-Buenos días. -Dice Sofia mientras se echa el pelo hacia atrás. Aunque no lo tenía demasiado largo su rostro era tan bello y tan auténtico como para taparlo con algo, con cualquier cosa. Un libro, una flor, una pintura de Da Vinci nada se comparaba con la belleza de aquella mujer y el amor que aquel hombre felizmente acostado le profesaba.-
-Buenos días.
-¿Cómo amaneciste?
-Bien. -quedan ambos unos segundos en silencio-
-¿Qué tienes?
-Nada, sólo estaba pensando.
-¿En qué piensas?
-Nada importante, sólo recordaba que una vez cuando hice un viaje con
unos amigos por Europa, una tarde estando en Madrid una señora se nos acercó y
nos dijo que si nos gustaría saber quienes habíamos sido en nuestra vida
pasada.
-Aha. -dijo ella y acomodó su cabeza en el pecho de él-
-Y nada, como se me hizo interesante la propuesta le dije que sí
mientras mis amigos se reían, así eran ellos;
-¿Los extrañas?
-Sólo a algunos, pero aun así no los cambiaría por estar aquí contigo.
-Dijo Juan y Sofia se voltió y se deslizó hacía arriba para encontrarse con los labios de Juan. Se quedó así y se recostó sobre su pecho mientras lo miraba de cerca y a los ojos, le gustaba estar así porque era como estar frente a algo sin filtro, con todas esas marcas de acné y esos pelos largos que pagaría por cortar, era algo real, algo que no había encontrado durante años en alguien o algo más. Y el motivo principal por el cual le gustaba estar así era porque el le empezaba a palpar cada uno de los lunares y puntos que tenía en la espalda. Los tenía grabados en la memoria.- Bien, así que ella tomó mi mano y mirándome a los ojos empezó a tocarla. Al
cabo de unos segundos me dijo que en mi vida pasada yo había sido Pablo
Picasso.
-¿Picasso?
-Si, no se si me lo dijo para hacerme sentir que valía en verdad la pena
lo que cobraba porque no era nada barato, pero lo que más me intrigó y de lo
que me acordé fue lo que me dijo después.
-¿Y qué te dijo?
-Me dijo que antes de eso había sido una prostituta en Babilonia.
-¿Qué? -dijo ella riéndose-
-En serio te lo juro, también mis amigos se empezaron a reír en el
momento. Pero no fue hasta lo que me dijo después. Me dijo que en mi vida
pasada a esa había sido un jinete que montaba una especie de caballo que
volaba, entonces cuando yo la escuchaba fue como si por segundos se hubiera
perdido, y al cabo de este tiempo me dijo que quizá no era prudente que me
revelara eso, pues esa vida aún no pasaba por mis recuerdos. Y me puso a pensar
mucho porque aunque yo no lo recordaba, o por lo menos no hasta ese momento, cuando era niño solía tener una especie
de sueños donde me veía mayor y volaba por los cielos montado de una especie de
caballo color oro y tenía alas y la tierra era completamente verde, no había
parte que no estuviera cubierta de pastos y plantas y árboles; y los animales
eran libres y no había hombres ni edificios ni ciudades. Entonces durante toda
esa tarde no pude quitarme aquellos recuerdos de encima, no me divertí en lo
absoluto como días antes y regresé al hotel argumentando que me había sentido
mal por la comida o por el vino. Pero sabes, ya estando en el hotel me puse a
pensar y me pregunte, ¿por qué soñamos si no es para descubrir algo o recordar
algo? Quizá los sueños no son más que un recordatorio o una advertencia, la
anunciación de que en verdad hay algo más, de que el pasado ahí está y seguirá
marcándonos en el presente, y que el futuro aunque aún no haya pasado, está
marcando nuestro presente. Es curioso que te cuente esto porque a nadie más se
lo había contado, pero anoche tuve otra vez uno de estos sueños después de
muchos años que no aparecían, pero estando en el sueño, estaba en una clase de
persecución, no sé si era perseguido o me perseguían, pero estaba exaltado,
pero el caso era que no me preocupaba, porque en el sueño ya sabía que tú
estabas aquí en la cama, esperándome, y que tarde o temprano despertaría, o en
su defecto volvería a dormir. -Creo que en aquellos años esta clase de sueños
me asustaban porque sabía que si ya no volvía no importaría, no habría nadie que
me extrañaría, y eso me asustaba, pero el saberte aquí me da fuerzas, valor,
querer siempre regresar.-
-Eres tan dulce.
-Y tú eres ahora tan mía. Eres la luz que me hace despertar, vivir; o soñar y morir cada día.
-Y tú eres ahora tan mía. Eres la luz que me hace despertar, vivir; o soñar y morir cada día.
Un lugar al que volver, un espacio propio.
ResponderBorrarHermoso.
Un beso
Y sigue el tema de las vidas pasadas. Creo que lo de ser prostituta en Babilonia lo perturbó.
ResponderBorrarY es curioso el tema de los sueños como algo peligroso, en los que se corre el riesgo de no volver. Que interesante que Sofía sea el estimulo para volver, para enfrentar todo ese posible peligro onírico. Tiene cierto sentido.