Sobre la más reciente película del realizador Diego Lerma, quizá debería empezar escribiendo que si bien es una película no mal lograda, si es bastante flojita. Pero permitan explicarme.
Desde que la vi en la competencia grande de Los Cabos (también estuvo en San Sebastián y Toronto), no me llamó mucho la atención, aun con el hecho de que era la única representante de México (con una gran co-producción, ademas: Francia, España, México y Argentina los más llamativos; y que además ganó la Competencia Los Cabos), pero desde su sinopsis ya se leía muy convencional, y no me equivoqué.
Y es que debo decir en sí qué la película no es mala en su puesta y partes técnicas, hay un ojo por demás educado detrás del experimentado (y joven) realizador Diego Lerman, y las actuaciones en verdad son deslumbrantes, desde principales, pasando por secundarios y terminando con los no actores; el problema ni siquiera está pienso yo en la típica trama de "profesor con problemas de crisis existencial, regresa a su pueblo a sanar viejas heridas del pasado que, al ayudar y crear conciencia en sus nuevos alumnos, él encuentra a su vez un nuevo propósito de vida"; que no hay que ser muy listo para darse cuenta que es una trama que hemos visto miles de veces en el cine gringo (y mejor planteadas, la verdad) que nos ha maleducado durante muchos años a ver las cosas a través de sus ojos en muchas ocasiones (sobre todo por los grandes estudios) como nueva forma de colonización, haciéndonos creer que las cosas son como ellos nos las cuentan.
El problema con la película de Lerman me parece esta en el hecho de que toda trama y subtrama que se sugiere, jamás se desarrollan y terminan, haciendo que el espectador la sienta incompleta, aun con las buenas intenciones de una película "social mente responsable" y del buen manejo narrativo a través del montaje. Situaciones con potencial qué tiene buen principio pero no buen fin como la relación fracturada entre Lucio "el suplente" y su padre "el chileno" (ambos magníficamente interpretados por Juan Minujín y Alfredo Castro respectivamente), o con su ex pareja (la encantadora Bárbara Lennie que en lo que va del año la he visto con dos tremendos trabajos, está brillante aún con sus breves apariciones a cuadro), o el conflicto que se sugiere al principio y jamás se vuelve a tocar, o las clases inexistentes que tiene para al final aprobar a todo su grupo (acaso la trama que mejor se desarrolla es la relación de el suplente con su hija, con una gran interpretación de la pequeña Renata Lerman, hija en la vida real del director), y así un largo etcetera, todo esto hace que en el acto hace que la película sea una obra incompleta a mis ojos. Una película sin consecuencias y con muchos personajes que se muestran pero jamás se desarrollan, como "el perro".
Mi conclusión es que, aun con las buenas intenciones de Lerman, no todos pueden ser un Ken Loach cuando al realismo social nos referimos, porque para eso tenemos al maestro británico y no necesitamos nada más, quizá buenas voces que exploren el género, como seguro Lerman lo hará de seguir trabajando.
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