Si he
decidido escribir sobre esta película no es por compromiso alguno, vamos; no me
siento obligado, ni por el aprecio que tengo a sus realizadores, ni por el
cariño que tengo por la Cinéfagos Editorial que es donde empecé a escribir
formalmente sobre cine, ni es por ser de las pocas personas que ha visto hasta
el día de hoy este documental: si escribo sobre él es porque primordialmente es
un trabajo que me ha gustado. Pero haciendo alegoría a una referencia
cinematográfica, como diría Jack El Destripador: “vámonos por partes”.
Y es
que cuando leí el texto del buen amigo Andrei sobre su proyección en la
Cineteca de Durango sobre cómo muchas personas empezaron a salirse de la sala,
me dio mucha curiosidad ver dicho documental. En realidad la curiosidad ya la
tenía desde que se anunció lo que estaban editando Andrei y Eric (con quien
co-dirige, y que en esencia es de quien se trata la película) pero una vez que
leí el texto en la revista, ya tenían mi atención.
"Caballeros, tenían mi curiosidad. Ahora tienen mi atención" Calvin Candie (Leonardo DiCaprio) - Django Sin Cadenas - Quentin Tarantino - 2012
Y es
que hay que comentar diciendo que el documental, desde su prólogo, ya nos dicta
el viaje del mismo, su trama y cómo será esta empleada, y es muy claro, y es
valioso narrativamente hablando (he visto otros trabajos de Andrei y Eric y
debo decir, con todo respeto, que no en todos es tan claro su argumento y su
narrativa, pero en este documental es nítida y limpia a pesar de detalles
técnicos, su montaje es muy bueno).
Este
se nos presenta como un viaje, pequeños lapsos del trayecto, ya sea
magnificados o vistos de manera natural: vemos curvas, rectas, vemos tramos
lentos y también vemos tramos rápidos, de repente pareciera que vamos directo a
estamparnos a un muro, y en último momento damos vuelta. En pocas palabras,
desde el principio se nos dicta el viaje como la vida misma, y en la vida misma
pasan muchas cosas, de todo tipo, a veces felices y perdurables, que
quisiéramos congelar en el tiempo, otras más dolorosas y prefiriéramos borrar,
aunque no se pueda.
Después
de la presentación y el prólogo el documental de una hora de duración se nos
narra en cuatro partes, en todas se nos presentan diversos viajes de Eric, las
dos primeras partes son con una compañera de viaje a la que él llama Sam, la
protagonista del mismo como el propio Eric la presenta en la mayor parte de
estas dos primeras partes, (por demás carismática, por cierto, bajo el lente de
Eric), la tercera parte es con otro compañero de viaje y la última parte es en
solitario.
Y es a
través de estos viajes que uno puede ver eso que la rutina le quita a lo
cotidiano: la belleza; eso que, a los ojos, o el lente de alguien más, se
vuelve interesante, trascendente, poético. Vemos una serie de planos que son
dignos de enmarcarse, pero mentiría si no les dijera que también algunas tomas
pudieron recortarse y algo de edición en el sonido directo (sobre todo en el
final de muchas tomas) le hubiera venido bien, pero es en menos partes de las
que imaginan, quizá en vez de una película de una hora hubiéramos tenido una
película de 58 minutos más atinada, pero eso es a título personal, pues también
hay que darle valor a la autenticidad de ciertos trabajos sin edición
artificiosa.
Deben
saber que siento a este documental como un trabajo experimental, y debe ser
tratado como tal; y es que quien quiera ver detalles técnicos sofisticados en
un trabajo como este no sé qué estaba haciendo en la sala de la cineteca, pero
también debo decir que si no fueron capaces de ver nada de valor en este
trabajo, o si piensan que en esta película no pasa nada, deben de ser muy
superficiales, o de plano se están perdiendo un sin fin de historias que podrían
ver y sacar interpretaciones de las mismas: qué sería del cine si no se pudiera
diseccionar hasta la cosa más rara jamás exhibida.
Este
documental nos retrata una historia de amor, con muchos cortes de comedia; nos
habla sobre confesiones, sueños, caminatas sin rumbo, historia, música,
deportes, pérdidas amorosas, amigos, cómplices que nos acompañan, el camino en
solitario que se hace al final de la jornada, del camino, de la vida; esta
película no habla sobre nada, o quizá sí, pero quizá al no hablar sobre nada
habla sobre todo, como la vida misma.
Sin
duda alguna me puedo sentir identificado con el protagónico, con su viaje, y
supongo eso es en parte un objetivo del trabajo de este par de jóvenes, y
también debo decir a manera de confesión que, si alguna vez decido hacer un
cortometraje, como ahora lo estoy tratando de hacer, sería muy parecido a esto.
Y para finalizar solo puedo decir que concuerdo con la frase que ha bien ha
utilizado Andrei para iniciar su película, con palabras de Truffaut “el cine es
un acto de amor”. Deriva es esa clase de trabajos a los que tenemos que
echarles el ojo, desmenuzar y diseccionar a detalle, da mucho material para
platicar, para debatir.
excelente texto Juan, realmente me siento honrado, saludos.
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