La más reciente película estrenada del director alemán Werner Herzog (adquirida por la distinguida plataforma de cine de arte MUBI) confirma que a este hombre, como sus personajes mismos; no lo limita nada cuando de hacer cine se trata.
De manera muy sencilla, Herzog hace una obra ficticia con mucho matices de documental (la película trata sobre una empresa real, en la que las personas que actuan en la película son en realidad las personas a cargo de la empresa. Un ejercicio en realidad muy parecido al que hizo la directora Chloe Zhao en The Rider) en la que, a través de una compañía japonesa que renta personas y emociones para hacer feliz a las personas, hace un estudio que explora a profundidad las relaciones humanas y nuestra necesidad de contacto humano, incluso cuando se nos dificulta tenerlo, o creemos que nos engañamos y nos mentimos diciendo que hay ciertas conexiones que no se pueden negar, pues aunque no haya lazo sanguíneo, el humano necesita un refugio, aunque este haya sido comprado, o sea virtual o de mentira, y sea más real de lo que parezca.
Es un estudio también, y una continuación de algo muy latente en el cine del alemán, del retrato de personajes que van van más allá de lo posible, de lo imaginado, personajes que se atreven a desafiar a limites, cánones, naturaleza, incluso dioses, en pro de una causa en la que ellos creen, aunque eso al final lo llegue a tocar de maneras inesperadas.
Una película que logra conmover y que con la simpleza de su producción jugando completamente a su favor, Herzog una vez más pone en dicho el hombre tan importante que resulta ser en el arte cinematográfico.
Hola, no he visto la película, pero tiene buenas críticas, además me gusta lo que hace este director. Una buena reseña. Salduos.
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