"Las tres muertes de Marisela Escobedo" es un documental mexicano estrenado este año, producido por Netflix, y dirigido por el joven cineasta Carlos Perez Osorio. Me parece que el hablar sobre lo que trata el documental está de más, pero aun así les dejaré la descripción que hace Netflix del mismo:
"Después de que el feminicidio de su hija quedara impune, una
madre inicia una cruzada incansable para encarcelar al asesino y exponer al
sistema de justicia mexicano".
Este documental ya que se convirtió en una de la producciones más comentadas y celebradas a últimos años por parte de la compañía de streaming, pero luego de verlo, sentí una necesidad de escribir sobre este, tanto por las cosas que me parece a bien puntualizar y celebrar, pero también por ciertos detalles que a mí me parecen fallidos. Me explico a continuación en dos breves partes marcadas y divididas.
Cara 1: el amor de una madre exponiendo la deficiencia de un estado fallido.
No cabe duda que este año es el año en que viene a destapar una cloaca que tarde o temprano tenía que destaparse: la ineptitud en la política, y su fallida estrategia en la "guerra contra el narco" del "Calderonismo". Hemos visto este año en más de un trabajo, tanto en el documental como en la ficción, que se retrata este hecho, sobretodo en las regiones del norte del país, trabajos como "La paloma y el lobo" de Carlos Lenin, "Laberinto Yo'eme" de Sergi Pedro Ros, y quizá el más destacado: "El guardián de la memoria" de Marcela Arteaga. Todos grandes trabajos que vienen a sumar a la denuncia de otros trabajos de años anteriores (como "Hasta los dientes" de Alberto Arnaut), con lenguajes muy propios e historias muy valiosas y particulares narran desde las consecuencias de la militarización, las numerosas desapariciones forzadas, el feminicidio, y el desplazamiento forzado tanto de personas que huyen de un estado a otro, hasta comunidades enteras que tienen que pedir refugio en otros países (otro caso podría ser el del documental "Disparos", aunque el caso de ese reportero ocurre en la administración de Peña Nieto) que dan evidencia de cómo tanto el gobierno y como ejercito les facilitaban las cosas a los grupos criminales en estas zonas del país, ya fuera por decisión u omisión, que para el caso, me parece es lo mismo. En este orden entonces, es que Carlos Pérez Osorio logra narrar me parece de manera por lapsos muy brillante, este caso de los que muchos recordamos las notas que hacían las televisoras de nuestro país en ese entonces, pero que no daban muchos detalles al respecto. Diego logra darnos todos los pormenores de este hecho que duele, desgarra e indigna a cualquier persona que lo vea, porque la historia es punzante, y ahí está, y es de gran merito que Diego la haya mostrado me parece sin ninguna clase de tapujo o censura, nombra y señala a responsables y perpetradores, y les da derecho a réplica (una de las últimas entrevistas a un hombre en la cárcel en Estados Unidos, cuya identidad no revelaré para no arruinar nada de la trama para quien decida verlo y no lo haya visto, es quizá de las más impactantes), y es uno de los muchos momentos que Diego toma control del relato, incluso la forma en que recrea las situaciones con imágenes y tomas de los lugares donde ocurrieron los hechos y de las que no se cuenta con material de archivo (como las partes de Fresnillo, en donde me parece hay una propuesta visual interesante del director por la sensación onírica) cuyo recurso en más que plausible y que juega a favor de la fluida narración. Todos los testimonios son por demás puntuales y dan la sensación de dolor e impotencia que sintieron en su momento y no dejan de sentir, aunque haya de cierta manera una sanación, que por supuesto no dio jamás el Estado, tanto para el caso de la hija como el de la madre.
Cara 2: cuando la marca influye.
Quizá el hecho que a mí en lo particular no me gustó del documental sea una nimiedad, pero que aun a sí me gustaría expresar. El principio del mismo se nos dicta algo que no debería de hacerse a mi parecer en este tipo de trabajos, y esto es que se nos dice, más allá de que aparezca el nombre de la productora, toda la secuencia de créditos iniciales pareciera son más de una película gringa que de un documental mexicano que trata un tema por demás importante. Como lo digo, a mí me parece que es una nimiedad cuando uno termina de ver el documental como una obra completa, pero es algo que tenía que mencionar, así como estoy consciente que en trabajos producidos por el brazo cada día más fuerte de Netflix, algo debe de haber por parte de ellos en la producción, porque al final de cuentas, es un "producto" que debe velar también por el negocio general. La primera tercera parte del documental, justo antes de la "segunda muerte", el documental también tiene cierta sensación de thriller muy a la fórmula gringa, si, por supuesto mostrándonos la historia tan valiosa de esta mujer, su lucha, su coraje, su valentía sin importarle a quién ofendía al decir una verdad que indigna al país entero por no haber quizá sumado más a su causa, una mujer que no descansó por luchar para que se hiciera justicia a su hija, que vivió desde su desaparición y hasta su muerte como una heroína de verdad. Todo eso está desde el principio, pero en la primera tercera parte la cuestión del montaje a mi me da esa sensación de ver eso: un thriller gringo. No es hasta después del aberrante veredicto que dan esos tres incompetentes jueces que el documental empieza a tomar una forma muy centrada, ya se nota que es una historia pensada por un mexicano, e incluso es cuando el director empieza a explorar este recrear de las situaciones con toma y montaje que se trabajó con material original, entrelazándolo con material de archivo y testimonios, a partir de ese punto el documental se ve, se siente y se percibe más personal. Y me parece que de ese punto en delante no hay más que reprocharle, quizá lo único que yo siempre cuestiono en las producciones de Netflix (o al menos en la gran mayoría), son sus BSO, y en este caso no es la excepción. Aunque si bien a mí, la música no me resultó tan "nociva", si hay una clara intención de manipular al espectador por medio de esta, y me pareció un caso muy similar al del cortometraje documental de Everardo Gonzalez "A 3 minutes hug", también producido por Netflix, y me generó la misma duda: ¿Qué habría pasado si nos muestran este trabajo sin música? A mí me parece que habría sido más directo, si edulcorar, porque me parece es otra decisión de Netflix con el asunto de la música en el caso del documental de Diego en particular, quiere hacer menos fuertes las emociones por medio de la música y hacerlas más relajadas, pretende que el espectador se sienta triste, en vez de indignado, y en ese propósito el desarrollo del documental no está a la altura de la potencia que la historia si tiene. Y me parece que este tipo de trabajos lo que deben hacer es cuestionar, por una parte, y luego hacer que el espectador tome realmente partido de lo que está viendo, la música si acaso lo hace creer que ve una película y que está de alguna manera protegida o protegido, cuando en realidad no es así, esta película es un trozo de una realidad más latente y más vigente hoy día que nos muestra (para todos esos detractores de las marchas cada día más fuertes por parte de movimientos feministas) que hubo una mujer que agotó todos los recursos, que marchó, que pidió ayuda, que recorrió casi todo el país y que quiso hablar tanto con el presidente de la república como con el gobernador de su Estado, y que jamás se le atendió; que hizo una protesta pacífica para pedir justicia, y que al final predijo su propia muerte.
Ahora yo me pregunto, y les pregunto: ¿Con qué autoridad moral les decimos a todas estas mujeres que han perdido a hijas, y que se exponen a los peligros de este país aún machista y feminicida, que no son las formas de manifestarse?
No he visto este documental, espero poder verlo. Creo que no tenemos autoridad para decirle nada a una madre que ha perdido una hija de esa forma. Saludos
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