Dice el dicho que para que un amor sea perfecto debe ser inconcluso, pero algo es irrefutable: uno necesita en la vida esos amores que, aunque no duran toda la vida en el plano de pareja, suelen ser reales para siempre, le dan sentido a la vida, y a las cosas que vivimos, las cosas que amamos y que hacemos, y que nos van formando para ser las personas que somos. De eso y mucha nostalgia setentera va el más reciente, personal y sencillo filme del siempre espléndido director californiano PT Anderson.
La forma más compacta de sintetizar la trama de esta película es que vemos el inicio y el desarrollo de la relación entre Alana y Gary hasta que se hacen novios. Ella, una chica de 25 años que se cuestiona constantemente porque le gusta tanto andar entre Gary y sus adolescentes amigos siempre irreverentes y jugando entre el peligro, mientras trata de hacer cosas que realmente tengan un impacto en la vida, y Gary, un joven de 15 años que después de ser una estrella de la farándula hollywoodense, emprende en varios negocios con tal de estar con Alana, aunque sepa que es una chica inalcanzable, por lo cual no pierde el tiempo en tratar de ligar con chicas de su edad, cuando ambos caen en cuenta de lo que quieren, y dejan de lado las apariencias de lo que pretenden demostrar, es que caen en cuenta que están enamorados el uno del otro.
A diferencia de otras películas contemporáneas que a mi parecer, pretenden rendir homenaje a la vida, a la infancia, o a las vivencias de sus realizadores, como Cuarón con Roma, o Branagh con Belfast; PT no hace ninguna gala de la forma para que su película sea vista por la crítica como una aspirante a premios y reconocimientos (con Sorrentino es un tema diferente, ya que si recurre a la forma, pero es su narrativa de siempre, en cambio Cuarón y Branagh no usan su narrativa como en sus demás películas), acá vemos a una película en toda la extensión de las palabras todo corazón, de ahí que me parece la película ha sido tan abrazada por la crítica, pero muy poco atendida (o quizá esto lo decidió el propio Anderson) y tan fuera de foco de festivales y premiaciones. Es una película tan compacta que muestra con perfecta sencillez la anécdota, y que atiende de sobre manera a recoger con gran realismo a los personajes, y a su época, mostrándose auténtica a las cámaras como las bromas entre la pandilla de amigos de Gary.
La película es justamente comparada con la más reciente obra de Tarantino porque ambas logran retratar me parece de manera muy correcta a esa hollywood llena de estrellas consagradas por los estudios de cine, antes de que se revolucionara a la industria, sólo que la película de Tarantino lo expone desde su interior, el bello retrato que hace PT es desde los suburbios, y al igual que Tarantino, sólo lo hace parte del contexto, no es la obra de a exponer, aunque con Tarantino el contexto obviamente brilla más ya que los personajes principales forman parte de este mundo.
Hay paralelismos más que evidentes con la obra de PT, al menos con la obra de los principios de su carrera, esta es la forma en que aún más se siente no sólo la nostalgia del realizador, sino también su lado personal con la obra, algo que jamás había hecho en sus obras más serias. Podemos ver paralelismos sobre todo con Boogie Nights (los comerciales grabados al concejal Wachs) y Punch-Drunk Love (la carrera del encuentro entre Alana y Gary). Lo personal también viene en el cast, no sólo vemos a una familia en la vida real siendo una familia en la ficción, como lo es la familia de Alana; sino que también vemos a el debutante actor principal Cooper Hoffman siendo dirigido por el hombre que dirigió las que para mí son las mejores películas de su padre, el fallecido y espléndido actor PS Hoffman, con el que me parece hay una referencia directa con su personaje en Punch-Drunk Love y su tienda de muebles.
Pero si debemos de hablar de principales, me parece es pertinente hablar de la que para mí es la protagonista absoluta de Licorice Pizza, Alana Haim. La actuación de esta novel actriz me parece es un descubrimiento más que prometedor, su cara irradia una luz refrescante y rejuvenecedora en la industria, que me parece, no sólo saca el mejor lado de todos los actores que interactuan con ella en pantalla, sino que también crea a partir de su actuación una quimica con Cooper de la que uno muy dificilmente no puede quedarse prendado.
La música en las películas de PT siempre es un aspecto medular, pues no es un director que hace videoclips dentro de la película con piezas popularmente muy reconocidas, sino que las canciones elegidas siempre son envueltas en el mood y en el contexto de la trama de la obra, eso es algo que también referencía a sus primeras obras. Escuchar a The doors o a Nina Simone en la vida y las aventuras, ya sea juntos o separados de esta pareja que se debate entre el enojo y la complicidad, entre el odio y el amor, y que siempre después de una peléa van al rescate del otro, para volver a andar juntos ya sea caminando, corriendo, o emprendiendo otra aventura en forma de negocio, es simplemente hermosísimo.
Haciendo justicia a la película, debo de decir que es una película muy propia, muy hermosa, pero que no resalta mucho entre otras películas de los últimos dos años, no es la mejor de PT, pero seguro que es de sus películas más preciadas personalemnte hablando, y dicho sea de paso, a mi parecer es una de esas películas que tanto le hacen falta a nuestro cine hoy en día, sin moraleja escondida, sin discursos bardos o doble moral implícita; es una película con corazón, y hoy día más que nunca eso es lo que le hace falta al cine, y a los espectadores para volver a creer, y de paso, recordar lo que ha sido su vida, sus amores y sus viejos amigos, y lo que es la vida.
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