Lo había dicho ya en mi cuenta personal de facebook que
luego de terminar de leer el libro Misterios de la Sala Oscura de la crítica de
cine Fernanda Solorzano, si de dos películas quería escribir, era precisamente de estas dos, que son los dos primeros ensayos del libro, pero desde un punto de partida y una lectura muy diferente a la que ellas exponía y daba. Ahora procedo a compartirles dichos análisis.
El Último Tango en París: cuando ya no queremos lo que queremos.
El Último Tango en París: cuando ya no queremos lo que queremos.
Fernanda Solorzano la analiza desde el discurso feminista
que desató en su tiempo, además de ponernos un poco en perspectiva lo que hizo
que esta película en particular llegara a ser realizada por Bertolucci, pero
hay una línea de lectura aún más visible en la película: las relaciones tóxicas
y la fuerte co-dependencia que se da entre las personas que tienen esta clase
de relaciones.
Desde el primer momento vemos a un par de personajes
claramente perdidos, en sus pensamientos, en sus frustraciones, en sus edades
tan distintas, pero sin embargo la causalidad hace que converjan en un punto de
partida: la habitación de una vieja casona de París, donde sin saber nada el uno del otro, salvo por haberse topado en un par de ocasiones ese mismo día antes de ese encuentro en la habitación, hacen apasionadamente el amor. (El elemento de la
habitación para desatar los impulsos eróticos sería algo de lo que Bertolucci
sacaría provecho más delante en su obra)
El pasado del hombre maduro que lo atormenta y lo poco que le ayuda la compañía de su suegra lo hace no
querer conocer nada de su amante, y el futuro tan incierto al lado de su novio
que la ve solo por su musa y no como su mujer, hace que por los lapsos que
pasan juntos, solos, en aquella vieja habitación, ambos sientan alivio de sus
vidas afuera, adentro no son nadie, sólo se permiten sentir, lo que el mundo
afuera censura y no deja ver a la luz del sol. Se esconden para decir lo que
quieren, lo que piensan, incluso si es lo contrario a lo que el otro siente y
piensa en un principio, y esto lleva reprimendas y castigos, aun si hay que
someterse y disfrutar del castigo. Pero todo tiene un límite y ella de a poco empezará a darse cuenta, entender, y hacer entender que ya no quiere ser utilizada, ya no querrá ser violada ni una vez más, ( lectura que en últimos años está tan comentada por la polémica escena de la mantequilla) ya no quiere lo que creía querer.
Ella se entrega por completo, sin poner peros por muy duras
que sean las pruebas, porque todo adentro es muy diferente a como es afuera,
hay no hay pretensiones sobre ella, sobre su figura, sobre lo que debe ser, no
hay cursilería falsa, aunque ella sea una cursi, pero en cambio él no se entrega
por completo, sino que hace que ella quiera irse, porque en el fondo asumo él
sabe que ella debe vivir a pesar de él, de modo que la pone a prueba a la vez
que él se desquita del mundo y sus problemas que a pesar de todo, no puede
dejar afuera de aquella habitación. Ella trata de llevar al exterior esta nueva
mujer que ella descubre en sí misma, pero no puede hacerlo con el novio que
tiene, así que tendrá que tomar una decisión, sólo vemos el principio de la
decisión, el resto lo tenemos que intuir.
Muchas veces la liberación es propia, luego de tanto
sometimiento de la otra parte, luego de que el no poder olvidar por completo lo
que afuera es real, y hace que alejemos a quien en su momento seguía el juego
no por placer o por lo recreativo que pareciera el juego, sino porque le
brindaba todo lo que afuera lo hostigaba la existencia.
Justo cuando la parte madura, la que ya no tiene miedo, la
que ya perdió todo, se da cuenta que no habrá otra oportunidad, que ya hizo
mucho daño y si no sede al pasado y se entrega por completo, declara los
sentimientos, revela su identidad y quiere que esa habitación sea parte del
mundo y no ser más un gruñido, un gemido, o un castigador cuando algo del
exterior quiere integrarse a la habitación en forma de nombres o confesiones familiares; de a poco él empieza a sentir que el pasado y sus presión se desvanece, ella de apoco quiere creer que aquello puede durar y le confiesa amor, pero para ese momento ella también se da cuenta que aquello no durará, la parte
joven, la que aún puede vivir y quiere vivir una vez que ha aprendido de manera
poco ortodoxa lo que es el amor y lo que es sentir, y lo que es ser abandonada después de entregarlo todo, su cuerpo, su corazón, su amor, y tomar una decisión de lo que será su vida después de esto venga quien venga después y aprender en el trayecto; ahora sabe que debe acabar con
aquello, al igual que la lección, la respuesta, el final de aquel sueño, debe
de ser poco ortodoxo. Justo después de que él presencia su último tango en París.
El hecho de que Bertolucci quisiera exponer el erotismo como
expiación a la necesidad de dos almas perdidas, una por golpes psicológicos de pérdidas
y una crisis de edad existencial en la que no cree en nada, y la de una joven
sin identidad y lo que los demás esperaran de ella, y que desde el principio le
da una autoridad a través de su feminidad, y como ambos quieren desaparecer
voluntaria o inconscientemente del mundo exterior para olvidar lo que
evidentemente con sexo no se puede olvidar, hace de esta película un ejercicio
excelso sobre las emociones y manifestaciones de conducta desbocadas.
Si bien ambas actuaciones son más que formidables no cabe
duda que vemos la mejor actuación de Marlon Brando en su etapa madura. Lo vemos
desbocado en todo momento, incluso en sus momentos más íntimos y serenos, vemos
este desgaste emocional del hombre que representa, igual de desgastado por su
edad. Lo vemos como el gran actor del método que es, y eso vale todo el boleto,
en el ensayo de Misterios de la Sala Oscura de Fernanda Solorzano ella narraba
como fue el proceso de trabajo entre Brando y Bertolucci y ambos hablaban de lo
mucho que se admiraban mutuamente y de lo difícil que fue trabajar con el actor
por su excesivo perfeccionismo.
La habitación que funge como las máscaras que a veces
llevamos para ocultar los tormentos que llevamos y que hacen que los que se
atreven a poblar ese espacio lugar por lo que creen sentir y que reciben el
daño colateral de nuestros traumas, es una metáfora más que adecuada para este discurso
arrojado por el regio director italiano. La iluminación, (obviamente con todo lo
que conlleva el trabajo en la fotografía del señor Storaro) los diálogos y el
guion del propio Bertolucci en la que hace de manera susceptiva y sugestiva tan vulnerables los personajes y los muestran humanos en sus vicios y virtudes, tan buenos y malos, como crueles, ingenuos y faltos de compañía, amor, y sabes manejar sus emociones y soledad. Todo esto hace que El Último Tango en París sea una de las películas más
importantes de la década de los setenta.
Pocas películas pueden crear una catarsis, una impresión y
una tesis de lo fuertes que son las relaciones tóxicas y como estas siempre al
final tratan de ser arregladas demasiado tarde, justo al final, cuando la
contraparte despierta, cuando despierta de la forma más contundente, porque el
maestro fue bueno enseñando sobre métodos muy fuertes.
Hablando sobre películas de relaciones tóxicas, una de las últimas escenas donde toman los tejados de la ciudad de París, es muy similar a la de la española Stockholm. Incluso hay algo de similar sobre el como influye el lado bohemio de una ciudad con la también claramente influenciada Porto.
Naranja Mecánica: la violencia como válvula de escape ante el sistema opresor de expresión.
Fernanda Solorzano expone en su ensayo sobre Naranja
Mecánica por qué la película en su momento sufrió de una censura en Inglaterra,
y los confines que la obra tomó y como reflejaba tantos hechos históricos
violentos desde muchas décadas antes, si bien todo esto es relevante e
importante para entender el contexto de una película, y lo que hizo que sus
creadores la concibieran (el escritor de la novela, en primera instancia, y el
director de la película en segunda), pero permítanme hablarles de la primera lectura
dada a mi parecer, sin su contexto histórico.
Está clara la división hecha en la obra de Kubrick, Alex y
sus secuaces, con una vestimenta que los desliga a cualquiera, ya no digamos “civil”
sino a otros grupos de “generadores de violencia”, como si fueran una especie
de ejército. Es clara su postura de querer ser distintos al ciudadano
cualquiera, utilizan un lenguaje poco entendido por el ciudadano simple y
mediocre que no conoce la obra de Shakespeare por estar todo el día encerrado
en una fábrica, esto suele ser retratado muy comúnmente en todos los grupos
marginales de la película. Sus gustos musicales son exquisitos, y estos gustos
exquisitos se extienden a su manera de divertirse: creando extrema-violencia.
Pero no sólo ahí está clara la división, en las personas,
también en el entorno como tal. Mientras los interiores de las casas están de
cierta manera perfectos, con una decoración vanguardista, moderna, con mucho “arte
pop” del que la gente cansada y con créditos compra para sentir que su vida no
es tan vacía, el exterior se ve desolado, hostil, rudo, lleno de “muestras de
arte erótico” que desintonizan con los buenos gustos del joven Alex. Para Alex
la vida del crimen hubiera sido un gran éxito si no hubiera pecado con el más
grande pecado que suele tener el sistema al que tanto odia: el control y el
autoritarismo.
Luego de tener un descontento con sus secuaces por sus malos
modales de los que él tiene que reprender, estos lo traicionan luego de cometer
un atraco donde la mujer a la que Alex ataca muere, es que este es llevado a la
cárcel donde se le da una condena de 14 años. A partir de entonces vemos los
métodos que el sistema trata de usar para castigar y reformar a todo aquel que
no está en sintonía con lo que el sistema quiere en sus civiles, los que no
producen en las fábricas, los que no son sometidos en sus sistemas de educación
mediocres, es a través del encierro, del castigo, en la religión donde tratan
de reformarlos. Pero para Alex llega la oportunidad de sortear con aquello muy
poco tiempo, un programa en etapa de experimentación que reforma a los
delincuentes y los “obliga” a no volver a cometer un crimen. Luego de una
prueba que conlleva películas, los párpados y la música de su más grande ídolo.
La cura llega, y al ser reintegrado a la sociedad vuelve a un mundo al que le
debe muchas cuentas, Alex, ahora tiene que pasar por un viacrucis, como el que
el visualizaba en el gran libro de cuentos, pero ahora el no será el azotador,
ahora, al igual que Jesus, él será el azotado, casi de manera en la que Dante
baja al infierno en La Divina Comedia, vemos a los traidores ser parte del
sistema corrupto, a los grupos vulnerables tan agresivos como los no tan
vulnerables, vemos a los buenos castigados convertirse en malos castigadores, y
a los malos en víctimas, la frase en la película es una realidad latente: la
violencia genera violencia.
Si nos limitamos a la producción de la película como tal, se
puede notar el gran esteta que era Kubrick, el gran maestro de la iluminación,
del control del tiempo, de la edición, de la simetría, a los magistrales planos
secuencia, en los máximos close-ups a los rostros de los personajes para
mostrar agresividad, temor, sorpresa, en fin, emociones; el manejo de la
metáfora en todo momento, en pocas palabras, la película es perfecta. No tiene
un ápice de incredulidad ni de improvisación, Kubrick tiene todo bajo control y
no le importa llevar al límite el discurso, haciendo que nos riamos en un principio
con los atracos de Alex y sus secuaces, verlo como un anti-heroe que
idolatramos, pero al final nos muestra cual crudo, incómodo y desagradable es
el discurso real, cual delgada es la línea entre lo bueno y lo malo, y lo que
hace que esto sea bueno o malo, también es muy delgada la línea entre los que
son realmente las victimas de cada sistema, de donde viene el verdadero mal, y
que tan bien o mal se combate este. El final es un shock, todos asumen su culpa
en la creación del monstruo, pero no se le reprende de la forma que se le debe
de reprender, eso sería asumir demasiada culpa, y el daño ya está hecho, en el
acto exime a la víctima y revela que las técnicas de reprimir la maldad son
equivocadas cuando se piensa sólo en factor violencia y se piensa en bases tan
mediocres de las normas que deben conducir a un estado que quiere catalogar
todo de igual forma: que busca que todos en su sistema sean serviciales de
alguna manera, sean productivos, y no se les brinda a los diferentes formas
para aplicar de una manera productiva sus “gustos diferentes”, ya que un
sistema cerrado no tolerará formas diferentes de pensar que no son las que se
condicionan a su engranaje, trataran a toda costa de suprimir esa mente, ya sea
con violencia, o suscitándolo al propio exterminio.
El discurso es claro, rudo y crudo, pero Kubrick, con su
estética jugando a su favor en el discurso, y con lo polémico que siempre fue,
y crítico para bien, no podía quedarse atrás con este énfasis sutil que al
final de verse en muchas veces, se puede leer claramente. Naranja Mecánica por
lo que revela y transmite, bien puede ser considerada una de las más valiosas
películas de todos los tiempos.
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