Producciones "La Vieja Escuela" Presentan:

jueves, 19 de octubre de 2023

Tengo sueños eléctricos: La rabia heredada.





Nos queremos a gritos
a veces a golpes

Así somos

Una horda de animales salvajes
soñando con ser humanos.

Hacen falta a veces varias vidas
para entenderlo. 
La rabia que nos atraviesa
no nos pertenece. 


Debo decir que sin sonar malinchista o una persona que se quiera subir a luchas que no le corresponden, como lo es la lucha del discurso feminista a través de la mirada de crecimiento emocional y sexual de las mujeres, en este 2023 dos de mis películas favoritas abordan este tema. Ahora escribo sobre esta valiente y valiosa película, causante de una alegría desbordada por parte de su servidor: por supuesto me refiero a la ópera prima de Valentina Maurel.



En contra de los deseos de Eva, su madre quiere reformar la casa y deshacerse del gato, que, desorientado desde el divorcio, orina por todas partes. Eva quiere irse a vivir con su padre, quien, desorientado como el gato, vive una segunda adolescencia.



Si bien desde la sinopsis no se da tan clara la lectura de que esta película es un coming-of-age decantado, lo es; en el que hay toda una complejidad discursiva y narrativa a lo largo de su trama, que optaré por ahondar y pasar por comentarios lo más cortos y concéntricos posibles para no hacer tan largo, abrumador y lejano este análisis para su comprensión general.


Hay muchas situaciones en la película que Valentina toca con atino y recato (aun con la potencia que imprime a la obra en general), como la separación de los padres de Eva, la inmadurez de su padre y el método de educación que ejerce sobre Eva no tan ortodoxo, la reacción de la madre ante cualquier acto de violencia, la represión de Valentina por sacar su rabia, esa rabia que todos llevan cuando se convive con un rabioso. 


Algunas de esas situaciones que Valentina se permite explorar y exponer, llevan el tono valiente e intenso de la película, en las que hay una especie de reivindicación de los temas políticamente no correctos, como la forma en que su padre la somete a varios peligros y le enseña de una manera dura que si racionalizas el dolor, este no es tan fuerte, pues la vida siempre se encargará de hacerte sentir más dolor. También está el primer acto sexual de Eva, pues si bien es consensuado, no deja de ser el acto sexual entre una niña de 16 años, como lo es Eva, con un hombre de treinta y tantos, como lo es el Palomo. Que el mismo Palomo se da cuenta que no está bien, por eso no consiente un segundo encuentro. Y me parece que una de las grandes virtudes del discurso de Valentina es que no condena, ella sólo muestra muchas situaciones que pasan, y que a veces no conocemos el contexto y nos es fácil hacer prejuicios, actos y hechos que definitivamente tienen sus consecuencias, como el hecho de que el padre de Valentina de alguna manera leen lo que pasó entre su hija y Palomo, por eso él acelera su salida de la casa de Palomo y en la mudanza se deshace del gato de Eva, y Palomo acelera liarse con otra mujer, haciendo que Valentina sufra por primera vez el dolor de un corazón roto, acelerando así el proceso hacia la manifestación de la rabia violenta y emocional. 


Si todo lo antes mencionado funciona, es porque a través de la mirada de Eva todo es cercano y real, y esto no sólo se debe al tratamiento y acercamiento realista en el discurso y la hechura (la fotografía es desbordante, extraordinaria, cercana, eléctrica, que no busca la perfección pero en muchos sentidos la logra; y contribuye mucho al ritmo vertiginoso e intenso), sino por la magnífica y notable actuación de Daniela Marín Navarro, todos los actores están en tono, a tope; pero ella conduce la película de principio a fin. El tercer acto cierra muchos círculos de la trama, pero el que se justifica de manera realmente hermosa, y con un tratamiento discursivo lleno de propuesta y valentía por parte de Valentina, es en la escena en que los músicos tocan para Eva y su padre, mientras se da una pelea campal en una cancha del parque donde están, es la perfecta forma de decir que, el arte permite ver cierta belleza en actos violentos cuando estos se metaforizan a través del arte (y el montaje) para mostrar otras situaciones más complejas. En muchos sentidos, sin sentirse influencia directa, sino más bien como una sombra de la que no hay consciencia de quien la refleja, la película me recordó mucho al cine de Hernández Cordón y de Lynne Ramsay. 


La pensada deliberación de Valentina de hacer de ambos padres de Eva dos artistas, da aún más poder identitario a la naturaleza de ellos y Eva, por un lado la mamá que es bailarina y escenógrafa, que al alejarse de su marido, y botar todo lo que dejó en su casa, cree que se salvará de la rabia, pero está la sigue, y se manifiesta en una de las escenas más poderosas de la película cuando hablan del azul eléctrico. Y en el caso del padre, es aún más profundo el tema de la veta artística, pues a través de él, y sus poemas que se atreve a escribir luego de haber sido actor (hecho que lo unió a su esposa y lo hizo tener a sus dos hijas) y dedicarse a la traducción, se manifiesta todo el subconsciente y metaforización de su naturaleza humana, su condición enferma y atormentada por enfermedades de la mente y el alma, y las enfermedades sugestivas, haciendo que se manifieste aún con más fuerza la rabia y la violencia que alcanza a él y a los demás, sobre todo a su hija, aunque ambos comprendan, muy en el fondo y al final cuando las cosas ya no quedan sólo entre ellos, que la rabia se hereda, se desborda y no te suelta, y que siempre se va a amar incluso a aquellos que nos hacen daño, porque la complicidad y el amor no se pueden dejar de sentir, no se puede elegir. 

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