"Chronique d’une liaison passagère" del director Emmanuel Mouret es una comedia romántica que encarna en una historia muy particular lo mejor de cineastas como Woody Allen y Eric Rohmer, pero con una mirada muy distinta y muy propia de este director. Temas que quizá serían muy ríspidos o tabús en otras culturas como la infidelidad, para los franceses son tomados de manera muy natural y objetiva sin la necesidad de caer en el melodrama barato como suele caer comúnmente el cine hollywoodense. Se nota cuando el concepto de la fidelidad y el amor abarcan y retratan cosas más concretas y reales, esta manera "open mind" que tienen los franceses para las relaciones amorosas permite mostrar este tipo de historias con mucha propuesta, y son rigurosos sin caer nunca en alguna clase de prejuicio y sin la necesidad de ciertos clichés que en otros cines (no sólo Hollywood) son más como una situación para provocar el chiste fácil que terminan cayendo en situaciones sin sentido.
La película, que empieza como una comedia en toda su esencia desde el principio, de a poco va tomando forma y sentido de manera muy orgánica, que conforme la situación y desarrollo va desembocando en un drama amoroso que es naturalmente orquestado por personajes congruentes, (que por supuesto es gracias a la gran interpretación del actor y la actriz protagónica, que tienen una química que salta de la pantalla) que son fuera de la norma (mostrar abiertamente en fondo y forma un personaje masculino que acepta y se sabe un personaje torpe, sensible y con un lado femenino muy desarrollado) y que tienen un encanto que es cobijado por un ensamble hablando en su forma técnica con elementos como los lugares donde se encuentran, (que casi al final de la película se nos muestran como si fueran un personaje más [un elemento muy "Before" de Linklater], justo antes de ese final muy "Annie Hall") la fotografía y como la colorización y el diseño de producción son parte de la misma narrativa sutil y delicada, que además tiene en muchos sentidos la idea del cine que defendía y ejemplificaba Rohmer, como la forma de utilizar la música, todo en un contexto si bien más contemporáneo, se siente esa esencia de un regla de cine que no caduca.
Una película realmente encantadora, en la que las pláticas entre sus protagonistas, que oscilan entre trivialidades, absurdos, y complejidades; arrebatan al espectador varias risas y sonrisas, y unas cuantas lágrimas y suspiros.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario