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viernes, 4 de enero de 2019

Deriva: esta película no trata sobre nada. ¿O sí?




Si he decidido escribir sobre esta película no es por compromiso alguno, vamos; no me siento obligado, ni por el aprecio que tengo a sus realizadores, ni por el cariño que tengo por la Cinéfagos Editorial que es donde empecé a escribir formalmente sobre cine, ni es por ser de las pocas personas que ha visto hasta el día de hoy este documental: si escribo sobre él es porque primordialmente es un trabajo que me ha gustado. Pero haciendo alegoría a una referencia cinematográfica, como diría Jack El Destripador: “vámonos por partes”.

Y es que cuando leí el texto del buen amigo Andrei sobre su proyección en la Cineteca de Durango sobre cómo muchas personas empezaron a salirse de la sala, me dio mucha curiosidad ver dicho documental. En realidad la curiosidad ya la tenía desde que se anunció lo que estaban editando Andrei y Eric (con quien co-dirige, y que en esencia es de quien se trata la película) pero una vez que leí el texto en la revista, ya tenían mi atención.

"Caballeros, tenían mi curiosidad. Ahora tienen mi atención" Calvin Candie (Leonardo DiCaprio) - Django Sin Cadenas - Quentin Tarantino - 2012



Y es que hay que comentar diciendo que el documental, desde su prólogo, ya nos dicta el viaje del mismo, su trama y cómo será esta empleada, y es muy claro, y es valioso narrativamente hablando (he visto otros trabajos de Andrei y Eric y debo decir, con todo respeto, que no en todos es tan claro su argumento y su narrativa, pero en este documental es nítida y limpia a pesar de detalles técnicos, su montaje es muy bueno).

Este se nos presenta como un viaje, pequeños lapsos del trayecto, ya sea magnificados o vistos de manera natural: vemos curvas, rectas, vemos tramos lentos y también vemos tramos rápidos, de repente pareciera que vamos directo a estamparnos a un muro, y en último momento damos vuelta. En pocas palabras, desde el principio se nos dicta el viaje como la vida misma, y en la vida misma pasan muchas cosas, de todo tipo, a veces felices y perdurables, que quisiéramos congelar en el tiempo, otras más dolorosas y prefiriéramos borrar, aunque no se pueda.

Después de la presentación y el prólogo el documental de una hora de duración se nos narra en cuatro partes, en todas se nos presentan diversos viajes de Eric, las dos primeras partes son con una compañera de viaje a la que él llama Sam, la protagonista del mismo como el propio Eric la presenta en la mayor parte de estas dos primeras partes, (por demás carismática, por cierto, bajo el lente de Eric), la tercera parte es con otro compañero de viaje y la última parte es en solitario.

Y es a través de estos viajes que uno puede ver eso que la rutina le quita a lo cotidiano: la belleza; eso que, a los ojos, o el lente de alguien más, se vuelve interesante, trascendente, poético. Vemos una serie de planos que son dignos de enmarcarse, pero mentiría si no les dijera que también algunas tomas pudieron recortarse y algo de edición en el sonido directo (sobre todo en el final de muchas tomas) le hubiera venido bien, pero es en menos partes de las que imaginan, quizá en vez de una película de una hora hubiéramos tenido una película de 58 minutos más atinada, pero eso es a título personal, pues también hay que darle valor a la autenticidad de ciertos trabajos sin edición artificiosa.

Deben saber que siento a este documental como un trabajo experimental, y debe ser tratado como tal; y es que quien quiera ver detalles técnicos sofisticados en un trabajo como este no sé qué estaba haciendo en la sala de la cineteca, pero también debo decir que si no fueron capaces de ver nada de valor en este trabajo, o si piensan que en esta película no pasa nada, deben de ser muy superficiales, o de plano se están perdiendo un sin fin de historias que podrían ver y sacar interpretaciones de las mismas: qué sería del cine si no se pudiera diseccionar hasta la cosa más rara jamás exhibida.

Este documental nos retrata una historia de amor, con muchos cortes de comedia; nos habla sobre confesiones, sueños, caminatas sin rumbo, historia, música, deportes, pérdidas amorosas, amigos, cómplices que nos acompañan, el camino en solitario que se hace al final de la jornada, del camino, de la vida; esta película no habla sobre nada, o quizá sí, pero quizá al no hablar sobre nada habla sobre todo, como la vida misma.

 

Sin duda alguna me puedo sentir identificado con el protagónico, con su viaje, y supongo eso es en parte un objetivo del trabajo de este par de jóvenes, y también debo decir a manera de confesión que, si alguna vez decido hacer un cortometraje, como ahora lo estoy tratando de hacer, sería muy parecido a esto. Y para finalizar solo puedo decir que concuerdo con la frase que ha bien ha utilizado Andrei para iniciar su película, con palabras de Truffaut “el cine es un acto de amor”. Deriva es esa clase de trabajos a los que tenemos que echarles el ojo, desmenuzar y diseccionar a detalle, da mucho material para platicar, para debatir.


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