domingo, 15 de junio de 2025
jueves, 12 de junio de 2025
Brevísimo comentario sobre "Los destellos"
lunes, 2 de junio de 2025
Anna y Dante.
El 2024 fue un año por demás prolífico en cuanto al surgimiento de nuevos obras cinematográficas en Durango. Alrededor de 40 trabajos, tanto cortometrajes como largometrajes figuraron y se proyectaron en distintos festivales tanto duranguenses, como nacionales e internacionales.
De todos esas obras, pocas fueron las que su servidor no pudo ver precisamente el año pasado (según mis cuentas, tres cortos, tres largos), y precisamente "Anna y Dante" fue una de esas pocas películas, y me da gusto que, a mi parecer una de las películas de mayor propuesta, valientes y mejor producidas del cine duranguense, sea uno de mis últimos visionados de esas películas del 2024, y por ende; una de las últimas películas duranguenses de las que escribo.
Cuando un embarazo inesperado amenaza con desmoronar sus sueños, Anna y Dante deben enfrentar sus miedos más profundos en un oscuro apartamento de Durango, guiados por un joven estudiante de medicina, para descubrir el verdadero significado del amor y la madurez.
La película abre con una frase que reza más o menos lo siguiente: "Basada en una historia real sin nombres pero con verdades". Esta frase, y la escena onírica con llamas, sangre y Dante (Juan Carlos Valdivia), que inmediatamente identificamos proveniente del inconsciente de Anna (Catherine Avila), ya nos dictan de maneras muy finas y simbólicas mucho de la película: hacia donde se dirige, pero también de donde viene.
Dentro de los fondos, uno agradece que Carlos, toque un tema de la manera que lo toca, tomándolo con la naturalidad de una persona que sabe que estas historias existen y son importantes, y que pareciera ficción que hoy día jovencitas se juegan la vida por no tener las seguridades que el estado debería de proporcionarles, cuando están seguras que por una u otra razón, no podrían ser las buenas madres que algún día les gustaría ser, y que tampoco tendrán hijos sanos por la misma razón. Sobre todo me parece que esta película es un acto de valentía al nacer en una ciudad como Durango con un contexto social aún muy conservador, que aparentemente está a favor de los temas socialmente delicados, pero a la hora de defender o apoyar a quienes buscan que esto sea posible y forme parte de la ley, se esconden, o empiezan a despotricar a favor de la falsa moral del siglo pasado que satanizaba el divorcio, pero callaba las violaciones familiares.
Dentro del tratamiento narrativo-visual, Carlos sabe adaptar la situación y retratarla con atino, acorde a la situación que se presenta. Mientras que en los momentos de interacción entre Anna y Dante cuando vuelven a convivir luego de su encuentro en la fiesta (habiendo dejado de ser novios tiempo atrás), con todo y sus encuentros íntimos (retratados con mucho decoro, sin sobre pasar lo explícito y crudo de la situación) lo hace de tal manera que pareciera que estamos mirando una historia contada por Anna o Dante justo con la edad que tienen en ese momento, jamás se endurece la mirada, no se nota la barrera, o eso que muchas veces pasa cuando una persona de treinta y tantos cuenta una historia de un par de jóvenes a sus 18 o 20. Aun con esto que logra Carlos a través del lenguaje cinematográfico, también se nota una mirada atenta y detallista de todo lo que les pasa a Anna y Dante, la armonía de los cuadros, la vorágine caótica de algunos planos, y la manifestación onírica del arrepentimiento y el deseo. Todos estos elementos nos lleva a constatar, o al menos a su servidor; que estamos ante un director que entiene todos los alcances que el lenguaje audiovisual le puede permitir.
Si bien todo lo comentado hasta ahora del discurso y lenguaje son importantes, nada de eso tendría significado sin los personajes de la historia, y por ende, las actrices y actores que los interpretan. La combinación que se hace de no-actores y actores con formación (aunque con poca experiencia) es perfecta, todos tienen la misma tesitura y se nota que Carlos puso mucho tiempo y atención a prepararlos para que dieran los tonos y la sobriedad que justamente él quería expresar en la película.
Hay un respeto a la esencia, a la naturalidad y a la coherencia no sólo de cómo pueden ser y comportarse las personas en una situación como la que se expone en la historia, sino que además siento también hay fidedignas muestras y un fidedigno tratamiento de como hablamos y somos las personas en una sociedad como la duranguense, sobre todo cuando hablamos de actos solidarios como es el caso de la amiga de Anna (Lucia) y el amigo de Dante (Alan), que en apariciones muy pequeñas, están cuando Anna y Dante necesitan ser escuchados sin prejuicio alguno. También está la figura macho/patriarcal del padre de Dante (que habría sido interesante que se explotara un poco más esa línea del cómo afectaba anímicamente a Dante), el caso del personaje de Milton (interpretado de manera brillante por Francisco de Pointe Du Lac [como reza su nombre artístico]) que es una muestra de ambición, conocimiento, lujuria y maldad en maneras equitativas; y el caso de Dante y Maggie (grata sorpresa también la de Esmeralda Vega interpretando un personaje que desde su construcción tiene contradicciones emocionales bastante interesantes), que luego de perderse en la noche y dejar a su suerte a Anna, regresan en el momento exacto, se arrepienten a tiempo para rescatarla y ayudarla, aunque a partir de ese momento sus vidas vayan a cambiar para siempre.
Y cerrando el tema actoral, no puedo dejar de hablar sobre el descubrimiento que ha resultado para su servidor ver la actuación de Catherine Avila interpretando a Anna. El trabajo emocional y su rango expresivo tanto facial como corporal, tiene un arrebato de inocencia, ternura y dolor que hace que uno crea todo lo que el personaje está pasando. Naturalmente hay un trabajo que se le debe reconocer a Carlos no sólo por la preparación, la guía y el ojo para elegirla a ella como Anna y de poner el encuadre y plano adecuado para justo hacer lucir y capturar esa actuación y lo que se buscaba hacer sentir al espectador, pero definitivamente considero a Catherine como el elemento más importante de esta película, sin dejar de lado por supuesto la carga psicológica y emotiva de Dante (que tiene una escena de derrumbe extraordinaria), y que es un perfecto acompañante de Anna, como lo es la música para los tiempos dramáticos en la película son rellenar de más absolutamente nada.
Otra valía muy importante en la película de Carlos es como reivindica a locaciones ya conocidas de la ciudad (como el multifamiliar Zarco, que por cierto en las escenas del departamento, el reloj en la pared les juega un par de malas pasadas en cuanto a la continuidad se refiere), y como descubre otras, como lo es el edificio olvidado del cerro de los remedios donde logra tomas muy bellas y que reflejan el estado de un amor rescatado de las ruinas, entre Anna y Dante. Carlos también logra regalarnos algunos cuadros a lo largo de la película de los que yo llamo "fotogramas para colgar en la sala de su casa", por la perfecta composición y sincronía de todos los elementos que tienen, hablando sobre todo de lo visual, pero también lo que va más allá de lo visual que hacen de ese cuadro algo perfecto, como es esa toma donde Anna y Dante esperan en la parada de autobús, en la que Dante vende su patineta, entre otras como las nubes de la parte final.
Hablando del final, este me pareció además de poético, de una belleza deslumbrante (que acá se comprende porque muchos sitios refieren a Durango como un personaje más de la película, aunque a mi parecer sólo se manifiesta en esta parte final). Debo decir con toda honestidad que temía que en algún momento, el cierre discursivo de la historia se fuera a inclinar por una línea moralina, pero me sorprendió gratamente que Carlos volviera de nuevo no sólo a una mirada que reflejara y abordara la situación desde una perspectiva acorde al problema que se retrata, sino que además Carlos ejemplifica con este final lo importante que es hablar y escuchar sobre los problemas que nos aquejan, y que ya sea que se resuelvan o no del todo, o como esperabamos; siempre hay una especie de alivio y liberación cuando se expresan a través de la palabra hablada.
Para finalizar, justo todo lo que pasan Anna y Dante a su corta edad durante toda la película y que es la médula de la historia, me hace volver a pensar en el principio de la película con esta visión onírica de Anna y que se vuelve a manifestar en su recuperación de lo vivido esa noche/madrugada donde experimentó el miedo y el dolor de ser mujer y estar sola. Mi interpretación (que no busca en lo absoluto ser moralina y redundante, pero que si así es interpretada por algunos, pido disculpas de antemano) es que tanto el elemento de la sangre como del fuego, pueden simbolizar la condena de la sociedad por los actos cometidos por Anna y Dante, pero aun con esta condena, Anna y Dante sabían que en su vida querían otra cosa. Y si el querer otra cosa a su edad los condenaba al infierno, no les importaba caer en ello, como seguramente a muchos de nosotros tampoco nos importaría en esta situación.
lunes, 19 de mayo de 2025
Shadows of the past: cine indie hecho por duranguenses en el extranjero.
sábado, 17 de mayo de 2025
Breve comentario sobre "El eternauta".
miércoles, 30 de abril de 2025
Breve comentario sobre Sinners, de Ryan Coogler.
jueves, 3 de abril de 2025
La Raya: fantasmas en el pueblo de los olvidados.
miércoles, 26 de marzo de 2025
1938
martes, 25 de marzo de 2025
A través de Tola
viernes, 7 de marzo de 2025
Breve comentario sobre “El aprendiz”.
Ahora, dicho esto, debo decir que Ali hizo dos cosas a la vez que a mi particular punto de vista las veía no sólo difíciles, sino improbables. La primera, superar las formas que venía explorando con sus pasadas obras; y la segunda: ver un fondo tan pobre, vil y abyecto discursivamente hablando dentro de su cine.
Partiendo la lectura de las buenas hechuras que tiene la forma, Ali muestra su habilidad narrativa de contar una historia, un ritmo sagaz que realza la labor a nivel montaje, aunado al bellísimo tratamiento visual que se hace de la representación histórica que nos hace pasar de una NY decadente e indeseable de los 70’s, a la glamorosa y revitalizada NY de los 80’s. En este sentido se nota aún más la riqueza de todos los elementos técnicos de la película en los exteriores y planos generales, pues en lo interior/interno y en el plano más cercano, se asoma no un error, sino un formalismo que atiende directamente al fondo.
Mucho de lo realmente propositivo del cine de Ali radicaba en dos cosas a mi parecer: el no prejuicio de los temas sociales que exponía, y la ambigua generalidad de la posición de sus personajes, y acá me parece que no están tan bien representados/ejecutados estos valores.
Partiendo del primero, si bien es verdad que esta película no toma partido aparente hacia un juicio a la figura del joven Trump, la forma en que es observado a través de la cámara (ojo acá con el lenguaje cinematográfico), si hay una especie de validez a no sólo el camino aprendido, sino a la validación de su forma de burlar a la ley y de pregonar la vida de éxito, atropellamiento y riqueza desmedida, aún cuando hay un claro conflicto con su definición de familia y lealtad, no es abiertamente claro el hecho de que pareciera que a través de su arte (está película en particular) Ali nos dijera: “Miren los inicios del monstruo que es Trump, pero que simpático es”.
El segundo, sobre todo se manifiesta con respecto que justo en sus películas pasadas en las que no había ni prejuicio ni validación tal cual de la problemática social que retrataba, y que me parece en muchos sentidos debería de ser la postura oportuna del arte y el artista en general, si que había una inclinación real y total a temas sociales por demás importantes, justo por ser el espejo y panorama de muchos sectores sociales vulnerables y rezagados de todo el mundo, pero lo que pasa acá es que hace el estudio de un personaje muy particular que sólo puede verse reflejado por un sector social además de muy pequeño, por demás privilegiado, que además de que no le va ni a beneficiar ni a perjudicar el discurso de esta película, tampoco va a hacer una diferencia en un aspecto crítico al espectador con respecto a la pobre lectura contextual que se hace desde el argumento y el guion, de la oligarquía y sus alcances.
sábado, 1 de marzo de 2025
Temporada de premios.
viernes, 28 de febrero de 2025
Breves comentarios sobre "La liberación"
Me arriesgo a formular mi opinión desde mi inexistente e indómita ignorancia sobre los movimientos feministas que vienen aconteciendo desde que se creó el movimiento del #MeToo (y que por supuesto celebro y respeto), sobre la serie “La liberación” de la siempre interesante y talentosa Alejandra Márquez Abella, que en realidad se crea a cuatro voces junto con Ilse, Cassandra y Johana (las protagonistas de la serie), todas muy admiradas y respetadas por su servidor.
Si bien no toda la serie es dirigida por Ale, ni escrita en su totalidad por ella (por ahí también intervienen un par de admiradísimas mías: Aura García-Junco y Jimena Montemayor), si es quien al fin de cuentas pone el concepto artístico que llevará todo el conjunto de la obra.
Vidas pasadas, heridas heredadas.
Aún con el hecho de la gran valía del fondo, y mi cuestionamiento en sus formas, creo que habría sido mil veces más poderoso y valiente atender todo esto a través del documental, porque las incongruencias de la ficción (incluso haciendo de muchas situaciones bastante predecibles) desde la farsa y un dejo de sátira con humor negro (que buscan justificar las fallas de congruencia) y lo burdo (como en Un actor malo) ahí están, y le restan potencia y mucho mérito al discurso, llenándolo de estereotipos, muy mal representados, además.
El quinto capítulo es tan definitorio como polarizado, en el cual el elemento simbólico se refuerza y llega a su punto cumbre/máximo, haciéndolo por mucho el mejor de la serie. Aunque también por momentos apela a la cuarta pared, y aunque claramente, yo sé que no está mirando a quienes no hemos sido violentos o violentados por nuestra condición de hombre, ni es en el estricto sentido de la palabra una mirada acusadora, no es una mirada subjetiva que incite al espectador a sumergirse en la psique, sino que sólo le permite ser un testigo sin que se le permita un momento de reflexionar por el tono que rompe entre drama/comedia en repetidas ocasiones, y es justo esa mirada lo que quizá sea lo que hace que su trama y discurso pierda fuerza, por decisiones poco hábiles con la cámara y su puesta en cuanto a decisiones de planos y secuencias se refiere (la escena de los hotdogs es realmente odiosa) como temiendo no sólo romper o herir susceptibilidades, sino teniendo el poder que podían crear.
miércoles, 26 de febrero de 2025
Breve comentario sobre "El brutalista".
Mujeres del alba
Desde mi punto de vista, Jimena Montemayor Loyo lo vuelve a hacer, vuelve a atinar/acertar con su tercer largometraje, que seguramente será una de las mejores películas del 2025, tal y como lo fue Restos de viento en su momento (2017). Jimena vuelve a atinar/acertar a través de la forma, del cómo, de lo narrativo; entregando una obra en extremis miramiento intimista, pero también con un tratamiento poético incuestionable. Ahora, que hablando desde el fondo, el qué o el discurso; hay líneas, muchas, y unas más claras que otras, de que esta es una película en extremis personal.
Yendo en el orden correcto de las cosas, primero atiendo lo netamente valioso de lo narrativo: Jimena vuelve a atinar/acertar en la importancia vital de una fotografía detallista/naturalista (en esta ocasión a cargo de Santiago Sánchez) no sólo en extremis para crear el estado de inmersión del espectador en la historia, como ha sido desde su primera película (En la sangre, 2016); sino que a través de esta se nos muestra de alguna manera el verdadero personaje importante de la trama, y el porqué es tan importante para los demás personajes de la misma, tanto los que quieren proteger, como los que quieren despojar. Incluso el recurso magistralmente empleado del VFX para mostrar niebla, nubes y el latir de la tierra, tiene mucho sentido y está magníficamente utilizado, pues muestra, de una manera muy similar a cómo lo hizo su momento Ernesto Contreras en Sueño en otro idioma, la conexión que tienen habitantes de lugares milenarios y sagrados como son selvas y sierras con sus árboles y sabiduría.
Otro valor símil, o más que valor; otro elemento que nos muestra fehacientemente la autora total que hoy día es Jimena; es como aún cuando a todas luces la película es de naturaleza coral, los niños, o más en preciso, dos de las niñas se vuelven no sólo en las narradoras/testigas/herederas de aquello que va más allá de lo visible o real, sino que llevan este lenguaje de destellos oníricos, que incluso colindan con fronteras surrealistas/fantásticas/simbólicas, como se nos mostró en su momento en Restos de viento.
Aún con todos estos elementos, que van desde el extenso elenco y la puesta que percibe una producción aún más ambiciosa que en sus pasadas dos películas, Mujeres del alba se sigue perneando y sintiéndose con esa aura de hechura independiente, mesurada, incluso minimalista.
Aterrizando de lleno con el discurso, y la importancia que tiene por su naturaleza verídica, ligan de manera muy personal a Jimena a la historia puesto que el guion está basado en un par de libros escritos por su padre, el escritor Carlos Montemayor que en muchos sentidos documentó y ficcionó la lucha que llevaron hombres y mujeres de distintas rancherías en Chihuahua (incluso se toma en cuenta a Durango) en defensa de sus tierras en contra del gobierno, ejército y capitalismo extranjero que no sólo quería despojarlos de su tierra, sino asesinarla, y a ellos y ellas de ser necesario, tratándoles y retratándoles ante la sociedad aún conservadora del país y las grandes ciudades, como meros bandidos y miembros del comunismo, cuando ellos y ellas querían proteger no sólo lo suyo, sino lo que es de todos: el suelo mexicano, y la flora y fauna dentro de este.
Si bien toda obra es perfectible, y en el caso de esta película no es la excepción, pues en sus primeros minutos hay ciertos tropiezos por demás perceptibles en la naturalidad de sus diálogos y el acartonamiento de los mismos en la boca de algunos actores quizá no tan preparados, incluso detalles con edición y montaje; pero como ya lo dije, esto sólo pasa en los primeros minutos, y después la película no deja de ser una historia, incluso un relato con piel de ese ser que da vida y voz a la naturaleza, que nos emociona, nos conmociona, nos crispa, nos aturde, nos aterra, pero una vez más, nos muestra que esta vida no tiene sentido y no vale la pena si no es gracias a las mujeres.
lunes, 17 de febrero de 2025
Los años nuevos
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La transformación de un amor en diez años y sus puntos muertos |
Spike Jonze, Her
Rodrigo Sorogoyen es, sin exagerar desde ningún ángulo o pov, uno de los directores españoles de cine más importantes de este siglo. Un director que prácticamente a pisado base en todos los géneros cinematográficos y todas las variantes que se pueden desprender del dramatismo, y siempre desprendiendo una clase magistral de la construcción de las historias desde la importante construcción de sus personajes. Pero si nos remontamos a los inicios de la carrera del realizador madrileño, sabemos quienes le conocemos su obra y su contexto artístico, más allá de la siempre visionaria y creativa mirada de Rodrigo hacia el cine y el cómo hacer cine, es que hay un tema en su obra que a Sorogoyen siempre lo ha seguido y que parecía no podía dejar sacar del todo, hasta que llegó Los años nuevos. Este tema es el amor que no parece encumbrar en el tiempo que los seres humanos quieren, sino que encuentra su punto cumbre hasta que debe de ser.
Permitiéndome colocar un poco de contexto para ejemplificar aún mejor esta sentencia, me permito escribir brevemente algo de la premisa de Stockholm, su ópera prima:
“Luego de una noche de fiesta, un chico conoce a una chica, este quiere acompañarla y seguir la noche con ella, ella no termina por aceptar, es entonces que en ese lapso de indecisión, el chico se comporta totalmente encantador, hasta que la convence y hasta ese punto parece que tendremos una película romántica de destape de personalidades de nuestros personajes, pero la película tiene un break point y se convierte en otra cosa, hasta una culminación nada esperada.“
Al igual que en esa primera obra de Rodrigo, la cual transcurre en una noche-mañana, el tratamiento narrativo-temporal de Los años nuevos es el mismo. Vemos acontecimientos importantes que definen el curso de la vida de Óscar (Francesco Carril) y Ana (Iria del Río) en un lapso quizá menor a 24 horas, y aún más importante, no es cualquier día, sino que es entre el final y principio de año (nochevieja del 2015, nochevieja del 2024) que curiosamente también marca el onomástico tanto del uno como de la otra, salvo una excepción, pero que marca un día igual de importante, el cual ya desglosaré a detalle más adelante.
Lo propositivo de esta forma empleada o de este abordaje narrativo en la historia no es en sí lo que se retrata en este día, o el hecho de que se cuente así la historia, que si es importante y no quiero que se malinterpreten estas palabras; más bien lo que trato de exponer es que en esta forma tan valiente, y no tanto radical de contar la historia de Óscar y Ana, hay una invitación por parte de los creadores de la serie hacia con el espectador en la que nos incitan a imaginar todo aquello que no se ve, es decir, imaginar todo lo que ha pasado en la vida de Óscar y Ana durante el resto del año para verlos como los vemos justo un año después de que los vimos la última vez. Es, y me imagino así un poco el cuadro, como pasa justo en la serie y en muchos de los capítulos; como esas reuniones de nochebuena o nochevieja donde ves a familia (sobre todo primos o hermanos, o amigos de hermanos que puedan compartir contigo un contexto generacional) y se ponen al día de lo que ha pasado en todos los ámbitos, pero que aún con esas relatorías acompañadas de birra, vino y muchas risas, siempre existe la sensación de que algo se escapa.
Y es que justo con cada año vemos, además de las cuestiones narrativas muy peculiares que ya iré comentando un poco más adelante; somos partícipes de como cambian tanto Óscar y Ana, o mejor dicho, vemos su evolución como personas, entre ellos, con los demás y en los demás (y que son cambios dictados por muertes, hijos, la pandemia, las adicciones), incluso los mismos cambios físicos que va teniendo y sintiendo una persona que pasa por toda la década de sus treintas, pero sobre todo; nos percatamos de las cosas que no cambian, esas formas de pensar y de querer, con los miedos, las manías, lo que se arrastra incluso desde antes que conociéramos a la persona, y que lastimosamente nos ve pasar por cosas y momentos a raíz de las cosas no curadas, de las cosas heredadas, y que no se van hasta que llega y la madurez, y dejarse ayudar.
Hay un detalle que se convierte en un denominador común en cada uno de los capítulos que a mí me a parecido hermoso y maravilloso, y es cuando la cámara nos muestra ejemplos de diferentes tipos de pareja (una por capítulo, y esto me hizo recordar montones a When Harry met Sally, aunque también hay otros elementos que hacen recordar a la trilogía Before) en la que ya sea a voz de Ana, Óscar, algún externo o alguno de los integrantes de la misma pareja; nos expone justo la diversidad en que vemos, afrontamos, y mostramos los seres humanos el amor como pareja. Esos códigos, lenguajes y universos que se forman entre los seres amados y amantes, y como se pueden llegar a romper, eclosionar y desaparecer una vez que la pareja se diluye, por cualquiera que pudieran ser las circunstancias, y como esos universos jamás se recuperan, permanecen resistiéndose aún después del big bang, del gran movimiento telúrico que deja todo en santas ruinas y a sus dos únicos habitantes en un duelo sembrado en el alma que se tiene que superar en la soledad, sin el otro, hasta que una vez más ocurre el milagro, vuelve la magia y nuevos universos, códigos y lenguajes vuelven a nacer.
Ahora que toco el asunto del milagro, no puedo dejar de asociar esa palabra a Francesco Carril e Iria del Río, porque vaya carga se echaron al hombro al construir tanto a Óscar como a Ana. Y es que uno al verlos en pantalla, ver lo que hacen y como lo hacen, lo que dicen y como lo dicen, hace que uno por momentos olvide que todo es ficción, la historia, ellos, uno por momentos puede llegar a creer que en “cien minutos habrá transcurrido un año más”, porque es imposible caer en la conclusión de que lo que ellos hacen, uno no lo presencia todos los días en una serie de televisión, o en el cine, o en una obra de teatro, o no vamos muy lejos: en la vida misma carajo. Lo que vemos entre Francesco e Iria, y la intimidad que crean con sus personajes, hablando en todos los sentidos posibles de esa palabra; es magia, es el milagro que muy pocos directores sueñan con crear, y que aún menos logran vivir, y en muchos sentidos todo se debe a las personas correctas, almas alineadas echando además de oficio y técnica, algo de sí mismos, de sus experiencias de vida, quizá hasta de sus vidas pasadas.
Algo que me gustaría distinguir de la historia, y darle todo el valor y el crédito a Rodrigo en este aspecto, es que la historia, aún con el asunto del tema tan apasionante y cercano que puede resultar para Rodrigo, fue consciente que al ser un proyecto de larguísimo aliento (aunque él ha manifestado en múltiples ocasiones que hizo esta serie no como serie, sino como una película), y que necesita más puntos de vista (sobre todo femeninos) para la construcción de todo lo que resulta ser diez años de vida en dos personas y las personas a su alrededor, él se supo rodear de las personas correctas tanto para la creación del guion (Sara Cano y Paula Fabra), como para la dirección de algunos de los capítulos, que si bien, claramente puedo decir abiertamente que los capítulos dirigidos por Rodrigo son mis favoritos (el capítulo siete es, además de brillante y hermoso, y el único que no se hace en nochevieja; el que logró hacer que me pusiera a llorar), lo que hacen David Martin de los Santos y Sandra Romero (sobre todo ella) es fantástico, se cuelan, se amoldan y hacen match perfectamente con la visión de Rodrigo, y como lo dije antes, Rodrigo tuvo visión y precisión perfecta para saber a quien sumaba al barco.
Las personas son luz: a veces el sol que alumbra, que ilumina, que da calor; y otras veces son incendios que destruyen, que incineran y consumen todo.
Al igual que en Stockholm, ya para ir cerrando esto; hay un break point, y justamente como en la antes mencionada, es a la mitad, de manera muy marcada, justo del modo en que la serie se estrenó (y que precisamente fue la forma en que la vi. Es decir: un día los primeros cinco capítulos, y al día siguiente los últimos cinco capítulos), con los primeros cinco capítulos mostrando la luz del enamoramiento, el alumbramiento de ese universo particular, con adversidades si ustedes quieren; pero luz, hasta que esta se extingue. Y los últimos cinco mostrándonos el duelo, la búsqueda interna, la curación hacía con nosotros de lo que se viene arrastrando con la tristeza y la depresión en ese preciso momento en que te das cuenta que, aún con lo bien que te va en la vida o que la puedes llevar, no tienes lo que en verdad sabes que quieres, y cómo este sentir se presenta y te lleva hasta la ensoñación y el deseo del reencuentro; hasta que sucede, y nosotros somos primeros testigos de lo que pasa en ese reencuentro cuando nos (y les) toma más maduros.
Antes del finalizar, no puedo dejar de mencionar la selección musical para la serie. Mesurada, pequeña, pero extraordinaria. Tiene toda la potencia e intención que la serie y cada uno de los capítulos necesita de justo presionar las piezas correctas para detonar lo que tiene que detonar no sólo en la historia o dentro de la historia, sino también en cada uno de los testigos del temblor que somos nosotros. Nacho Vegas, La bien querida, Iván Ferreiro, Jorge Drexler, McEnroe, Holgado y unos pocos más (no quiero tampoco revelar tanto) engalanan cada uno de los capítulos.
Ahora finalizo justo por el principio de mi texto, y este empiezo es justo la frase que comparto de Her, porque quizá lo más polémico que se puede sugerir en una de las lecturas de la serie bien podría ser el tema de la infidelidad, la postura del creador o de la moral de los personajes ante el constante y fehaciente caso de estar en una relación, vivir con una persona o incluso tener una familia con alguien a la vez que se está enamorada o enamorado de alguien más, de ahí que esta frase me pareció muy correcta para ejemplificar mi propia opinión: uno no puede borrar la historia, el pasado, y los vínculos que se crean con otras personas, con otras almas, y muchas veces aunque las relaciones amorosas no funcionan, queda por siempre ese universo creado que hace que uno ame a la persona con quien se hizo ese antropológico trabajo de la creación del lenguaje, aun sabiéndose en sus vidas realizadas con otras personas. La historia, y por ende el discurso que se desarrolla a través de la trama de la serie, es lo que pasa con el amor después del amor, porque el amor no acaba, se transforma, muta; y por supuesto se multiplica, se reparte, y se deposita en diferentes lugares, en distintas proporciones. Pero siempre es amor, incluso cuando es desamor, incluso cuando es miedo y es confusión y es indecisión. Lo único que no puede ser el amor es cobardía, porque cuando un amor se pierde por cobardía o por no ceder aún cuando otros universos tiemblen y dependan de nosotros, o dicho en otras palabras: cuando el amor no nos hace ser valientes, y dejarlo todo por el amor, sólo entonces es cuando el amor no es, y el amor muere.