar en el fatídico destino y la psique de sus personajes, pero aún más, creo que no llega a la finalidad que la novela de Fernanda si logra por no atreverse a llevar a la pantalla situaciones cruciales para la comprensión de ciertos personajes, como el de Norma y la historia de violencia, machismo y horror detrás de su llegada a La Matosa. Y me parece que no lleva al límite la que para mí es una de las partes más poderosas de la novela, y esta es la de “No sé tú”, en la que el plano descriptivo a detalle de lo que hace Luismi y lo que piensa Brando es cautivante en su naturaleza, y Elisa lo único que hace es quitarle toda la esencia, y lo hace plano, literal y no transmite nada en el poco tiempo en que se atiende. La casa de la bruja, que en la novela da una sensación de miedo y misterio, acá da más la sensación a un antro gay, o a un chiste. El mismo personaje de la bruja es un claro ejemplo de la poca profundidad con la que Elisa trata todos los elementos de la novela, pues si bien es cierto que muy pocas veces aparece la bruja en la narración de la historia en la novela, como en la película; en la novela si es un personaje conductor de toda la atmósfera que se conduce a lo largo del desarrollo, así como los cañaverales. Pero en la película no hay peso atmosférico de ningún tipo, salvo por ser dos elementos que aparecen en lo anecdótico y lo que hace que la historia tenga consecución: el asesinato. No trasgrede, trata toda la historia con decoro y pudor; pero desde el enfoque simple de “miren a estas pobres personas”. 



Aún con todo lo antes dicho, es claro que para los que no conocen la novela de Fernanda, seguramente encontrarán a la película aceptable. Pues la película está hecha de manera correcta, con un destacable trabajo fotográfico de María Secco, y cabe destacar y también aplaudir a Elisa la valentía de haber hecho una adaptación totalmente diferente a lo que uno esperaría de ella, ya haya sido por voluntad propia o por qué así se lo pidió Netflix. Pero lo malo está en que aún con el hecho de haber hecho una adaptación a su modo, la película no suma o propone nada diferente en la visión y lenguaje, ni en el fondo ni en la forma, ni en lo cinematográfico ni en lo literario. No hay peso de adaptación, más bien se siente como un resumen sin mucho sentido de ser. A mi parecer, Elisa vuelve a manifestar que jamás ser tan buena directora, como la gran productora que es. 

 

viernes, 3 de noviembre de 2023

Manifiesto contra la opulencia en el cine. (O la antítesis de cómo hacer cine para ganadores)






Hace unos días charlando con mi buen amigo Andrei Maldonado (cineasta en receso, y compañero en Cinéfagos y en la programación del Paloma Itinerante), contándole las únicas dos veces que me han invitado de manera seria a dar clases o dar un curso sobre crítica cinematográfica, le decía que en ambas ocasiones no había aceptado, o le había dado largas a una de las personas en cuestión, porque yo no siento que sea una persona indicada para dar un taller, porque lo que hago tanto en crítica, como en escritura y realización, no son regidos por una fórmula o una escuela, todo lo que hago en muchos sentidos se rige por una fuerza intuitiva que muchas veces ni siquiera controlo, evidentemente basada en todo el bagaje de lo visto y lo leído y lo aprendido. En todo caso, si yo hiciera algo así, tendría que ser un anti taller, o un dar un curso de anti cine, o en palabras del propio Andrei, un “taller sobre cómo no hacer cine si quieres romperla en la industria”. 


El caso es que en los últimos días que he estado en contacto con muchos escritos e imágenes que comparten conocidos y compañeros en las redes que se dedican a la producción audiovisual (y digo “producción audiovisual” porque decir “cine” en su caso les queda muy grande), me doy cuenta del grado de superficialidad y banalidad con que ven el cine. Pero por otra parte, estando leyendo también algunos artículos sobre la vida, obra y legado de Godard, algunas entrevistas traducidas al español de las pocas que concedió Chris Marker en vida, y textos escritos por el maestro Raúl Perrone, hacen por un lado que me dé cuenta que la generación del siglo XXI, estamos a años luz del pensamiento crítico de los grandes y verdaderos artistas del siglo XX. Este dato lo arrojo sin generalizar por supuesto, porque hay bastantes excepciones particulares, como son el caso de Nicolás Pereda, o Carla Simón, o Bi Gan, entre otras y otros pensadores de cine muy notables.


En fin de cuentas, el constante contacto a todo el material antes mencionado, hace que por un lado confirme algunas ideas y máximas que tengo con respecto al arte cinematográfico, y redactar unas nuevas en el sentido y queriendo compartir lo que he captado de los realizadores que me han inspirado, para toda la juventud inquieta por la realización y que aún no han sido corrompidos. 







Cárgate al formato. Si bien es verdad que la austeridad a nivel producción no te acerca a la finura artística de los dioses, tampoco lo hará gastarte los millones de tus papás, trabajar prostituyendo tu arte para conseguir dinero, o frustrándote por no ganar fondos y apoyos gubernamentales. El 8K en el cine (como expresión artística) no sirve, es exhibirse en un pudiente e inútil privilegio. En todo caso el 8K sirve para comerciales, videojuegos, productos que ocupan deslumbrar y vender. Dicho en otras palabras: sirve para hacer y tirar mierda. 


La romantización de la nitidez visual en la imagen, así como la precariedad sólo por ir a contracorriente, le hace mucho daño al cine y su filosofía. Aprendan a encuadrar, a mover (o no mover) la cámara. Aprendan de composición, aprendan el uso de la luz sin abusar o prostituir la psicología del color. Pero sobre todo aprendan a escuchar a su historia, porque sólo ella les dirá lo que necesita para ser contada, y si tu historia te pide 8K, quizá la naturaleza de esa historia no es el cine desde un enfoque artístico, y también está bien reconocerlo y caer en cuenta de ello. Al final, quizá tu función como realizador no es conectar a niveles profundamente humanos, filosóficos y existenciales que puedan perdurar de generación en generación, quizá lo tuyo es “emocionar” y distraer momentáneamente a la gente y ganar mucho dinero, y eso está bien.


Algo que aprendí a otro gran amigo y maestro (también realizador: Hugo Villaseñor), es que cuando uno quiere hacer cine de autor, debe de ser por sobre todas las cosas un egocéntrico, ser lo más ególatra que se pueda, pero siempre desde la honestidad y la congruencia. En el cine, quien pierde el piso, pierde el alma. 


Todo proceso creativo en el cine es importante, pero el montaje es donde ocurre la magia, es la parte más introspectiva y emocional del proceso, aún más que la escritura. Si quieres tener claro todo desde el rodaje, trabajarás de más, y quizá te frustres y te pierdas; técnicamente resuelve todo lo que puedas desde este, pero la narrativa y el discurso déjalos para el proceso final en la edición. Trabaja lo más descansado posible cada una de las etapas de tu película. 


En 20 años nadie se acordará de lo bonita que se veía tu película, sino de lo que conecto con ellos y los conmovió, del espejo que se convirtió, aunque no hayan vivido algo similar, mucho de lo que la gente recuerda en el cine es por el discurso hablado. Cuida y centra más el ojo en el oído. 


Por último, si no empiezas haciendo cine para la gente de tu comunidad, para tus amigos y las personas que de alguna manera te acompañan en tu carrera local y personal; jamás llegarás a hacer cine de verdad. Haz cine con tus cercanos, con los tuyos, con tu familia, y todo lo demás vendrá, y si bien es importante calidad técnica, no es lo más importante, siempre apremia a una historia bien escrita, distinta en su hechura, algo digno de contar; no hagas todo con dinero ni por dinero. Comprométete con proyectos que siempre te paguen aunque no sea con dinero. Permite, y permítete que tu pago también sea enriquecer tu rango visual, tus influencias y referencias, tu aprendizaje, los nuevos amigos, las charlas con ellos en el catering, que nunca falte el catering y el transporte. Si sólo vas por plata, saldrás más rápido de lo que te costó entrar. 

lunes, 23 de octubre de 2023

Un métier sérieux: El profesorado.





Comenzaré diciendo algo que muchos amantes cinéfilos del cine francés saben pero no se atreven a decir: las películas francesas más comerciales del cine contemporáneo también están regidas por una fórmula muy similar al sistema formulación hollywoodense más desgastado. Ahora, una vez dicha tal declaración, muchos detractores me dirían: “entonces, ¿cuál es la diferencia entre ambas fórmulas que hace que cinéfilos sigan decantándose por el cine francés en lugar del indeseable cine chatarra de la industria hollywoodense?”, y mi respuesta sería que, a pesar de que la gran mayoría de películas francesas que se rigen bajo dicha formula, más allá de un discurso amaniatado, que claramente busca a través de sus historias, sigue siendo cercana a una realidad que, aunque no se asemeja en nada a una realidad latinoamericana, si se asemeja mucho a la realidad social parisina, algo que no podemos decir de la idealizada visión estadounidense. 



En “Un trabajo serio” (su título en español del filme de Thomas Lilti) la primera virtud del filme es que el primer acercamiento a la historia se hace desde el plano general de la historia, aún cuando en el aspecto técnico todo se haga a través de primeros planos con desplazamientos vertiginosos y con tono de la cotidiana y muchas veces caóticas vida de los pasillos y patios escolares. Luego, la narrativa tanto argumental como técnica, va desmenuzando y centrándose en los detalles de la vida de cada uno de los profesores del Instituto Víctor Hugo, su amistad, su camaradería. Lejos de retratar ambientes tóxicos, se centra y atiende sus complejas vidas y relaciones, así como su relación con el alumnado en general (algo que por ejemplo no hizo “El suplente” de Diego Lerman), y en esta cuestión hay otro gran acierto en la película, pues más allá de querer hacer como tal una película motivacional y vende humo, no lo hace, pues a pesar de haber situaciones a las que se pudo haber sacado una riqueza dramática tremenda, el director tenía claro lo que buscaba con el filme, y esto es no victimizar ni hacer de los profesores unos héroes, lo que él busca es mostrarlos humanos, perdidos, y conscientes que aún con sus errores, muchas de sus decisiones repercutirán en la vida de las personas que llevarán nuestro mundo en 20 o 30 años. 


Hay momentos de felicidad y momentos de tensión extraordinariamente llevados del guion a la acción. Todos los actores a tono, que aunque muchos podrían pensar que es una película coral por la involucración de tantos personajes en el desarrollo argumental, no lo es, pero se disfraza muy bien la trama central de la historia, adornándola con muchas historias y lineas argumentales igual de ricas.  En más de un sentido, está es una extraordinaria película, que sin mucho ruido o propuesta escandalosa, es completamente redonda y atinada. 


jueves, 19 de octubre de 2023

Tengo sueños eléctricos: La rabia heredada.





Nos queremos a gritos
a veces a golpes

Así somos

Una horda de animales salvajes
soñando con ser humanos.

Hacen falta a veces varias vidas
para entenderlo. 
La rabia que nos atraviesa
no nos pertenece. 


Debo decir que sin sonar malinchista o una persona que se quiera subir a luchas que no le corresponden, como lo es la lucha del discurso feminista a través de la mirada de crecimiento emocional y sexual de las mujeres, en este 2023 dos de mis películas favoritas abordan este tema. Ahora escribo sobre esta valiente y valiosa película, causante de una alegría desbordada por parte de su servidor: por supuesto me refiero a la ópera prima de Valentina Maurel.



En contra de los deseos de Eva, su madre quiere reformar la casa y deshacerse del gato, que, desorientado desde el divorcio, orina por todas partes. Eva quiere irse a vivir con su padre, quien, desorientado como el gato, vive una segunda adolescencia.



Si bien desde la sinopsis no se da tan clara la lectura de que esta película es un coming-of-age decantado, lo es; en el que hay toda una complejidad discursiva y narrativa a lo largo de su trama, que optaré por ahondar y pasar por comentarios lo más cortos y concéntricos posibles para no hacer tan largo, abrumador y lejano este análisis para su comprensión general.


Hay muchas situaciones en la película que Valentina toca con atino y recato (aun con la potencia que imprime a la obra en general), como la separación de los padres de Eva, la inmadurez de su padre y el método de educación que ejerce sobre Eva no tan ortodoxo, la reacción de la madre ante cualquier acto de violencia, la represión de Valentina por sacar su rabia, esa rabia que todos llevan cuando se convive con un rabioso. 


Algunas de esas situaciones que Valentina se permite explorar y exponer, llevan el tono valiente e intenso de la película, en las que hay una especie de reivindicación de los temas políticamente no correctos, como la forma en que su padre la somete a varios peligros y le enseña de una manera dura que si racionalizas el dolor, este no es tan fuerte, pues la vida siempre se encargará de hacerte sentir más dolor. También está el primer acto sexual de Eva, pues si bien es consensuado, no deja de ser el acto sexual entre una niña de 16 años, como lo es Eva, con un hombre de treinta y tantos, como lo es el Palomo. Que el mismo Palomo se da cuenta que no está bien, por eso no consiente un segundo encuentro. Y me parece que una de las grandes virtudes del discurso de Valentina es que no condena, ella sólo muestra muchas situaciones que pasan, y que a veces no conocemos el contexto y nos es fácil hacer prejuicios, actos y hechos que definitivamente tienen sus consecuencias, como el hecho de que el padre de Valentina de alguna manera leen lo que pasó entre su hija y Palomo, por eso él acelera su salida de la casa de Palomo y en la mudanza se deshace del gato de Eva, y Palomo acelera liarse con otra mujer, haciendo que Valentina sufra por primera vez el dolor de un corazón roto, acelerando así el proceso hacia la manifestación de la rabia violenta y emocional. 


Si todo lo antes mencionado funciona, es porque a través de la mirada de Eva todo es cercano y real, y esto no sólo se debe al tratamiento y acercamiento realista en el discurso y la hechura (la fotografía es desbordante, extraordinaria, cercana, eléctrica, que no busca la perfección pero en muchos sentidos la logra; y contribuye mucho al ritmo vertiginoso e intenso), sino por la magnífica y notable actuación de Daniela Marín Navarro, todos los actores están en tono, a tope; pero ella conduce la película de principio a fin. El tercer acto cierra muchos círculos de la trama, pero el que se justifica de manera realmente hermosa, y con un tratamiento discursivo lleno de propuesta y valentía por parte de Valentina, es en la escena en que los músicos tocan para Eva y su padre, mientras se da una pelea campal en una cancha del parque donde están, es la perfecta forma de decir que, el arte permite ver cierta belleza en actos violentos cuando estos se metaforizan a través del arte (y el montaje) para mostrar otras situaciones más complejas. En muchos sentidos, sin sentirse influencia directa, sino más bien como una sombra de la que no hay consciencia de quien la refleja, la película me recordó mucho al cine de Hernández Cordón y de Lynne Ramsay. 


La pensada deliberación de Valentina de hacer de ambos padres de Eva dos artistas, da aún más poder identitario a la naturaleza de ellos y Eva, por un lado la mamá que es bailarina y escenógrafa, que al alejarse de su marido, y botar todo lo que dejó en su casa, cree que se salvará de la rabia, pero está la sigue, y se manifiesta en una de las escenas más poderosas de la película cuando hablan del azul eléctrico. Y en el caso del padre, es aún más profundo el tema de la veta artística, pues a través de él, y sus poemas que se atreve a escribir luego de haber sido actor (hecho que lo unió a su esposa y lo hizo tener a sus dos hijas) y dedicarse a la traducción, se manifiesta todo el subconsciente y metaforización de su naturaleza humana, su condición enferma y atormentada por enfermedades de la mente y el alma, y las enfermedades sugestivas, haciendo que se manifieste aún con más fuerza la rabia y la violencia que alcanza a él y a los demás, sobre todo a su hija, aunque ambos comprendan, muy en el fondo y al final cuando las cosas ya no quedan sólo entre ellos, que la rabia se hereda, se desborda y no te suelta, y que siempre se va a amar incluso a aquellos que nos hacen daño, porque la complicidad y el amor no se pueden dejar de sentir, no se puede elegir. 

viernes, 13 de octubre de 2023

Dioses de México.




“Dioses de México” de Helmut Dosantos es un trabajo que en definitiva está hecho como el director quiso hacerlo, lo cual no está mal, porque creo que el documental como relato funciona; pero creo que de haber tomado otras decisiones en el tratamiento narrativo, le hubieran funcionado mejor y le habrían dado aún más potencia y valor como obra cinematográfica. 


La primera y cuarta parte del documental son más que cualquier otra cosa un retrato realista de la región y el contexto que registra (aunque también consideró que no hay crítica ni finalidad en el discurso del director), pero carecen de la poética que la segunda y tercera parte tienen. Y la segunda y tercera parte, que tienen este lenguaje poético, carece del enfoque realista, más allá de lo pintoresco que encuentra un extranjero en tierras y personajes “exóticos”. Dicho en otras palabras, es un trabajo desequilibrado. 


Un elemento que yo siento se sobre explota de sobre manera, es el artilugio ficcional en la obra. Es decir, se siente la presencia deliberada del director en las acciones de las personas a cuadro, además de en el montaje y en el tratamiento de la imagen. Esto en automático hizo que al menos yo, no me tomara la puesta tan en serio, aunque en teoría no debería de sentirse como una puesta. Y es que está claro que lo que la cámara registra es hermoso, pero también es claro que hay una imposición del ojo humano y la mano en la máquina por resaltar aún más una belleza natural que ya lo es por sí sola, sin necesidad de que se le maquille. 


Otro elemento que me parece podría haber cambiado la película es la cuestión de los diálogos, pues si bien hay cierto encanto del material por la falta de estos, creo que habría funcionado mejor si Helmut le hubiera dado voz a estas personas que muy pocas veces la tienen a esta magnitud y de forma real en cuanto al cine se refiere.


lunes, 9 de octubre de 2023

“Runner” de Marian Mathias: la iluminada exploración del enojo agreste estadounidense.





I saw the light, I saw the light

No more darkness, no more night

Now I'm so happy, no sorrow in sight

Praise the Lord, I saw the light



La ópera prima de esta realizadora me parece es, aún con algunas cuestiones narrativas jugándole en contra por la naturaleza de la misma, una de las más destacadas y prometedoras dentro de la escena indie norteamericana.


Antes de abordar mi lectura de esta magnífica película, creo pertinente compartir la sinopsis de la película que se comparte en la mayoría de sitios web:



Tras la súbita muerte de su padre, Haas conoce a Will. La historia de dos jóvenes desconocidos y solitarios que se encuentran a través del vasto paisaje de EEUU..



El enojo agreste subyace y se define no sólo a través de la melancólica y parca presencia de los primeros dos personajes que se nos presentan, por un lado tenemos al padre de Haas completamente perdido por las peripecias de la vida y el destino, que espera cumplir el sueño de su juventud y con la ayuda de un dios que lo miró a los ojos. Por otro lado tenemos a Haas que fue arrastrada por su padre en su desgracia, un cuadro familiar compuesto si de manera particular en el contexto de la película, pero no tan especial en el contexto real por la gran cantidad de historias que se conocen con respecto al sueño americano que no arrastra solo a inmigrantes llegados a este país, sino también a los propios relegados en los campos y valles de cada región de esa dura, áspera, fría tierra a veces tan llena de tragedias y calamidades, aún con la luz que la baña. 


El enojo agreste también está en cómo la cámara comandada por Marian enmarca, conduce y dirige la mirada tanto a los personajes de carne y hueso como al gran personaje que es el espacio donde estos se mueven, y como se reafirma su influencia atmosférica por medio de la composición, del montaje y de la corrección de color, pocas veces se ve en una paleta fría y melancólica, una luminosidad tan cegadora y desgarradora, que vemos y justificamos en la dura expresión de Haas, que siempre corre cuando el cielo se le viene encima, antes de la muerte de su padre, en el regreso a la que ya no es su casa, y en el viaje a darle entierro en el lugar que él eligió en vida, y como la vida de la propia Haas se ilumina con la presencia de Will, cuya presencia podría ser un raro y fascinante viaje en el tiempo para que Haas aprenda sobre los sueños que tienen las personas en su juventud y como estos pueden fallar, o simplemente una coincidencia y reafirmación de que uno atrae la historia que nos corresponde. 


La falta de diálogos, o la prominente presencia de silencios, aunada a estas secuencias extensas y contemplativas, hacen que la película ahonde en la naturaleza de estos personajes que por momentos parecen sacados de los cuadros de Magritte, Hoover y de Wood, en el que el expresionismo se manifiesta en todo su esplendor. Incluso me hizo recordar en muchos sentidos a los primeros y mejores trabajos de Terrence Malick.


Una película que reluce y saca todo el provecho posible a sus 76 minutos de duración, con esta historia pequeña y anecdótica, pero de propuesta argumentativa bastante interesante por las posibles lecturas que el espectador puede hacer de ella, sobre las razones de cada uno de los personajes y la dualidad del enojo avenido de la esperanza, y como posterior a este viene otra dualidad: un estado de tristeza y/o felicidad avenido de los encuentros y la metaforización de estos. 


sábado, 16 de septiembre de 2023

EO: la melancolía de los seres no-humanos.





A pesar de que en el pasado festival de Cannes, obtuvo el Premio del Jurado, la crítica se dividió entorno a la más reciente obra del veterano director polaco Jerzy Skolimowski, y creo que en muchos sentidos se debió al atrevimiento y osadía de tratar de alguna manera re versionar la obra maestra del maestro Robert Bresson, por supuesto me refiero a la magnánima “Al azar Baltazar”, pero me parece que la película del maestro Jerzy, aún no resultando una obra maestra, aporta desde los tiempos contemporáneos, a la fábula del dolor de los seres sometidos a los caprichos del depredador más grande del planeta Tierra: el hombre. 



La película es el tránsito por la vida de este burro gris de ojos melancólicos, vemos cómo en su edad adulta, que es cuando inicia el argumento planteado, es amado, protegido y cuidado por Kasandra (Sandra Drzymalska, que también es co-guionista de la película), y podemos ver, cómo mediante un tratamiento que posteriormente trataré de exponer, EO también ama a Kasandra, pero justo cuando al circo donde donde Kasandra y EO comparten su vida, le prohíben tener animales, es cuando la vida de EO cambia, y experimenta momentos buenos y momentos malos, encontrándose con gente buena y gente mala; atravesando en el víacrucis que es la vida, un destino que, si bien es fatídico y se puede leer por sentado, porque al final de cuentas todos morimos, su muerte es muy distinta al de un burro llamado Baltazar en el siglo pasado. 


La narrativa del maestro Jerzy desde mi punto de vista sorprende en muchos sentidos y tiene un valor por demás notable, aún cuando está no sea igual de sólida durante todo e filme. Hay una osadía y proeza en el hecho de que un hombre de 85 años (82 al momento que la rodó) haya recurrido a que, a través de una narrativa fresca en el sentido tecnológico, la historia de EO se contara y fuera entendible tanto para una generación cada día menos identificada con el cine contemplativo, pero también a quienes amamos su cine polaco de los 80’s y la inspiración de EO en particular. 


Si bien sabemos el truco del cine, en el sentido que sabemos que EO fue interpretado por seis burros, y que las lágrimas de uno de ellos no son reales cuando Kasandra se despide de él, o su llanto cuando se despide por segunda vez, o sus caras de asombro; o bien si pueden ser reales, pero que no ocurren justo en el momento que la película lo plantea, pero estas si llegan a transmitir emociones reales y verdaderas en el espectador; y esa es la magia del montaje empleado por Jerzy. Otro de los grandes atributos de la película es como fotográficamente la cámara capta la mayor parte del tiempo en cuasi primerísimos planos (mismos que hacen más próxima y sensorial la experiencia en la vida de EO, y en consecuencia la tesis es más potente) tanto a EO como a las personas que se cruzan con su nostálgica vida, tanto buenos como malos, y en este sentido el tratamiento llega a ser muy parecido al que Bresson propuso con Baltazar, pues si bien Bresson no recurrió a esta especie de planos, y su tono era más contemplativo y general; sí que la figura de la vida de un animal para tratar y plantear la belleza y hostilidad de la vida en diferentes personajes de paso, los entornos en los que está, y las atmósferas creadas en estos. 


Hay un elemento que simbólicamente me resulta poderoso y que además dada por una lectura de nuestros tiempos es catárticamente notable, este elemento es la de luz roja, pues no sólo simbólicamente es como tal la manifestación en que el realizador le dice a todo aquel que se enfrenta a la obra “aquí viene el peligro” sino que también de alguna manera es una advertencia y un foco para poner atención en las cosas que hacen que este mundo sea tan desagradable para los animales, en este caso representados por un asno que atraviesa una profunda depresión por haber sido apartado por dos seres que amaba, una niña que lo salvaba de la muerte, y una yegua blanca que no lo correspondió. 


Quizá la debilidad en la película de Jerzy, o por la cual muchos críticos le quitaron importancia a su obra, es que los momentos que rozan perfectamente a la obra de Bresson en cuanto a naturalidad y realismo se refiere, pierden fuerza cuando el montaje interviene e influye en las acciones de EO y en su destino, pero para mí aunque es evidente la barrera que propone y un es palpable ambas formas de narrativa, ninguna hace menos a la otra. 


La música acompañada por los encuadres en que vemos los ojos tristes de EO, es realmente perfecta y catártica, estrujan al espectador con una empatía tremenda que yo no había sentido en el corto plazo más que con el maravilloso documental “Cow” de Andrea Arnold, o la huida de EO que me remitió a la fuga en la perrera de “Hagen y yo” de Kornél Mundruczó, y que además, muchos de estos planos y secuencias que son fáciles de identificar fotográficamente, también Jerzy nos plantea la idea que, al igual que el humano, los animales también pueden tener deseos y sueños, como correr libre por la pradera, o no ser menospreciados ni confundidos con caballos o vacas, como lo manifiesta ese final. La película también podría ser un manifiesto sobre la identidad y la dignidad.