-¿Por qué no viniste aquella vez?
-Te lo dije, trabajo los fines de semana hasta tarde. Se hunde el barco si no esta el capitán.
-Entonces como es que estas hoy aquí, ya no trabajas mas en ese funesto lugar.
-No, quiero decir, si; aun trabajo ahí. Pero ya no soy mas capitán, ahora soy el Sheriff.
Dudé por un segundo en volver a tocar el timbre o no, así como presiento que la persona detrás de la ventana dudó en salir a abrir o no. Cuando estaba por decidir si mejor retirarme la puerta de la casa se abrió, salió alguien cubierto con una toalla, por su complexión parecía una mujer, me abrió el candado que tenía la cadena que agarraba la puerta de la puerta externa, no dijo palabra alguna, sólo abrió el candado y volvió a la casa, su forma de salir corriendo me dio a entender que esa era una bienvenida.
Ya estando adentro me pareció estar dentro de un sueño, o dentro de una realidad que ya había vivido, algo que yo ya había conocido. La casa era justo como la imaginaba, olía a polvo, como si no la limpiara en años, como si estuviera abandonada, olía más que nada a libros viejos, la alfombra roja daba la impresión que era del año en que el muro de Berlin había sido derribado, justo la misma edad que yo tenia. Unas pequeñas lamparas colgadas en las paredes y no del techo como todos estamos acostumbrados a tener la luz en nuestras casas, la sala que era donde estaba parado tenia en el techo un papel tapiz oscuro con miles de pequeños puntos blancos no sé si hechos por el paso del tiempo o el hombre, las tres cuartas partes superiores de la pared tenia un papel tapiz igual de rojo y desgastado que la alfombra, y la cuarta parte inferior restante de la pared atiborrada de libros, de todos tipos, de todas clases, de todos idiomas, muchos los pude reconocer, muchos mas me sacaron una sonrisa.
Toda esta larga observación la pude hacer en un par de minutos o menos, la teoría de la relatividad del tiempo no esta mejor aplicada como cuando realmente estas disfrutando las cosas, un par de minutos escuchando una cancion mientras llueve a cantaros afuera en la calle mientras tu estas bajo un tejaban esperando que llegue el coche y te lleve a casa y ves a un niño jugar con un barquito de papel queriéndolo hacer volar, hay canciones que quisieras que jamas terminaran. Para cuando volví en mi la mujer que había abierto la puerta para que yo entrara a la casa no estaba en la sala, y de repente de la nada apareció, venia con un par de toallas, me ofreció una sin dirigirme mirada o palabra, yo agradecí con mirada y palabra pero era como si no hubiera escuchado nada, su rostro no reflejaba nada, ni una emoción, ni siquiera un tono de piel, la teoría del fantasma no parecía tan ridícula, aun no la quería descartar del todo.
-¿Qué te parece?
Dijo una voz de repente sacándome de no se que lugar en el que estaba metido mientras seguía contemplando la peculiaridad del techo de la sala. No conteste hasta pasados varios segundos.
-La casa es maravillosa.
-Si, me ha costado tanto mantenerla así.
-Hace mucho que vives en ella.
-Desde que nací.
-Es tan vieja la casa. Perdón no quise....
-No, esta bien. La casa es de principios del siglo XX.
Me mostró toda la casa, desde la pequeña cocina sin puerta mas que la tela vieja y apolillada que alguna vez había tenido un color muy parecido al amarillo de los olmos en otoño, pasando por el baño donde pude ver a lo lejos un libro de Mario Benedetti, el pasillo mas oscuro y sin luz que haya visto en mi vida, hasta el ático que no guardaba otra cosa que no fueran libros y cajas vacías que no tenían mas que mi incertidumbre por saber que habían albergado antes, los libros que ahora estaban junto a ellas, ropa, fotografías y sus portaretratos que se habían convertido en cenizas.
Al final pasamos a la habitación donde ella dormía, yo quería romper el silencio, no era sano que dos personas que no se conocen compartieran por tanto tiempo el silencio, pero el silencio era tan armonioso, que romperlo seria como quitarle la magia a la vida. Cuando por fin estaba dispuesto a romper el silencio, mi boca sin yo pensarlo mucho dijo una estupidez:
-Me tengo que ir.
-¿No quieres saber en cuanto la rento?
-Perdón, lo siento. Si. Cuanto estas pidiendo.
-La verdad es que...
La chica para este momento se veía muy nerviosa, su cara ya tenia color, su piel ya delataba su tono, tenia presencia corporal, sus ojos, ya mostraban emociones, no sabia que emociones, pero se veía algo dentro de ella, como si se transparentara por instantes. hablaba entre cortado, se quitó la toalla de encima de sus ropas, ninguno de los dos para ese momento se había desecho de la toalla, pero aun no estábamos secos del todo, pareciera que a los dos nos gustara el recuerdo del frío que produce el agua fría de la lluvia en nuestro cuerpo, no podía hablar por ella, pero al menos a mi me encantaba, lo de la toalla lo había hecho sin un gramo de conciencia.
Toda esta larga observación la pude hacer en un par de minutos o menos, la teoría de la relatividad del tiempo no esta mejor aplicada como cuando realmente estas disfrutando las cosas, un par de minutos escuchando una cancion mientras llueve a cantaros afuera en la calle mientras tu estas bajo un tejaban esperando que llegue el coche y te lleve a casa y ves a un niño jugar con un barquito de papel queriéndolo hacer volar, hay canciones que quisieras que jamas terminaran. Para cuando volví en mi la mujer que había abierto la puerta para que yo entrara a la casa no estaba en la sala, y de repente de la nada apareció, venia con un par de toallas, me ofreció una sin dirigirme mirada o palabra, yo agradecí con mirada y palabra pero era como si no hubiera escuchado nada, su rostro no reflejaba nada, ni una emoción, ni siquiera un tono de piel, la teoría del fantasma no parecía tan ridícula, aun no la quería descartar del todo.
-¿Qué te parece?
Dijo una voz de repente sacándome de no se que lugar en el que estaba metido mientras seguía contemplando la peculiaridad del techo de la sala. No conteste hasta pasados varios segundos.
-La casa es maravillosa.
-Si, me ha costado tanto mantenerla así.
-Hace mucho que vives en ella.
-Desde que nací.
-Es tan vieja la casa. Perdón no quise....
-No, esta bien. La casa es de principios del siglo XX.
Me mostró toda la casa, desde la pequeña cocina sin puerta mas que la tela vieja y apolillada que alguna vez había tenido un color muy parecido al amarillo de los olmos en otoño, pasando por el baño donde pude ver a lo lejos un libro de Mario Benedetti, el pasillo mas oscuro y sin luz que haya visto en mi vida, hasta el ático que no guardaba otra cosa que no fueran libros y cajas vacías que no tenían mas que mi incertidumbre por saber que habían albergado antes, los libros que ahora estaban junto a ellas, ropa, fotografías y sus portaretratos que se habían convertido en cenizas.
Al final pasamos a la habitación donde ella dormía, yo quería romper el silencio, no era sano que dos personas que no se conocen compartieran por tanto tiempo el silencio, pero el silencio era tan armonioso, que romperlo seria como quitarle la magia a la vida. Cuando por fin estaba dispuesto a romper el silencio, mi boca sin yo pensarlo mucho dijo una estupidez:
-Me tengo que ir.
-¿No quieres saber en cuanto la rento?
-Perdón, lo siento. Si. Cuanto estas pidiendo.
-La verdad es que...
La chica para este momento se veía muy nerviosa, su cara ya tenia color, su piel ya delataba su tono, tenia presencia corporal, sus ojos, ya mostraban emociones, no sabia que emociones, pero se veía algo dentro de ella, como si se transparentara por instantes. hablaba entre cortado, se quitó la toalla de encima de sus ropas, ninguno de los dos para ese momento se había desecho de la toalla, pero aun no estábamos secos del todo, pareciera que a los dos nos gustara el recuerdo del frío que produce el agua fría de la lluvia en nuestro cuerpo, no podía hablar por ella, pero al menos a mi me encantaba, lo de la toalla lo había hecho sin un gramo de conciencia.