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martes, 4 de mayo de 2021

La Princesa de Francia: la gente cambia.




Hasta cuando dejemos de quererle gustar a los gringos, seremos libres.
Deniss Barreto.

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"La Princesa de Francia" es una película argentina del 2014 dirigida por Matías Piñeiro, cuyo paso por festivales y circuitos de cine de arte fue de lo más prolífico y positivamente comentado.

La película, cuya trama se basa en la obra de Shakespeare titulada "Trabajos de amor en vano", es una adaptación muy libre de la obra, en la que la creativa manera en que se monta, y la libertad que emprende el realizador para hacer figurar a sus personajes, hace que sea más que atractiva y que uno quiera indagar aún más en el tema que está flotando todo el tiempo en la película: los diferentes personajes que interpretamos cuando estamos con otras personas, y los personajes que debemos de asumir cuando algunas de estas personas se van.


La película comienza con una secuencia por demás prodigiosa y cómica, vemos desde las alturas desarrollarse un partido de fútbol rápido, vemos jugar a verdes contra rojos, y que cada vez que el balón va a algún punto ciego de la cancha, como los personajes rojos van desapareciendo, y los verdes se van haciendo mayor en número, hasta que al final sólo queda el guardametas rojo, contra un ejercito de verdes, los cuales salen persiguiéndolo. A partir de ese punto la película comienza realmente. Lorena llega a la representación de una obra, en el lugar se encuentra en las bancas con un tipo que no deja de observarla, después este se le acerca y comienza a acariciarle el cuello y querer besarla, pero ella no lo permite, en vez de eso, le dice que mejor salgan para afuera. Una vez ella afuera, se encuentra con su novio, es cuando se nos revela la identidad del joven de las bancas, y el motivo por el cual ella estaba en ese lugar. Víctor, el joven de las bancas, es el joven director de la obra que montaban en el pequeño teatro, "Trabajos de amor en vano", dónde además caracteriza a la princesa cortejada; y Lorena, junto con cinco actrices más, se encargan de representar a los pretendientes o cortejantes. Nunca se dice de manera directa, pero Víctor parece haber tenido amoríos con todas las actrices en la obra, y en esa última presentación donde una de las interpretes más importantes, Natalia, la exnovia de Víctor, deja la obra, Víctor anuncia que se irá un año a México para sanar las heridas que dejó la muerte de su padre, dejando a su novia Paula a la espera, y a Ana, con quien parece estar más conectado que con la propia novia.


De las cosas más interesantes que tiene la película es cómo desde el principio los roles de los personajes son de alguna manera representados fuera de lo común, pareciera que se busca una trasgresión del lenguaje desde ese punto, pero no sólo por serlo, sino que tiene una propuesta y un por qué detrás. Desde el momento en el que propone el hecho que la obra que se monta dentro de la película sea un hombre quien lleva el rol de la princesa, y las cinco chicas sean los cortejantes, ya rompe un molde o un esquema convencional, y cómo además, en la trama central de la película, su personaje principal, quien es también la princesa en la obra, sea la representación de un Don Juan que enamora a todas las actrices que actúan con él. Una vez que vuelve de México, intenta reunir al crew para montar una vez más la obra y venderla en formato radiofónico, pero en esos encuentros se dan desencuentros, nuevos rostros ante una posibilidad de futuro aparecen, viejos rostros buscan incorporarse, cuando parece que el corazón de Víctor por fin toma una decisión, una acción realizada durante su exilio y otra apresurada a su regreso, frustra todo ante la posibilidad de no querer soltar a ninguna de sus musas.

El tema de la representación no queda ahí y se vuelve cada vez más dinámico y versátil, lo vemos en la figura de Víctor y Guillermo, pues una vez que Víctor se va a México, Guillermo lo sustituye en la obra, pero también empieza a involucrarse con la mayoría de las mujeres de la obra de manera sentimental, y quizá donde aún más se trasgrede la función de los roles en el plano y esquema narrativo es en la reaparición de Natalia en la película, en la que se nos muestra en más de una ocasión dentro de la misma película, la misma escena pero con diferentes posibilidades, esto se vuelve un ejercicio de prueba y error en el que el realizador nos muestra el truco de la ficción, algo inconcebible en parámetros y estándares hollywoodenses, en el cual el realizador no concede nada al placer del público, y monta las diferentes posibilidades en su versión final, en la que esta quiere volver a ver a Víctor para que la acepte en su proyecto, hasta que los deseos de ella, y en consecuencia, los deseos del director de la película, las cosas se den como quería que se dieran, de ahí que el personaje de Natalia, sin ser muy protagónico como al principio de la película, si resulta ser muy relevante hasta el final.

Entre las cosas que enriquecen a la película, más allá de la libre propuesta narrativa de Piñeiro, está la espléndida selección musical de primer nivel, la gran influencia que tiene la obra de Bouguereau, que desde mi particular punto de vista, está a la altura la importancia de esta para la película como la misma obra de Shakespeare; y sin lugar a dudas el espléndido grupo de actrices que conforman el reparto, es un verdadero agasajo y deleite ver a este grupo de actrices tan importantes de los últimos años, como lo son Agustina Muñoz, María Villar, Romina Paula, Laura Paredes y Elisa Carricajo; sin dejar de hacer mención por supuesto del propio director, que forma parte de este gran grupo de realizadores argentinos que a principios de la década pasada empezaron a construir un cine más libre en toda la extensión de la palabra y sin etiquetas, sin ninguna ínfula de condicionamiento comercial, y cobijado en compañerismo y respaldado por sus propias productoras y la máxima escuela de cine en este país, cuya relevancia nos ha brindado a importantes directores de renombre como Laura Citarella, Santiago Mitre y Mariano Llinás.

Las tesis final de la película en sí, me parece arroja como conclusión el hecho de que, las cosas pueden complicar la vida de un hombre ante la imposibilidad de afrontar el temor a simplemente decir "te amo" a la mujer correcta, sin dejar de ir tras otras para mitigar el dolor y crisis que asume la existencia y el seguir viviendo tras la pérdida de personas amadas y cuya influencia fue muy importante en su vida, como puede ser la figura de un padre. Y eso, siempre será un asunto muy shakesperiano.


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