Primeramente, porque siento que eso se cuece un poco aparte y es lo que en sí hace totalmente atractiva a la película en más de un sentido, pero creo que estamos ante el mejor ensamble actoral del 2024. Sebastian y Jeremy lo hacen posible. Dicho esto, es admirable que en este año, Sebastian haya firmado dos actuaciones realmente impresionantes. Si les soy totalmente honesto, yo prefiero la de “A different man”, pero para nada le quito mérito a su Donald Trump.
Ahora, dicho esto, debo decir que Ali hizo dos cosas a la vez que a mi particular punto de vista las veía no sólo difíciles, sino improbables. La primera, superar las formas que venía explorando con sus pasadas obras; y la segunda: ver un fondo tan pobre, vil y abyecto discursivamente hablando dentro de su cine.
Partiendo la lectura de las buenas hechuras que tiene la forma, Ali muestra su habilidad narrativa de contar una historia, un ritmo sagaz que realza la labor a nivel montaje, aunado al bellísimo tratamiento visual que se hace de la representación histórica que nos hace pasar de una NY decadente e indeseable de los 70’s, a la glamorosa y revitalizada NY de los 80’s. En este sentido se nota aún más la riqueza de todos los elementos técnicos de la película en los exteriores y planos generales, pues en lo interior/interno y en el plano más cercano, se asoma no un error, sino un formalismo que atiende directamente al fondo.
Mucho de lo realmente propositivo del cine de Ali radicaba en dos cosas a mi parecer: el no prejuicio de los temas sociales que exponía, y la ambigua generalidad de la posición de sus personajes, y acá me parece que no están tan bien representados/ejecutados estos valores.
Partiendo del primero, si bien es verdad que esta película no toma partido aparente hacia un juicio a la figura del joven Trump, la forma en que es observado a través de la cámara (ojo acá con el lenguaje cinematográfico), si hay una especie de validez a no sólo el camino aprendido, sino a la validación de su forma de burlar a la ley y de pregonar la vida de éxito, atropellamiento y riqueza desmedida, aún cuando hay un claro conflicto con su definición de familia y lealtad, no es abiertamente claro el hecho de que pareciera que a través de su arte (está película en particular) Ali nos dijera: “Miren los inicios del monstruo que es Trump, pero que simpático es”.
El segundo, sobre todo se manifiesta con respecto que justo en sus películas pasadas en las que no había ni prejuicio ni validación tal cual de la problemática social que retrataba, y que me parece en muchos sentidos debería de ser la postura oportuna del arte y el artista en general, si que había una inclinación real y total a temas sociales por demás importantes, justo por ser el espejo y panorama de muchos sectores sociales vulnerables y rezagados de todo el mundo, pero lo que pasa acá es que hace el estudio de un personaje muy particular que sólo puede verse reflejado por un sector social además de muy pequeño, por demás privilegiado, que además de que no le va ni a beneficiar ni a perjudicar el discurso de esta película, tampoco va a hacer una diferencia en un aspecto crítico al espectador con respecto a la pobre lectura contextual que se hace desde el argumento y el guion, de la oligarquía y sus alcances.
Ahora, dicho esto, debo decir que Ali hizo dos cosas a la vez que a mi particular punto de vista las veía no sólo difíciles, sino improbables. La primera, superar las formas que venía explorando con sus pasadas obras; y la segunda: ver un fondo tan pobre, vil y abyecto discursivamente hablando dentro de su cine.
Partiendo la lectura de las buenas hechuras que tiene la forma, Ali muestra su habilidad narrativa de contar una historia, un ritmo sagaz que realza la labor a nivel montaje, aunado al bellísimo tratamiento visual que se hace de la representación histórica que nos hace pasar de una NY decadente e indeseable de los 70’s, a la glamorosa y revitalizada NY de los 80’s. En este sentido se nota aún más la riqueza de todos los elementos técnicos de la película en los exteriores y planos generales, pues en lo interior/interno y en el plano más cercano, se asoma no un error, sino un formalismo que atiende directamente al fondo.
Mucho de lo realmente propositivo del cine de Ali radicaba en dos cosas a mi parecer: el no prejuicio de los temas sociales que exponía, y la ambigua generalidad de la posición de sus personajes, y acá me parece que no están tan bien representados/ejecutados estos valores.
Partiendo del primero, si bien es verdad que esta película no toma partido aparente hacia un juicio a la figura del joven Trump, la forma en que es observado a través de la cámara (ojo acá con el lenguaje cinematográfico), si hay una especie de validez a no sólo el camino aprendido, sino a la validación de su forma de burlar a la ley y de pregonar la vida de éxito, atropellamiento y riqueza desmedida, aún cuando hay un claro conflicto con su definición de familia y lealtad, no es abiertamente claro el hecho de que pareciera que a través de su arte (está película en particular) Ali nos dijera: “Miren los inicios del monstruo que es Trump, pero que simpático es”.
El segundo, sobre todo se manifiesta con respecto que justo en sus películas pasadas en las que no había ni prejuicio ni validación tal cual de la problemática social que retrataba, y que me parece en muchos sentidos debería de ser la postura oportuna del arte y el artista en general, si que había una inclinación real y total a temas sociales por demás importantes, justo por ser el espejo y panorama de muchos sectores sociales vulnerables y rezagados de todo el mundo, pero lo que pasa acá es que hace el estudio de un personaje muy particular que sólo puede verse reflejado por un sector social además de muy pequeño, por demás privilegiado, que además de que no le va ni a beneficiar ni a perjudicar el discurso de esta película, tampoco va a hacer una diferencia en un aspecto crítico al espectador con respecto a la pobre lectura contextual que se hace desde el argumento y el guion, de la oligarquía y sus alcances.
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