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viernes, 16 de agosto de 2019

El Peluquero Romántico: análisis de la soledad.




Una de las películas mexicanas de las que más se está hablando desde su estreno comercial hace pocos meses (el cual se dio nada menos que en la Cineteca Nacional, y de ahí un breve paso por muy limitadas salas comerciales, y circuitos alternativos como cinetecas municipales y salas de menor alcance como las del Cine Tonalá, a pesar de ser una producción del 2016) es de El Peluquero Romántico, del director de cine zacatecano Iván Ávila Dueñas.


La película nos permite ver la vida de Victor, un hombre de 38 años que justo después de que fallece su mamá empieza a mirarse de frente con una soledad que no había experimentado hasta ese momento. Victor, quien es peluquero, lleva una vida hasta cierto punto regida por una vida rutinaria, abre su local a cierta hora, atiende clientes, cuando no se pone a ver en los periódicos la mala suerte que tiene el equipo de sus amores, el Atlas, con quien comparte precisamente esa mala suerte. Entre las visitas de sus amigos para jugar al dominó en su changarro por la noche, el regreso de su ex esposa, la visita de una joven que le lleva la comida todos los días a la peluquería, su gusto por ver películas mexicanas, y sus borracheras en solitario al son de boleros tocados en su tocadiscos, Victor entre ensoñaciones y delirios auto impuestos que lo hacen alucinar como si estuviera en una película, cierto día llega una persona inesperada a su vida, que lo hace leer el mensaje de la que parece ser una persona de alma vieja como él, y de una soledad compartida incluso sin él saberlo. Este descubrimiento lo lleva a un lugar que lo hará cambiar de aires y viajar al sur del continente hasta Brasil, de vivir y ver su entorno como en sus alucinaciones, y de paso dar suerte a su equipo de fútbol, y aunque en cierto punto y de cierta manera parece que la suerte le cambia también a él, esto no quiere decir que se vaya del todo la soledad, un estado, más que una compañera, en el que parece estar más que en plenitud.


El retrato que hace a mi parecer Iván Ávila en su personaje principal me parece lo dota de una característica que lo hace único y de inmediato nos hace verlo encantador: es el eterno soñador. De repente mi viene a la mente la figura de Gil Pender de Midnight In París (Woody Allen- 2011) de la idea de este hombre que vive atrapado en el pasado, pues vemos al tipo con el look del hombre del siglo pasado, un hombre muy educado, que incluso estando en broma con sus amigos, y diciendo groserías, se nota su grado de educación y amabilidad, no tiene celular y sólo se comunica por teléfonos viejos. Vemos a este hombre y su gusto por las películas de la época de oro del cine mexicano, y no sólo eso, lo vemos ver estas películas cuando está comiendo, algo que era muy común en las familias de cualquier clase en décadas pasadas, hoy día honestamente no me imagino a una familia reunida a la hora de comer viendo y riendo con la tele encendida, ya no digamos viendo una película mexicana como la encantadora (y mi película favorita mexicana, por si no lo sabían) El Rebozo de Soledad (Roberto Gavaldón - 1952). Otra cosa de la que gusta mucho este personaje es de la música de boleros románticos, quizá su gusto por ella nace de un gusto heredado por su madre (como en el caso de Wong Kar-Wai), y este es un gesto en el que se asoma la otra vertiente que predomina en la película y en el personaje en el que recae todo el peso de la misma: la soledad.

Por un momento creí que las películas que el director nos iría mostrando que el personaje de Victor veía en la tele irían marcando de a poco las situaciones de su vida diaria, y por momentos me parece así es, (como lo vemos cuando mira Aventura en Rio [Alberto Gout - 1953] como una especie de premonición) pero no en todos los casos. Trata de poblar su soledad con la búsqueda de una pareja, lo vemos volver a salir con su ex, de la que jamás se nos dice claramente que pasó entre ellos dos, aunque se puede suponer que es a causa de una infidelidad por parte de ella, lo vemos también con cierto interés por bella joven que lo visita en la peluquería, quien muestra de cierta manera un cariño, interés por su persona al preocuparse cuando lo ve triste y tomando, a la cual Victor entre juego y no, le propone matrimonio, y con quien tiene cierto fetiche con su cabello (muy a lo Buñuel en la película "Él" (1953) con los pies de Gloria en la iglesia, por si cabía alguna duda del gran admirador que es del español), incluso vemos como su mejor amigo Sergio le trata de conseguir un ligue rápido, aunque Victor lo que quiere es una novia de verdad, tratando de quizá cubrir la figura de la mujer del hogar que dejó vacante su madre, pero la idea del ligue tampoco le parece del todo mal, quizá por las alucinaciones que hablan más de un deseo carnal como tal, por el contacto que le prive de la soledad. Muy pocas veces lo vemos mostrar sus emociones, sus sentimientos; salvo cuando lo vemos solo, bebiendo y cantando a todo pulmón.

Iván Ávila es un director muy reconocido y muy admirado por el gremio nacional, quien empezó en el cine trabajando para directores como Guillermo del Toro (con quien además tomó clases) y Juan Antonio de la Riva. Parte de su familia se dedica al cine (su hermana, Erika Ávila es una productora también muy respetada e importante, y maestra de cine) las opiniones a su película por parte de los críticos más respetados del país no pudo ser mejor, bastante bien acogida por personajes como Jorge Ayala Blanco, Carlos Bonfil, (cuya crítica me pareció muy interesante, por cierto) entre otros. De filmografía muy corta, con sólo 5 largometrajes en su haber, (entre varios cortometrajes y colaboraciones, incluso para la televisión) pero muy concisa (lastimosamente yo sólo he visto esta, pero seguro empezaré desde ya a tratar de encontrar el resto de sus películas), Iván me parece logra una película entrañable, muy consistente, de manufactura impecable, de un ritmo pasmado pero revitalizante, con muy poco. Desde los lapsos en que la cámara sólo sigue al personaje por la calle, siguiéndolo en su rutina, viendo la espontanea reacción a sus expresiones, la forma en que retrata (y no sólo hablo en la cuestión de planos, sino mas allá en lo técnico, con la utilización de diferente tipo de película y lo digital, y que además se nota para bien, porque no influye en el peso de la historia, pero si en lo narrativo) su estadía en la peluquería, sus momentos oníricos, y el retrato a su nueva realidad (de la cual no les comento mucho para no arruinarles la experiencia cuando tengan la oportunidad de verla, porque considero es una película obligada a ver dentro de las estrenadas este año en México) hasta este tema del que hoy siento no deberíamos de hablar tanto, porque pareciera no tiene tanta importancia, pero la verdad es que lo tiene, porque cuando vemos una película con buenas actuaciones por parte de todo el elenco, tan mesuradas, tan bien ejecutadas, y que no estén hechas por actores conocidos o mediáticos, es algo verdaderamente para aplaudir, que un director vea más por la calidad del productor, que por la necesidad de vender. Eso es valiente, y eso es lo que necesita nuestro cine, directores comprometidos, y que sepan lo que quieren decir, aunque algunos encuentren confuso o desvariado el mensaje, o sin tanta propuesta o de solución fácil y rápida. Necesitamos a esos directores, incluso con sus trabajos quizá menos arriesgados.






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