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martes, 5 de octubre de 2021

Clases de historia: nosotras las diferentes.





"Clases de historia" es la obra más reciente del realizador mexicano Marcelino Islas Hernández, y es una película que expone y confirma perfectamente lo que en su momento el portal "Cuba si" escribió sobre "El deseo de Ana": las historias pequeñas también son del cine.


La película nos adentra a la vida de Verónica, una maestra de secundaria que desde el minuto uno, ya se nos presenta como una persona por sobre todas las cosas seria y reservada. Sabemos que hay algo que se nos oculta de ella, algo en su vida la aqueja y la hace que la vida laboral y hogareña ahoguen breve y momentáneamente esta presión, hasta que la presión estalla y hace que desborde todo lo que había en su vida, el motivo del desborde: Eva; una chica de nuevo ingreso en la secundaria que, al igual que Verónica, es muy seria y reservada, o al menos esa es la primera apariencia, la primera apariencia de ambas. No es hasta que luego de la convivencia oculta y clandestina de las dos, a raíz de un favor que Eva le pide a Verónica, de alguna manera nos expone y recuerda, a los que ya lo sabemos; que las personas, como los lugares, vistas desde ángulos y perspectivas diferentes, no somos tan distintos, y que las historias se pueden repetir, de maneras diferentes, en tiempos distintos.


El ritmo narrativo empleado por Marcelino, aunque pareciera algo lento, a mi parecer es correcto y atinado, le da el timing perfecto a través del planteamiento de la cámara para presentarnos a dos personajes que si bien podrían encontrar paralelismos con otros personajes en crisis no sólo en el cine mexicano, sino en el cine en general, (un claro ejemplo podría ser la película chilena Gloria) hay en la forma en que Marcelino pone el ojo en cada situación, una manera adecuada, una identidad clara en cada personaje; y eso hace que en realidad la historia no se sienta tan lenta, el ritmo se vuelve flexible en función de lo que la historia, los personajes, la cámara y Marcelino proponen. Esta forma en que adentra y va exponiendo e internándonos en la naturaleza y la historia de los dos personajes femeninos principales es acertado, una chica que empieza a vivir la vida pero que ya ha experimentado cosas muy normales en un sistema socioeconómico como el de nuestro país, y una mujer de edad con una enfermedad terminal, volviendo a vivir su vida como quizá no la vivió en sus años de casada o quizá, por el hecho de no haber seguido sus deseos y a su voz interna, esa que ahora si está dispuesta a escuchar.

Como ya lo mencioné, la película nos muestra a dos mujeres si bien símiles en muchos aspectos a otras historias y personajes en el cine, me parece también son a la vez atípicos por el hecho de que tocan, exponen y muestran muchas maneras de relacionarse y expresarse, y no sólo hablando en el aspecto emocional o amoroso, que suelen ser en muchos sentidos un tabú en las sociedades como quizá lo es la mexicana en muchos sectores. Hay un claro compromiso del director hacia la historia y la manera de contarla correctamente, la historia sobre una relación entre una mujer adulta y una adolescente, que va de a poco trasgrediendo el simple amor platónico, y que rebasa esa línea y no la presenta con una toma fija en plano secuencia casi al final de la película de una manera por demás hermosa, pues si bien estas conductas y manifestaciones amorosas, aunque no estén bien vistas, o estén prohibidas, no dejan de existir, incluso desde el punto de vista en el la que incluso expone como la vida de una joven puede ser más larga en el sentido de la experiencia, y como esta puede influenciar a una mujer adulta y hacerla recordar lo que es la emoción y lo que es disfrutar la vida, la lleva a vivir el final que había soñado, un final que se nos va presentando en clave onírica en todo el transcurso de la película. Justo al final se nos presenta esta forma de liberación y libertad que en el cine se da metafóricamente a través del acto de saltar para soltar, Birdman, Perdí mi cuerpo, Thelma y Louis, y muy recientemente la extraordinaria Druk.

La música es increíble, el reparto hace un trabajo bastante destacable (Anajosé Aldrete y Lázaro Gabino Rodríguez están excelentes), pero definitivamente si la película funciona y me parece la podemos catalogar como ese algo más que uno siempre busca en las propuestas independientes dentro del cine, se lo debemos a sus dos protagónicas Verónica Langer y Renata Vaca. La propuesta de Marcelino a través de la estructura técnica, aunque no es perfecta, favorece a la película el hecho de que no haya esa intención grandilocuente a través de esta, que muchas veces cansa por lo vacía que resulta y sólo muestra genio técnico; en este caso, nos muestra por encima de todo la voz de un realizador que se preocupa y esmera por contar una historia de manera clara y digna, con un rico léxico narrativo, e incluso micro historias que tienen tintes y sabores que parecieran personales, o al menos cercanos o conocidos por el director, que encaminan a un desenlace, si bien ya leído entre líneas, no deja de dejarnos satisfechos. Recordemos que, al final de cuentas, todas las historias en el cine, o al menos la gran mayoría, ya se nos han contado, y en más de un sentido ya conocemos el desenlace, pero siempre es interesante descubrir como la va a contar un director a través de su mirada y su visión.

El cine, también se hace de y a través de nuestras pasiones, de nuestros recuerdos, de nuestras vivencias, ya sea que decidamos plasmarlas de manera implícita o explícita.