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martes, 20 de febrero de 2018
A la francesa. (Estilo francés)
Estaba sentado en el mismo café de siempre, haciendo lo de siempre, tratando de darme mis aires de poeta, con lápiz en mano, escribiendo sobre una pequeña libreta que cabía perfecto en el bolsillo dentro de mi abrigo donde antes había una pequeña licorera color cromo que me había regalado mi ex pareja, con un café capuchino doble sin azúcar del que nunca me cansaré, ni de su aroma tan robusto.
Entonces ahí estaba yo, haciendo lo que casi siempre hago, trataba de escribir, las palabras no salían, así que estaba contando las hojas en la rama mas grande del árbol que estaba afuera del café, tenía todos los síntomas de estar deprimido como se podrán percatar, pero en realidad no lo estaba, o yo creía que no lo estaba, si hubiera estado en otro café probablemente lo estaría, pero estando en ese lugar, y con esa música no lo estaba, aunque si sentía una especie de vacío en mi ser, como si en realidad yo no estuviera sentado en ese lugar.
Minutos después de que mi atención de había desviado de las nubes y se había postrado en el tarro de azúcar de la barra donde las chicas del lugar te atendían, todas curiosamente de pelo corto y una edad muy similar, o al menos así lo aparentaba su piel tersa, entró una pareja mayor, no les presté mucha atención en un inicio, la música y mi libreta en la que hasta ese momento sólo garabateaba pensamientos sueltos que yo suponía después me llegarían a servir para algunos textos. Pasados algunos minutos y con una segunda taza de café busqué entre la gente algo de inspiración, para mi infortunio sólo dos mesas estaban ocupadas, las dos con un par de parejas, una de ellas era tan parca y gris como una oficina burocrática, la otra pareja, la que acababa de entrar fue la que llamó mi atención, más en particular, la mujer.
Hablaban en francés, ella no parecía francesa, parecía más mexicana, aunque jamás he sido prejuicioso en cuanto al aspecto de las personas y deducir su nacionalidad por su olor de piel, al fin de cuentas que saben los colores de nacionalidades. Ella se veía muy jovial, a pesar de la edad que aparentaba, muy amable, él si parecía francés, durante unos segundos él se levantó de su asiento y se dirigió al sanitario, ella se quedó sola y dirigió su mirada alrededor para encontrar elementos peculiares de esos que hacen encantador a un lugar como lo era esta cafetería, la misma mirada que yo hice la primera vez que estuve en este lugar. Y en esta búsqueda cruzamos una mirada, sólo una y no volvió a pasar. Supongo superaba los 40 años fácilmente, su mano llevaba una argolla de matrimonio, seguro sus hijos, si los tenía serían de mi edad, o al menos el mayor de ellos, y no sé porque me llamó tanto la atención, era atractiva, pero era una de esas bellezas simples, no llamativas, de esa belleza que puedes encontrar habitualmente cuando vas a un supermercado, pero había algo más en ella, una especie de aura la cubría que hacía que emanara una luz más radiante que la que nos cubre a todas las personas.
Su pareja volvió y siguieron hablando en francés. Hay personas con las que no hay necesidad de cruzar palabras para que te regalen un buen momento, sólo cruzamos una mirada, y para cuando la pareja salió del lugar minutos más tarde, ya había escrito esto.
miradas en las que transcurre una vida,
ResponderBorrarasi duren dos segundos
(no uno, porque deben ser dos por lo menos)
Completamente de acuerdo f. Momentos mágicos que crean verdaderos encuentros, mas allá, o sin importar la duración de estos.
BorrarSaludos!
Buen texto! Y veo que cambiaste el "look" del sitio. Me gusta un poco más.
ResponderBorrarTe dejo otra canción sobre amores franceses. Un ya clásico de estos lares
https://www.youtube.com/watch?v=LDdH3HYlGA4
Abrazo!
Ya le hacía falta un cambio me parecía y por eso me animé para hacerlo. Por cierto gran tema, me lo voy a descargar para añadirlo a mi playlist diario.
BorrarAbrazo buen Frodo!