Producciones "La Vieja Escuela" Presentan:
viernes, 31 de diciembre de 2021
Películas favoritas del 2021 de "La Vieja Escuela"
Películas mexicanas favoritas del 2021 de "La Vieja Escuela"
miércoles, 29 de diciembre de 2021
Ella se había sentado en la primera banca de la fila, él miraba el nacimiento que estaba frente al altar, con algo de asombro y curiosidad. Iba descubriendo detalles que no pensaría que habrían en el nacimiento de un bebé en medio de la nada, porque el acontecimiento real, el que intentaban recrear en ese bello y pomposo nacimiento en la iglesia, había ocurrido en medio de la nada. Veía los animales, veía cómo habían acomodado los musgos con tal precisión, que parecía que habían nacido allí. Ella lo miraba con extrañeza, y sentía una especie de admiración, no se creía que hubiera una persona, como aquel joven, que se fijara en esas cosas, sin tomarle después una foto. Ambos creían, cada uno mirando y pensando en una cosa diferente, que estaban ante una especie de milagro.
Él había dejado de mirar el nacimiento y se dirigía hacia ella, la miraba y le sonreía. Ella sabía que no era una mirada que buscara algo, como las miradas que tenían esos hombres en el bar que trabajaba entre semana, hombres deseosos de carne, de placer, de satisfacción sin importarles las manchas que suele dejar el deseo cuando no es honesto.
Se sentó a su lado y la volteó a ver, al principio no dijo nada, no le dijo nada a ella, sólo le sonrió, parecía muy sereno en el lugar. Entonces, después dijo con una voz muy clara y calmada:
-Se siente mucha paz en este sitio.
Ella lo miró sorprendida, no es que hubiera esperado otras palabras de él, pero si le sorprendió escucharlo hablar tan de repente. Si algo había mostrado hasta ahora en la velada que estaban compartiendo, era que sus palabras solían ser muy reservadas, y que por lo general era ella quien comenzaba las pláticas. Ahora a ella le tocaba seguir con el interrogatorio.
-¿Por qué ya no volviste a la ciudad? -Él respiró hondamente antes de responderle.
-Evidentemente en un principio fue porque mis padres ya no volvieron. Yo era un niño, y por muchas ganas que tuviera por volver, no podía hacerlo. Después, ya que fui mayor de edad, aunque siempre lo tenía en la mente y me ponía a hacer planes, algo me hacía posponer el viaje. La verdad es que me daba miedo.
-¿Por?
-No lo sé. Quizá porque entre más lo pensaba, mientras más revisaba mis memorias y mis recuerdos, me daba cuenta que yo no encajaría con la ciudad. No vivía al mismo ritmo de vida que ustedes, ojala tuviera esa ligereza de sangre en mis venas, eso es algo que siempre les envidiaré. Quizá si mis padres me hubieran dejado vivir un par de años acá, la habría desarrollado. Me llevaría mucho tiempo adaptarme y sufriría seguramente mucho en el proceso. Por más que amara a esta ciudad, yo jamás sería parte de ella. Me preguntaste por qué vine a esta iglesia en preciso. Es porque en ella se casaron mis padres, y aquí me bautizaron. Y cuando venimos hace 14 años, ellos me trajeron a ella. Recuerdo que las figuras de San Pedro y San Pablo se me hacían enormes, ahora son tan simples como yo. Siento que yo perdí la magia, o quizá la ciudad ya no me permite verla.
Él volteó a verla, ella lo miraba quietamente, lo estuvo mirando y escuchando con detenimiento, él iba y venía con su mirada por todo el altar mientras hablaba. Ella se sentía muy conmovida con lo que él le contaba. Ella no supo que hacer mas que abrazarlo, él se sorprendió con el gesto de ella, pero al final lo correspondió con sus brazos dando calor a la espalda de ella. Acto seguido escucharon que una puerta detrás del altar se abría, decidieron salir antes de que alguien los mirara. Seguro que Rogelio los estaría esperando preocupado afuera del taxi, muerto de frío.
viernes, 24 de diciembre de 2021
Una película de policías - Alonso Ruizpalacios - 2021 - #Netflix
miércoles, 22 de diciembre de 2021
Nueve títulos interesantes en el catálogo de Netflix.
martes, 21 de diciembre de 2021
Lado B: primavera en NY, primera parte.
1.-
-¿Recuerdas la primera vez que nos besamos?
-¿Te refieres a la primera primera vez?
-¿Cómo la primera primera vez?
-Si. La colina.
-¡No! Claro que no. Esa ni la menciones, esa no vale.
-Engañamos muy bien a los demás.
-Lo sé. -Ella sonría y le da luz a todas las galaxias.
-Entonces te refieres a la vez del coche.
-Si.
-Claro que la recuerda
-A ver. Cuéntamela.
-¿A qué viene ahora tu necesidad de recordar? Recuerdo que antes odiabas los recuerdos.
-Eso fue antes de conocerte. Más que nada, quiero saber si tú aun recuerdas, y qué haces con eso. Antes los recuerdos hacían que quisieras hacer el amor. Sólo estoy tentando al destino.
2.-
¿Qué pasará por la cabeza de un hombre al mirar los cerezos florecidos en Kyoto? Hace un mes estuve en esa ciudad y contemplé en la distancia, con la mayor discreción posible por supuesto, a un hombre que los miraba detenidamente, pero no se veía una clase de emoción en la mirada, como si la he visto en las mujeres por ejemplo, cuando se quedan absortas mirando algo detenidamente durante mucho tiempo. Ese hombre debió haber estado como mínimo diez minutos observando al mismo punto de ese árbol sin siquiera moverse, de vez en vez se asomaba un bosquejo de sonrisa, o cerraba un poco los ojos, pero de ahí en fuera, nada que mostrara un símbolo de exaltación o pico de intensidad.
Para mí siempre será un misterio lo que pasa en la cabeza de los hombres, sé que ser mujer es complicado, pero por ejemplo, ahora que estoy de descanso, sentada en el pasto aquí en Central Park, veo a un montón de hombres cruzando el parque, la gran mayoría muy distintos en sus facciones y sus acciones, por ejemplo, pasó un hombre asiático calvo muy deprisa, ahora pasa un hombre con toda la calma del mundo sonriendo y hablando por teléfono, seguro que le habla a su novia, si fuera a su esposa creo que no sonreiría tanto, detrás de él viene un joven con rasgos latinos y cara de consternación, pero no se ve triste, camina a paso normal, quizá lo corrieron del trabajo que odiaba. Pues estos tres hombres, aunque muy diferentes, tenían algo en común: un traje oscuro con camisa blanca. No comprendo como los hombres, o la mayoría de los hombres, pueden vestirse de esa manera, la gran mayoría de sus vidas, y vivir de manera tan normal, es algo que simplemente nosotras no podríamos hacer. Alguna vez creí estar cerca de comprender lo que piensan los hombres, pero al final caí en cuentas que sólo había sido una ilusión.
Esto me pasó mientras caminaba por uno de los puentes del lago ya camino a mi departamento, vi a un hombre contemplando hacia un árbol casi de la misma forma que el hombre en Kyoto que recordaba un rato atrás, titubeé en si debía acercarme un poco más y salir del camino, o llegar a mi cómodo sofá, opté dado que la posición del sol aún favorecía el tiempo para estar afuera, acercarme sólo un poco, teniendo la curiosidad si podía ser posible que me encontrara con este sujeto por segunda vez en la vida en dos ciudades distintas prácticamente haciendo lo mismo, pero conforme me acercaba el hombre se parecía menos al que yo recordaba, y en su lugar aparecía otro también extraído de mis propios recuerdos, en este punto había una especie de temor que me hacía querer volver, pero una extraña sensación ya dominaba toda mi capacidad motriz, como una especie de espíritu inquebrantable, como el que domina a los escritores en las madrugadas y los hace escribir lo que ellos conscientemente jamás habrían podido, ya estaba a la misma distancia a la que había estado del hombre en Kyoto, y definitivamente no era él, el hombre que observaba a ese árbol, era Juan.