jueves, 30 de noviembre de 2017
La Casa - Final.
Honey I love you, that's all she wrote
Me desperté y no la miré en la cama, algo había de diferente en la habitación aquella mañana pero no percaté de momento que era, y no quise profundizar mucho, no era el hecho de que no siendo mi habitación ahora lo era, no era eso, eso eso es seguro.
Me levanté de la cama y me puse mi ropa, lo mas seguro es que ella estuviera en la cocina haciendo el almuerzo o sus maletas, aunque también se corría el riesgo de que ella no estuviera en casa, de que hubiera salido a trabajar, o tal vez estaría haciendo otros pendientes antes de su viaje, tal vez había salido a comprar café o estaría haciendo cosas que las mujeres hacen en secreto al salir sin un hombre a su lado, como enamorar a otros hombres con su sola existencia y dejarlos en el abismo por el resto de sus vidas, solo con una mirada sin nombre. Pero mi idea fue descartada de inmediato al momento que escuché un ruido que parecía venir de la cocina, me levanté de la cama donde ya cambiado estaba sentado, y salí de la habitación.
Caminaba por el pasillo rumbo a la cocina, aun de día y con el sol brillando como si fuera verano afuera, el pasillo estaba muy oscuro, era una "notte eterna". Venia a mi cabeza la idea de que en cualquier omento tropezaría con algo, como por ejemplo que algún gato podría salir de algún lado y se atravesaría entre mis pies, yo lo acariciaría y lo cargaría hasta llegar a la cocina donde ella estaría con algún viejo delantal y al oír al gato voltearía a vernos, me vería a los ojos y sonreiría, me diría en donde esta el alimento para el gato mientras servia un par de cafés mas a la mesa junto con las tapas de huevo revuelto con tocino que ya estaban ahí.
El gato nunca llegó, y nunca me tropecé con nada, mi trayecto a la cocina fue mas corto de lo que esperaba, ella estaba ahí, cocinaba algo pero no podía percatar el olor a la distancia, estaba pero parecía como si no estaba, como si no percatara o esperara mi presencia, acaso seria yo el fantasma?
Al acercarme sin tratar de hacer ruido pude percatarme que cocinaba lo que había venido a mi mente en el pasillo, quizá entonces si había olido algo, o fue intuición, abusé de la confianza que nunca he tenido y la abracé por la espalda y la besé en la mejilla.
-¿Qué te pasa? ahora amaneciste de buenas. -Me dijo ella y se sacó de mi para ir a una de las vitrinas de la cocina y sacar un par de platos.
No entendía por qué me había dicho eso, ella parecía ser otra, digo; era ella, sin duda, pero no era como había sido la noche anterior, no se veían esos ojos alegres, en su lugar se veía una mirada cansada, la misma piel blanca, los mismos labios carnosos, el mismo pelo negro, y una cana blanca que no había notado la noche anterior, pero se veía diferente. la falta de presencia de la noche anterior al recibirme ahora era reemplazada por esta pesadez y falta de interés.
-Espero que ya tengas tus cosas empacadas.
-Para venirme.
-Como que para venirte, para irte.
-Pero si ni siquiera me he instalado.
-Que gracioso, estoy hablando en serio. -Yo no sabia a que se refería ella, en pocas palabras no sabia lo que estaba hablando.
-Yo también.
-¿Que es lo que quieres? ¿Quieres que volvamos a pelear? ¿Quieres tener de nuevo esta conversación? Pensé que ya habíamos llegado por fin a un acuerdo anoche.
-Anoche. Pero de qué estás hablando.
-¿De qué estoy hablando? ¿De qué demonios estás hablando ti? De esto, de nosotros, de la casa, de que ya no funciona mas.
-Que hay con la casa, con nosotros, cómo que ya no funciona si apenas anoche... Bueno, anoche hablamos de eso, de la casa y de nosotros pero creo que, o al menos yo pensé que era por otro lado, anoche hicimos...
-Mira, yo sé que quieres mucho esta casa, pero no puedes quedarte con ella, mi padre jamás me lo perdonaría, y a quién engañamos, tú y yo, fue algo lindo, muy lindo he de reconocerlo, la mayor casualidad que he tenido en mi vida, y fue muy bello mientras duro, un bello sueño, pero no mas que eso, y lo mejor es que dejemos de vernos y que estos bellos años que hemos estado juntos sean eso, un bello sueño.
Cuando estaba punto de contestar algo de repente me percaté de lo que había dicho: "y que estos bellos años que hemos estado juntos sean eso, un bello sueño."
Se escuchó el timbre, no recuerdo que sonara de esa manera, el timbre, ella salió a abrir la puerta y regresó, tras de ella venían un par de hombres.
-Son los de mi mudanza. ¿A qué hora vendrán por tus cosas?
-¿Mis cosas? No. Nadie va a venir por mis cosas, si ni siquiera las he traído.
-¿Cómo que no las has traído?
-Pues no, si apenas anoche me dijiste que me viniera a vivir a esta casa mientras tu salias de viaje y...
-Escúchame, seguro que has vuelto a tener ese loco sueño que tanto repites en el que yo soy un fantasma viviendo en esta casa y que nos volvemos amantes y que no salimos de la casa en semanas mientras tenemos sexo día y noche y descansamos solo para leer. Escúchame, nada de eso pasó, y si alguna vez pasó, fue hace mucho tiempo, como un sueño. Ahora lo mejor es distanciarnos un tiempo, dejar de vernos, vender la casa y...
-No, no puedo dejar que la vendas, y lo nuestro, tú y yo, mira, ahora lo que menos me importa es si fue un sueño por leer tantas veces Aura, pero tú me prometiste algo. Me dijiste que si aceptaba el trato tú no tendrías que irte, no es así, mira, no sé lo que he hecho, o hice, o hemos hecho para llegar a esto, no sé si lo volveré a repetir porque al final la historia se borra y los sentimientos prevalecen aunque sean un peso. Pero sé que si lo intentamos podemos solucionarnos.
-Lo hemos intentado muchas veces y siempre llegamos a este punto, tu recordando ese día.
-Lo ves, ahí está, al final que perdemos, ya sabemos en qué acabaría, tú y yo hablando de un sueño con un par de extraños mirándonos como si estuviésemos locos. Finjamos que es ese primer día, tú fantasma, yo escritor. Vamos, que dices. Vayamos a la cama, deshazte de estos dos tipos.
-Y quien les pagará.
Tomé mi cartera y pagué a los hombres y les pedí disculpas, ellos voltearon a verla a ella y los despidió con la mirada, acto seguido me miró y sacó esa sonrisa socarrona como si hubiera conseguido algo, otra vez, como si estuviera ganando un juego que ella estaba segura que iba a ganar.
-Debiste haberte desecho de mi mientras pudiste hombre mio.
-No puedo.
-¿Por qué?
-Por qué cuando tu me hiciste una promesa yo te hice otra.
-¿Que promesa fue esa?
-Hacer lo que sea para que tù no te vuelvas a ir de viaje y nos dejes solos a esta casa y a mi. Y los fantasmas no olvidamos lo que prometemos.
* * *
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