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martes, 26 de marzo de 2019

Misterios de la Sala Oscura: El Último Tango en París y Naranja Mecánica.






Lo había dicho ya en mi cuenta personal de facebook que luego de terminar de leer el libro Misterios de la Sala Oscura de la crítica de cine Fernanda Solorzano, si de dos películas quería escribir, era precisamente de estas dos, que son los dos primeros ensayos del libro, pero desde un punto de partida y una lectura muy diferente a la que ellas exponía y daba. Ahora procedo a compartirles dichos análisis.




El Último Tango en París: cuando ya no queremos lo que queremos.




Fernanda Solorzano la analiza desde el discurso feminista que desató en su tiempo, además de ponernos un poco en perspectiva lo que hizo que esta película en particular llegara a ser realizada por Bertolucci, pero hay una línea de lectura aún más visible en la película: las relaciones tóxicas y la fuerte co-dependencia que se da entre las personas que tienen esta clase de relaciones.


Desde el primer momento vemos a un par de personajes claramente perdidos, en sus pensamientos, en sus frustraciones, en sus edades tan distintas, pero sin embargo la causalidad hace que converjan en un punto de partida: la habitación de una vieja casona de París, donde sin saber nada el uno del otro, salvo por haberse topado en un par de ocasiones ese mismo día antes de ese encuentro en la habitación, hacen apasionadamente el amor. (El elemento de la habitación para desatar los impulsos eróticos sería algo de lo que Bertolucci sacaría provecho más delante en su obra)


El pasado del hombre maduro que lo atormenta y lo poco que le ayuda la compañía de su suegra lo hace no querer conocer nada de su amante, y el futuro tan incierto al lado de su novio que la ve solo por su musa y no como su mujer, hace que por los lapsos que pasan juntos, solos, en aquella vieja habitación, ambos sientan alivio de sus vidas afuera, adentro no son nadie, sólo se permiten sentir, lo que el mundo afuera censura y no deja ver a la luz del sol. Se esconden para decir lo que quieren, lo que piensan, incluso si es lo contrario a lo que el otro siente y piensa en un principio, y esto lleva reprimendas y castigos, aun si hay que someterse y disfrutar del castigo. Pero todo tiene un límite y ella de a poco empezará a darse cuenta, entender, y hacer entender que ya no quiere ser utilizada, ya no querrá ser violada ni una vez más, ( lectura que en últimos años está tan comentada por la polémica escena de la mantequilla) ya no quiere lo que creía querer.


Ella se entrega por completo, sin poner peros por muy duras que sean las pruebas, porque todo adentro es muy diferente a como es afuera, hay no hay pretensiones sobre ella, sobre su figura, sobre lo que debe ser, no hay cursilería falsa, aunque ella sea una cursi, pero en cambio él no se entrega por completo, sino que hace que ella quiera irse, porque en el fondo asumo él sabe que ella debe vivir a pesar de él, de modo que la pone a prueba a la vez que él se desquita del mundo y sus problemas que a pesar de todo, no puede dejar afuera de aquella habitación. Ella trata de llevar al exterior esta nueva mujer que ella descubre en sí misma, pero no puede hacerlo con el novio que tiene, así que tendrá que tomar una decisión, sólo vemos el principio de la decisión, el resto lo tenemos que intuir.


Muchas veces la liberación es propia, luego de tanto sometimiento de la otra parte, luego de que el no poder olvidar por completo lo que afuera es real, y hace que alejemos a quien en su momento seguía el juego no por placer o por lo recreativo que pareciera el juego, sino porque le brindaba todo lo que afuera lo hostigaba la existencia.


Justo cuando la parte madura, la que ya no tiene miedo, la que ya perdió todo, se da cuenta que no habrá otra oportunidad, que ya hizo mucho daño y si no sede al pasado y se entrega por completo, declara los sentimientos, revela su identidad y quiere que esa habitación sea parte del mundo y no ser más un gruñido, un gemido, o un castigador cuando algo del exterior quiere integrarse a la habitación en forma de nombres o confesiones familiares; de a poco él empieza a sentir que el pasado y sus presión se desvanece, ella de apoco quiere creer que aquello puede durar y le confiesa amor, pero para ese momento ella también se da cuenta que aquello no durará, la parte joven, la que aún puede vivir y quiere vivir una vez que ha aprendido de manera poco ortodoxa lo que es el amor y lo que es sentir, y lo que es ser abandonada después de entregarlo todo, su cuerpo, su corazón, su amor, y tomar una decisión de lo que será su vida después de esto venga quien venga después y aprender en el trayecto; ahora sabe que debe acabar con aquello, al igual que la lección, la respuesta, el final de aquel sueño, debe de ser poco ortodoxo. Justo después de que él presencia su último tango en París.


El hecho de que Bertolucci quisiera exponer el erotismo como expiación a la necesidad de dos almas perdidas, una por golpes psicológicos de pérdidas y una crisis de edad existencial en la que no cree en nada, y la de una joven sin identidad y lo que los demás esperaran de ella, y que desde el principio le da una autoridad a través de su feminidad, y como ambos quieren desaparecer voluntaria o inconscientemente del mundo exterior para olvidar lo que evidentemente con sexo no se puede olvidar, hace de esta película un ejercicio excelso sobre las emociones y manifestaciones de conducta desbocadas.


Si bien ambas actuaciones son más que formidables no cabe duda que vemos la mejor actuación de Marlon Brando en su etapa madura. Lo vemos desbocado en todo momento, incluso en sus momentos más íntimos y serenos, vemos este desgaste emocional del hombre que representa, igual de desgastado por su edad. Lo vemos como el gran actor del método que es, y eso vale todo el boleto, en el ensayo de Misterios de la Sala Oscura de Fernanda Solorzano ella narraba como fue el proceso de trabajo entre Brando y Bertolucci y ambos hablaban de lo mucho que se admiraban mutuamente y de lo difícil que fue trabajar con el actor por su excesivo perfeccionismo.


La habitación que funge como las máscaras que a veces llevamos para ocultar los tormentos que llevamos y que hacen que los que se atreven a poblar ese espacio lugar por lo que creen sentir y que reciben el daño colateral de nuestros traumas, es una metáfora más que adecuada para este discurso arrojado por el regio director italiano. La iluminación, (obviamente con todo lo que conlleva el trabajo en la fotografía del señor Storaro) los diálogos y el guion del propio Bertolucci en la que hace de manera susceptiva y sugestiva tan vulnerables los personajes y los muestran humanos en sus vicios y virtudes, tan buenos y malos, como crueles, ingenuos y faltos de compañía, amor, y sabes manejar sus emociones y soledad. Todo esto hace que El Último Tango en París sea una de las películas más importantes de la década de los setenta.


Pocas películas pueden crear una catarsis, una impresión y una tesis de lo fuertes que son las relaciones tóxicas y como estas siempre al final tratan de ser arregladas demasiado tarde, justo al final, cuando la contraparte despierta, cuando despierta de la forma más contundente, porque el maestro fue bueno enseñando sobre métodos muy fuertes.


Hablando sobre películas de relaciones tóxicas, una de las últimas escenas donde toman los tejados de la ciudad de París, es muy similar a la de la española Stockholm. Incluso hay algo de similar sobre el como influye el lado bohemio de una ciudad con la también claramente influenciada Porto.







Naranja Mecánica: la violencia como válvula de escape ante el sistema opresor de expresión.




Fernanda Solorzano expone en su ensayo sobre Naranja Mecánica por qué la película en su momento sufrió de una censura en Inglaterra, y los confines que la obra tomó y como reflejaba tantos hechos históricos violentos desde muchas décadas antes, si bien todo esto es relevante e importante para entender el contexto de una película, y lo que hizo que sus creadores la concibieran (el escritor de la novela, en primera instancia, y el director de la película en segunda), pero permítanme hablarles de la primera lectura dada a mi parecer, sin su contexto histórico.


Está clara la división hecha en la obra de Kubrick, Alex y sus secuaces, con una vestimenta que los desliga a cualquiera, ya no digamos “civil” sino a otros grupos de “generadores de violencia”, como si fueran una especie de ejército. Es clara su postura de querer ser distintos al ciudadano cualquiera, utilizan un lenguaje poco entendido por el ciudadano simple y mediocre que no conoce la obra de Shakespeare por estar todo el día encerrado en una fábrica, esto suele ser retratado muy comúnmente en todos los grupos marginales de la película. Sus gustos musicales son exquisitos, y estos gustos exquisitos se extienden a su manera de divertirse: creando extrema-violencia.


Pero no sólo ahí está clara la división, en las personas, también en el entorno como tal. Mientras los interiores de las casas están de cierta manera perfectos, con una decoración vanguardista, moderna, con mucho “arte pop” del que la gente cansada y con créditos compra para sentir que su vida no es tan vacía, el exterior se ve desolado, hostil, rudo, lleno de “muestras de arte erótico” que desintonizan con los buenos gustos del joven Alex. Para Alex la vida del crimen hubiera sido un gran éxito si no hubiera pecado con el más grande pecado que suele tener el sistema al que tanto odia: el control y el autoritarismo.


Luego de tener un descontento con sus secuaces por sus malos modales de los que él tiene que reprender, estos lo traicionan luego de cometer un atraco donde la mujer a la que Alex ataca muere, es que este es llevado a la cárcel donde se le da una condena de 14 años. A partir de entonces vemos los métodos que el sistema trata de usar para castigar y reformar a todo aquel que no está en sintonía con lo que el sistema quiere en sus civiles, los que no producen en las fábricas, los que no son sometidos en sus sistemas de educación mediocres, es a través del encierro, del castigo, en la religión donde tratan de reformarlos. Pero para Alex llega la oportunidad de sortear con aquello muy poco tiempo, un programa en etapa de experimentación que reforma a los delincuentes y los “obliga” a no volver a cometer un crimen. Luego de una prueba que conlleva películas, los párpados y la música de su más grande ídolo. La cura llega, y al ser reintegrado a la sociedad vuelve a un mundo al que le debe muchas cuentas, Alex, ahora tiene que pasar por un viacrucis, como el que el visualizaba en el gran libro de cuentos, pero ahora el no será el azotador, ahora, al igual que Jesus, él será el azotado, casi de manera en la que Dante baja al infierno en La Divina Comedia, vemos a los traidores ser parte del sistema corrupto, a los grupos vulnerables tan agresivos como los no tan vulnerables, vemos a los buenos castigados convertirse en malos castigadores, y a los malos en víctimas, la frase en la película es una realidad latente: la violencia genera violencia.


Si nos limitamos a la producción de la película como tal, se puede notar el gran esteta que era Kubrick, el gran maestro de la iluminación, del control del tiempo, de la edición, de la simetría, a los magistrales planos secuencia, en los máximos close-ups a los rostros de los personajes para mostrar agresividad, temor, sorpresa, en fin, emociones; el manejo de la metáfora en todo momento, en pocas palabras, la película es perfecta. No tiene un ápice de incredulidad ni de improvisación, Kubrick tiene todo bajo control y no le importa llevar al límite el discurso, haciendo que nos riamos en un principio con los atracos de Alex y sus secuaces, verlo como un anti-heroe que idolatramos, pero al final nos muestra cual crudo, incómodo y desagradable es el discurso real, cual delgada es la línea entre lo bueno y lo malo, y lo que hace que esto sea bueno o malo, también es muy delgada la línea entre los que son realmente las victimas de cada sistema, de donde viene el verdadero mal, y que tan bien o mal se combate este. El final es un shock, todos asumen su culpa en la creación del monstruo, pero no se le reprende de la forma que se le debe de reprender, eso sería asumir demasiada culpa, y el daño ya está hecho, en el acto exime a la víctima y revela que las técnicas de reprimir la maldad son equivocadas cuando se piensa sólo en factor violencia y se piensa en bases tan mediocres de las normas que deben conducir a un estado que quiere catalogar todo de igual forma: que busca que todos en su sistema sean serviciales de alguna manera, sean productivos, y no se les brinda a los diferentes formas para aplicar de una manera productiva sus “gustos diferentes”, ya que un sistema cerrado no tolerará formas diferentes de pensar que no son las que se condicionan a su engranaje, trataran a toda costa de suprimir esa mente, ya sea con violencia, o suscitándolo al propio exterminio.


El discurso es claro, rudo y crudo, pero Kubrick, con su estética jugando a su favor en el discurso, y con lo polémico que siempre fue, y crítico para bien, no podía quedarse atrás con este énfasis sutil que al final de verse en muchas veces, se puede leer claramente. Naranja Mecánica por lo que revela y transmite, bien puede ser considerada una de las más valiosas películas de todos los tiempos.




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