Antes que todo, debo decir que “Temporada de huracanes” tiene cosas buenas, las cuales no me atrevería a decir que son aciertos o valores, porque la verdad es que soy consciente que no todos tenemos el mismo sentido y criterio al ver una película adaptada de un libro tan poderoso y extraordinario como la novela de Fernanda Melchor que lleva el mismo nombre, pues nuestra lectura se rige por la forma en que nuestro subconsciente interpretó lo que Fernanda magistralmente narra a través de la prosa en literatura.
Creo que Elisa, al saber que estaba adaptando una historia tan fuerte y cruda como lo es la novela de Fernanda, sabía lo complicado de llevar toda esa potencia y fatalidad a la pantalla, por lo cual sólo tomó las partes de las que podía tener un dominio total, de ahí que creo que su adaptación a libreto cinematográfico es efectivo, más no el correcto; y por supuesto sobra decir que no le hace justicia al contexto y la complejidad narrativa de la historia en que se basa. Ahora lo explico.
Por una parte, siento que la elección del reparto es correcto para una adaptación ligera y en el estricto sentido de la ficción; pero si hablamos en el sentido del realismo en que está descrita la narrativa que impone Fernanda en la novela, no es jamás creíble, salvo por algunos personajes rescatables, entre ellos el de La lagarta, el munra y Brando, siendo estos de alguna manera los más fieles, aunque muchas de sus situaciones se ven acortadas o hechas menos.
Desde mi perspectiva, Elisa retrata de manera, si bien no errónea; si completamente diferente a la percepción que en lo personal a mí me transmitió la novela, pues mientras Fernanda hace un retrato de La Matosa en un espectro/aspecto general, cosa que da toda una atmósfera particular a la historia, Elisa lo hace desde una perspectiva, si bien no más detallista, si a plano cerrado; como lo es la escena inicial, con esta toma contrapicada en la que apenas vemos las cañas, cuando uno tenía que sentir la inmersión y presión de los majestuosos y atemorizantes cañaverales. En cuanto al enfoque de cada personaje, no está definido en la narrativa de Elisa, cuando en la novela Fernanda lo hace en un primer plano preciso y punzante la mayor parte del tiempo, o al menos cuando el campo espectral de La Matosa no los absorbe.
Si bien dije que Elisa, al saber la complicación de adaptar toda la crudeza de la novela, hace de su libreto algo que pudiera dar entendimiento a la tragedia que absorbe a Luismi y demás personajes en un marco general, uno espera que al menos en toda adaptación cinematográfica de novelas de esta índole, haya realizadores que tengan la valentía y el coraje de cargarse a su productora/distribuidora y crear algo realmente que sacuda y cree una real catarsis en el espectador, que lo pasme y lo haga pensar en la fragilidad de la vida, las deshumanización y la tragedia del estar, en la causalidad que golpea a los más desprotegidos y nobles aún en sus defectos, y errores ya sea por obra u omisión (y las consecuencias de sus actos) como sigue habiendo zonas en nuestro país en las que la gente hace lo que sea por sobrevivir en donde la vida los puso. Y yo creo que Elisa no crea eso con su adaptación, da la sensación de que lo hizo con miedo y con su limitada comprensión de los personajes de Fernanda quizá desde su desconocimiento social, yéndose más por el lado visible de la miseria, en lugar de ahondar en el fatídico destino y la psique de sus personajes, pero aún más, creo que no llega a la finalidad que la novela de Fernanda si logra por no atreverse a llevar a la pantalla situaciones cruciales para la comprensión de ciertos personajes, como el de Norma y la historia de violencia, machismo y horror detrás de su llegada a La Matosa. Y me parece que no lleva al límite la que para mí es una de las partes más poderosas de la novela, y esta es la de “No sé tú”, en la que el plano descriptivo a detalle de lo que hace Luismi y lo que piensa Brando es cautivante en su naturaleza, y Elisa lo único que hace es quitarle toda la esencia, y lo hace plano, literal y no transmite nada en el poco tiempo en que se atiende. La casa de la bruja, que en la novela da una sensación de miedo y misterio, acá da más la sensación a un antro gay, o a un chiste. El mismo personaje de la bruja es un claro ejemplo de la poca profundidad con la que Elisa trata todos los elementos de la novela, pues si bien es cierto que muy pocas veces aparece la bruja en la narración de la historia en la novela, como en la película; en la novela si es un personaje conductor de toda la atmósfera que se conduce a lo largo del desarrollo, así como los cañaverales. Pero en la película no hay peso atmosférico de ningún tipo, salvo por ser dos elementos que aparecen en lo anecdótico y lo que hace que la historia tenga consecución: el asesinato. No trasgrede, trata toda la historia con decoro y pudor; pero desde el enfoque simple de “miren a estas pobres personas”.
Aún con todo lo antes dicho, es claro que para los que no conocen la novela de Fernanda, seguramente encontrarán a la película aceptable. Pues la película está hecha de manera correcta, con un destacable trabajo fotográfico de María Secco, y cabe destacar y también aplaudir a Elisa la valentía de haber hecho una adaptación totalmente diferente a lo que uno esperaría de ella, ya haya sido por voluntad propia o por qué así se lo pidió Netflix. Pero lo malo está en que aún con el hecho de haber hecho una adaptación a su modo, la película no suma o propone nada diferente en la visión y lenguaje, ni en el fondo ni en la forma, ni en lo cinematográfico ni en lo literario. No hay peso de adaptación, más bien se siente como un resumen sin mucho sentido de ser. A mi parecer, Elisa vuelve a manifestar que jamás ser tan buena directora, como la gran productora que es.
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