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domingo, 17 de marzo de 2019

Still Walking: sólo somos seres humanos.




"Aruitemo, Aruitemo"; quizá sea la película más celebrada del director japonés Hirokazu Koreeda, pero yo me pregunto, y les pregunto a ustedes: ¿qué hace ser tan valorada una película con una trama tan simple como el hecho de padres mayores de edad e hijos con sus respectivas familias se reúne para conmemorar la muerte del hijo mayor y como esta alteró la vida de cada uno de los miembros y las decisiones que tomaron y que les dieron rumbo a sus vidas 15 años atrás? Lo diré con una frase que leí hace pocos días, ahora que está tan mediática la noticia de que Netflix producirá una serie de Cien Años de Soledad: quizá su valor no está en el argumento, sino en la fuerza expresiva

Las relaciones familiares siempre son difíciles, al grado que pueden llegar a abochornarnos, esta familia que parece no decir nada, y en la que parece no pasa nada mientras se reúnen para conmemorar la muerte del mayor de los hijos de la pareja de ancianos que son los patriarcas de la familia, es un reflejo de las relaciones de padres e hijos, incluso si una perdida no estuviera de por medio. Vemos la frustración que le provoca a los hijos el no ser lo que los padres esperaban, vemos a los padres involucrarse más con los hijos de los hijos tratando de hacer alguna influencia, o más que eso, crear una buena impresión de ellos en su vida, para cuando ya no estén más, o por si quizá sus padres hablasen mal de ellos. Aun con los desencantos y reclamos que se van dando paulatinamente en la película, como va pasando el día, todo está claro, pero de manera muy implícita en lo que respecta a la realidad: aunque a veces no se les comprenda, tanto los hijos a los padres, como los padres a los hijos: hay amor entre ellos.

Para los padres los hijos siempre serán los de siempre, como los criamos, creemos que nuestras formas de comunicación no deben de cambiar, y no lo hacen, no por molestar, sino porque el amor es puro, no hay poses. Como en todas sus películas, el impacto de Koreeda con su argumento, y lo que nos quiere decir es sutil, pero contundente, viene al final, y es hasta entonces el por qué comprendemos que en casi toda la película no sé nos dijo o nos mostró prácticamente nada, salvo quizá chistes y momentos que todos hemos experimentado en alguna reunión familiar, y de aquí es que digo que incluso la pérdida del hermano mayor que muere rescatando a un niño en la playa no es tan relevante, en la película es sólo el pretexto para ver un cuadro familiar completo, un cuadro que bien se puede dar en otra ocasión, en una reunión cualquiera. Pero qué es lo que quiere decir Koreeda al final de todo, algo tan simple como: “valora a las personas que tienes hoy día, con todo y esas manías, pues algún día ya no estarán.” Y al final sólo quedarán esas historias que se cuentan entre padres e hijos, y ser las personas de las que ellos estarían orgullosos, tal y como somos, y como nos amaron hasta el final, aunque no lo demostrarán en formas que en su momento no llegamos quizá a comprender.

La película es un claro homenaje y la influencia es irrefutable de la gran Tokyo Story de Yasujiro Ozu, y no es un secreto para nadie que Xavier Dolan a su vez se influenció en estas dos para hacer su Sólo Es El Fin del Mundo. A los japoneses les gusta mucho el tema de lo familiar, el tema de la raices, de la casa (hay que echarle un vistazo a la filmografía de Hayao Miyasaki para darse cuenta de eso)

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