Y cuando dejó de sonar "Every Breath You Take", empezó a sonar "Something", y junto con ella apareció la sonrisa dibujada en el rostro de Juan que no cabía más su brillo en la habitación de toda la felicidad que sentía en aquel momento y al escuchar esa canción, aquella canción en aquel preciso momento. Y mientras Juan seguía sonriendo y empezaba a cantar con los ojos cerrados aquella canción, Ale que también no podía sonreír más por la felicidad que le desbordaba por las mejillas, como si ese momento, aquel día fuera algo más que el mejor y el más feliz día de su vida y como si no estuviera acompañada más que sólo por la persona que más amaba sobre la tierra. Mientras los dos sonreían, y mientras uno cantaba y la otra escuchaba, Ale interrumpió a Juan diciéndole:
-Tu canción favorita-
-Si, mi canción favorita-
-¿Por qué es tu canción favorita Juan?-
-¿No sabes por qué es mi canción favorita?-
-No-
Le decía Ale a Juan con esa bonita cara que expresaba duda e ingenuidad, esa cara de niña que en menos de un mes se había convertido en la cara de la más linda y hermosa novia y mujer, como flor de jardín recién lloviznado por la generosa lluvia de un día caluroso y soleado de medio verano que apenas estaba pintando.
-¿En serio no sabes por qué es mi canción favorita?-
-No en verdad no sé porque es tu canción favorita-
Juan no le contestó y segundos después viéndolo a ver a los ojos pero sin que este volteara a verla, Ale le preguntó:
-¿Por qué es tu canción favorita?-
Juan sonriendo y soltándola para darle una vuelta y devolviéndola a la guarida que eran sus brazos a donde la regresó y la volvió a abrazar le dijo:
-Pues porque la canta George Harrison-
-Ay Juan, tu y tu George Harrison- dijo Ale y se empezó a reír -y yo y mi Paul McCartney y Antonio y su John Lennon. ¿Por qué nadie querrá a Ringo Starr?
-Lo que tu no sabes Ale es que todos queremos a Ringo Starr, pues si bien las letras y las guitarras de los demás nos gustan, sin el ritmo no somos nada, todos amamos a Ringo, pero no todos podemos confesarlo o nos atrevemos a confesar, te puedo asegurar que será el último de Los Beatles que morirá-
-¡Oye!- Dijo Ale golpeándolo en el hombro de nuevo.
-No te creas. Todos sabemos que Los Beatles no morirán-
-¿Y tu?-
-¿Y yo qué?-
-¿Tu morirás?-
-Mientras tu no me dejes morir, yo tampoco moriré-
Y mientras Ale lo volteaba a ver pero sus miradas no se cruzaban (y sin que sus miradas se cruzaran) porque Juan miraba hacia la nada o a algún lugar muy parecido con la nada, Ale no le dijo (nada) más y recostó su cabeza en el hombro de Juan y siguieron bailando esta vez en silencio hasta que "Something" dejó de sonar. Unos segundos reinaron en el apacible silencio dentro de hermosa y alumbrada habitación de Ale color perla tenue. Todo esto ocurría mientras sonaban los últimos acordes de "Something" y segundos después empezaba el rasgueo de guitarra que daba la entrada a la potente voz del señor Paul McCartney en la canción "¡Oh Darling!".
* * *
Y mientras bailaban con la noche ya en presencia plena, no como un recuerdo sino como la presencia de una persona más, un orden, un factor que en una historia es determinante, las luces deplorables de aquel kiosco, seis de ocho farolas funcionando hacían de la atmósfera el cuadro perfecto que Juan alguna vez soñó. terminó la canción del viejo y empezó a sonar "Something" y esto creo en la mente de Juan la visión de un recuerdo que a esta altura ya no sabía si era un recuerdo de algo que había pasado o algo que sólo había sido un bello sueño, una ilusión, algo que su cabeza había creado, no lo sabía y en este momento no lo quería averiguar. Sentía el cuerpo de Ana apretar con más intensidad, con más fuerza, sentía como su boca y su nariz se acercaban y tocaban su hombro, su boca no decía nada; su nariz, su respiración lo decía todo y lo sentía todo. Juan sólo olía su cabello, vainilla; no quería verla a los ojos, no quería descubrir en ellos algo que creía ya saber, pero que no quería creer, en ese momento, como si ella hubiera sido capaz de escuchar su pensamiento se separó de su hombro y volteándolo a ver a los ojos pero sin que Juan la viera, sólo en un principio, le dijo:
Ana: -Tu canción favorita.
Juan: -Sí, lo sé.
Ana: -Sabías que una de las reglas más sagradas de los fanáticos de Los Beatles es dedicarle Something al amor de tu vida.
Y Juan sin contestarle nada y sonriendo mientras ella rosaba su mejilla contra la de él, sólo respiraba lo más que podía de su perfume y seguía bailando mientras la sentía, mientras aún podía.
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