Fueron muchas cosas las que me hicieron acercarme al cine de Éric Rohmer, si tuviera que enumerarlas en orden cronológico serían las siguientes:
En primera instancia todo llegó a raíz de Jorge Drexler. Luego de escuchar la canción “La Trama y el Desenlace” del disco “Amar la Trama”, Hay un verso que dice: “Ir por ahí – como en un film – de Éric Rohmer – sin esperar que algo pase” Esta introducción a su cine, a mí que me encanta el cine contemplativo de cineastas como Koreeda, Reygadas, Bresson; era una invitación a descubrirlo.
La segunda cosa que me hizo querer descubrir su cine fueron las pláticas con un amigo que quizá sea la persona que yo conozca con más conocimientos sobre la historia del cine como tal, sus corrientes, sus principales exponentes y como el cine ha repercutido en movimientos históricos y sociales hasta nuestros días. Es gracias a él que he descubierto quizá no mis películas favoritas, pero sí de las mejores que he visto, y más importante; conocer de dónde vienen las bases y las fórmulas para hacer cine, que hoy día no son tan bien aplicadas.
La tercera razón es el haberme topado con algunas críticas de sus películas en la web, críticas publicadas en el New York Times, o por el célebre crítico Roger Ebert (donde cabe decir además que hablan maravillas del francés) me hicieron buscar antes que nada una película, la que más me llamó la atención: Pauline en la Playa.
Quería esperar a ver la mayoría de las películas del cineasta para hacer una especie de retrospectiva, (como ya las he hecho de mis cineastas favoritos: Woody Allen, Wong Kar Wai, el propio Hirokazu Koreeda) pero la verdad es que escribir sobre Pauline en la Playa no lo podía resistir, así que esto solo es una pequeña probadita (supongo) al gran cine del director Éric Rohmer.
Un carro llega a una encantadora casa en lo que parece ser un área llena de vegetación, del auto sale una chica de cabello corto con una blusa de marinero, abre el portón de la casa y meten el coche. Con ella va su tía, quien conducía el coche, las dos están en el lugar para pasar unos días en la playa. La chica, de 15 años y nombre Pauline, va escapando de sus padres, que, si bien son amorosos y la llevan de vacaciones a lugares increíbles, no son la mejor opción para divertirse como ella quisiera; mientras su tía, una rubia despampanante de treinta y tantos llamada Marion, quien está en trámites de divorcio y quiere despejar su mente de todo antes de volver a su trabajo como diseñadora de modas a París. Luego conforme avanza la película nos vamos dando cuenta de datos útiles para el desarrollo de la trama: dónde están, cuáles son sus afinidades en cuanto el amor, por qué, aunque ninguna declara estar buscando un amorío en el corto viaje a la playa, la vida, el destino, o vaya a saber usted qué cosa; les va poniendo en su camino a personajes del pasado, presente, y posible futuro, que las hacen reafirmar, o cambiar de opinión de lo que ellas describen que es el amor, una desde el protagonismo que le permite su belleza, y otra desde la figura fantasmal que le da su edad y que poco a poco cobra importancia y trascendencia en el desarrollo de las acciones de los demás. La película termina justo como empezó, pero invertido: una chica con una playera de marinero cierra el portón de la encantadora casa, sale el auto y se marchan.
Los franceses, a diferencia de los italianos, les gusta exponer al amor como nunca nadie lo podrá interpretar. Y digo a diferencia de los italianos porque ellos más que cualquier otra cosa, filtran la importancia del amor a través de la pareja, los franceses lo hacen como el sentimiento en su esencia, a veces tan cruel y siempre tan necesario.
En esta película en particular Rohmer juega con sus personajes y los centra a cada uno de ellos como el amor en diferentes etapas del enamoramiento, uno podría creer que les da la figura de acuerdo a su edad, pero nada es tan fácil y literal en las ideas de los cineastas de vanguardia. Pauline, la joven del grupo parece ser la que es más consiente de las complicaciones que podría el traer enamorarte como tonto de la persona equivocada, Marion, aunque se dice no buscar nada de momento, luego de reencontrarse con Pierre, un viejo amigo con quien aparentemente había sostenido algo antes de casarse, y quién está perdidamente enamorado de ella, y con Henry, un hombre maduro para quien el amor es una cosa que no hay que atar, lo cual de primera lectura uno puede deducir que es un mujeriego. El cómo se van formando enredos en específico con estos tres personajes, a la par que utilizan de cierta manera a Pauline y un joven con quien tiene un encuentro de verano llamado Sylvain, y a una chica llamada Rossette, nos va mostrando que tan efímero y destructible son las relaciones, y lo fácil que es engañar a las personas, más cuando lo que buscan no es lo mismo, pero el amor, aunque no permanece, no es algo que se pueda atar, ese siempre está vivo como la llama que da calor a una casa con chimenea.
Utilizando palabras de Roger Ebert, termino diciendo que, aunque Éric Rohmer tiene sus cuentos y sus Comedias y Proverbios, cualquier lugar, o, mejor dicho; cualquier película es buena para empezar a descubrir a este director sin prisa, sin cadencia, que le gusta relucir a sus personajes llenos de intelecto, inocencia e impulsos, con un valor predominante a la feminidad, y las situaciones que se desembocan a través de sus deseos, de sus pensamientos, que bien podrían ser muy similares a los nuestros, esos que pensamos precisamente cuando estamos viendo una película como Pauline en la Playa, donde la prosa y los largos diálogos no tienen prisa por llegar rápido, (y en la que la bandera francesa está muy presente) llegarán a lo que quieran decir sin dudar, se tomarán su tiempo, pero tampoco se adornarán demás. Que por cierto, no hace falta ponerle tanta atención para darse cuenta de que manera influenció en cierta parte esta película a la forma en que fue realizada la película de Call Me By Your Name de Luca Guadagnino.
La lengua que se sacude se muerde.
-Contigo el tiempo pasa muy deprisa.
-Contigo también.
No tengo muebles y no me gusta que una mujer me obligue a identificarla como una parte del mobiliario. [...] Me gustaría que ella también fuera tan libre como yo, movible, ligera, transportable. Sin equipaje físico y moral.
El niño debe tener arraigos. Ya se desarraigara cuando ella quiera.
-Y por lo que ha dicho usted también está sola.
-Si, pero para mi es sólo un estado de espera.
-¿Y qué espera?
-Sencillamente esa cosa tan imprevisible que es el amor.
El amor es algo ardiente, yo quiero arder de amor.
Cuando la pasión arde tan deprisa su llama es breve.
-¿Por qué hablar siempre del después?
-Porque el amor como la vida ocurren al tiempo.
-En el tiempo si, pero en el momento presente. Tú, por ejemplo, estás en el futuro pero en un futuro improbable, por eso no vives.
-¿Tienes esperanzas?
-Claro, no tenerlas a mi edad sería una tontería.
Hay que conocer a la gente para quererla.
Tienes razón, el amor es un sueño.
-Aprende a vivir el presente, eso te dará fuerza.
-No, soy débil, muy débil.
Mi libertad es interesarme en quien yo quiera.
Escucha Pierre, cuanto peor me hables de él, más me interesará.
Puede que sea peligroso pero siempre me ha fascinado el peligro.
-Es una pena que no seas mi amigo. Porque si lo fueras podrías ayudarme.
-¿A qué?
-Pues a resistirme a esa fascinación. Pero con tu actitud celosa me empujas al fuego.
Si quieren salir cierran la puerta y listo. Aquí no hay nada que robar.
-Vengo ahora porque por la tarde no puedo verte.
-Di mas bien que no quieres.
-No, no puedo, es algo físico. Me repugna ese tipo.
Su poder no se basa en la simpatía sino en el encantamiento. Estás hechizada.
-A conseguido su objetivo.
-Ay, que palabra más horrible.
-La palabra no es horrible, sino el hecho.
¿Por qué buscas tan lejos lo que tienes a tu lado?
-Me siento muy cercano a tí.
-Por eso mismo estás lejano. Yo no busco a alguien que se me parezca, sino a alguien que me complete.
-Tu eres perfecta, no necesitas que te completen.
-Todo ser está incompleto.
Acostarte con un tipo al que no verás más le llamas amor.
Cuando se quiere, le das la vuelta al mundo en dos días.
Prefiero vivir con él algunos momentos intensos que compartir una existencia monótona como la tuya. Yo necesito emociones.
-Emociónate por ti misma, por tu vocación.
-Pero ¿qué vocación?
-Tu empleo.
Eres un insensato. Quieres imponer los sentimientos a la gente.
A palabras necias oídos sordos.
Te aprovechas de que somos jóvenes para culparnos y arreglar tus líos. Me parece algo asqueroso.
El otro no soy yo, y porque una llore no tiene porque llorar la otra.
Pero ella no debería llorar y la otra si.
-La verdad es que no te entiendo. Tienes una chica de lo mejor que hay y te metes con esa payasa.
-Como verás no tengo prejuicios. Y además esa payasa me resulta excitante.
-Para los viejos quizá.
-Gracias. Ya sé que soy viejo. Pero te voy a decir algo, en la vida he querido y me han querido, pero ya estoy harto. Ahora estoy descansando, no quiero apasionarme
No me gusta hacer llorar a la gente. ¿Ves? soy demasiado bueno, y eso me pone en situaciones difíciles.
En el amor no se manda [...] Y todo lo que me puedas decir contra Henry, y todo lo que me pueda decir yo, no me puede apartar de él.
Quiero enamorarle mucho, mucho mucho. Y si sufro, él sufrirá.
Para que hacerlo sufrir si lo quieres.
Porque en el amor se comparte todo. El placer y el sufrimiento.
-¿En qué piensas?
-En que la gente nunca quiere admitir la elección de los demás.
-El amor es una especie de locura.
-Que va, siempre se ama a quien nos conviene.
-Eres demasiado cercano, te conoce de memoria, careces de misterio para ella. No eres extraño
-Pero yo no quiero ser extraño, lo detesto.
-Perdiste tu oportunidad, no supiste imponerte.
-No me gusta imponerme. Quiero que ella venga a mi por si sola.
-Pues espera.
-Esperare tanto tiempo como haga falta. Hasta que ella me quiera. Y si tarda demasiado hasta que yo deje de quererla. Es probable que deje de quererla algún día. Y quizá entonces ella me quiera pero será tarde, esa será mi venganza.
-Tú no la quiere, quieres que ella te quiera, no es lo mismo.
Que te crees, que soy maquiavélico, en absoluto. Yo actué sin pensar, creí que ellos se esconderían bien tras la puerta.
-Te he hecho daño de verdad.
-No, me has tomado por sorpresa. Sólo quería despertarte con suavidad.
-No seas hipócrita.
-Bueno, eres una mujer y tienes unas piernas preciosas. Eso te resulta más sincero.
-No entiendo a los hombres, sobre todo a los mayores, no hacen nunca nada con sinceridad.
-Es cierto que Marion es muy guapa, tiene un cuerpo extraordinario, perfecto, demasiado perfecto como una estatua, el tipo que todas las mujeres desean, modélico. Quizá por eso la admiro pero no me atrae de verdad. En todo caso menos que una mujer de verdad. La imperfección es sorprendente. Imagina que los genetistas llegaran por medio de la manipulación de los cromosomas a crear un tipo ideal de mujer como en Un Mundo Feliz, ¿lo has leído? Es igual. Estoy convencido de que esta mujer sería como Marion. Y poco a poco todas las mujeres llegarían a parecerse a ese tipo. ¿Te imaginas La Tierra poblada con millones de Marion?
-Tu vendedora me parece mucho más artificial.
-En sus modales quizá, pero no en su naturaleza.
Hay algo que entenderán mucho mejor: Marion se echó en mis brazos, no me dejó tiempo de desearla. Aprende a dejarte desear en la vida sino serás muy desgraciada.
En el fondo, odio las despedidas.
En el campo no te aburres nunca.
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