Esta publicación quizá sea una de esas publicaciones que menos sentido o más inútiles resulten para el blog, pero aún así no puedo dejarla de escribir.
Trata sobre mi ausencia a últimas semanas en el blog, trata sobre cambios que pasan cuando los tiempos cambian, cuando las personas crecen, y cuando decisiones de terceros (decisiones que aunque duelan, deben tomar tarde o temprano para que ellos estén bien, aunque de momento no se vea tan claro esto) cambian la vida de uno.
Además de atravesar el hecho de ya no vivir con mi familia, familia con la que he vivido prácticamente desde que nací, salvo por algunos lapsos de tiempo no mayores a un año, y siempre teniendo la compañía de al menos un integrante de esta (ya fuera alguno de mis dos hermanos o mi señora madre) por primera vez estoy completamente solo, al menos en este sentido, ya que de una forma u otra, nunca estoy solo.
Quizá de las cosas que más extraño, y que era una de las que más me molestaba, o de las que más me quejaba teniéndolos cerca (ya saben lo que dice el dicho: nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido), es el ruido de mi hermano menor, su corpulenta presencia. Si bien no me puedo jactar de ser una mala persona del todo, y en la medida de lo posible he hecho lo que he querido en la vida, lo que he querido con el corazón, pero tampoco puedo decir que soy el mejor ejemplo a seguir. Con esto quiero decir, en clave de confesión, que no quisiera que mi hermano fuera como yo, yo quiero que él sea completamente feliz, que no se le seque el corazón, como yo lo tengo en cierto grado, y que no se amargue la vida por nimiedades.
La cosa más dura de mudarse, no es el cargar los pesados muebles de un lugar a otro, es convertir un espacio desconocido en un hogar, pasar los primeros días sin dormir sintiendo que invades un lugar que no te pertenece, que fue antes de alguien más, que en ese lugar comieron, rieron, hicieron el amor, vivieron. Recuerdas los ruidos y las texturas del viejo hogar (dice ese otro dicho: uno se acostumbra a todo, incluso a lo malo, al grado mismo de tomarle cariño), recuerdas la sensación de seguridad que te producía escuchar tan de cerca a las personas que viven contigo. Vienen las responsabilidades, los cambios, encomendarse un poco a la suerte, y no soltar viejos hábitos para saber que no estoy del todo solo, que no sentiré la resignación de madurar y cambiar tan fácilmente, o como dirían esas maravillosas letra de Dylan Thomas: "no entres dócilmente en esa buena noche".
Seguimos peleando.
juan. abrazar el cambio.
ResponderBorrarmás si ya está tomada la decisión y consumado el hecho.
esa nueva casa no es una casa llena de la vida anterior, es una casa vacía de tu futura vida.
y está en vos llenarla de la mejor manera posible.
tenés todas las herramientas para eso.
no se te percibe una mala persona. mas bien todo lo contrario.
arriba y adelante!
abrazo
f
ps: me tomo la libertad de atraer a frodo hasta aquí por esa carta...
Gracias estimado f.
BorrarAbrazo grande.
Hola Johnny, llego acá atraído por Mr. f.
ResponderBorrarLo único que prevalece es el cambio. A veces es más difícil, otras más fácil aceptarlo. Pero es imposible detenerse en un momento.
Si de publicaciones con poco sentido o más inútiles se trata, ahí estoy yo, con mis barajas en la mano.
Me guardo la imagen de tu foto y el enlace de esta entrada para publicar en una próxima.
Solo me gustaría saber ¿dónde está tomada la foto?
Que no decaiga, la nostalgia y la melancolía estarán ahí para asaltarte en tu nueva etapa, pero tenés el arte para contrarrestar.
Abrazo grande hermano!
A cuidarse!
Gracias estimado Frodo.
BorrarLa foto está tomada en La Paz, Baja California Sur, México.
Saludos amigo.