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lunes, 9 de diciembre de 2019

Largo viaje hacia la noche.


Al principio me negaba a escribir sobre esta película tan pronto, sin verla por lo menos una vez más para escribir de manera más centrada y no con el sentimiento tan vivo o a flor de piel, pues he de decir que antes que todo soy una persona muy pasional, y en el cine me dejo llevar más por lo que una película me transmite o me hace sentir, que por cuestiones técnicas o congruentes, aunque no deja de estar ese ser crítico en mi persona. De modo que la idea original era escribir de ella junto con el texto que escribiré sobre todas las películas que veré en diciembre, (o al menos las que me resulten más interesantes) pero sinceramente para mi es una necesidad escribir ya, advirtiendo además, que por muy perfecto que escribiera este texto, no haría justicia para nada a tan extraordinaria película




Largo viaje hacia la noche (Diqiu zuihou de yewan en chino, Long Day's Journey into Night en inglés) es una película del año pasado del muy joven director chino Bi Gan. Con sólo dos películas en su haber, esta siendo la segunda, ha logrado un respeto internacional, y proclamarse de un futuro por demás brillante y prometedor. Esta película en particular se presentó en el Festival de Cannes del año pasado en la selección oficial de Un Certain Regard, donde gran parte de la crítica especializada la nombró como la mejor película no sólo de esta sección, sino del festival.

Hablar sobre la historia de la película, y su trama, es en verdad complejo (además de que hay una historia bastante curiosa en torno a su estreno comercial en Londres) pero aún así intentaré explicarla:


La historia trata sobre Luo Hongwu, un hombre que regresa a su natal Kaili después de mucho tiempo para asistir al funeral de su padre. Gran parte de la película estamos escuchando los pensamientos de Luo, de tal manera que así como lo escuchamos, sirve de narrador. En su regreso a Kaili, lugar al que no quería volver, nos va contando el por qué no quería hacerlo, la historia del por qué se fue que se nos empieza a narrar a la par de su presente, presente en el que empieza una búsqueda con muchos tientes detectivesco y de mucho misterio. Siendo joven, es asesinado su mejor amigo a quien llama wildcat, buscando venganza, logra dar con la amante del asesino de su amigo, pero al conocer a esta mujer, despierta en él un recuerdo de su madre, luego de eso empiezan una relación que resulta ser muy similar a una historia sobre un conjuro que aparece en un libro de tapas verdes al igual que el vestido que todo el tiempo trae esta chica llamada Wan Qiwen. Un amor que va entre apasionados besos y amor por el cine. La búsqueda por Wan Qiwen en el presente lleva a Luo a un cine al que entra y le vendan los ojos, a partir de este momento, la película se rompe en dos, o empieza, y en este romper, nuevo empezar o segunda parte, vemos como en un viaje onírico y surreal, Luo conecta y encuentra muchos de sus conflictos personales del pasado y el presente que van tomando formas y conexiones que uno no imaginaría, o no al menos de esta forma en un principio, todo esto envuelto en una sensación y una atmósfera que a uno lo hace sentir que está suspendido, y que en cualquier momento la habitación se empezará a sacudir.


Bi Gan crea con esta película una verdadera obra de arte. Todo lo que acontece en ella, como lo proyecta y lo refleja a través de la historia magníficamente escrita y como esta es narrada y fotografiada en la pantalla, es extraordinario. La mezcla de poesía con misterio, como crea este perpetuo estado hipnótico y lleno de enigmas es en verdad magistral. La forma en que logra crear un circuito cerrado en el que con pocos elementos, pocas cosas y claves, todo se va llenando de metáforas y círculos que resultan muy importantes para el personaje principal, sin que este los tome como tal, sino más bien como si todos estos detalles fueran un secreto entre director y espectador para conectar y ver quizá sólo al final lo que el personaje verá, pero a la vez de tal manera mostrado, para que nosotros no lo sintamos predecible, es verdaderamente de admirar estos manejos y recursos mostrados por parte del director, y como resuelve todo al final de una manera muy brillante. La forma en que la película se rompe y se nos es presentada de la mitad en adelante totalmente en plano secuencia, es verdaderamente magistral. La manera en que te rompe la forma de la película y como se venía presentando toda la historia, pasar de un relato de búsqueda y misterio empapado de una sensualidad y encanto descomunal, a este lapso onírico en el que toda la vida del personaje cobra sentido, y como se nos revelan detalles de su vida, y también la forma en que juega con el espectador, como el saber que él sabe que está dormido y que al amanecer todo terminará, estas cosas tan simples pero contundentes y bien aplicadas en verdad son magistrales y dignas de admirarse. La música es un acompañamiento muy sencillo pero exquisito, jamás se siente como un agente manipulador para hacernos sentir que la misma atmósfera, las tomas efectuadas, que pareciera no tienen conexión en determinados momentos, puedan funcionar.

Este elemento del quiebre o división dentro de la película me recuerda a un par de películas que también vi este año, la española Stockholm del 2013, y la coreana En la playa sola de noche del 2017 del extraordinario director Hong Sang-soo, sobre todo con esta última porque precisamente el corte, o la irrupción en la película se da en el cine, en el caso de Largo viaje hacia la noche se da antes del corte, y en En la playa sola de noche se da justo después. Ambas hablan de un amor del pasado, en el caso de la película de Sang-soo se toma más en torno a la psicología de esta actriz por su postura ante el abandono de su amor, que es también la figura de su director, en el caso de la película de Bi Gan, gira más en torno al misterio de la separación de los dos amantes a raíz de ser descubiertos por el padrote de Wan Qiwen, y la relación de Lou con su madre que también desaparece y que al final resuelve en sus sueños y todas estas pistas de las que ya comentaba que el director se refugia en el espectador para tener un cómplice, y eso es algo que es muy valioso para uno como espectador en el cine. Bi Gan también da mucho valor, al igual que Sang-soo, cada uno a su modo, al amor por el cine, es algo que tiene gran importancia en ambas películas.

Como ya lo había mencionado al principio, si este texto le parece confuso, raro, o simplemente malo, créanme que la película es mucho más para bien de lo que a usted le pueda generar este comentario mio. Este quizá sea de estos textos que luego suelo escribir para mi, más por una necesidad de sacar cosas, y esto muy pocas veces se da al momento de escribir sobre una película. Realmente espero ver inmediatamente la ópera prima de este director: Kaili blues, (como se darán cuenta, tiene el mismo nombre que la ciudad en la que se desarrolla la historia de Largo viaje hacia la noche, y esto se debe a que es la ciudad natal de Bi Gan, lo que reafirma el amor que imprime a la película, la tendencia de que muchos grandes directores enfocan su arte a lo que aman, a su gente a sus raíces) y escribir inmediatamente sobre ella, pues he de decir, que si alguien me preguntara hoy día, "Si pudieras ser un director de cine, ¿cuál serías?" Creo que, por las muchas similitudes que tengo con él, no sólo por el amor al cine intimista, poético, estético y meticuloso, (y que por muchos momentos recuerda a un estilo muy ligado e influenciado por el cine de mi otro gran adorado, Wong Kar-Wai) sino por el signo zodiacal que nos rige, el año en que nacimos, y los ochos días que es mayor que yo; diría que quisiera ser Bi Gan.









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