La sutileza de los lenguajes, lo poderoso de los mensajes y lo orgánico de cómo es impecable la comunión fondo/forma, hace que esta película sea una obra extraordinaria y perfecta.
Tiene el poder evocativo de hacerte recordar y revivir propios pasajes de la infancia, y cómo eran las dinámicas familiares, sobre todo a finales de siglo pasado: el defecto familiar de querer hacer crecer de manera forzosa y abrupta, la crueldad inofensiva y sin malicia de los hermanos mayores, y el machismo imperante que permea en todos los ámbitos de la vida.
Lleva con detenimiento el desarrollo de la historia.
La figura observadora, curiosa y taciturna de Valentina, le da un halo de enigma y misterio a la película. Hace que te enganches de inmediato a su particular personalidad.
La narrativa de Deniss es valiente y plausible, pues en determinados lapsos que parece que no vemos nada, lo escuchamos todo. Descubrimos, a ratos viendo, a ratos escuchando.
Hasta cierto punto de la película donde todo es ajeno a Valentina, nosotros vemos lo que sucede a su alrededor, pero sobre todo lo que se dice, y en esos momentos también percatamos, además del gran trabajo de cámara y sonido; lo poderoso de todas las actuaciones.
Un tratamiento de luz naturalista que la fotografía remarca de manera impecable. Lo que logran a nivel imagen, es realmente brillante, matizado y hermoso.
Se le podría asociar cierta similitud en una de sus líneas argumentales respecto a las tramas que aborda, con la película Abel (Diego Luna, 2010), pero el tratamiento narrativo de naturaleza contemplativa que emplea Deniss (que además de detallista, es atenta y que para nada demerita su propuesta rítmica, para aquellos que puedan quejarse de que es muy lenta, y que para nada lo es), es atendido desde una perspectiva totalmente distinta. Mientras Diego lo hace desde el humor dramático, Deniss fija su mirada y su escritura en un enfoque además de realista, atendiendo el impacto sobre cómo la ausencia de un engrane importante de la familia, puede dar a otro miembro de esta, a veces el menos esperado, un lugar que ocupar cuando quizá siente que no encaja, aunque antes no tuviera o sintiera la necesidad de hacerlo. En muchos sentidos, siento que explora algunos de los estudios que Freud firmaba sobre las infancias, pero lo expone con una atención puesta desde una visión para nada simplista o condescendiente, sino totalmente elegante y certera, sin rodeos ni lugares comunes.
Percaté (o eso quise ver yo) paralelismos con el cine de autores que en lo personal amo. Más allá de que si hay algo de Sofia Coppola en este grupo de hermanas (los uniformes del instituto), lo cierto es que quizá es el menos importante, o el más fácil paralelismo a detectar, pero lo que logra a través de lo que para ella significa y es el cine, y lo que seguramente le ha aprendido al cine de otros autores, es realmente precioso: está Reygadas, Tarkovsky, Martel, Erice, Saura, Bergman, e incluso sentí algo de la cadencia del cine de Rohmer.
Deniss está en otro nivel. Su cine, juega en otra liga. En definitiva, la cineasta y autora más importante hoy día del cine duranguense.