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jueves, 26 de septiembre de 2019

L'homme fidele.




Hacía mucho que no me surgía el problema de no saber cómo abordar el análisis de una película, cómo empezar a escribir sobre ella, o qué valor le daría en particular para escribir de ella. Esto me ha pasado con esta peculiar cinta francesa; así que lo haré tal cual solo mencionando las cosas que me han llamado la atención y comentar por qué vale la pena verla y comentar sobre ella.

Amante fiel (a mi parecer nefasto título que se le da en esta región del mundo, pues bien pudieron simplemente traducir como tal el título original: “El hombre fiel”) es la segunda película del muy reconocido actor francés Louis Garrel, luego de su ópera prima Les deux amis, del 2015. La película tuvo su estreno en el Festival de Venecia del año pasado y posteriormente en San Sebastián y la última semana de diciembre en salas comerciales europeas (en nuestro país se estrenó en pocas salas).

En esta película, la cual también protagoniza y coescribe Garrel (Les deux amis lo hace con Christophe Honoré y en esta con el gran Jean-Claude Carriere), explora varios temas y géneros de forma muy sutil pero convincente, lo hace sin enfatizar tanto o cargar de más el discurso, pero de manera efectiva y eficaz.


La película comienza con una toma de la Torre Eiffel y los tejados de París, acompañada de una melodía extraordinaria. Luego de eso escuchamos decir a Abel (Garrel), nuestro protagónico, que su vida era tranquila hasta que un día cambió todo por completo. Ese día es cuando tiene que dejar el apartamento de Marianne (Laetitia Casta encantadoramente imperfecta), su novia, luego de que ella le confiesa con la calma de alguien que estuviera hablando sobre el clima de la ciudad, que está embarazada de su amigo Paul, al que sólo mencionan, pues no hay una aparición, ni en su funeral nueve años después, que es cuando Abel, luego de entregarse por completo a su trabajo como reportero y a amores fugaces (que nunca vemos en pantalla) se vuelve a reencontrar con Marianne.

Pero no sólo con ella, también con Eve (Lily Rose-Depp), la hermana menor del difunto, quien desde pequeña está perdidamente enamorada de él, y Joseph (Joseph Engel), hijo de Marianne y Paul, el causante de que Abel se quedara solo y que tratará en un principio alejar lo más posible a Abel. Es luego del funeral que Abel y Marianne retoman su relación, y con ello muchas intrigas y dudas que no se ven, pero se escuchan, empiezan a surgir, y quizá lo más relevante: descubrir qué hizo que Marianne tomara la decisión de dejar a Abel por Paul, por qué Abel no cuestionó en su momento la noticia de Marianne y cómo esto se pone a prueba con la figura de Eve y de Joseph.


Garrel, al más puro estilo de su señor padre, que el año pasado nos entregó la fantástica Amante por un día (aquella sí traducida literalmente de su título original) nos pone en escena temas como la fidelidad, el romance y la masculinidad desafiada, en una maqueta delicada, cómica, inteligente y deliciosa disfrazada de comedia romántica.

El mayor encanto de la película radica en lo que los personajes piensan pero no dicen, así como de las cosas que pasan sin pasar. Por ejemplo el hecho de que el rostro de Paul no lo conocemos y no tenemos una figura con la cual comparar el parentesco que podría tener Joseph con su padre, los amoríos de Abel que jamás vemos, al grado de poner en duda el hecho de si los hay o no, y la duda que siembra Joseph en Abel sobre la muerte de su padre (que no revelaré ya que es muy importante para la trama).

Es muy francés hablar de estos temas y no caer en dramatismo barato, son muy claros en hablar de estos temas porque los conocen de primera mano y no se andan con rodeos, y para muestra la breve introducción que hace Garrel de sus personajes en flashback antes de ponernos en tiempo presente justo en el entierro de Paul, y utilizando el recurso narrativo de la voz en off que seguiría el resto de la película, para entenderlos perfectamente en la anécdota que hace funcionar a esta película en tan poco tiempo, llegado al punto de la duración de la película, hablemos de las similitudes que guardan esta película y la ya mencionada del señor Garrel.

Siempre he profesado que no tengo problema alguno con que las películas se alarguen siempre y cuando esto esté justificado y no caigan en repeticiones (que no es lo mismo que narrativas circulares), pero cuando uno encuentra una película en la que en menos de 80 minutos son capaces de mostrarte una trama redonda, bien estructurada y bien llevada con todo lo involucra hacer una buena película (tanto técnica como narrativamente) uno no hace más que alabar y aplaudir estos trabajos.

Esta es solo la primera de las similitudes que tienen ambas películas. Otra es la estupenda música, que cae en momentos precisos y es un acompañamiento esplendido, no un elemento manipulador. Las actuaciones son muy buenas, el ritmo de la película es muy atinado, y el tema sobre lo complicado de las relaciones en pareja y las decisiones que tomamos es plenamente abordado, Philippe lo hace en la figura de un padre y su hija, y la imposibilidad de hablar de sus problemas amorosos (y con una maravillosa fotografía en blanco y negro), y Louis lo hace desde el punto de la pareja que estuvo separada durante determinado tiempo, y si bien el peso cae en el argumento de ambos, no solo desde el punto de vista masculino, sorprende con este caso de la mujer honesta y el hombre fiel, a pesar del mote o fama que tienen los franceses de lo avanzado que es su raciocinio sobre la figura del amante en su cultura.

Al final, ver cómo se deja de lado todo lo planteado hasta cierto punto de la película que la hacía lucir como una comedia romántica y caer en cuenta que esta película es muchas cosas, es extraordinario. Ver cómo se revela el hecho de la fidelidad de Abel a pesar de la prueba que le pide Marianne, prueba que le daba empoderamiento a Abel para de cierta manera vengarse por la traición de Marianne en su momento, y ver cómo este responde al final con esa carrera buscándola, y la postura de Eve al principio, durante y al final de la prueba, y las pruebas también a las que se ve sometido Abel por parte de Joseph.

Y llegado a este punto, esa escena donde Joseph y Abel se reconocen como lo que en verdad pueden ser, y cómo Abel cae en cuenta cuando le dice a Marianne cómo fue que supo que Paul era el padre de su hijo, hacen que al final de la película se nos dé la clave y la respuesta de todo lo antes planteado, en un gesto tan sencillo y bello como dos personas tomándose de las manos. Pensar si todo al final fue orquestado por los tres a su manera, pero con un desenlace en común, como una familia al fin de cuentas, una película otra vez sobre la relación padre-hijo.









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