Monster, la más reciente película de Hirokazu Koreeda, quien para mí no sólo es uno de los directores más importantes de los últimos 20 años, sino que además es uno de los directores que yo más admiro en la vida; no sólo me parece la mejor película que he visto al momento en este año, sino que me parece denota que tanto premios europeos y americanos tienen hoy en día como dogma el hecho de que si ya te reconocieron en el pasado, sobra hacerlo después, pues Monster no sólo me parece, por ejemplo; la mejor película que se exhibió en el Cannes del año pasado, sino que también me parece una película de la altura, sino es que más, de la grandiosa Shoplifters.
Los temas, o mejor dicho el tema central del cine de Koreeda, que era el mismo tema fundamental en el cine del maestro Yasujiro Ozu, es la familia; pero las fondos e intenciones (sobre todo las fondos, pues el tratamiento en muchos sentidos y en muchos casos, hay paralelismos más que evidentes por su naturaleza contemplativa) son distintas, pues el cine de Koreeda es una crítica al sistema social y al núcleo familiar tan cerrado y cuadrado de la cultura japonesa. Koreeda siempre ha mostrado historias centradas y potentes sobre esas otras familias y la humanidad que aflora de estas y sus vidas, y lo hace con una carga emocional y sentimental, que llega a la médula de cualquier ser humano en este mundo.
En Monster apela en el thriller como su conducto (como ya lo ha hecho en otras de sus películas como El tercer hombre o Distance), con un ritmo lento y meticuloso por momentos, y frenético y agobiante por otros; pero muy abajo de esta aparente cara, hay tantas cosas, que uno no hace más que entregarse y dejar que el maestro Koreeda desenrede la historia y exponga un discurso lleno de amor, dolor y empatía.
A modo de tríptico, este drama nos presenta los mismos acontecimientos desde la perspectiva de tres personajes y su interpretación de los actos que se desatan e involucran la relación entre dos niños que se empeñan en ocultar su verdad, por temor a los abusos de sus compañeros, a los reproches de sus superiores, y a las cosas y memorias que han escuchado de estos; y en el acto ayudar y proteger a los que queremos, de maneras poco ortodoxas, como puede ser el mentirle a la madre que tanto nos ama. Koreeda de una forma simple, pero efectiva y muy sentida, expone su tesis en el caso de que los monstruos son creados por la incomprensión, por malentendidos y por no conocer la verdadera historia porque muchas veces no se inculca a los niños a hablar y expresar sus sentimientos sin temor, con confianza, y aprender que los adultos no los debemos de hacer llevar una carga que muchas veces inconscientemente se las pasamos a sus hombros.
Sirviéndose de una narrativa visual y sonora descomunales, Koreeda refuerza las emociones que naturalmente y sin manipulación alguna ya están en la historia, y se van hilvanando en este misterio lleno de capas, en el que juega con el espectador y lo involucra para tratar de comprender si en realidad hay un monstruo. Tanto las tomas fijas encuadrando perfectamente y creando a través de la composición una armonía emocional con los personajes, como las secuencias con cámara en movimientos haciendo de cada uno de los desplazamiento un símbolo del lenguaje que nos hace comprender las intenciones de Koreeda y las emociones a las que estamos siendo sometidos. Uno entiende y acepta a través del lenguaje del maestro nipón, todas las emociones que estamos sintiendo, y las aceptamos y abrazamos, como los personajes de la película aceptan su destino y los actos y decisiones que los llevaron a este, sin salir por esa puerta fácil que tantas veces se plantea. La música es tan significativa y mágica en su sencillez, como en todo el cine de Koreeda, está para magnificar lo que ya está, lo que ya existe y nos hace sentir; y no en función de crear falsas emociones y rellenar huecos de una historia sin sentimientos reales.
Con un trabajo actoral como el de esta película, es difícil borrar la línea entre la ficción y la realidad, y ese por supuesto es uno de los grandes logros en la dirección del maestro Koreeda. A uno lo estruja tal intensidad, que siente que todo lo que ellos experimentan es real. Es tan increíble la actuación de Sakura Andō, que no comprendo como no se está hablando de ella como se está hablando de Sandra Hüller, pues yo diría está a la par, sino es que más alto el nivel interpretativo de Andō; pero quizá se deba a la aparición de ella a cuadro en comparación con el papel e importancia de Hüller en Anatomy of a fall.
Así pues, Monster es una historia dura, dolorosa, pero a la vez hermosa en su tratamiento e intenciones; sobre la incertidumbre, sobre el crecer y sobre ser quienes realmente somos, sobre no sentir pena por lo que somos o nos pueda llegar a pasar. El final es luminoso, pero al menos yo no deje de sentir ese dolor de que muchas historias no se pueden desarrollar en el plano real, muchas veces hay que volver a renacer para que la felicidad nos alcance como a todo ser humano debería de alcanzar, y poder estar con quien realmente queremos estar, sin temor a lo que otros dirán.