Producciones "La Vieja Escuela" Presentan:

lunes, 16 de noviembre de 2020

Las dos caras de "Las tres muertes de Marisela Escobedo".

 



"Las tres muertes de Marisela Escobedo" es un documental mexicano estrenado este año, producido por Netflix, y dirigido por el joven cineasta Carlos Perez Osorio. Me parece que el hablar sobre lo que trata el documental está de más, pero aun así les dejaré la descripción que hace Netflix del mismo:

"Después de que el feminicidio de su hija quedara impune, una madre inicia una cruzada incansable para encarcelar al asesino y exponer al sistema de justicia mexicano".

Este documental ya que se convirtió en una de la producciones más comentadas y celebradas a últimos años por parte de la compañía de streaming, pero luego de verlo, sentí una necesidad de escribir sobre este, tanto por las cosas que me parece a bien puntualizar y celebrar, pero también por ciertos detalles que a mí me parecen fallidos. Me explico a continuación en dos breves partes marcadas y divididas.


Cara 1: el amor de una madre exponiendo la deficiencia de un estado fallido.
No cabe duda que este año es el año en que viene a destapar una cloaca que tarde o temprano tenía que destaparse: la ineptitud en la política, y su fallida estrategia en la "guerra contra el narco" del "Calderonismo". Hemos visto este año en más de un trabajo, tanto en el documental como en la ficción, que se retrata este hecho, sobretodo en las regiones del norte del país, trabajos como "La paloma y el lobo" de Carlos Lenin, "Laberinto Yo'eme" de Sergi Pedro Ros, y quizá el más destacado: "El guardián de la memoria" de Marcela Arteaga. Todos grandes trabajos que vienen a sumar a la denuncia de otros trabajos de años anteriores (como "Hasta los dientes" de Alberto Arnaut), con lenguajes muy propios e historias muy valiosas y particulares narran desde las consecuencias de la militarización, las numerosas desapariciones forzadas, el feminicidio, y el desplazamiento forzado tanto de personas que huyen de un estado a otro, hasta comunidades enteras que tienen que pedir refugio en otros países (otro caso podría ser el del documental "Disparos", aunque el caso de ese reportero ocurre en la administración de Peña Nieto) que dan evidencia de cómo tanto el gobierno y como ejercito les facilitaban las cosas a los grupos criminales en estas zonas del país, ya fuera por decisión u omisión, que para el caso, me parece es lo mismo. En este orden entonces, es que Carlos Pérez Osorio logra narrar me parece de manera por lapsos muy brillante, este caso de los que muchos recordamos las notas que hacían las televisoras de nuestro país en ese entonces, pero que no daban muchos detalles al respecto. Diego logra darnos todos los pormenores de este hecho que duele, desgarra e indigna a cualquier persona que lo vea, porque la historia es punzante, y ahí está, y es de gran merito que Diego la haya mostrado me parece sin ninguna clase de tapujo o censura, nombra y señala a responsables y perpetradores, y les da derecho a réplica (una de las últimas entrevistas a un hombre en la cárcel en Estados Unidos, cuya identidad no revelaré para no arruinar nada de la trama para quien decida verlo y no lo haya visto, es quizá de las más impactantes), y es uno de los muchos momentos que Diego toma control del relato, incluso la forma en que recrea las situaciones con imágenes y tomas de los lugares donde ocurrieron los hechos y de las que no se cuenta con material de archivo (como las partes de Fresnillo, en donde me parece hay una propuesta visual interesante del director por la sensación onírica) cuyo recurso en más que plausible y que juega a favor de la fluida narración. Todos los testimonios son por demás puntuales y dan la sensación de dolor e impotencia que sintieron en su momento y no dejan de sentir, aunque haya de cierta manera una sanación, que por supuesto no dio jamás el Estado, tanto para el caso de la hija como el de la madre.


Cara 2: cuando la marca influye.
Quizá el hecho que a mí en lo particular no me gustó del documental sea una nimiedad, pero que aun a sí me gustaría expresar. El principio del mismo se nos dicta algo que no debería de hacerse a mi parecer en este tipo de trabajos, y esto es que se nos dice, más allá de que aparezca el nombre de la productora, toda la secuencia de créditos iniciales pareciera son más de una película gringa que de un documental mexicano que trata un tema por demás importante. Como lo digo, a mí me parece que es una nimiedad cuando uno termina de ver el documental como una obra completa, pero es algo que tenía que mencionar, así como estoy consciente que en trabajos producidos por el brazo cada día más fuerte de Netflix, algo debe de haber por parte de ellos en la producción, porque al final de cuentas, es un "producto" que debe velar también por el negocio general. La primera tercera parte del documental, justo antes de la "segunda muerte", el documental también tiene cierta sensación de thriller muy a la fórmula gringa, si, por supuesto mostrándonos la historia tan valiosa de esta mujer, su lucha, su coraje, su valentía sin importarle a quién ofendía al decir una verdad que indigna al país entero por no haber quizá sumado más a su causa, una mujer que no descansó por luchar para que se hiciera justicia a su hija, que vivió desde su desaparición y hasta su muerte como una heroína de verdad. Todo eso está desde el principio, pero en la primera tercera parte la cuestión del montaje a mi me da esa sensación de ver eso: un thriller gringo. No es hasta después del aberrante veredicto que dan esos tres incompetentes jueces que el documental empieza a tomar una forma muy centrada, ya se nota que es una historia pensada por un mexicano, e incluso es cuando el director empieza a explorar este recrear de las situaciones con toma y montaje que se trabajó con material original, entrelazándolo con material de archivo y testimonios, a partir de ese punto el documental se ve, se siente y se percibe más personal. Y me parece que de ese punto en delante no hay más que reprocharle, quizá lo único que yo siempre cuestiono en las producciones de Netflix (o al menos en la gran mayoría), son sus BSO, y en este caso no es la excepción. Aunque si bien a mí, la música no me resultó tan "nociva", si hay una clara intención de manipular al espectador por medio de esta, y me pareció un caso muy similar al del cortometraje documental de Everardo Gonzalez "A 3 minutes hug", también producido por Netflix, y me generó la misma duda: ¿Qué habría pasado si nos muestran este trabajo sin música? A mí me parece que habría sido más directo, si edulcorar, porque me parece es otra decisión de Netflix con el asunto de la música en el caso del documental de Diego en particular, quiere hacer menos fuertes las emociones por medio de la música y hacerlas más relajadas, pretende que el espectador se sienta triste, en vez de indignado, y en ese propósito el desarrollo del documental no está a la altura de la potencia que la historia si tiene. Y me parece que este tipo de trabajos lo que deben hacer es cuestionar, por una parte, y luego hacer que el espectador tome realmente partido de lo que está viendo, la música si acaso lo hace creer que ve una película y que está de alguna manera protegida o protegido, cuando en realidad no es así, esta película es un trozo de una realidad más latente y más vigente hoy día que nos muestra (para todos esos detractores de las marchas cada día más fuertes por parte de movimientos feministas) que hubo una mujer que agotó todos los recursos, que marchó, que pidió ayuda, que recorrió casi todo el país y que quiso hablar tanto con el presidente de la república como con el gobernador de su Estado, y que jamás se le atendió; que hizo una protesta pacífica para pedir justicia, y que al final predijo su propia muerte.


Ahora yo me pregunto, y les pregunto: ¿Con qué autoridad moral les decimos a todas estas mujeres que han perdido a hijas, y que se exponen a los peligros de este país aún machista y feminicida, que no son las formas de manifestarse?

martes, 3 de noviembre de 2020

El deseo de Ana.


Debo decir que la película cuenta con uno de los carteles más hermosos que yo he visto.



Del día 5 al 7 de noviembre, se llevará a cabo la edición de este año del Festival de cine La Paz, el cual se llevará a cabo en esta su tercera edición, en formato híbrido, con funciones tanto presenciales como en linea.

Dentro de la numerosa programación con la que cuenta, hay una película en particular de la cual quiero escribirles, la cual se proyectará de manera online el día de hoy a las 18:00 horas, horario del pacífico. La película en cuestión es "El deseo de Ana".


Ópera prima del director Emilio Santoyo, escrita por Gabriela Vidal y el mismo Emilio, la cual ha tenido un recorrido por festivales más que importante desde el año pasado, recogiendo reconocimientos tanto de jurados como de crítica; nos narra la historia de Ana (con una actuación de Laura Agorreca más que destacada; tan destacada es que, uno bien podría comprarle el hecho de que es mexicana, pues no se nota en ningún momento su acento argentino), una mujer que vive con su hijo (Ian Monterrubio) de manera muy tranquila, pero esa tranquilidad que se nos presenta, de alguna manera viene a ser trastocada con la aparición de Juan, el hermano de Ana (David Calderón es quien interpreta al personaje, con un trabajo también muy completo). No se nos dice mucho en sí, pero vemos cómo Ana evita de alguna manera profundizar la comunicación con su hermano, sólo atendiéndolo de manera cordial, pero conforme avanza la trama, y se van revelando detalles en la vida de ambos en su presente, y que parecen ser las consecuencias que hicieron que se separaran en el pasado; hace que se vaya dando una necesidad en ambos de estar otra vez juntos, como lo estuvieron años atrás, la naturaleza de la forma en que quieren estar juntos, se va soltando de a poco, entregándonos un final climático al que uno quisiera que muchas personas pudieran encontrarle la belleza que tiene, y esto lo digo tanto en su forma, como en su fondo.


Los valores y aciertos que tiene la película, y que son el resultado de la atinada dirección de Emilio, son muchísimos, y quizá podría empezar atendiendo el tono de la película, el cual hace que el desarrollo de esta sea pausado, detallista, íntimo; uno recuerda en su propuesta al cine de grandes maestro de este arte como Rohmer o Kieslowski, sobre todo al primero, no sólo por la meticulosidad con la que ejecuta planos y diálogos, sino también por la gran construcción que hace de los personajes y la economía de recursos en muchos niveles (personajes, paleta de colores, etc.) que nos vienen a comprobar que en el cine, la mayor parte del tiempo "menos es más".

Los tomas y secuencias en la película nos comunican mucho, tanto como los diálogos de los personajes; y esto que nos comunican es en total congruencia con la historia. Lo referente al diseño de producción también es un campo muy atinado, vemos en las escenas que encuadran a detalles, como todos los elementos hablan, nos dan un total entendimiento de la situación tan compleja que vive cada personaje, de sus miedos, de sus deseos, y también nos ponen en perspectiva su pasado.

Debo decir de manera muy personal que, luego de verla tres veces, desde hace exactamente un año en que la vi por primera vez en el pasado Festival Internacional de Cine de Los Cabos, que esta película se posiciona cada vez más como una de mis películas favoritas del cine mexicano. Sin lugar a dudas es una película que desde su estreno en festivales, en la ciudad que se estrena, levanta tema de conversación, la pregunta es hacia dónde se encamina dicha conversación, si las personas se van por el camino fácil y atienden la linea de la primera lectura, la del prejuicio sin antes tratar de entender la naturaleza propia del amor; o se trata de dar al meollo del asunto, lo que para mí es la trama central de la película, que es la de la valentía y el riesgo que implica entregarse a un amor socialmente no aceptado, y que en la película se representa de una forma, pero que pudo haber sido representada de cualquier otra, o mejor dicho aún, la forma en que esta representada en la película, da vitalidad y legitimidad a la película en sí, y rinde homenaje a todas las demás manifestaciones que tienen el deseo y el amor, ya sea que estas sean o no socialmente aceptadas.




lunes, 2 de noviembre de 2020

Fauna





La más reciente película del experimentado, experimental, y joven director Nicolás Pereda, es un trabajo que yo podría, o mejor dicho, es una película de cuya crítica yo llamaría: "Fauna: el animal en el que todos nos convertimos a la hora de actuar", pero como esta no es una crítica, sino un breve comentario, no la titularé así.

Como lo dice el supuesto título, de una supuesta crítica que yo habría escrito en un momento dado, esta película habla sobre los procesos de los actores. Empieza con una joven y su novio, quienes son actores, yendo a visitar a los padres de ella en un pueblito al cual parece, es complicado llegar; al igual que ellos, también va a visitarlos el hermano de ella. En medio de algunos momentos chuscos (y bastantes buenos, cabe aclarar), vemos cómo se les somete a una especie de escrutinio y de juicio a los dos personajes que son actores, a mostrar sus dotes histriónicos, y en el acto, transformarse, incluso vemos la transformación en sus padres, por momentos actuando como otras personas, y no admitiéndolo ante los demás, por un lado vemos al padre haciéndola de negociante, y a la madre, como una especie de Liv Ullmann en "Sonata de otoño".

La segunda parte es un ejercicio completo de lo que es el proceso de trasformación, vemos a los mismos personajes actuando en otra historia, que se origina por un libro que está leyendo el hermano de la actriz. La película se convierte en otra película, y acá vemos como, el nombre de un personaje que es actuado por la actriz, que hace tres papeles diferentes en la película, da también el título a la película. El final de la película es un juego que yace en las dos partes de la misma, que quizá detona mucho de la tensión entre estos dos hermanos, y el rechazo del hermano hacia el novio de su hermana.

Me parece que, sin lugar a dudas, lo mejor de la película, más allá del gran trabajo de Pereda por lograr el amalgamiento perfecto entre ambas partes que la conforman, y los pasajes que se sostienen de la narración del personaje central en la segunda parte (algo muy del cine de Pereda), son las actuaciones de todo el reparto, sobretodo de Gabino Rodríguez, quien quizá sea el mejor actor de su generación en México, y la de Francisco Barreiro, que vaya que si ha tenido una presencia más que importante este año en nuestro cine nacional.

Blanco de verano.





Ópera prima de ficción del director Rodrigo Ruiz Patterson, cuyo andar por festivales había sido por demás interesante, tantos por los premios recabados, como por los comentarios que hacían de ella varios medios de prensa especializada; había hecho que la estuviéramos esperando mucho, y vaya que si han sido más que merecidos todos los comentarios que giraban entorno a ella.

La película es una suerte y especie de coming of age que gira entorno a Rodrigo, un jovencito de 13 años que vive sólo con su madre llamada Valeria, y que parece ser que su vida es perfecta como es, sin una figura paterna; pero esta perfecta vida se transforma cuando llega Fernando, un amigo de su mamá, que muy pronto se convierte en su novio. Parece que al principio las cosas van bien entre los tres, la convivencia es sana, y no hace que la presencia de este hombre irrumpa en las rutinas de Rodrigo y su madre, como lo son el fumar, irse de pinta de la escuela para escaparse al deshuesadero de autos donde hay un motorhome en el que Rodrigo construye un refugio; pero en el momento en que Fernando se va a vivir con ellos, es que empiezan los problemas, Fernando empieza de a poco a querer cambiar sus vidas, y eso detona en una necesidad pirómana por parte de Rodrigo para sacar su frustración , más que para llamar la atención (el título de la película viene de la anécdota generada en el primer arranque de ira de Rodrigo contra Fernando). Las cosas que parecía podían hacer que la comunicación entre ambos hombres en la vida de Valeria funcionara, ahora los confronta, y la flama con la que Rodrigo sacaba esta frustración, va de menos a más, hasta llegar el punto en que incendiaría la vida de los tres, llegando a una decisión, sacando y evidenciando también de alguna manera la naturaleza edípica de Rodrigo hacia su madre, encontrando así su identidad.

La maestría de Ruiz Patterson para hacer que este relato fuera algo más que un simple coming of age, me parece está, por sobre las muchas cosas valiosas en la película a nivel producción, en una en particular: el recurso de las secuencias cortas.

Son contadas las escenas, o mejor dicho, las tomas en las que una secuencia dura más de diez segundos, de esta manera, el director nos dice y nos comunica muchas cosas en un corto lapso de tiempo (y a esto me refería cuando comenté en mi crítica a Nuevo Orden sobre decir mucho, lo elemental y esencialmente necesario en lugar de hacer secuencias largas que sólo dan una noción y una mirada vacía y trivial), en el que no se siente para nada una noción de que algo falta, es un recurso magistralmente utilizado. Luego de eso viene la fotografía, un trabajo demás meticuloso que toma a detalle todos los elementos que hacen que uno conecte no con los personajes simplemente, sino con su sentir. Hay sobretodo dos partes en la que la fotografía toma una belleza muy difícil de describir y apreciar, salvo que se vea la película, y estas partes son la del restaurante y la del escape (esta última con un guiño me parece muy interesante a Apocalipsis ahora), además de una mirada muy dinámica que se adapta a lo que la situación dicta (un ejemplo, la parte de la discoteca). Hablando del sentir de los personajes, y cómo este se potencializa por el trabajo en la cámara, no sería posible sin el gran trabajo actoral de los tres actores en la película, Sophie Alexander impresionante como casi siempre, un Fabián Corres al que es muy grato volver a ver en una película, y una revelación como lo es Adrián Rossi, al que no les extrañe nada si el año que entra gana un Ariel al Actor Revelación, realmente impresionante su desempeño en el papel de Rodrigo.

Una película que a mí en lo personal me recordó mucho a Días de invierno, por las relaciones dependientes entre madre e hijo, y cómo estas forman, forjan, y dan carácter, para cuando se tenga que dejar el nido.

4 Películas del Festival Internacional de Cine de Morelia


 




Fauna.
La más reciente película del experimentado, experimental, y joven director Nicolás Pereda, es un trabajo que yo podría, o mejor dicho, es una película de cuya crítica yo llamaría: "Fauna: el animal en el que todos nos convertimos a la hora de actuar", pero como esta no es una crítica, sino un breve comentario, no la titularé así.

Como lo dice el supuesto título, de una supuesta crítica que yo habría escrito en un momento dado, esta película habla sobre los procesos de los actores. Empieza con una joven y su novio, quienes son actores, yendo a visitar a los padres de ella en un pueblito al cual parece, es complicado llegar; al igual que ellos, también va a visitarlos el hermano de ella. En medio de algunos momentos chuscos (y bastantes buenos, cabe aclarar), vemos cómo se les somete a una especie de escrutinio y de juicio a los dos personajes que son actores, a mostrar sus dotes histriónicos, y en el acto, transformarse, incluso vemos la transformación en sus padres, por momentos actuando como otras personas, y no admitiéndolo ante los demás, por un lado vemos al padre haciéndola de negociante, y a la madre, como una especie de Liv Ullmann en "Sonata de otoño".

La segunda parte es un ejercicio completo de lo que es el proceso de trasformación, vemos a los mismos personajes actuando en otra historia, que se origina por un libro que está leyendo el hermano de la actriz. La película se convierte en otra película, y acá vemos como, el nombre de un personaje que es actuado por la actriz, que hace tres papeles diferentes en la película, da también el título a la película. El final de la película es un juego que yace en las dos partes de la misma, que quizá detona mucho de la tensión entre estos dos hermanos, y el rechazo del hermano hacia el novio de su hermana.

Me parece que, sin lugar a dudas, lo mejor de la película, más allá del gran trabajo de Pereda por lograr el amalgamiento perfecto entre ambas partes que la conforman, y los pasajes que se sostienen de la narración del personaje central en la segunda parte (algo muy del cine de Pereda), son las actuaciones de todo el reparto, sobretodo de Gabino Rodriguez, quien quizá sea el mejor actor de su generación en México, y la de Francisco Barreiro, que vaya que si ha tenido una presencia más que importante este año en nuestro cine nacional.




Blanco de verano.
Ópera prima de ficción del director Rodrigo Ruiz Patterson, cuyo andar por festivales había sido por demás interesante, tantos por los premios recabados, como por los comentarios que hacían de ella varios medios de prensa especializada; había hecho que la estuviéramos esperando mucho, y vaya que si han sido más que merecidos todos los comentarios que giraban entorno a ella.

La película es una suerte y especie de coming of age que gira entorno a Rodrigo, un jovencito de 13 años que vive sólo con su madre llamada Valeria, y que parece ser que su vida es perfecta como es, sin una figura paterna; pero esta perfecta vida se transforma cuando llega Fernando, un amigo de su mamá, que muy pronto se convierte en su novio. Parece que al principio las cosas van bien entre los tres, la convivencia es sana, y no hace que la presencia de este hombre irrumpa en las rutinas de Rodrigo y su madre, como lo son el fumar, irse de pinta de la escuela para escaparse al deshuesadero de autos donde hay un motorhome en el que Rodrigo construye un refugio; pero en el momento en que Fernando se va a vivir con ellos, es que empiezan los problemas, Fernando empieza de a poco a querer cambiar sus vidas, y eso detona en una necesidad pirómana por parte de Rodrigo para sacar su frustración , más que para llamar la atención (el título de la película viene de la anécdota generada en el primer arranque de ira de Rodrigo contra Fernando). Las cosas que parecía podían hacer que la comunicación entre ambos hombres en la vida de Valeria funcionara, ahora los confronta, y la flama con la que Rodrigo sacaba esta frustración, va de menos a más, hasta llegar el punto en que incendiaría la vida de los tres, llegando a una decisión, sacando y evidenciando también de alguna manera la naturaleza edípica de Rodrigo hacia su madre, encontrando así su identidad.

La maestría de Ruiz Patterson para hacer que este relato fuera algo más que un simple coming of age, me parece está, por sobre las muchas cosas valiosas en la película a nivel producción, en una en particular: el recurso de las secuencias cortas.

Son contadas las escenas, o mejor dicho, las tomas en las que una secuencia dura más de diez segundos, de esta manera, el director nos dice y nos comunica muchas cosas en un corto lapso de tiempo (y a esto me refería cuando comenté en mi crítica a Nuevo Orden sobre decir mucho, lo elemental y esencialmente necesario en lugar de hacer secuencias largas que sólo dan una noción y una mirada vacía y trivial), en el que no se siente para nada una noción de que algo falta, es un recurso magistralmente utilizado. Luego de eso viene la fotografía, un trabajo demás meticuloso que toma a detalle todos los elementos que hacen que uno conecte no con los personajes simplemente, sino con su sentir. Hay sobretodo dos partes en la que la fotografía toma una belleza muy difícil de describir y apreciar, salvo que se vea la película, y estas partes son la del restaurante y la del escape (esta última con un guiño me parece muy interesante a Apocalisis ahora), además de una mirada muy dinámica que se adapta a lo que la situación dicta (un ejemplo, la parte de la discoteca). Hablando del sentir de los personajes, y cómo este se potencializa por el trabajo en la cámara, no sería posible sin el gran trabajo actoral de los tres actores en la película, Sophie Alexander impresionante como casi siempre, un Fabián Corres al que es muy grato volver a ver en una película, y una revelación como lo es Adrián Rossi, al que no les extrañe nada si el año que entra gana un Ariel al Actor Revelación, realmente impresionante su desempeño en el papel de Rodrigo.

Una película que a mí en lo personal me recordó mucho a Días de invierno, por las relaciones dependientes entre madre e hijo, y cómo estas forman, forjan, y dan carácter, para cuando se tenga que dejar el nido.




La diosa del Asfalto.
Película del ya muy experimentado director Julián Hernandez, y de quien me apena decir, que con todo y que tiene una larga filmografía, yo no he visto ninguna de sus películas previo a esta (cosa que pretendo remediar a la brevedad posible), me parece que es una película que, antes que todo resulta muy interesante por todos los elementos que la conforman, tanto en su fondo y en su forma.

La película comienza con el desenlace de una historia, una historia que empieza diez años atrás, en las calles de una zona suburbana de la Ciudad de México, en la que se denota mucho la desigualdad social y los peligros en las calles por allá de los años 90's. Inspirada en una historia real, relata las pericias con las que tienen que sortear un grupo de chicas denominadas por sí mismas "Las valedoras", lideradas por Max, que tiene que sobrevivir en la calle por querer hacer de su vida un sueño, el de ser una rockera, y así como ella, cada una de sus cuatro amigas, tiene un sueño, pero el chemo, y los hombres tratan de hacerlas encajar en el molde que la sociedad pedía. No es hasta que una del clan es golpeada por su novio que estas, junto con las mujeres de otros clanes, hacen un tratado de defenderse de aquellos hombres que quieran abusar de ellas, es así que, con los problemas que van sorteando juntas, y separadas, vemos el destino que a cada una le depara, mientras están juntas, y cuando se tienen que separar por el precio que hay que pagar para estar a salvo y saldar la deuda que los abusadores tienen con tanta mujer desaparecida, muerta.

Es interesante cómo Julián, con este hecho real, y el guion escrito por dos mujeres, que me parece da lectura de muy buena manera este director, logra hacer que, aunque todos sabemos de alguna manera el desenlace de la historia, y las cosas que en ella ocurren, no se siente en ningún momento predecible. La película tiene algunos tropiezos con algunas escenas y secuencias (por ejemplo, la del concierto y la de la golpiza de todas al agresor de la Guama) pero se logran olvidar con la propuesta de Julián tanto en las secuencias como en la puesta de cámara, por momentos fija, por momentos con dollys (y el gran diseño de arte que las acompaña), todos los recursos que utiliza no abonan de manera particular a la trama, pero no se sienten huecos, o sin propuesta/presencia, al menos no se siente intensión pretenciosa de Julián al utilizarlos, de modo que no hay artificio ni error en su recurso. Quizá podríamos hacer mención especial a las escenas en las que hace secuencias circulares alrededor de las chicas, en estos momentos si me parece hay una identidad muy propia al lenguaje que abona y una especie de dignificación a la lucha y como le da vigor y vitalidad en los discursos que se desarrollan cada vez que se utiliza el recurso, acá si hay intención, y está muy bien ejecutada. Hablando de discursos e intenciones, hay que destacar las actuaciones de las actrices principales, quizá todo el resto del soporte no es tan destacado (Giovanna Zacarias un ejemplo, un papel muy corto, pero igual no potencializa el rango que le conocemos a esta actriz, y el de Paulina Goto), pero las cinco chicas que dan vida a "las valedoras" son por demás imprescindibles, quizá con una mención más que especial a Mabel Cadena, quien interpreta a Ramira, y la presencia tan relevante que está teniendo Ximena Romo en el cine mexicano a últimos años. Pero también gran parte del gran trabajo de las actrices es gracias tanto al director, por llevarlas en el proyecto de manera atinada, como de las guionistas, por darles la complejidad y el desarrollo necesario a los personajes desde el guion, justificando así el metraje de la película (poco más de dos horas).

Finalizo comentando que, además del tema central de la película, Julián Hernández toca algunos subtemas como el crecimiento desmedido de las ciudades ("periqueras habitacionales"), y la violencia doméstica; a los que si bien no les da mayor seguimiento, si me parece que es pertinente la manera en la que los expone, con un simple comentario, nos recuerda viejos males que son vigentes, sin desatender la trama principal. No termino sin antes comentar que, sentí en la película algunos guiños a películas como The Warriors y The Craft.




Ciudad.
Más que una carta de amor (que también lo es), el documental escrito, producido y fotografiado por Carlos F. Rossini, es el retrato de una ciudad a través de sus habitantes, de sus calles, de sus sitios icónicos; bajo una mirada sin filtro, más que el que le quita el color y la hace más próxima, incluso sin siquiera conocerla.

El documental que el propio Carlos co-dirige con Julio Hernández Cordón (Te prometo anarquía, Cómprame un revólver), Maya Goded (La plaza de la soledad) y Nuria Ibañez (Una corriente salvaje); nos muestra a esta caótica ciudad en todas sus expresiones, en todos sus rincones, y sin una pizca de censura. Me parece que, aunque para muchos el cinéma vérité es hoy día sólo una expresión del cine de ficción y el acercamiento que tiene al documental, en este documental hay mucho de esta corriente (un claro ejemplo, todas las escenas que involucran a perros, cómo puede un director planear eso, o las escenas del ciclista, como controlas las trayectorias exactas de los automóviles). Y lo digo en el sentido que, incluso entre los documentales, los hay que se sostienen o se fundamentan mucho en la planeación del rodaje que el director propone, sin muchas veces dejar que la realidad hable como esta naturalmente habla; acá, a pesar de haber cuatro miradas detrás del montaje (y que se logran vislumbrar, como la del partido de fútbol y los bailarines, claramente influenciada por Julio, o la de los sonideros, por Nuria, o la del C4 y los retratos, con más mirada que Maya), no se siente tanto esas manos que manipulan lo que la cámara registra, claramente sí en el montaje, pero no hay un realidad maquillada, y esto lo digo, sin importarme lo que otros piensen sobre esto. Y quizá atizando más a este comentario diría que este documental que muestra claramente que no hay que crear discursos tan reaccionarios para mostrar realidades (aplica para la ficción y el documental), como si lo hace Nuevo Orden.

Vemos como registra de manera fidedigna y real los sonidos de la ciudad (de una manera mil veces más legítima, y sin intención de compararlas, que Roma), así como de las diferentes zonas y  lugares que le dan su característica identidad (los multifamiliares, por ejemplo, incluso en esta parte hay un pequeño guiño a "La Camarista", película en la que fue DOP) y la diversidad cultural que existe en sus habitantes (claro ejemplo, el final), incluso entre sus habitantes célebres, como lo es "el duende", un personaje al cual ya habíamos conocido en el gran documental "Yo no soy guapo". Un documental del que pareciera que, uno no vería nada nuevo, o algo que realmente deje marca en el espectador, logra hacer precisamente eso, y sin lugar a dudas es para mí uno de los mejores documentales mexicanos del año.