Si me
pongo a pensar, no miento ni exagero al decir que si una película mexicana
esperaba ver desde hace cosa de dos años, la que más esperaba, porque otra que
espero ver más o menos desde el mismo tiempo también es La Gran Promesa
desde que supe que su director estaba filmando en Durango por las páginas de Cinéfagos, la cual ha tenido su estreno precisamente en el Festival
Internacional de Cine de Durango, ese mismo que también proyectó la película de
la ahora les hablaré: Sueño en otro idioma, la más reciente cinta del
director Ernesto Contreras.
La
película trata sobre cómo un joven estudiante de lenguas llamado Martín
(Fernando Álvarez Rebeil) que llega a un pueblo para aprender el zikril, una
lengua en vías de extinción y que según él sólo quedan vivas dos personas que la
hablan, una señora llamada Jacinta (Mónica Miguel) y un señor llamado Isauro (José
Manuel Poncelis), ambos muy mayores.
Estando
con ellos se encuentra con la noticia que hay un tercer habitante que aún habla
esa lengua, Evaristo (Eligio Meléndez) un señor malhumorado el cual fue el
mejor amigo de Isauro, pero con quien lleva cincuenta años sin hablarse. Antes
de poder grabar alguna plática entre Jacinta e Isauro estos le revelan un
secreto sobre su lengua a Martín, y un día después Jacinta muere, y este hecho
no hace más que hacer más maravillosa la fábula sobre los zikriles.
Cuando
Flaviana (Norma Angélica), la hija de doña Jacinta, le revela que según sus
tradiciones, los zikriles nunca mueren del todo, van a un lugar al que llaman
El Encanto. Es así que Martín, con ayuda de Lluvia (Fátima Molina), la nieta de
don Evaristo, de quien se enamora, hace que los dos viejos amigos, de los que
se dice por todo el pueblo su enemistad nació por una mujer de la cual se enamoraron,
y que ella correspondió a Evaristo, haciendo que casi se maten en su juventud.
Luego
de varios tropiezos e intentos (uno de ellos muy conmovedor) los reúne y hace
que limen asperezas por un tiempo, pero el pasado vuelve, y este hace que
secretos y la verdadera razón por la cual dejaron de hablarse se revele. Isauro,
quien más sufrió el pasar de los años, termina por irse con su pueblo antes que
Evaristo, que no termina por perdonarse por sus errores y decisiones del
pasado. Isauro le dice unas últimas palabras a Martín, un mensaje que solo Evaristo
puede traducir, dejándonos sin saber a ciencia cierta si dicho mensaje era para
su antiguo mejor amigo, o para su nuevo mejor amigo, quien llora conmovido y
devastado por su muerte abrazado a el último de los zikriles vivo (otra escena
que también involucra un abrazo es cuando Lluvia le dice a su abuelo que se
vaya con su amigo)
Son un
sin fin las razones por las cuales considero desde ya a Sueño en otro idioma
una de mis películas favoritas del año, y sin duda de las mejores del cine
mexicano. En primer lugar, por la visión de Ernesto Contreras de hacer una
película en la que, creando un propio lenguaje, hace un hincapié y un llamado a
no dejar morir y rescatar tantas lenguas propias y ancestrales que tenemos en
nuestro país. Este homenaje a tantas comunidades indígenas que luchan y
protegen sus secretos tan vitales para ellos, tan olvidados por nosotros los
"civilizados".
La
película tiene un mensaje muy efectivo sobre la confianza que muestran en el
personaje de Martín; en más de una ocasión se muestra así, demostrándonos en el
argumento que estas poblaciones nos abrazan a nosotros, y nos brindan su amor y
sus conocimientos a aquellos que nos acercamos a ellos con corazón puro y
noble, una muestra de ello es cuando Martín, al inicio de la película, se
presenta con doña Jacinta y ella le pregunta por qué quiere aprender el zikril
y ésta, al escucharlo, le dice que ellos no quieren que muera la lengua, pero
que tampoco quieren que caiga en malas manos. Entonces ella de inmediato lo
lleva a conocer a Isauro y de inmediato se ve la conexión entre ellos, y este
le dice que le enseñará el zikril.
Otra
ocasión es cuando Evaristo descubre la relación entre Martín y Lluvia, y este
le pregunta a ella si cree en él, ella le dice que sí, y con esa respuesta
tiene para que él no lo mate. Otro gran acierto de la película es que todo pasa
en nuestro tiempo, es solo con recuerdos de las mentes atormentadas de ambos
viejos, que nos llega de a poco la información de su pasado, del cómo siendo
tan amigos, prácticamente de la noche a la mañana, se olvidan el uno del otro,
sin jamás olvidarse, es solo cuando ya tenemos todos los elementos que esto se
nos muestra.
Técnicamente
la película es impecable, todo lo referente a la producción (que se la rifó en
las locaciones que encontraron en Veracruz y cómo filmaron para que se sintiera
la genuinidad del "tiempo y espacio"). El diseño de producción, la
atinadísima, pulida y elegante fotografía de Tonatiuh Martínez, la música original
de Andrés Sánchez que es una belleza, el sonido directo, hacen de esta película
simplemente un agasajo fácil de disfrutar al verla. Un par de detalles o
errores técnicos pude percibir, pero en serio solo lo menciono por hacerlo, sin
malicia alguna, pues creo que ni siquiera son perceptibles, incluso yo pude
haberlos visto mal (estos involucran un traje de baño y sangre).
Ernesto
Contreras es de los pocos directores mexicanos que en todos sus trabajos suele
poner historias muy genuinas. Se nota su toque autoral, y eso es muy difícil de
lograr aun cuando sus películas siempre son bien aceptadas por todos los
públicos, incluso sin ser sus guiones (y aunque él no escribe, sus dos últimos
trabajos, este y Las Oscuras Primaveras, son escritos por su hermano) y
todas sus películas cuentas historias muy humanas, todas siempre con una carga
emocional y siempre con cierto grado de obsesión, con algo oscuro, con algo
secreto en sus historias, y esto, ya sea voluntaria o involuntariamente, se
refleja en todas ellas en lugares cerrados, pláticas casi siempre sólo entre
dos, en escenas muy oscuras.
Incluso
en esta, aun teniendo la inmensa majestuosidad y el tamaño monstruoso de la
selva, no es en otro lugar que en El Encanto, un lugar muy cerrado, en el que
la historia encuentra su desenlace, y donde además es la única parte donde se
nos traduce un dialogo en lengua zikril, pero lo considero sólo necesario en
esta escena, pues en toda la película, cuando vemos dialogar a Isauro y
Evaristo, ya siendo jóvenes o viejos, uno puede interpretar en sus miradas y
gestos, todo lo que se dijeron, y por sus sufrimientos y sus almas cansadas por
no poder seguir hablando por lo que las normas, la religión, la sociedad
pudiera decir en aquel entonces, no se pudieron decir en cincuenta años.
Sólo comentar, como dato final, que si les hubieran dado el Ariel a ambos protagonistas por el rol protagónico (además quiero reconocer el gran trabajo de todo el cast, entre ellos Hoze Meléndez y Juan Pablo de Santiago como Isauro y Evaristo jóvenes, respectivamente; Nicolasa Ortiz Monasterio como la joven de quien se enamoraron, y la participación especial de Héctor Jiménez, pero sobre todo el que tuvo Fátima Molina en la película) me hubiera parecido fenomenal.
Termino
este texto escribiendo: Así sea…
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