Yo No Soy Guapo es un documental mexicano estrenado el año pasado dirigido por la cineasta Joyce García (ópera prima) que narra un poco lo que es la historia y como comenzó el movimiento de los sonideros en la Ciudad de México, más en preciso, en el barrio bravo de "Tepito", pero vámonos por partes, de esta película hay que hablar a detalle.
Para empezar lo primero que habría que destacar es que la película bien se puede dividir en tres partes. La primera es sobre el origen como tal, donde se empezó el movimiento, quién lo empezó, la importancia que tenía el movimiento ya desde la década del 70, importancia aún mayor que las estaciones de radio en la zona y que estas se servían de los sonideros por la buena música que importaban, los precursores, todo esto va siendo narrado principalmente por Lupita "La Cigarra", la que quizá sea hoy día la sonidera más famosa de Tepito, vemos como Joyce la va siguiendo con cámara en mano mientras nos narra épocas, lugares, personas que han hecho del sonidero lo que hoy es. En un plano no tan protagónico, pero igual de importante se va recogiendo el testimonio de Ricardo "El Duende", y su familia, otros de los grandes exponentes del los sonideros. La segunda parte el documental trata de dar a conocer la historia de la precursora del movimiento sonidero, de nombre también Guadalupe, conocida como La Socia, de quien se dice fue la primer mujer sonidero que fue quien apoyó en sus inicios a los que se les podría llamar las leyendas del sonidero, tal es el caso de La Changa, a quien se le menciona mucho en el documental. En esta parte en la que van a la casa donde vivía la señora lupita y entrevistan a su hermana, viudo e hija, se toca también el tema de la discriminación que había hacia ella al no ser reconocida en su momento por las radios y los demás hombres del gremio, aunque su lugar estuviera bien respetado en el barrio como una de las que empezaron el movimiento. La tercera parte gira en torno a dos de las fiestas más importantes de los sonideros: la fiesta del mercado de la merced en septiembre que hacen año con año para rendir tributo a la virgen que tienen como patrona, y la fiesta del barrio de Tepito en octubre, en estas fiestas se solía hacer una gran tocada con sonideros de toda la Ciudad de México, pero es a raíz del 2014 que por disposiciones del gobierno se les prohíbe hacerlo, poniendo en riesgo no sólo la continuidad de ambas fiestas, sino de que el movimiento sonidero siga creciendo, así fomentando de a poco la exhibición de este y haciendo que muchas generaciones se pierdan de lo que es la historia y cultura de su ciudad.
El documental además de lo que en apariencia puede ser, y que si es para bien, como lo es la fiesta del baile, las luces, la alegría, también toca temas muy importantes y no los deja a la ligera; es una dura crítica a todas esas instancias gubernamentales que les quita los espacios a estas formas de expresión artísticas diferentes sólo por el simple hecho que en estas no tienen retribución o ganancias como quizá si las tienen en antros y establecimientos donde se paga por entrar y beber. Se excusan las autoridades (o al menos así se hace ver en el documental) de la difícil situación que se vivía en el 2014 y que estas fiestas podían salirse de control, y en propios testimonios no sólo de lo que nos pudieran decir ambos narradores del documental, sino de lo que vamos viendo en la película, se deja ver que las personas mientras bailan, son felices. Se ve a parejas bailando, a niños bailando, a niños con sus papás bailando, reos bailando, hombres con hombres bailando, gente de la calle bailando, no hay discriminación a la hora del baile, la propia Lupita de alguna manera lo dice: "dale a un joven el baile y va a dejar la droga", la gente que recuerda los bailes de antaño dicen algo similar: "nosotros también éramos "mariguanos", pero nos íbamos a las orillas o a la azotea y dejábamos a la gente bailar, y después nosotros también volvíamos a bailar".
Joyce recoge un documento digno, honesto y humano, donde no se ve jamás un gramo de ser algo maquilado, se le nota el alma genuina a su proyecto, muy vivaz, muy enfocado al detalle, que además es fotografiado por ella misma.
En la primera parte de la película mientras Joyce y La Cigarra van por un tianguis y van a visitar un puesto de discos, uno de los señores que está en el lugar dice a la cámara que hoy día sólo se escuchaba música local de muy mala calidad (y hacen un poco alegoría a mucha de la música del género regional mexicano) y que en los tiempos de apogeo del sonidero, se importaba música de Nueva York, Puerto Rico, Colombia, Cuba, y demás países latinoamericanos.
El documental es un pretexto perfecto para dos cosas: la primera, ver este extraordinario trabajo de 80 minutos (muchos de los que me leen sabrán como alabo las películas que en menos de 90 minutos te pueden mostrar algo que realmente valga la pena ser visto) y conocer el movimiento del sonidero que es pieza fundamental de la identidad de la capital de nuestro país, un movimiento que ha sido reconocido fuera de nuestro continente incluso, que ha sido plataforma incluso para que nuevos talentos y nuevas agrupaciones se conozcan, brillen y tengan fama entre la gente que sólo busca una cosa: amar, disfrutar la vida, bailar. Que el gobierno quiera erradicar este tipo de expresiones culturales es en vano, pues como lo dice El Duende al final de la película: (que dicho sea de paso, el final es extraordinario) "querer acabar con esto, es como querer acabar con el pueblo".
Como comentario final sólo decir que ojalá este tipo de proyectos tuvieran aún más apoyo del que ya tienen por parte del IMCINE y festivales donde se tienen apoyos de postproducción, pues si bien el material se filmó en el 2014 y se tiene que trabajar mucho tiempo para que quede listo, con el apoyo suficiente, se deberían de exhibir como mínimo en 2 años, si bien hay películas, productores y directores que por año estrenan incluso hasta dos películas (claramente con apoyo de las mismas cadenas exhibidoras de cine porque saben que es dinero seguro dando las mismas falacias a la gente por el simple hecho de que no se les da alternativa) este tipo de películas deberían de recibir el mismo apoyo, pero eso sería en un país perfecto, donde a la gente se le deje ocupar sus calles, y no se orille a sus jóvenes a buscar otras alternativas de diversión más dañinas.
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