Columbus es la ópera prima del ahora director de cine Kogonada, quien se diera a conocer al mundo por sus videos-ensayos para Vimeo sobre varios aspectos visuales en las películas de directores de cine como Wes Anderson, Stanley Kubrick, Ingmar Bergman, entre otros.
Al ser un especialista, espectador y amante del cine, plasma en esta película muchas de sus influencias, podemos ver lo que a él le gusta ver técnicamente hablando. La película es un paseo por la vida de dos personas que se encuentran por casualidad, o quizá no tanta; en la ciudad de Columbus, Indiana. Una joven que ha vivido en la ciudad casi toda su vida y la cual está enamorada de ella por su arquitectura modernista y que la hace soñar con ir a la universidad a estudiar arquitectura siguiendo un loco sueño. Y un ya no tan joven koreano que esta en la ciudad visitando a su padre en el hospital el cual está en coma. Entonces mientras este par de solitarios se va conociendo, su historia, mientras ella va mostrando a él sus edificios favoritos de la ciudad, se van mostrando sus sentimientos, sus sueños frustrados, esos mismos lugares y edificios que se van convirtiendo más tarde en una metáfora de sus vidas, convirtiendo así a la ciudad como lo dice el título, en la protagonista de esta historia de amistad, amor, dejar ir y permanecer a la vez. Largas pláticas de lo que son las relaciones con sus padres, lo que los han hecho ser, hacer; o dejado de hacer.
Actuaciones mesuradas, parcas y nada sobradas, pero a la vez muy vibrantes y sensibles, personajes tan simples, fuera del molde de la industria, tan comunes y corrientes, a veces tan aburridos como lo cotidiano que parecen ser reales y les da ese brillo tan maravilloso, John Cho la verdad irreconocible para bien y Haley Lu Richardson es un verdadero encanto en su papel, hacen con sus destacables actuaciones que uno no haga mas que engancharse aun más con la maravilla que se ve y siente. Kogonada hace que recordemos con esta película mucho del cine de cineastas independientes pioneros e innovadores como lo son Jarmusch y Linklater, y otros homenajes más sutiles como a Wong Kar Wai jugando mucho con los espejos. Sus referencias no sólo se limitan a lo narrativo al ver una película de muchos silencios, de largas caminatas y charlas que si bien muchas caen en la anécdota, aportan y proponen, hacen de la trama algo que se justifica al final, una película que se digiere sin problema alguno también gracias a su elegante fotografía y esas paletas de colores tanto brillantes como oscuras acompañando cada parte de la trama con el score indicado. Una voz sutíl pero potente de originalidad brota sin hacer pretencioso el argumento, además de las referencias visuales y técnicas que denotan lo mucho que ama Kogonada el cine de Anderson y Kubrick.
Una película que habla de que a veces es mejor dejar atrás lo que nos gusta, la vida confortable, o nos hace sentir bien, sólo para apoyar a nuestros padres, para hacer realmente lo que queremos, seguir nuestros locos sueños cuando aún se es joven; y a veces es mejor permanecer con tal de que el remordimiento no nos destruya por dentro al final cuando ellos ya no estén, y cuando ya no se es tan joven y no se tuvo el valor para hacer lo que queríamos, sólo nos resta ayudar y alentar a quien aun puede, al fin de cuentas, nuestros padres ya han vivido su vida, nos hayan tomado en cuenta o no, ahora es momento de vivir la nuestra, sea a su lado esperando a que mueran, o lejos viviendo nuestros sueños y sin remordimientos ni rencores.
No lo conocía... a tenerlo en cuenta entonces. Interesante.
ResponderBorrarAbrazo!
Si tienes la oportunidad de mirarla, mírala Frodo, una belleza de película.
BorrarSaludos!