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lunes, 3 de septiembre de 2018

Isla de Perros.




Isla de Perros es la más reciente película dirigida por Wes Anderson, estrenada el año pasado en el Festival de Venecia, que si bien no es animada, sino hecha con la técnica del stopmotion, la calidad con que están hecho cada uno de los personajes a mano, uno creería que son animaciones. Los que ya son frecuentes en el blog sabrán que soy declarado fan de este cineasta, al grado de considerarlo uno de mis directores de cine favoritos. La película es la segunda vez que la había visto con esta, ya que sin esperanza de que llegara a los cines de la ciudad la había rentado vía streaming, pero al saber que se proyectaría en una pantalla de cineclub, que cabe resaltar que por segunda vez en la ciudad, sólo que a la primera proyección no había podido acudir por cuestiones de tiempos y logística, pero en esta ocasión no podía perderme la oportunidad.

La película a grandes rasgos va de como en un Japón 20 años en el futuro, el alcalde Kobayashi de una ciudad ficticia llamada Megasaki que es descendiente de una familia milenaria amante de los gatos y que hace muchos siglos trataron de acabar con todos los perros que había en el Japón. Entonces el alcalde crea un decreto en el que culpando a los perros de una rara gripe que puede empezar a contagiar a los humanos, además de la sobre población de la especie y los demás problemas sanitarios que lleva. Entonces al primer perro que se manda es al guardián del protegido de la alcaldía, el sobrino huérfano del alcalde a quien adopta. Seis meses después el pequeño Atari de 12 años roba un pequeño avión y hace lo que ningún otro dueño de las miles de mascotas que fueron deportadas a la isla basura hace: ir a rescatar a su mejor amigo, con el que tenía prohibido crear un vinculo emocional, como si eso fuera posible para un niño, aunque en el camino se encuentra a unos cuantos más que quieren apoyarlo en su causa, entre ellos 5 perros de los cuales 4 son finos liderados por uno callejero que esconde algo más que su pelaje, este al final incluso no queriendo, llega a convertirse en algo más para ese pequeño kamikase. (El cast que da voces a los personajes al igual que en su pasada película es de lujo)

Dos cosas no se pueden poner en tela de juicio en el cine de Wes, la primera es la gran calidad que tiene como narrador en su muy peculiar y único estilo, y la segunda es como todas las películas de Wes van muy involucradas con la infancia, lo cual suele hacerlas no sólo sensibles, cómicas y fantásticas, sino más humanas, aunque hablemos de perros.

Ya desde Fantástico Señor Zorro (su primera película con esta técnica) Anderson nos mostraba la maestría para contar sus fábulas incluso en esta técnica, y aunque para nada considero fallida Isla de Perros, no siento tan presente su maestría.

He de reconocer que a lo largo de la película no sentí nunca empatía por ninguno de los personajes, sino hasta el final, los flashbacks que emplea Wes para ponernos en contexto con la historia de los personajes más importantes son como el sus pasadas películas, pero por muy bien tratados, uno no conecta con ellos, y quizá sea que se necesitó un poco más de tiempo para el desarrollo total de los personajes. Los temas que trata la película como la amistad, el agradecimiento, nuestro origen, son profundos y bien desarrollados, pero como lo digo, toda la catarsis llega al final, de la mano con un final muy teatrero y hasta predecible, que no me gustó del todo, pero tampoco no me gustó, y funciona, a tal grado de hacer a la película redonda, que dicho sea de paso vuelve a utilizar una tumba casi al desenlace, un elemento muy utilizado por el director. Una buena película, pero no de la maestría quizá para estar dentro de un top 3 del director en cuestión. Pero siempre será un placer el ver una película de Wes Anderson.







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