-Te puedo hacer una
pregunta. -Decía "Él" a "Ella" mientras la miraba ver y
buscar entre las playeras algo especial para su novio como regalo de día de San
Valentin.
-Si, dime. -Él la
escuchaba, y más que escucharla, la olía. Olía su aliento a alcohol, era la
segunda vez que el aliento alcohólico en una persona no le disgustaba, al
contrario; le encantaba, había algo de excitación en ello, pero era tanta en
ese momento para admitirlo sino hasta varios años después mientras se rememora
ese recuerdo. La primera vez había sido obviamente en una mujer también, otra
mujer, que no era ella, era otra mujer y era otra historia por supuesto, era una
historia que había sido y ocurrido varios años atrás y que involucraba una
tarde al aire libre, un lago, varios amigos, un "toquín" de punk rock y mucho
vodka; y esta historia, a la que hoy nos referimos, sólo involucraba a dos
personas, el vestigio de un par de cervezas -en ella- y la búsqueda de una
playera.
-¿Qué pasaría si te
robo un beso?
-¿Qué pasaría? ¿Qué te
haría? ¿Me gustaría? No lo sé. Bueno, mejor dicho, sí lo sé. Pero no te lo
diré, sino qué de divertido tendría este día y esta escapada de tu trabajo.
Eso vas a tener que averiguarlo. -Decía ella con esa clase de miradas que uno
difícilmente olvida y de las que le hablas a tus hijos cuando les cuentas como
es que conociste a su madre o cuando fue el día que se hicieron novios. Ahora
ella no miraba más las playeras, caminada hacia la parte de la tienda departamental
donde estaban las recamaras. -¿Te atreverías?
-Nunca he entendido nada de lo que dices. Pero sabes, de algo si estoy segura.
-¿De qué?
-De que te quiero.
-Vivir en un estado
de placer eterno, perpetuo; debe de ser horrible, asqueroso, horripilante. El
placer debe de ser por instantes, para que signifique algo.
-¿Y qué acaso todo
tiene que significar algo para que valga la pena? O para simplemente disfrutar
el momento.
-No lo sé. Ni
siquiera se de lo que estoy hablando. Sólo sé que estoy muy feliz de que
estemos aquí, ahora, en este momento. Tal vez mañana ya no podamos estar así de
felices, creo que más que nada a eso me refiero.
-¿A qué?
-Que si todos nos
atreviéramos a hacer esas cosas que deseamos por impulso, pero un impulso bueno. Tampoco quiero que me creas un purista, pero si todos fuéramos
honestos con los demás y con nosotros mismos sobre lo que queremos, bueno; creo
que este mundo sería mejor y todos seríamos más felices.
-¿Y qué es lo que
quieres tú?
-¿Yo?
-Sí.
-Bueno, ahora; yo lo
único que quiero es poder darte otro beso, quizá el día de mañana mis ambiciones
sean más grandes, y quizá menos importantes.
-¿Menos importantes?
-Sí. Digo, que otra
cosa puede ser más importante que poder besar a la chica más linda y buena onda de Durango.
-No debería de estar
yo aquí.
-Lo sé.
-No porque no quiera
sabes, sino porque sé que no puedo estar para siempre.
-También lo sé. Vámonos. Ya tardé mucho y tengo que regresar a trabajar.
-Está bien. Gracias
por acompañarme. Me fuiste de mucha ayuda. Te debo la cerveza.
-Ya será otro día que
nos toque trabajar juntos. Espero que le guste a tu novio la playera que
escogí.
-Seguro le encantará,
es de gustos muy simples, como tú.
-Bueno, disfruta de
este día, mañana nos vemos.
-No podría
disfrutarlo más. Sabes, quizá se convierta en el día de San Valentin más feliz de mi vida.
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Ojalá lo siga siendo, ojalá lo siga siendo.
Que buen final, me encantó... Todo puede ser lindo si uno sr lo propone, siempre... Saludos
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