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miércoles, 19 de noviembre de 2025

"Después" de Sofía Gómez Córdova: sobre duelos y descubrimientos.





Hay una especie de sentimiento raro que me habita a la hora de estar escribiendo estas palabras para una película que esperaba con muchas ansias poder ver antes de cerrar el año, no sólo porque es de una directora que desde su ópera prima me pareció muy relevante su lenguaje y cuya película puedo considerarla una de mis favoritas mexicanas de la década pasada, sino porque además esta es su segunda película, la primera después de esa ópera prima (Los años azules), pero además me he enfrentado a ese mood insano del hype, ante el cual muy pocas obras ganan, pero aunado a todo lo anterior, Después es una película que ha ejercido sobre mí el ejercicio de la suposición, es decir, que mientras veía la pelicula, todo el tiempo me venía a la mente el pensamiento de: "que habría hecho yo de ser el director".

Ante todo debo decir que, más allá de argumentar internamente y exponer por acá entre los detalles negativos que la película tiene (un montaje confuso que en la mezcla de líneas temporales puede hacer que se pierda más de uno, el tercer acto que afloja y en consecuencia puede provocar el desinterés de más de uno, pero que después hay un entendimiento claro del por qué esa decisión narrativa, y el final final que yo habría desestimado de cualquier plan por lo bien que le pudo haber venido la ambigüedad al cierre e la película, pero que es entendible la decisión de Sofía, además de que hay total congruencia en ese final) y todos los aciertos positivos que se logran, hay un sentimiento unánime al finalizar la proyección en la sala casi vacía. Este sentimiento dice que es una película de resiliencia: es hermosa, pero también es dolorosa, pero también se siente como ese abrazo de amor que alguien te da en un momento de profunda tristeza.

La mirada y el enfoque de Sofía no dista o cambia mucho de Los años azules a Después, pues sigue poniendo el foco de manera muy próxima e intima sobre su personaje principal, incluso por momentos en los que está se siente perdida, o no sabe lo que siente respecto a lo que está viviendo; el foco se pierde y es como si viéramos como ella se experimenta en el dolor, la inquietud y la desolacion: borrosa, desvanecida.

Muchas personas podrían argumentar que a la película le sobra reflector y cámara para el personaje de Carmen (Ludwika Paleta retratada magistralmente en esos primerísimos planos controlados por Ernesto Trujillo), y falta desarrollo de Jorge (Nicolas Haza) y personajes secundarios, pero para mí está sentencia es errónea en lo absoluto, pues desde el comirnzo de la película, incluso desde antes: el trailer, la sinopsis y el cartel, nos señalan que es una película sobre el duelo que vive una madre y como en ese proceso va descubriendo que no conocía del todo al hijo que tanto amo. No es una película sobre un joven en autodescubrimiento, en exploración, que se siente perdido, o sobre los sentimientos de las dos parejas que tenía, o sobre el tío, o sobre el padre; la película es sobre Carmen y como la negación y las capas caen para dejar manifestar la tristeza y el dolor de perder a alguien que amas, de maneras naturales, bellas y genuinas, sin tener que recurrir a extremos dramáticos que quizá impactan pero que pocas veces pueden identificarse con la realidad, aunque cada cabeza es un mundo y los duelos pueden manifestarse de formas infinitas. Sobre todo también hay una ejemplificacion que este velo y la floración de la expresión puede aparecer en momentos y lugares que pocas veces podemos atestiguar, como en la creación de arte y la sanación catártica.

Profundizando un poco más sobre Ludwika y su actuación, que es quien soporta y conduce la narrativa con la que Sofía crea sus historias y su cine (recordemos que Sofía es una de las guionistas más prolíficas y talentosas [generalmente haciendo mancuerna con el también sumamente talentoso Luis Bruo es] que tenemos en el cine mexicano descentralizado), me parece hay una sutileza, una contención y una hondura que sin mucho brillo, intensidad o presencia de palabras (que importantes se vuelven los silencios, la música y el diseño sonoro en la forma en que se nos cuenta la historia, pero también para adentrarnos al mood de Carmen), hace un personaje luminoso, fortalecido con una exquisita y poderosa actuación, que seguramente tocó de maneras muy particulares a Ludwika, pues la hace con su propio hijo en la vida real.

Finalizo comentando algo que me parece trasgiversa de alguna manera lo que la película busca, y el espectador promedio expone por su mirada adoctrinada, sensacionalista y de lectura superficial: muchos usuarios de la red social Letterboxd han escrito que Después vendía a ser algo adicional como la Aftersun mexicana, y me parece que es un completo desatino afirmar y seguir sumando esta apreciación a lo colectivo. No hay nada que asemeje a estas dos películas, salvo por la integración e incrustación de imágenes que vendrían a simbolizar no sólo grabaciones personales en formato casero, sino que además exponen en episodios importantes de naturaleza cotidiana, el punto de vista subjetivo de los personajes. Pero en el fondo de su trama, no hay símil alguno. En todo caso, puedo ver paralelismos más importantes de carácter discursivo con películas como Todo sobre mi madre, The deep end of the ocean, incluso con A ghost story, por muy descabellado que muchos crean mi conjetura.

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